4to. El sordo que escucha y el mudo que habla.
Advertencia: ooc | hanahaki.
Para todo hay una primera vez en la vida, eso suele ser inevitable.
La primera vez que les sucedió, fue inaudito. Tanto así que Katsuki decidió hacer oídos sordos, expectante a la situación. Petrificado como nunca antes, con los ojos bien abiertos para poder creérselo, porque jamás le prestó atención a aquella leyenda que consideró boba —pero que, sin embargo, estaba presenciando ahora mismo—, y sin poder modular palabra.
Fue en una tarde típica, en realidad. Eijirou había ido a visitar —invadir— su dormitorio como cualquier otro Domingo para no hacer más que vaguear juntos.
El pelirrojo hablaba y él escuchaba. Todo normal hasta que una tos hizo acto de presencia.
Kirishima comenzó a toser fuertemente, estrepitosamente y, de la nada, flores incoloras brotaron de su boca.
Se veía sufriendo.
La primera vez que sucedió, quedó pasmado. Escuchando como el otro se ahogaba en su mísera y el desconocido amor, hasta que decidió dejar de oír. Su primer miedo y la única y primera vez que flaqueo.
Hizo oídos sordos a pesar de oír, no preguntó al respecto ni el otro, charlatán como es, se animó a hablar. Fueron unos segundos tensos e inquietantes.
—Disculpa —murmuró Kirishima, cohibido. Se recompone con serenidad falsa—. Te decía que Ashido está...—Y continúa sin más.
¿Con que es Ashido, eh? Pensó. Y rezó para que la situación de su amigo no empeore, reza porque la cura sea el amor y no el remedio estúpido similar a una Lobotomía.
Pero las primeras veces no suelen conformarse con solo ser eso, con una vez y nada más. Vuelven en una segunda, y en una tercera, y en una cuarta, y en una quinta ocasión y son montón de pétalos que no se oyen y un montón de palabras que se atoran en su garganta.
Eran sus frustrantes:
«—Disculpa.
—No importa.»
Y continuar hablando de...
De Sero, tal vez.
Y Bakugō se dice ¿será él ahora? Pero Eijirou habla de Todoroki, de Deku, de Denki, de Uraraka. De todos, pero ninguno es él, su mejor amigo.
🍃🍃🍃
Porque las primeras veces no tienen por qué ser las mejores, ni las peores. Son solo son eso, una primera vez.
En una mañana cualquiera, a Katsuki le costó respirar: un pétalo se le atoró en la garganta. Uno rojizo y oscuro, impuro, y Eijirou —que estaba con él— pudo escuchar la tos incesante.
Pero Eijirou es mudo, mas no sordo, mas no ciego. Y él es sordo, pero no le apetece hablar. A los sordos les cuesta hablar, ¿no es así? Y él es eso.
Una vez logra regurgitar el problema, casi vomitando, mira a su acompañante ojeroso. Eijirō está más enfermo que él, sus pétalos son incoloros y abundantes, son flores ya, y los suyos apenas nacen de un tonto capricho.
—Discúlpame a mí ahora.
—No pasa nada.
Y el juego prosigue; sin embargo, Katsuki no continuó charlando de nadie.
🍃🍃🍃
—Kirishima no podrá venir a clases hoy, está muy enfermo y no sabemos las causas de esto.
Bakugō mira al suelo, su pecho cosquillea pero contiene la tos y sus manos se aferran al pantalón de su uniforme. Está harto. Chasquea su lengua. Ya no lo soporta.
Ese imbécil, ese imbécil se está dejando consumir. Está muriendo, ugh.
Y él es igual que el otro, igual de cobarde e imbécil, necio. No pueden más.
🍃🍃🍃
Porque el ser humano es curioso, porque Katsuki no es cobarde ni es sordo y porque Eijirou no es mudo.
Harto ya de la situación, harto ya del Hanahaki y de sus propios dolores, lo hizo.
Lo hizo en una noche como cualquier otra, con la luna en alto y las estrellas acompañándola. Encaró al dueño de sus espinas y pétalos, quien poco a poco acabó postrado en una cama sin poder moverse, encastrado por la raíces que nacían en sus entrañas.
Entró a su habitación sin previo aviso, sobresaltándolo de hacer nada.
—¿B-Bakugō?
—Dímelo. ¿Quién es?
Y quedaron en silencio un momento, contemplándose fijamente.
—¿Eh?
—¡No te hagas el idiota! ¡¿A quién mierda amas?!
—¡Katsuki, yo...
Una horripilante tos lo vuelve a invadir, es gutural. Es profunda. Saca flores que podrían haber sido hermosas en otro momento, que podría regalarle a alguien de no ser por su origen. Y duele. Y muere un poco más.
—¡N-no, no puedo! —lloriquea, tras eso. Acostumbrado a sufrir.
—¡Sí que puedes, idiota!
—N-no…—Baja su mirada.
Katsuki titubea en su lugar, parado frente a la cama del —de nuevo— azabache, incrédulo. ¿De verdad va a complicar tanto las cosas? ¡¿En serio van a-…
Una idea cruza su cabeza, es tonta, pero ellos lo son. Son caprichosos.
Bakugō camina hasta el colchón, donde se sienta demasiado cerca del otro. Demasiado próximos, que podrían besarse. Que podrían o no, estar enamorados, y desearse.
Y lo mira a los ojos de manera amenazadora, fiera, enamoradiza. Y sin más, escupe un amago de flor carmín con hojas negras, algo de sangre tal vez.
—¿Me lo dirás ahora que sabes la verdad? —Pide con voz queda.
Kirishima tambalea, mirando la planta en las manos de su compañero. Quiere reírse de sí y quiere llorar, pero por sobre todas las cosas, quiere unir sus labios y terminar con su tortura.
—Por fa-…
Kirishima no se contiene más y agarra y besa al rubio ojeroso. Se besan, porque ya no les quedan más opciones de respuesta, y se acoplan de manera perfecta.
Es reconfortante, una cura para la enfermedad que han estado compartiendo silenciosamente.
Pero ya no más, porque ninguno posee enfermedades cognitivas y ninguno quiere volver a verse sufrir, ni a sí mismos ni al otro.
—Eres tú —Finaliza, con un hilo de voz—. Siempre he hablado de ti, Katsuki.
Y en un día como cualquier otro, el Hanahaki desapareció del interior de ambos, siendo reemplazado por un calor reconfortante y una cicatriz que sanará en algún momento.
- ay, qué asco de día :'c lamento el atraso de ayer, ojalá pueda subírselos pronto <3.
palabras totales: 990.
avisen si ven errores.
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