Capítulo 11: Recuerdos
Cuando Finn se acerca a mis labios siento como su respiración se mezcla con mis miedos.
Nunca me había sentido así.
Se queda parado frente a mí como si fuera a besarme, pero sin hacerlo.
Ahora sus manos se apoyan en mi espalda, y yo permanezco inmóvil entre mis pensamientos.
- ¿A dónde iremos? – pregunto tímidamente.
- A mi casa, ¿estás lista?
Dirijo mi mirada hacia el suelo y Finn levanta mi barbilla con sus dedos.
El rozar de su piel con la mía me hacer sentir eléctrica.
- Tomaré tu silencio como un sí – dice y desplaza sus manos de mi cuerpo y se reincorpora.
Mientras caminamos hacia la oscuridad pienso lo poco que sé sobre el hombre que está a mi lado.
Afuera de la casa las cosas son diferentes.
El camino es de tierra y al costado hay árboles enormes, los que vi un millón de veces desde la habitación gris este verano, antes de que todo cambiara, cuando a través de la ventana vi el cuerpo sin vida de una mujer.
- ¿Estarás callada todo el camino?
Finn voltea sus ojos grises hacia mí.
- No sé qué debería decirte. No nos conocemos.
En realidad, solo estaba sumergida entre mis pensamientos.
- Bueno, eso está por verse. Ven.
Finn se da vuelta y agarra mis piernas con sus manos, subiéndome a su espalda.
Sus brazos me levantan sobre él en un segundo. La fuerza de Finn parece irreal. Puedo sentir como mueve mi cuerpo con cada uno de sus pasos.
- ¿Qué haces? – Mi voz retumba en el vacío de la noche y se pierde entre los árboles.
- Te demuestro que yo ya te conozco mucho más de lo que piensas. – su mirada es desafiante
- Imposible. ¿De dónde me conocerías?
- Te conozco porque tus ojos son iguales a los míos. Fíjate.
- Déjate de bromas, Finn. Además, estoy a tus espaldas, no puedo verte los ojos así.
En ese momento Finn me toma de las piernas y me da vuelta hacia él, cargándome en sus brazos y mirándome fijo.
Mientras me carga en sus brazos puedo ver el cielo estrellado y sus ojos grises, y por un instante, Finn no me parece un extraño. Sus manos fuertes me sostienen con dulzura y su mirada no se aparta de mí.
- ¿Lo ves?
Quería responderle que sí. Que sus ojos grises realmente eran iguales a los míos. Que me gustaba como me hacía sentir. Que mientras me sostenía entre sus brazos podía sentir como la habitación gris se disipaba como un recuerdo lejano. Y que Claire ya no me atormentaba. Pero simplemente me quedé callada, dejándome cargar en sus brazos, cerrando los ojos con fuerza.
Finn no me insistió.
Simplemente me sostuvo entre sus brazos y tras unos cuantos minutos caminando, me dice.
- Despierta Gretel, hemos llegado.
Mientras me reincorporo tocando el suelo con mis pies, mis ojos atónitos miran con asombro.
Frente a mí está la casa de Finn.
Es de madera robusta y la zona es boscosa. Aunque la oscuridad de la noche lo hace ver aún más selvático.
Nunca me había adentrado tanto en el bosque. Y menos acompañada por un hombre en la mitad de la noche.
Finn se acerca hasta la puerta de madera y la abre para mí.
- Primero las damas.
Al entrar mi primer impresión es que la casa está abandonada. Hay mucha maleza crecida dentro, sillas oxidadas, cuadros añejos, y además no hay nadie aquí, excepto nosotros dos.
- ¿Vives solo?
- Eh bonita, no tan rápido con las preguntas. Vamos al jardín, ven. He puesto pequeñas luces.
El canto de los pájaros penetra mis oídos y pienso que en este lugar todo se oye con mucha claridad, y que no me sucede con frecuencia.
El jardín de la casa de Finn es muy diferente al mío. Es muy pequeño y no hay flores de colores. Sólo hay una pequeña mesa de madera al centro, cubierta de maleza, y dos sillas. Una hilera de pequeñas luces de distintos colores colgadas del techo ilumina la noche.
- ¿Qué haremos en tu jardín a la mitad de la noche? - pregunto mientras recorro con la mirada cada rincón del lugar.
- Conversar. Siéntate.
Me siento sobre la única silla blanca frente a él, un poco perdida entre mis pensamientos.
Finn toma una bocanada de aire como si estuviera cansado. Cargar el peso de mi cuerpo por el bosque quizás no fue una tarea fácil.
- Pues veras, respondiendo a tu pregunta, a decir verdad, no tengo recuerdos de quienes son mis padres.
Hubo una pausa y tardó en reincorporar su mirada hacia mí.
- He vivido solo aquí desde que tengo memoria – continúa. - ¿Y tú, quienes son tus padres?
Mientras Finn mueve sus ojos de lado a lado esperando mi respuesta, mi mirada se encoje y por un momento doy vueltas dentro de mí misma.
En ese instante me percaté de algo: no tenía ningún recuerdo de quiénes eran mis padres. A decir verdad, apenas tenía recuerdos de porqué estaba en la casa de la Sra. Marci.
Pienso que la Sra. Marci me acogió hace años, pero lo cierto es que no lo recuerdo con claridad. Tampoco recuerdo muy bien mi infancia.
Con una sensación de confusión giro mis ojos hacia el crudo césped del jardín. Al parecer, estar confundida ya forma parte de mí.
- ¿No lo recuerdas? - pregunta Finn.
Puedo sentir el aire burbujeando entre su mirada y la mía.
Quiero explicarle que vivo con la Sra. Marci y con el personal de la casa, una ama de llaves, una cocinera, incluso un jardinero que viene de vez en cuando. Decirle que conozco a quienes me rodean en mi casa. Que estoy segura acerca de mi pasado. Que sé quien soy y de dónde vengo.
Pero no es cierto. Nada de lo que creía hasta ahora es cierto. Ni la Sra. Marci, ni Claire, ni la habitación gris y quizás ni siquiera la mujer asesinada en mi jardín. Es como si no pudiera confiar en nadie, ni siquiera en mí misma.
Muevo mi cabeza hacia ambos lados.
Tomo una bocanada de aire que enfría mis mejillas y me quedo inmóvil como si pudiera retrasar los minutos con mis manos.
Finn se acerca a mí y se arrodilla sobre el suelo. Extiende su brazo y me toma de la cabeza hacia él, sin decir más nada.
¿Comprenderá mi dolor?
Y así, como si todo fuera demasiado rápido como para procesarlo, acerca sus labios a los míos y me besa.
Mientras lo hace me toma de la cintura y mis pulmones impacientes se esfuerzan por retener el aire.
- No hace falta que digas nada, lo averiguaremos juntos – las palabras de Finn se oyen como un susurro mientras vuelve a besarme.
Sus labios presionan sobre los míos con pasión y siento como si no existiera el espacio entre nosotros, y que Finn y yo somos la misma persona.
Entonces tomo su cara con mis dos manos y lo aparto de mí.
- Me acabas de besar y no se nada sobre ti. ¿Qué edad tienes? ¿Qué hacías parado en la arboleda que da a mi jardín? ¿Qué más sabes sobre mí?
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