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Capitulo 3.

📘 Este capítulo ha sido escrito por raquelhorizon📘

Cegama, Guipuzcoa, España

- Me han descubierto

Vuelvo a leer la frase de nuevo, desesperándome otra vez. Me quito las gafas de ver y las dejo a un lado poniendo mis dedos en mis sienes. Un leve masaje me hace recuperar la circulación pero no la inspiración. Y eso es algo que me fastidia mucho. Llevo atascada en éste capítulo casi una semana. Y creo que César y Náyade ya están cansados de mi. Con lo emocionada que estaba con ésta novela. Es que hasta el nombre es sinónimo de éxito, El Hada Del Agua.

Éste último capitulo ha sido tan intenso que no soy capaz de seguir más allá. Pronto tendré que admitir que he perdido la inspiración y pensé que viniéndome a pasar una temporada a casa de mis padres en Cegama, un pequeño municipio de Guipúzcoa, recuperaría la inspiración. Se suponía que aquí encontraría paz y tranquilidad para poder escribir la que espero que sea la novela que afiance mi fama. Pero, ni yo encuentro lo que he perdido, y mi madre se aprovecha de ello requiriendo mi ayuda constantemente. 

Su irritante voz me hace levantarme de la silla y acudir a su llamada. Salgo de la comodidad de mi dormitorio y bajo las escaleras con parsimonia. Al llegar al vestíbulo me está esperando con mi abrigo azul en la mano.

- Necesito que me hagas un par de repartos -me dice la persona que me trajo al mundo y que no me deja respirar desde que llegué aquí

- ¿Otra vez mamá? -cruzo mis brazos con pesadez sintiendo su mirada reprobatoria en la mía

- Si, otra vez

Mi madre me explica lo que tengo que hacer dándome el abrigo, el cual ella me abrocha como si fuera una niña pequeña y no una adulta de 25 años recién cumplidos. Salimos fuera de casa dirigiéndonos hacia el porche. Allí me espera el vehículo que me ayudará a cumplir sus recados. 

- ¿Lo llevas todo Leire? -vuelve a preguntarme de nuevo por cuarta o quinta vez

- Si, está todo si - le respondo disimulando mi enfado

- Recuerda que la casa del señor Areth es la última

- ¿Areth? Vaya nombre -esa palabra me produce un leve escalofrío en todo mi cuerpo. Investigando sobre nombres élficos para mi novela, Areth fue uno de los que se mencionan en varios escritos de literatura fantástica

- No es un nombre, es su apellido. No sé ni como se llama. Prométeme que te darás prisa Leire

- Mamá solo voy a ver a la señora Rodriguez y a ese señor, no tardaré ¿vale?

- Ten cuidado Leire. Hay avisos de tormenta

- Si, tranquila

Me monto en el todoterreno aún sintiendo una leve desazón que martillea en mi pecho. Maldita sean las  ganas que tengo de subir a la montaña. Pero a mi madre se le ocurrió la terrible idea de poner el servicio a domicilio de su pequeña tienda de comestibles, y aquí estoy yo haciéndole los recados porque mi pobre padre, que es quien se encarga de hacerlo habitualmente, está en cama con gripe.

Se supone que he venido a escribir con tranquilidad en un entorno rural de paz y tranquilidad, y desde que he llegado no he parado de ir de aquí para allá. Y ellos, mis padres, no están tan mal como me intentan hacer creer. Intentaré terminar lo antes posible el reparto, llegar a casa y sentarme en la chimenea con una buena taza de chocolate el resto del día.

🌨️🌨️🌨️🌨️🌨️🌨️🌨️🌨️🌨️

La señora Rodríguez me ha entretenido más de lo que pensaba y para cuando he querido darme cuenta son más de las 17.30 de la tarde y está nevando cada vez con más fuerza. Diviso la casa del tal señor Areth, tal y como me dijo mi madre. Ella me contó que desde que este señor se divorció, está encerrado en su casa de la montaña. Al parecer es arquitecto o ingeniero y trabaja desde casa. Viene de algún país al otro lado del Océano y no se relaciona con el resto de los habitantes del pueblo. 
A veces me sorprendo de todo lo que se llega a enterar mi madre. Es lo que tiene tener la única tienda de comestibles a muchos kilómetros a la redonda. 

Voy acercándome con mucho cuidado a la casa. Es más grande de lo que pensaba y desde fuera la veo preciosa. De madera, con amplias cristaleras, aunque con un aspecto algo, no sé, antiguo.  Aparco el coche con bastante dificultad. Entre el barro, la nieve y el hielo me ha costado mucho controlarlo.

Un hombre bastante alto sale al momento de la casa enfundado en un anorak negro que le tapa casi toda la cara. La nieve cae a nuestro alrededor como una verdadera tormenta.

- ¿Leire? -mi nombre en sus labios me produce un ligero escalofrío que achaco a las bajas temperaturas. Pero no deja de darme la extraña sensación de que hay algo más que mi mente no me deja comprender

- Si, soy yo. Tengo todo el maletero ¿me ayuda?

- Claro

Él se va acercando lentamente hacia mi. Abrimos el maletero y vamos sacando las cosas. Sigo al señor Areth hacia dentro de su casa y al hacerlo un golpe de calor invade todo mi cuerpo produciéndome una maravillosa calidez que tanto necesita mi cuerpo. 

- Déjalo todo en la cocina y caliéntate en la chimenea. Se nota que estás helada - me dice él mientras yo lo sigo hasta la enorme cocina de madera. Aún no se ha quitado la capucha y me produce una enorme curiosidad saber que se esconde detrás de ese trozo de tela

- No te preocupes, te ayudo y me voy - le contesto rechazando su propuesta. Aún deseo esa taza de chocolate que me espera en casa a mi llegada

- Por lo menos un café te tomaras -sigue insistiendo él. Atisbo un reflejo dorado en sus ojos que me deja algo perpleja y que me hace dudar de sus intenciones. No sé porqué pero él y su voz me resultan muy familiares

- Bueno yo... -mi móvil suena en ese momento y me disculpo al ver que es mi madre- Dime mamá

- ¡Por dios! Dime que no estás en la carretera Leire -me dice ella con la voz desesperada

- No madre, acabo de llegar a casa del señor Areth. Me disponía a marcharme ya

- ¡Ni se te ocurra! -su grito resuena en toda la cocina haciéndome apartar por unos segundos el teléfono de mi oreja

- ¿Mamá que pasa? -le pregunto muy preocupada. El dueño de la vivienda me mira tan sorprendido como lo estoy yo.

- El puente de Aguirre se ha venido abajo... y el camino del viejo está incomunicado... No vas a poder bajar Leire

Me quedo mirando al señor Areth. Se quita la capucha de su anorak y se lleva las manos a la cara. Trago saliva al mirarlo. No puedo evitar que un jadeo salga de mi garganta. Sigue siendo alto, de complexión fuerte. Su pelo es moreno, tirando a negro, y sus ojos son de un color marrón-dorado como nunca había visto antes. Tiene unas facciones bastante atractivas. De hecho, siento otro escalofrío recorrer mi cuerpo, porque parece sacado de uno de los personajes de mi novela. Sus ojos me miran con intensidad y una sonrisa ladeada aparece en su cara sin dejar de apartar su vista de mi.

- Bueno Leire, pues al parecer si me voy a tomar ese café

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El señor Areth no me ha dejado que le ayude a nada. Me tiene aquí en la chimenea con un café en la mano mientras él habla por teléfono. La tormenta no ha bajado de intensidad y como siga así me veo atrapada en esta casa vete a tu saber hasta que cuando. Miro las vigas de madera y me parece curioso como están surcadas de extraños dibujos enlazados unos con otros. Nunca había visto esa clase de pintura, más parecen una especie de alfabeto que algo ornamental. 

Él aparece y se sienta a mi lado en el sofá. Su enorme presencia, lo ocupa por completo haciéndome sentir bastante pequeña a su lado. 

- Olvídate de volver a casa en un par de días Leire -ladea su cabeza al mirarme y darme otra de esas enigmáticas sonrisas

- ¿Y eso porque? -le pregunto bastante angustiada

- Para arreglar el puente y el camino tienen que esperar a que deje de nevar, y no parece que haya muchas posibilidades de que eso ocurra en unos cuantos días

- ¡Joder! -exclamo cerrando mis ojos. Me llevo las manos a la cara después de dejar la taza en la mesa. Entre mis planes para este retiro no entraba pasarlos con un extraño, y si, atractivo desconocido en una casa perdida en las montañas

- Lo siento Leire. Siento que tengas que quedarte aquí arriba conmigo

- No, no es eso señor Areth. Es que... estoy trabajando en algo y mi madre se ha encargado de estropearlo. No ha parado de utilizarme desde que estoy aquí y esto ya ha sido el colmo...

- Bueno, míralo por el lado bueno, así no tendrás que aguantarla en unos días -él suelta una pequeña carcajada mojando sus labios al hacerlo

- Visto así, suena hasta bien -asiento cogiendo de nuevo mi taza para ocultar el nerviosismo de mis manos y por ende, de todo mi cuerpo

- ¿Te apetece cenar? Porque yo me muero de hambre

- Si, por favor. Pero tendremos que tener cuidado con la comida. Puede que tengamos que quedarnos aquí más tiempo de lo previsto

- ¡Eres una exagerada Leire! Además, que yo soy muy previsor y tengo comida de sobra hasta el verano. Venga, mueve el trasero a la cocina -su tono es de demanda y de nuevo su voz, me hace estremecer

- Soy tu invitada. Deberías...

Él se acerca hasta mi inclinándose lentamente. Puedo sentir su cálido aliento en mis mejillas y su penetrante mirada buscando la mía.

- Aquí en mi casa quien no cocina no come

- Tienes suerte que yo sea muy buen maestro. Me va a encantar enseñarte Leire -su tono de voz es ahora más pausado y hasta sensual. Su mirada ha cambiado hasta adquirir una tonalidad aún más dorada dejándome desconcertada

- ¿A cocinar? -acierto a responder

- Por supuesto. Y no me llames más señor Areth, llámame por mi nombre

- Lo siento, pero no sé cómo se llama -admito en voz baja

- Me llamo Merlin. Merlín Areth

⛈️ Otro capítulo más. Ya llevamos tres y esto va de maravilla. Felicitaciones a la autora porque según me cuenta, es la primera vez que se atreve a publicar algo que ella ha escrito. Eso si, me ha comentado que ha pedido ayuda a una amiga porque se sentía algo insegura. Desde aquí felicitarte por el gran trabajo realizado y por el giro que le has dado a la historia ⛈️

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