Poder: Geokinesis y Citoquinesis
Edad: 25

Mike era un pequeño niño de cinco años cuando tuvo una clase de experiencia algo rara, él vivía en un orfanato, había llegado ahí siendo un bebé con una carta que explicaba el hecho de que sus padres biológicos no tenían buenos recursos económicos y nisiquiera podrían darle un pedazo de pan duro, así que decidieron dejarlo ahí, en donde quizás podría vivir mejor.

A sus cinco años de edad, él se encontraba sentado en el patio de el orfanato jugando con las piedras, la tierra, las flores, los árboles, etc.
En lo personal a él le encantaba casi todo lo que tuviera que ver con la naturaleza y demás, añadiendo los animales, de hecho había un perro, o mas bien una perra en específico que siempre iba a parar ahí, él jugaba una o dos horas con ella y luego la perrita se iba, le había puesto "Star", porque decía que era la estrella de su vida.

Mike se encontraba en el patio del orfanato jugando lo más normal, cuando derrepente, en una distracción del menor, se encontraba más alto y liviano, así que miró hacia abajo y una planta lo estaba sosteniendo.
Rápidamente llamó a una de las encargadas del lugar y una de ellas corrió hacia el patio.

_¿Qué haces ahí jovencito?

_No lo se -se le cristalizaron los ojitos- ¿y si me caigo?

_Ya, tranquilo, ahora te bajo -se acercó y estiró los brazos- Ven Mike, baja con cuidado

Mike con algo de miedo se tiró a los brazos de la señora haciéndolo bajar, pero, de lo que no se dieron cuenta, es que a medida que él bajaba, la planta también.

_Ya, estás a salvo -la señora le sonrió y lo dejó en el piso-

_Gracias -el niño besó la mejilla de la mujer y se quedó jugando

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Siete años, y aquel niño apareció, era lindo, si, y mucho, pero no sonreía y eso a Mike lo ponía triste.

_Hola Richie!, noté que no tienes amigos, y, yo puedo ser tu amigo si quieres -Mike dio pequeños saltitos de emoción-

_No necesito ni quiero amigos, yo quiero a mis papis -Dijo el mayor, soltando lágrimas-

_Yo también quiero a los míos, Rich -Se sentó a su lado- Pero piensa esto, por algo nos dejaron aquí, y, si eso no hubiera pasado, ¿de verdad estaríamos bien?

_Estaría en la calle o en un sótano -Richie agachó la cabeza-

_Pues no lo estás, estás en un lugar con un lindo patio y yo, que voy a ser tu amigo para sacarte muchas de éstas -Mike se señaló y sonrió, provocando que Richie sonriera de lado- ¿Ves?, ya lo estoy logrando

_Eres divertido, pequeño...

_Mike -sonrió más- mi nombre es Mike

_Eres divertido, pequeño Mike -le sonrió-

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A sus doce años, él se encontraba acostado en el patio mientras leía un libro sobre plantas, y, concentrado en su lectura comenzó a jugar sobre el pasto.
A la media hora, se podría decir, decidió levantarse para ir a despertar a el Bocazas y así salir a jugar con Star un rato, pero, cuando se levantó, se dio cuenta de que justo al lado de donde él estaba acostado, había un lindo Rosal parecido al de la foto que mostraba su libro, eso no estaba ahí, estaba seguro de que no estaba ahí, pero de todas formas le restó importancia y entró al gran lugar en busca de su amigo.

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A sus trece años, él estaba caminando por la calle del orfanato, debía ir al supermercado de la otra cuadra, y, para no tardar, se adentró en un callejón, sin saber los peligros que podían haber.
Tres hombres que daban >>Bastante<< miedo, lo rodearon, más bien, lo acorralaron a una pared, y él, mientras aguantaba las lágrimas que iban a salir por miedo, vio una gran piedra.
La miró fijamente, muy fijamente, y ésta y unas cuantas más se levantaron por sí solas, haciendo una figura de humano pero con rocas.
Quedó muy sorprendido al igual que aquellos tres hombres, que sin más fueron golpeados por aquel hombre de piedra, y Mike, ya muy asustado, corrió al supermercado sin darse cuenta de que aquella figura volvió a desarmarse como si nada.

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A sus quince años él fue adoptado por la familia Hanlon, pero no quería dejar a Richie sólo, así que insistió una y otra vez para que lo "adoptaran", o por lo menos que fueran sus tutores, y ellos, por amor a su nuevo hijo y para que tenga algún amigo, aceptaron, y desde ahí él a tomado a esa pareja y a su hija como su verdadera familia.

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A sus diecisiete años él y su casi hermano iban camino al entrenamiento del mayor, cuando al pasar, vieron como varios chicos molestaban a un inocente niño.
Mike sin poder contenerse, miró fijamente el césped y éste creció enredándose en los pies de cada uno de los bravucones, provocando que todos ellos cayeran y Mike soltara una leve risa, recibiendo una mirada confundida por parte del ruloso.

_Mike que...¿qué fue eso?

_Richie por favor no digas nada, guardo este secreto desde hace unos pocos años y no quiero que nadie lo sepa

_¿Por qué no me lo habías dicho?, Mike somos amigos, casi hermanos, te conté y hasta descubrí contigo que tengo estos raros poderes, no puedes haberme ocultado algo así, te podría ayudar, aconsejar -Richie suspiró-

_Lo lamento mucho Rich, no estaba seguro de contártelo, perdóname

_Vamos, el maestro Hoper te ayudará -El mayor lo tomó de la mano y lo llevó a la clase del maestro-

Ese día él había sido informado sobre aquella maldad a la que podía enfrentarse y tenía algo de miedo, sabía que sus poderes quizás no eran de los mejores pero él los amaba, los amó más aún cuando aprendió a controlarlos y al saber qué clase de arma podían ser aquellos dones, estaba feliz, claro que si, estaba orgulloso de sí mismo.

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Ésta es parte de la vida, o lo más importante de la vida de Mike Hanlon, un joven huérfano que por sí mismo y que por su rapidez aprendió rápidamente a controlar sus dones, y, que ahora vive como un joven normal de veinticinco años trabajando de veterinario, aún viviendo con sus padres, su hermana y su amigo.
Él sabía que era feliz, él sabía que podía sonreír de verdad.