Jaehyung despertó con un horrible dolor de cabeza. Maldijo por lo bajo, otra vez había bebido más de lo que su cuerpo podía soportar.
Se enderezó en la cama, sintiendo con sus palmas las sábanas frías que lo envolvían de una forma deliciosa. Pese a que había tenido una noche agitada, durmió como un bebé. Los últimos meses habían sido de los más ajetreados de todas su vida. Desde ensayos, programas de variedades y un pequeño tour por Japón.
No hubo un solo día en que Jaehyung pudiera descansar como era debido. El insomnio tampoco le ayudaba demasiado.
Bostezó y se frotó los ojos, dejando su mirada puesta en la pared frente a él. No tardó mucho en darse cuenta que aquella habitación no era la que solía compartir con sus compañeros de grupo. Exploró sus alrededores con paciencia, pero con mucha curiosidad.
Era un poco más pequeño que el cuarto que tuvo en sus días de aprendiz. Las paredes eran completamente blancas, aunque casi al ras del suelo se notaban algunas manchas de suciedad. El escritorio estaba junto a la única ventana por donde entraban los cálidos rayos del sol del nuevo día. Sobre él no había más que una libreta abierta, llena de garabatos y palabras tachadas. El cesto de basura junto al mueble llamó su atención. Desbordaba en papeles arrugados, tanto que algunos ya habían caído al piso.
Dos estanterías flotantes rompían con la monotonía de colores neutros y el estilo minimalista. Las llenaban algunos libros, la mayoría de ellos desconocidos para él. Luego de un intenso análisis, logró llegar a la conclusión de que se trataba de libros extranjeros, más precisamente de libros escritos en español. Junto a ellos, unas diminutas macetas con cactus igual de diminutos. Era, sin dudas, la decoración con plantas más tierna que había visto.
Dio un salto de la cama, sintiéndose incentivado de repente. Se acercó al primer estante y tomó el libro con la portada que le pareció más llamativa. No entendió el título, aunque tampoco se esforzó demasiado en hacerlo. Solo pasó sus dedos por la tapa, repasó las páginas y lo cerró de golpe. Repitió la misma acción con todos los restantes.
Cuando ya tuvo suficiente, se dirigió al escritorio donde la libreta esperaba por ser revisada de la misma forma que lo fueron las obras literarias. Jaehyung sabía que estaba mal, que la privacidad de una persona debía respetarse sin importar qué tan grande fuese su curiosidad.
Sin embargo, estaba solo. Podía leer al menos un par de páginas y dejarlo todo en su lugar. Nadie tendría por qué enterarse.
Así que, ignorando la lucha que parecía estar desarrollándose en su estómago, producto de los nervios por ser descubierto, se tomó el tiempo para revisar cada hoja y cada detalle con sumo cuidado.
Al inicio de cada una, la letra era legible y prolija. Ya a medio camino, se iba deformando hasta convertirse en un montón de montañas y espirales. Destacó frases que le gustaron, rimas en estrofas que seguro algún día fueron pensadas para formar parte de una canción, pero que acabaron siendo eliminadas al final.
Definitivamente estaba en el cuarto de Ulises. Todo allí gritaba su nombre.
Los tachones con bronca sobre borradores que no le terminaron de convencer, las notas al pie de página con recordatorios, los tontos dibujitos que hizo en los márgenes para superar instantes de bloqueo.
No pudo hacer más que sonreír ante la imagen de un estresado Ulises tratando de apuñalar el cuaderno con su bolígrafo, después de varios intentos fallidos por escribir una canción completa sin que le pareciera una basura.
Dejó que su cabeza flotara en las nubes, siendo inundada por los escasos ratos que había compartido a su lado hasta ahora.
Los gestos que para muchos podrían pasar desapercibidos, pero que él tanto se esforzaba por grabarlos en su mente.
La manera en la que sus ojos se afilaban cuando alguien o algo le parecía irritante, o cómo su sonrisa siempre se extendía más hacia la mejilla izquierda, pero jamás al punto de parecer extraña.
Los suspiros pesados que no sabía disimular ni siquiera delante de sus superiores. El movimiento repetitivo que hacía con su pie cuando trabajaba en alguna canción. Sus dedos tamborileando el instrumental de algún proyecto sobre su mesa de trabajo.
Su sarcasmo, su poca paciencia, su risa...
El repiqueteo de su corazón frenó sus ansias por seguir explorando aquella libreta.
El mismo golpeteo incesante que envolvió su pecho la vez que le invitó una bebida en la cafetería de la empresa.
Ese que dejó un espacio vacío inmediatamente después de verlo congeniar con Leo la noche anterior.
De solo recordar la imagen, una acidez desagradable subió hasta su garganta. Conocía el sentimiento, pero nunca le había afectado a tal punto de querer hacerle vomitar.
En un descuido, sus dedos se volvieron de manteca y el cuaderno resbaló de sus manos hasta impactar con el suelo. Tratando de dejar las náuseas en segundo plano, se agachó para tomarla y dejarla donde la había encontrado.
Y eso hubiera hecho, de no ser porque una gran caja de zapatos que sobresalía por debajo de la cama lo distrajo.
Sin pensarlo mucho, se estiró en aquella posición y la arrastró hacia él. Su consciencia ya ni siquiera se preocupaba por hablarle, por convencerlo de que era una muy mala idea. Tal vez el grillo de su cabeza o el ángel de su hombro habían sido contagiados por su curiosidad.
Estaba en la habitación de Ulises Kim, quien incluso después de tanto tiempo a su lado seguía siendo tan reservado de su vida personal como el primer día.
—Un vistazo superficial, es todo.
Quitó la tapa y la dejó a un lado, no sin antes asegurarse de que la puerta siguiera bien cerrada. No sabía si había alguien afuera, no podía escuchar voces ni pisadas que le advirtieran del peligro de ser descubierto.
Se encontró con algunas fotos polaroid de una versión más pequeña de él. Eran viejas, Uli era apenas un niño, uno que al parecer tampoco solía sonreír mucho en ese entonces.
En algunas estaba dentro de una casa con paredes de madera y aspecto lúgubre, triste, vacío. En otras, un poco más coloridas, el césped árido del invierno y las enormes montañas con picos nevados le hicieron suponer a Jaehyung que habían sido tomadas cuando aún vivía en Chile.
Hubo una que en especial le gustó más que las anteriores. En ella, una niña más bajita lo envolvía en un abrazo algo incómodo para él, pues su cara más que alegría reflejaba disgusto. Su mejilla y la de la niña, que podía asegurar era su hermana menor, estaban presionadas una contra la otra, dándoles un aspecto abultado y tierno que le provocó un suspiro.
En la siguiente foto, Ulises y su hermana estaban sentados en unas sillas de madera, mirando hacia la cámara. Detrás suyo, una mujer hermosa de ojos tristes apoyaba sus manos sobre la coronilla de ambos, como si les estuviese tomando la altura contra el marco de una puerta para ver cuánto habían crecido el último año.
Junto a ellos, aunque algo distanciado de los niños en comparación con la mujer, un hombre vestido con un traje negro muy elegante les observaba de reojo. Jaehyung pensó que quizás había sido tomada en un momento de distracción y por ello el hombre no miraba hacia adelante como los demás en la fotografía.
Sin embargo, hizo a un lado su teoría cuando la vio más de cerca y un nuevo detalle captó su atención. El rostro del hombre estaba tachado con una lapicera roja de trazo fino, tan fino que de no haberse acercado jamás hubiera notado la cruz hundida en el papel brillante.
Revolvió lo poco que quedaba en la caja para ver si hallaba algo que le diera una idea de quién era ese hombre y por qué su imagen había sido alterada. Fue entonces que el inconfundible sello del departamento de la Policía de Seúl se asomó entre tanto papeleo.
A Jaehyung le temblaron las manos, sintiéndose aturdido por sus recientes descubrimientos.
Pese a su temor, supo que debía terminar lo que había comenzado. Ya no había vuelta atrás para él.
Se armó de valor, lo sujetó con firmeza y leyó el encabezado.
«Solicitud de orden de alejamiento»
En ese instante, la puerta del cuarto se abrió sin aviso.
—Oye, Jaehyung. ¿Piensas desayunar o quieres morir de hamb...? ¿Qué mierda haces con eso?
Jaehyung lo miró fijamente, aún tenía el documento en la mano. No podía hablar, no después de ser descubierto haciendo algo tan vergonzoso como husmear entre sus cosas.
—Te he preguntado algo —dijo severo, provocando que se le pusieran los pelos de punta. Sus ojos, que hasta entonces no se habían despegado de los suyos, descendieron hasta detenerse en las fotografías desparramadas en el suelo—. Lárgate.
—Uh... Yo no quería...
—¡He dicho que te vayas! —exclamó, alterado.
Sin embargo, Jaehyung no movió ni un solo músculo. Ante esto, Ulises avanzó dando zancadas, visiblemente molesto. Sus ojos irradiaban ira y podía notar cómo debajo de esos labios inexpresivos mordía con fuerza su mandíbula.
Le arrebató el documento de sus manos y lo guardó en la caja. No se detuvo a recoger las fotos viejas, no quería volver a quedar estancado en un tiempo que pretendía olvidar.
Antes de que Jaehyung abriera la boca para disculparse otra vez, Ulises lo sujetó del cuello de la camisa con ambas manos cerradas en forma de puños y le obligó a ponerse pie.
Su poco cuidado, su forma tan brusca de controlar el cuerpo del otro como si fuera un muñeco de trapo. Si con su amabilidad había sumado puntos, apostaba a que los estaba perdiendo todos.
Había metido la pata hasta el fondo y no estaba del todo seguro si existía chances de arreglarlo.
—No es lo que crees —jadeó en un intento por detener los empujones del menor.
—¿Y qué es lo que creo, Lee? —le llamó por su apellido, fue el primer golpe—. ¿Que estuviste viendo mis cosas sin permiso, invadiendo mi privacidad? ¿Que te pasaste por el culo mi hospitalidad y te aprovechaste? ¡¿Qué mierda crees que creo?!
—¡No lo sé! ¿Bien? Solo tuve curiosidad. ¡Quería saber más de ti!
—Eso —siseó mientras le apuntaba a la cara con el dedo índice. Las piernas de Jaehyung empezaron a temblar como gelatina; jamás se había sentido tan... vulnerable— es lo más estúpido que se te pudo haber ocurrido como excusa.
—Uli...
—No quiero oírte. ¿Sabes qué? Tampoco quiero verte, así que hazme el favor y vete de mi cuarto.
Cuando el azabache lo soltó, sintió que pudo haberse desplomado ahí mismo. Se quedó un rato más con la esperanza de que el más alto se calmara y le diera la oportunidad de disculparse con él.
No obstante, eso no pasó. Si algo le había quedado claro de la personalidad de Kim desde el primer día fue su terquedad. Por lo tanto, si decía «No quiero verte, vete de aquí», entonces esas serían sus últimas palabras.
Se marchó con la cabeza gacha, avergonzado, dándole martillazos mentales a su yo del pasado por no haber medido sus consecuencias. No le había parecido algo grave hasta entonces, pero ver a Ulises molesto le hizo cambiar de opinión demasiado rápido.
«—Él no está molesto. Está decepcionado de ti»
Oh.
Había olvidado de lo horrible que se sentía oír la voz de su consciencia recriminarle esos pequeños deslices. Esos que se iban acumulando hasta convertirse en un problema más grande.
Llegó a la sala de estar arrastrando sus pies con los zapatos para interior. Pantuflas, eso eran.
La cocina era de concepto abierto, por lo que solo una isla de mármol veteado con dos sillas altas lo separaban al ídolo de Wooseok y Leo.
Su amigo y compañero de grupo bebía una taza de café, pero evitaba a toda costa mirarlo a los ojos. El coreógrafo, por otro lado, le dedicó una sonrisa triste y condescendiente.
¿Los habían escuchado?
—Chris llamó hace una hora —avisó Leo en un murmuro casi inaudible—. Está un poco más tranquilo que anoche, pero dice que tienen que hablar apenas lleguemos al dormitorio.
Jaehyung asintió sin ganas. Sentía que si hablaba, la voz le saldría temblorosa.
—Hola, Jae-ssi —el pelirrojo mantuvo las formalidades y, aunque era de esperarse porque no eran tan cercanos, por primera vez, ese honorífico se sintió distante—. No te preparé nada porque no sabía cuándo despertarías. Pero puedo hacerte algo rápido si gustas.
—Te lo agradezco, Woo, pero para serte sincero no tengo apetito. Gracias por dejarnos pasar la noche. Vamos, Leo.
El aludido depositó la taza en el fregadero y agradeció al pelirrojo por el desayuno.
El silencio era incómodo, incluso para los dos chicos que nada habían tenido que ver en aquel intercambio de gritos y retos.
Antes de marcharse, Wooseok lo llamó por su nombre.
—No te preocupes demasiado, su enojo no dura mucho. Créeme, lo conozco.
—Eso quisiera, Wooseok, pero lo veo muy difícil —dirigió una última mirada al pasillo desolado—. ¿Nos vemos el lunes?
El coreógrafo asintió, y agregó de inmediato:
—Solo... Que no te ocurra preguntarle por el hombre de la foto.
Jaehyung no tuvo tiempo de procesar sus palabras ni de siquiera preguntar. Wooseok le había cerrado la puerta en la cara.
Hasta donde sabía, el mayor era fanático de su grupo. Sin embargo, sus aclamados newbies solían tratarlo como si fuera alguien de la realeza. ¿Debería sentirse humillado?
Ulises y Wooseok eran una experiencia diferente. El primero apenas parecía respetarlo y, aunque el segundo no era tan atrevido ni sarcástico como su mejor amigo, lo había comenzado a tratar como a un par sin problemas.
Bueno, si lo pensaba bien, Wooseok y él apenas se llevaban dos años. Además, siendo el mayor y siguiendo la cultura del país, Jaehyung no tenía derecho a quejarse por cómo lo tratara el pelirrojo.
Pero era un recordatorio.
Él era igual de humano que ellos, incluso si no pertenecían al mismo mundo de la fama.
—Jae, ¿estás bien?
¿Estaba bien? ¿Qué pregunta era esa?
¿De las que le hacían sus compañeros antes de subir al escenario cuando estaba nervioso al punto de querer vomitar? ¿O de las que le hacía su coreógrafo cuando su cuerpo no resistía más y caía de bruces al piso después de practicar durante horas?
No estaba seguro.
Al parecer, ya no sabía ni cómo se sentía respecto a nada de lo que pasaba en su vida.
—Creí que lo estaba.
Holaaaaa✨️
¿Cómo están?
Les traje un nuevo capítulo para que no me extrañen, ¿les gustó?
Me dio mucha pelea al principio, pero al final estoy satisfecha con el resultado😌
Perdón si creen que las cosas van muy lentas entre Uli y Jaehyung, pero de verdad verdadera me gusta la idea de que sea un slow burn MUY SLOW.
Y bueno, con respecto al capítulo creo que es más que obvio quién en el señor de la foto.
Esta historia no tiene muchas vueltas ni teorías porque ya de por sí es complicado el protagonista😅
Si les gustó, porfa voten y comenten💕 Me ayudan mucho para que la historia siga creciendo~
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
Amor infinito para ustedes❤️🦔
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro