13| De ramen y tipos ideales
Dos minutos. Ese era el tiempo exacto que debía dejar cocinar el ramen instantáneo y las verduras que acompañaban el caldo.
Ramen. Hilarante.
Se había pasado días enteros planeando cómo sería su primera «lo que sea» con el compositor.
De qué hablarían mientras el mesero les servía una abundante copa de vino tinto, o qué chistes podía contarle mientras esperaban que el platillo más caro del menú fuera despachado en su elegante mesa.
¿Todo para qué? Para ser arrastrado por el azabache a una burda tienda de conveniencia a comer el ramen más barato del mundo.
No tenían vino tinto, pero sí dos latas de gaseosa bien frías. De esas que producen explosiones satisfactorias en tu boca y bajan por tu garganta, revolucionando todo tu sistema nervioso.
Ulises pensó que ya lo había perdido. El rubio tenía la mirada perdida oscilando entre los palillos de madera y la mesa blanca que daba al enorme ventanal del local.
La única empleada parecía demasiado ensimismada en su novela gráfica como para darse cuenta que tenía a una celebridad respirando el mismo aire que ella. Tanto que ni siquiera había levantado la cabeza cuando les cobró mil wones menos de lo que en realidad había arrojado la cuenta.
Ulises tuvo que dejarle la diferencia a un lado de la caja registradora.
Al menos alguien se la pasaba bien en su trabajo simplemente existiendo.
—Ya puedes quitarte la mascarilla, Jaehyung —le recordó al notar que aún tenía ese pedazo de tela cubriendo mitad de su rostro—. No hay nadie más aquí además de nosotros.
Jae obedeció sin rechistar, sin siquiera confirmar por sí mismo que efectivamente nadie más estuviera alrededor e hiciera peligrar su anonimato. Ulises alzó una ceja, confundido por la sumisión del cantante que tan impropia le resultaba.
Fue cuando llegó a la conclusión apresurada, y quizás profundamente errada, de que no entendía a Lee Jaehyung.
El chico era demasiado explosivo y sensible al momento de enfrentarse a opiniones y formas de ver el mundo que tanto chocaban con la suya. Le gustaba ser moralmente correcto, no era capaz de ir contra los estándares de la sociedad coreana ni de los valores tradicionales arcaicos.
Le preocupaba demasiado la impresión que dejaba en los demás, incluso si eran extraños a los que jamás volvería a ver en su vida. Sabía que ello se debía a la imagen que por contrato estaba obligado a mantener. Que una celebridad debía ser un modelo a seguir para las futuras generaciones.
Tal vez había sido su culpa aquel repentino cambio de humor en Jaehyung. Lo admitía, le encantaba discutir solo para que los demás le dieran la razón. No sabía si anotar esa característica en su lista de ventajas o de desventajas; suponía que era subjetivo.
¿Podían culparlo? Tantos años sin haber tenido una voz con la que defenderse de los monstruos que lo acechaban, le había dado el coraje que requería para nunca más volver a callarse.
¿Por qué debía ser políticamente correcto ahora?
—¿Por qué estás molesto?
La voz de Jaehyung lo trajo de nuevo a la realidad.
—No estoy molesto —le mintió, llevándose un bocado de ramyeon a la boca—. Lo dices tan confiado que me dan ganas de golpearte.
—Es que llevabas un rato sin parpadear —explicó con cierta timidez, ya que había expuesto sin querer lo mucho que llevaba mirando al menor—. He notado que lo haces cuando algo te enfada.
Ulises jadeó.
—Mira nada más. Además de ser un idol insoportable, ahora también eres psicoanalista.
—¿Alguna vez desperdiciarás la oportunidad de burlarte de mí?
—El día que lo haga, habré perdido por completo el interés en ti.
Un pesado silencio acaparó el pequeño espacio que ambos compartían.
El azabache quiso cortarse la lengua ahí mismo, arrepentido de las palabras que con tanta naturalidad habían salido de su boca.
Por otro lado, el rostro normalmente pálido del cantante se fue pintando de un bonito tono rosado, devolviéndole ese aspecto juvenil que el estrés de su estilo de vida amenazaba con arrebatarle.
—Kim Uli —el aludido se estremeció. ¿Por qué su nombre sonaba tan bien viniendo de sus labios?—. Acabas de admitir que te parezco interesante. ¿Sabes lo que eso ha provocado en mí?
—¿Falsas ilusiones?
—No me importa que lo niegues —arrastró sus palabras, apenas separando sus labios al hablar. Sonrió de lado, bajó la vista hacia los belfos del contrario unos segundos y volvió a subirlos hasta aquellos ojos, tan oscuros que apenas podía diferenciar el iris de las pupilas—. Ahora debes hacerte cargo de mis sentimientos.
—¿No te basta con haberte pagado el almuerzo? —inquirió con altanería, señalando el pote de plástico frente al rubio—. Ni siquiera le has quitado la tapa, ¿no piensas comer?
—No tengo apetito.
El compositor se cruzó de brazos, visiblemente molesto. Jaehyung hizo lo que pudo para evadir su mirada, esa que si pudiera le atravesaría cada fibra de su cuerpo.
—Oí cómo te rugían las tripas hace menos de diez minutos. Si vas a mentirme, tendrás que esforzarte e inventar una mejor excusa.
—El ramen tiene muchísimas calorías —dijo bajito, cabizbajo, como si acabara de revelar el mayor secreto de su vida—. Es por eso que la empresa nos prohíbe comerlo.
—Mira a tu alrededor, Jae. A no ser que se los menciones, ellos jamás lo van a saber.
—Controlan nuestro peso antes de cada regreso.
—Una persona sube de peso por muchas razones —le recordó, tratando de aliviar sus preocupaciones banales—. Te ejercitas casi todos los días, ¿no? Puedes echarle la culpa de esos kilos de más a tu aumento en la musculatura.
—Pero sería mentir —objetó con un adorable mohín—. Las malas personas mienten y yo no quiero ser una mala persona.
Ulises contuvo una risa que prometía ser escandalosa.
—Sinceramente, a veces no sé si eres muy bueno o demasiado tonto.
—Puedo ser lo que tú quieras que sea, Uli.
El más alto sintió que el aire se le escapaba de sus pulmones. ¿Acaso quería matarlo?
Fue lo más estúpido y cursi que le habían dicho en toda su vida.
Hizo una mueca de profundo desagrado, pero no bastó para que Jaehyung dejase de mirarlo como si fuera el ser más bello del mundo.
No le cabía ninguna duda, a Jaehyung le gustaba en serio. De lo contrario, no podría explicarse por qué, incluso luego de tratarlo de la manera en la que lo hacía, el muchacho seguía a su lado. Como si en verdad pudiera sintonizarlo y disfrutar de lo que tenía para ofrecerle.
Se pellizcó el muslo debajo de la mesa con disimulo. Una parte de él quería pensar que estaba dentro de un sueño demasiado perfecto. Que en la realidad nadie sería capaz de ignorar todos los defectos que destacaban por encima de sus virtudes, si es que tenía algunas.
Otra parte, podría decirse la más optimista, intentaba consolar al niño que todavía no se permitía ser amado.
Le pedía que abriera no solo los ojos, sino más bien la mente. Le suplicaba con gritos desgarradores que cortara las espinas que, como una coraza, cubrían su frágil corazón. Incluso si eso significaba exponerse una vez más, dándole el paso libre a unas nuevas manos imprudentes que acabarían por destrozarlo.
¿Cuántas veces tendría que pasar por lo mismo para dejar de flaquear?
—Tengo curiosidad —la voz alegre del cantante lo alejó de su enmarañada mente, algo que podía volverse una costumbre a este ritmo. Jaehyung producía eso en él; era como un cable a tierra—. El primer día que visitaste la empresa, esa vez que casi me besas...
—No pensaba hacerlo.
—Dijiste que no era tu tipo ideal —continuó, haciendo caso omiso a su innecesaria aclaración—. Entonces, ¿de quién se trata?
—No te lo voy a decir.
—¡¿Por qué?! —empezó a moverse de un lado al otro como una lombriz.
Ulises fingió que bebía de su gaseosa. Tenía que disimular de alguna forma la suave sonrisa que surcaba sus labios.
Lee Jaehyung, líder de NewB, joven estrella en ascenso y uno de los rostros masculinos más bellos del país según los internautas, le estaba haciendo un berrinche en público. Y no solo eso. Era un berrinche causado por celos.
—Te puedo decir por experiencia que no te serviría de nada. Solo tendrías otra razón para llorar durante las noches de insomnio, mientras te preguntas una y otra vez por qué no puedes ser él.
—¡Pero quiero saber! —insistió—. Si me dices tu tipo ideal, yo te diré el mío.
La palma de su mano comenzó a picarle sin explicación alguna.
—¿Tienes un tipo ideal? —indagó, incrédulo.
Jaehyung asintió. Sin embargo, estaba demasiado ansioso por que Ulises accediera a su propuesta como para notar la vena que le palpitaba en el cuello.
—Hongjoong —soltó en un murmullo.
—¿Qué?
—Hongjoong de Ateez —repitió en voz alta—. También Bangchan de Stray Kids.
—No es posible que te gusten ambos.
Ulises suspiró. Jaehyung ni siquiera hacía el intento por ocultar su molestia.
—¿Por?
—Para empezar, no tienen nada en común. ¿Cómo te pueden parecer atractivas dos personas que son muy diferentes?
—No lo entenderías. Es tu turno, ¿quién es tu tipo ideal?
Jaehyung se rascó la barbilla, fingiendo pensar su respuesta. Mientras lo hacía, notó que Uli no le quitaba la mirada de encima.
A partir de ese momento, descubrió que le fascinaba tener toda su atención para él.
—Suzy sunbaenim.
—Comprensible, es una mujer talentosa y bella.
—Me sorprende tu reacción tan calmada. Creí que te pondría de malas saber que mi tipo ideal sigue siendo una mujer, a pesar de que sabes que me gustas.
Ulises parpadeó un par de veces, anonadado. La verdad no le había tomado por sorpresa el hecho de que Jaehyung no tuviera como tipo ideal a un hombre aún. Era demasiado pronto como para que así fuera.
Fue la preocupación de Jae lo que lo tomó desprevenido.
Ese chico.
—No sería la primera vez —un sabor agridulce se extendió por su lengua—. ¿Ya piensas comer o seguirás preguntándome estupideces de niños de secundaria?
—Quiero saber algo más.
—No hasta te acabes la mitad del pote como mínimo.
Jaehyung bufó. Él en serio no se daba por vencido, le estresaba su insistencia. Aunque debía admitir que su aura amenazante le hacía ver incluso más atractivo.
Mierda. Había tocado fondo.
Le bastaron menos de diez bocados para dejar limpio el envase de plástico. Se felicitó en silencio, sobando su estómago.
—Buen chico.
—Cállate —masculló con todos los tonos de rojo apoderándose de su rostro—. Quiero que me digas por qué no usas tu nombre coreano.
—¿Qué hay de malo con mi nombre?
—Pronunciarlo es confuso, se parece mucho a «nosotros».
—Tu nombre es difícil de pronunciar para los occidentales y no por eso te andan llamando, no sé, Joaquín.
Jaehyung fingió no escuchar.
—Normalmente, a los extranjeros les damos nombres coreanos. ¿Cuál es el tuyo?
—No tengo uno —confesó.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Acabas de hacerlo.
—Uli.
—Esto no se lo había dicho a nadie jamás, así que espero lo estés valorando —sonrió de lado, como si seguir actuando de una forma calmada y segura pudiera ocultar el miedo que sentía por develar sus sentimientos—. Tengo doble nacionalidad, Jaehyung. En Chile, nadie me consideraba completamente chileno. Aquí no es diferente, creo que sabes bien cómo son las personas. Sin importar en qué país me encuentre, nunca seré suficiente para nadie.
—Lo siento —ni siquiera Jaehyung supo por qué lo dijo; sabía que no era su culpa, pero no pudo evitar sentir lástima por él—. Pero, ¿qué tiene que ver eso con tu nombre?
—Aceptar un nombre coreano es rechazar mi nombre latino. No voy a darle la satisfacción a un puñado de gente racista que tiene el tupé de negar a miles de personas como yo.
Hubo silencio unos segundos, la incomodidad ahora podía sentirse. Para suerte del compositor, una fuerte carcajada cortó la tensión como si de una tijera se tratase.
Jaehyung era escandaloso.
—Tengo que admitirlo —el rubio se llevó ambas manos a sus mejillas, que ya se habían entumecido de tanto sonreír—. Eres más rencoroso de lo que aparentas. ¡Por favor, no lo tomes a mal! Creo que es muy atractivo.
Ulises se encogió de hombros.
—¿Nos vamos ya? Se está haciendo tarde.
El rubio asintió. NewB tenía que asistir a una reunión durante la tarde con sus superiores. Algo rutinario antes de la preparación de su regreso, pero que por nada del mundo podía saltarse.
Limpiaron la mesa, botaron las latas de gaseosa y los envases de ramen vacíos.
La empleada seguía ensimismada en su libro, demasiado entretenida como para enterarse de que sus clientes estaban abandonando la tienda.
Ya no había mucha multitud en las calles, todo estaba tranquilo.
Esa calma murió antes de lo previsto, pues el menor empezó a reír por lo bajo.
—No podría molestarme contigo por eso, Jae. Uno se los muchos significados de mi nombre es «El que guarda rencor».
Lee abrió su boca para decir algo, pero la cerró al no hallar palabras correctas para continuar con la conversación.
Kim lo agradeció. Necesitaba un poco de silencio.
El clima en el otoño era perfecto para caminar. Y, aunque siempre le había gustado recorrer las calles de Seúl solo, Jaehyung pensó que tener a Ulises a su lado hacía todo mucho mejor.
Hola, mis erizos~
¿Cómo están?
Llevaba tiempo sin subir capítulo por las fiestas de fin de año. Espero que la hayan pasado bien y que este 2025 limpie todos los estragos que haya dejado el 2024🤞🏼😌
Tengo VARIAS cosas que decirles:
°•☆¿Les gustó?
Yo no tenía idea de lo del nombre de Ulises, así que su personalidad fue mera coincidencia😅
°•☆DATO DE COLOR: Como los coreanos no tienen letra "L" como tal, la reemplazan usando la "R". Es por eso que "Uli" se pronuncia "Uri", palabra que significa "nosotros" o "nuestro".
Los coreanos no tienen "yo" ni "mío", sino que usan pronombres y adjetivos posesivos de forma plural.
°•☆Hongjoong y Bangchan como los tipos ideales de Uli es tan 📈📈📈
STAN Ateez y Stray Kids para una mejor vida👊🏼💥
¡Nos estamos leyendo!
Amor infinito para ustedes❤️🦔
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro