7| Jaehyung con "J" de "jodido imbécil"
Algunos días después, la situación del artículo había sido olvidada casi por completo. Ulises no mencionaba el tema, tampoco lo hacía Wooseok. Tenían cosas más importantes por las que preocuparse, ya que el regreso de 4Season estaba a la vuelta de la esquina y los ensayos con NewB comenzarían en breve.
Ambos estaban muy acostumbrados a trabajar sin descanso, pero el hecho de que lo hicieran en equipo para compartir nuevas ideas y mejorar algunas viejas lo hacía un poco más emocionante y llevadero.
El fin de semana había llegado más rápido de lo que cualquiera hubiese esperado. Aún estaban en pleno verano, hacía calor y la temporada de lluvias torrenciales había iniciado tal y como los meteorólogos le habían anunciado a la población surcoreana.
La humedad era insoportable. El ambiente, los muebles, la ropa e incluso ellos mismos se sentían pegajosos. No importaba la cantidad de veces al día que tomaran duchas frescas, la sensación de suciedad seguía allí, impregnada al punto de parecer asquerosa.
—Ya perdí la cuenta de las veces que cepillé mi cabello en lo que va del día —comentó Mimi, mirándose en el espejo de la sala de estar.
Las chicas los habían invitado a cenar en agradecimiento al arduo trabajo que estuvieron haciendo las últimas semanas para que su álbum saliera a tiempo. Ellas vivían aún en los dormitorios que la empresa les había conseguido en su época de aprendices, cuando no eran más que unas adolescentes talentosas con muchas expectativas y sueños por cumplir.
Wooseok y Ulises vivían a tan solo unas calles. Era un lugar agradable y quedaba no solo cerca de su lugar de trabajo, sino también de varias tiendas de conveniencia; algo muy útil si eras un adulto con insomnio o un estudiante comprometido con el alto rendimiento académico.
—Me gusta la lluvia, pero esta humedad va a matarme.
—Mira el lado bueno, Sunhee. No hay ninguna cámara cerca que capture el nido de ratas que tienes en la cabeza.
—Al menos no estoy sudando como si me interrogaran por ser sospechosa de un asesinato. ¿Seguro que no quieres ducharte aquí, Woo? Podemos prestarte una toalla y ropa que te quepa.
—Te lo agradezco, pero ya me duché antes de venir. ¿Puedo pedirles un vaso con agua?
—Preguntas como si fuera tu primera vez aquí —dijo Lina, mientras le daba un vistazo a la comida y revolvía con una cuchara de madera la preparación en la cacerola—. Nuestra casa es su casa, así que beban, coman y hagan lo que se les dé la gana.
—Técnicamente, este departamento es de la compañía.
—Es un decir, Ulises. Cállate o te quedarás sin comer.
El azabache no hizo más que sonreírle a su hermana menor. Una de las cosas que agradecía era que no se esforzara por ocultar su personalidad frente a las cámaras y se permitiera mostrarse ante sus fanáticos tal y como ella era. Algo que no ocurre muy seguido en el mundo del entretenimiento nacional, pues las celebridades suelen fingir ser puros y agradables para no meterse en problemas.
Ulises pudo comprobar que, además de buenos músicos, podían ser excelentes actores de igual manera. Cuando las cámaras dejaban de filmar los saludos educados y las fotos con poses tiernas ya habían sido tomadas, la verdadera esencia de los famosos salía a la luz de una manera abrupta, como si haberla contenido les resultara agotador.
Recordó la primera impresión que tuvo de Jaehyung y llegó rápidamente a la conclusión de que no era muy diferente a los demás artistas. Mientras sus fanáticas subían contenido a las redes señalando lo adorable y servicial que era el líder de NewB, él lo describiría como alguien desinteresado hasta cierto punto.
Quizás se habían conocido en un momento donde Jaehyung estaba cansado física y mentalmente. Las personas suelen ser irritables en ciertas situaciones, incluso hay días en los que ni siquiera se aguantan a sí mismas y solo quieren desaparecer.
No sabía bien el motivo, pero Ulises no quería creer que Lee Jaehyung era otra celebridad superficial e hipócrita. Él tenía la esperanza de que su verdadera faceta lo sorprendiera y le hiciera admitir que estaba equivocado. Sabía la razón, aunque no estaba listo para sincerarse sobre ello.
—¡El ramen ya está listo! —anunció Lina—. Panpriya, pásame los platos.
—Creí que estaban a dieta.
—No hay nadie de la empresa aquí, Wooseok. Ojos que no ven, sanciones que no llegan. Ahora cuenten, ratas. ¿Cómo es trabajar con NewB?
—Esas no son formas de tratar a tus mayores, Michelle —señaló Sunhee, con su típico dedo acusador y el tono de una madre llamándole la atención a su hija—. Pero esta cena fue planeada, en parte, para que nos pongan al tanto de su interesante proyecto con nuestros colegas.
—Son unas interesadas —Wooseok soltó un llanto fingido.
—Dije "en parte".
—¿Qué te parece Lee Jaehyung, Uli?
El pelinegro casi se atragantó con los fideos. Tosió repetidas veces, bajo las miradas curiosas del resto.
¿Qué le parecía Jaehyung? ¿Por dónde podía empezar? Era desinteresado, superficial, distraído, quejumbroso, siempre estaba pegado a su celular, era inquieto.
Aunque también era atento, respetuoso, buscaba la forma de ayudar en el proceso de creación musical incluso si no tenía idea de lo que hacía.
Jaehyung era una persona muy difícil de descifrar para Ulises, y él no tenía el tiempo ni las ganas suficientes como para querer conocerlo mejor y averiguar cuál de todas era su verdadera faceta.
—No estoy seguro.
—¿No estás seguro porque no lo sabes o no estás seguro porque no quieres estarlo?
—¿A qué viene esa pregunta?
—Lina cree... Bueno, todas creemos —se corrigió Panpriya cuando la aludida alzó la ceja— que la razón por la que todavía no admites que te cae bien Jaehyung es que odias retractarte. Básicamente, no detestas a la persona sino haberte guiado por tus prejuicios.
—¡Qué tonterías! Seré muchas cosas pero prejuicioso jamás. ¿Verdad, Wooseok? —el coreógrafo se hundió más en su plato de fideos—. ¡Wooseok!
—No creo que tengas prejuicios.
—Gracias.
—Pero tampoco pienso que Panpriya se equivoque sobre lo mucho que te cuesta aceptar tus errores. No digo que Jaehyung sea un ángel ni nada parecido. Sin embargo, ¿cómo estás tan seguro de odiarlo si ni siquiera lo conoces?
Ulises quería refutar sus afirmaciones, por superpuesto que quería. Trataba de buscar alguna actitud del rubio que le sirviera como ejemplo y prueba de que él tenía razón al verlo como una típica celebridad.
Cuando no pudo hallar nada que fortaleciera su punto de vista, y para nada contento con tener que aceptar haber perdido la discusión, tomó los palillos y se llevó una buena ración de ramen directo a la boca.
—Te dije que nunca lo admitiría. Lo conozco desde que tengo razón de ser y puedo jurar por nuestra madre que no existe ser humano más terco que él. No puedo creer que dudaras de mí.
—No puedo creer que acabo de perder diez mil wones por eso —masculló Sunhee, mientras le entregaba el dinero de su apuesta a Lina.
—Y yo no puedo creer que esté sonando un celular desde hace cinco minutos y a nadie se le ocurriera responder —se quejó Mimi—. Creo que es el tuyo, Uli.
—Lo sé.
—¿Y si lo sabes por qué no atiendes?
—Porque sé quién es y no tengo ganas de lidiar con esa persona justo ahora.
—¡Ulises Kim! ¡Responde el maldito teléfono o te lo voy a tirar por la ventana!
—Ya oí, ya oí —levantó las manos como señal de paz para luego tantear en sus bolsillos en busca del celular que, tal y como Mimi había dicho, no paraba de sonar—. ¿Qué quieres a esta hora, Jaehyung?
—H-hola —ese no era Jaehyung—. Disculpe, ¿es usted Ulises Kim?
—Depende, ¿eres policía?
—N-no, señor. Soy Leo, uno de los miembros de NewB.
—Oye, Woo. ¿Hay algún Leo en NewB?
El pelirrojo asintió de forma frenética.
—Es el lead vocal y visual —añadió—. ¿Por qué te está llamando desde el celular de Jaehyung?
—Eso quiero saber. ¿Leo?
—Sigo aquí.
—¿Le pasó algo al inútil de tu líder como para que me estés llamando?
—S-sí, de eso quería hablarle —Ulises no podía verlo, pero por el temblor en su voz podía apostar a que algo lo tenía muy angustiado—. ¿Conoce el club "Owl Lounge"?
—Sí —respondió, cortante—. ¿Por qué?
—Jaehyung y yo estamos aquí. Se supone que vendríamos a divertirnos, pero Jae se pasó un poco de copas y... ¿Cree que podría venir por él?
—¿Disculpa? ¿Qué soy ahora, su niñera?
—¡N-no! Lo siento, no quise que sonara así. Es que está muy ebrio y no pudo sacarlo a rastras yo solo.
—¿Y qué hay de su manager?
—No sabe que estamos aquí.
—¿Tus compañeros?
—En los dormitorios y tampoco pueden venir porque llamaríamos mucho la atención.
—Tiene que ser una broma.
—¡Por favor, Uli-ssi! Usted es el único que puede convencerlo de dejar el club sin hacer escándalo.
—¿Y qué te hace pensar eso? Suenas muy seguro.
—Porque, si no fuera así, Jaehyung no lo tendría agregado como contacto de emergencia en su teléfono.
Ulises quedó helado, sin querer creer eso que el tal Leo acababa de contarle. Wooseok lo notó, pero no dijo nada al respecto; solo esperaba que su amigo tomara la decisión correcta.
—¿Hola? Sé que sigue ahí. Por favor, diga algo.
Él no necesitaba nada de esto. Tenían un trato. Trabajar juntos para poder limpiar el desastre que había causado. Lo que Jaehyung hiciera y los problemas en los que se metiera no tendría por qué importarle.
¿Cierto?
—Espérame ahí, llegaré en quince minutos.
Cortó la llamada, sin darle la oportunidad al tal Leo de responder.
Agradeció a las chicas por la cena, aunque apenas le había dado un par de bocados a su plato de ramen.
Wooseok lo siguió hasta la puerta del departamento, donde Ulises se detuvo para pedir un taxi.
—¿Seguro que no quieres que vaya contigo?
—No, demasiadas personas. Solo iré, le daré unas buenas cachetadas para que entre en razón y volveré a casa antes de que te des cuenta. No te preocupes por mí.
—Es difícil no hacerlo si hablamos de ese club —vio al menor subirse al auto; golpeó un par de veces la ventanilla y aguardó a que la bajara un poco para advertirle con un tono serio—: No te metas en problemas.
—No tardaré.
El taxi arrancó, dejando a Wooseok con las palabras en la boca. Ulises no le había prometido que se mantendría al margen y, aunque lo hubiese hecho, él seguiría preocupado por el azabache y su increíble capacidad para atraer al caos como si fuera un maldito imán.
Con el tráfico de viernes por la noche en su contra y la avalancha de personas que salían a divertirse, Ulises arribó al club nocturno Owl Lounge veinte minutos después.
Las luces de neón se reflejaban en los hermoso vestidos de lentejuelas de las señoritas que aguardaban en la fila.
Dos guardias cuidaban la estrecha entrada con la tarea de permitirle el acceso a los hombres más adinerados y las mujeres más atractivas. Ulises apostaría todo lo que tenía a que, si fuera por ellos, pondrían una balanza para descartar a cualquiera que superase los sesenta y cinco kilos.
En una de las paredes que daban hacia la acera tenían ese horrible cartel. Ulises solía recorrer Itaewon con Wooseok en su tiempo libre y ese cartel siempre había estado ahí. Estuvo el año pasado, el anterior a ese y seguramente los años que le precedieron.
«Se prohíbe el ingreso a extranjeros»
La primera vez que leyó esa frase creyó que era un mal chiste producto del humor roto y retorcido de quien fuera dueño del establecimiento. Recordó también preguntarle a Wooseok por qué nadie ordenó quitarlo ni multar al responsable de tal acto discriminatorio. Él se limitó a explicarle que en Corea era algo a lo que no se le daba mucha importancia y que la ley podía respaldar la decisión de negar la entrada a ciertas personas.
Ulises quedó pasmado.
Si en Chile existiera una mierda así, el dueño del club ya habría sido cancelado a nivel social por xenofobia y racismo. Probablemente, los mismos residentes hubieran iniciado una campaña en redes para exponerlo y convencer a las personas de no poner un pie allí.
Sin embargo, estaba en Corea y no le quedaba más opción que seguir las reglas de su sociedad de mente cerrada y cero empática con el prójimo.
Analizó la situación antes de lanzarse a hacer cualquier estupidez. Físicamente no lucía como un extranjero, eso era un punto a favor. Ojos rasgados, cara pequeña, cabello lacio y negro, su peso estaba por debajo del ideal y era bastante evidente. Cualquiera podría confundirlo con un joven local promedio y esta sería su ventaja.
Se unió a la fila de personas que esperaban su turno para entrar al tan aclamado club. Repasó un plan hecho a medias, modificando algunos detalles que le parecían imposibles de llevar a cabo. Uno de ellos era noquear a Jaehyung, cargarlo en su hombro y sacarlo sin ser vistos.
Lo imposible no era dejarlo inconsciente de un golpe porque en su vida Ulises le había dado palizas a idiotas más grandes que él, pero no podía evitar preocuparse por lo mucho que eso podría llamar la atención.
Su turno había llegado más pronto de lo previsto. El guardia, un señor alto, musculoso y con unos enormes lentes de sol, le hizo un escaneo rápido de arriba a abajo. Intentó mantener la calma tanto como su expresiva cara le permitió. Creyó que había logrado salirse con la suya cuando el sujeto le dirigió una intensa mirada a su compañero y asintió una sola vez.
Pero creyó mal.
—Permítame su tarjeta de registro de residente —le ordenó apenas volvió su vista hacia él—. Su licencia de conducir en su defecto.
—¿Para qué la necesita?
—Debo confirmar que usted es un ciudadano coreano o no podrá entrar al club. Es parte del protocolo.
—¿Ah, sí? —la paciencia de Ulises era como una mecha siendo consumida y su bomba estaba a nada de explotar—. ¿Entonces por qué no le pidió identificación a las siete personas que estaban delante de mí?
Se alzó de hombros.
—Mi compañero y yo decidimos a quiénes solicitarla y a quiénes no. Tú, amigo mío, no luces como un coreano de pura cepa, así que necesito corroborar que no nos intentas tomar el pelo.
Kim sonrió de lado.
—Acabas de comparar personas con caballos y tu preocupación es que un supuesto extranjero te vea la cara de estúpido —oyó murmurar y reír a las personas a su alrededor que se habían tomado la molestia de presenciar la pequeña escena que se estaban montando; las fosas nasales del guardia comenzaron a expandirse y retraerse demostrando su furia—. Si así de descerebrados son los patovicas no quiero imaginarme qué tipo de mierdas te sirven los bartenders.
Si los dos monos con lentes oscuros le habían insultado o maldecido, Ulises no los escuchó. Dio media vuelta y caminó por la vereda sin mostrar emoción alguna, incluso si la gente de la desordenada fila todavía le miraba como si fuera alguna especie de bicho raro.
Quizás él era demasiado ingenuo o no prestaba la atención suficiente como para saberlo, pero nunca nadie había tenido las agallas de burlarse de esos hombres que imponían miedo y salido ileso. O tal vez solo tenía mucha suerte.
Ahora tenía que buscar la forma de entrar sin ser visto, así que rodeó el edificio a través de la estrecha medianera que lo separaba del pequeño local de al lado. Se topó con una puerta que estaba bloqueada desde adentro, seguro era la salida de emergencia.
—Piensa, Uli, piensa —se dijo a sí mismo entre murmullos que se mezclaron con las voces de los peatones—. No es la primera vez que invades propiedad privada, ya se te ocurrirá algo... ¡Ventanas!
Eran unas aberturas algo estrechas, pero con el tamaño suficiente como para poder colarse al club sin ser captado por la seguridad y sacar a Jaehyung de una patada en el trasero.
Utilizó el contenedor de basura junto a la puerta trasera para alcanzar la ventanilla más accesible. Se deslizó con la elegancia de un cisne sin llamar la atención. Aunque esa fase de su no tan elaborado plan resultó sencilla gracias a que los clientes estaban muy ocupados, bebiendo hasta el hartazgo y ligando con desconocidos para llenar su vacío existencial con algo de diversión momentánea.
El club no era nada del otro mundo. Tenía una larga barra de tragos, una tarima donde el DJ jugaba con sus mezclas y la enorme pista de baile. Todas las mujeres con las que se cruzaba usaban vestidos de marca y zapatos de tacón alto. Los hombres vestían trajes hechos a medida y se decoraban los cuellos con cadenas de oro y plata que brillaban con las luces reflejadas por la enorme bola disco que colgaba del techo.
Con la escasa visibilidad empezó a buscar la cabellera desteñida de Jaehyung entre la multitud que bailaba apretujada en medio de la pista.
No era fanático de los espacios cerrados en absoluto. Bueno, amaba su estudio de grabación. Pero ese era un lugar especial para él porque era exclusivamente suyo. Los clubes y bares le quitaban el aire de los pulmones; era sofocante.
Sintió su cara tomar temperatura y de inmediato maldijo la hora en la que aceptó ayudar al chico desamparado que ya no sabía qué hacer con su líder.
Estaba mareado y ni siquiera había bebido esa noche.
—Jodido Jaehyung. ¿En dónde cuernos te metiste?
Hola, bellezas🌸
¿Cómo están?
Acá el capítulo de hoy~
¿Qué les pareció?
La verdad no estaba planeado que terminara donde lo dejé, pero no quería hacerlo taaaan largo para evitar aburrirles😴
Dato interesante ☝🏼🤓 El Owl Lounge es un club nocturno real y su política de prohibir entrada a los extranjeros también (según comentarios de gente que lo visitó).
Les recuerdo que en este libro se hace una crítica a temas controvertidos de Corea del Sur (aunque el género principal es el romance), así que se volverá costumbre para ustedes leer a Ulises quejándose a menudo.
Amor infinito para ustedes, erizos🦔💖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro