Capítulo 2: Asegúrate de leerme.
Abrí lentamente los ojos con temor a encontrarme en un espacio en blanco, pero lo primero que observé fue una luz matutina, un cielo azulado, eran como las ocho de la mañana, con unas nubes claras y no tan pronunciadas.
El leve viento recorrió mis mejillas, y sentí el ligero frío, todo parecía verse y escucharse tan real, tallé mis párpados al notar que la ciudad tenía vida, con ruidos del paso de los automóviles, con el sonido de las hojas de los árboles, las pisadas y pasos de la gente que se apresuraba a llegar al colegio, o al trabajo, supongo.
Era difícil pensar que cada persona fuera un extra en el libro, porque claramente no tenían un rol dentro de la historia, pero parecían que tenía vida propia, cada quien absorto de asuntos personales.
Todavía no podía creer dónde estaba, caminé varias calles intentando reconocer el nombre de las avenidas para asegurar que estuviera dentro del libro y no en mi triste México.
Todo resultaba nuevo, y mientras más avanzaba me daba cuenta de que mis pensamientos eran más altos de lo normal. Es decir, como si yo estuviera narrando el libro, como si mi voz estuviera reproduciéndose en un megáfono, pero en realidad no estaba hablando, solo eran pensamientos.
Era muy extraño acostumbrarme a mi propia voz acompañándome como si estuviera manteniendo una conversación con alguien. Probé si alguien más podía escuchar mis pensamientos en voz alta opinando sobre la vestimenta de una señora, pero no dio resultados: tal vez me ignoró, o tal vez no era capaz de escucharlo.
Mi estómago rugió y se me ocurrió pensar "Tengo mucha hambre, robaré esta panadería", para volver a probar si podían escuchar mi narración, pero fue inutil.
Al menos así estaba seguro de que cuando conociera a Leah, ella no escucharía mi corazón. Eso era un alivio.
Mientras seguía pensando, me distraje y pisé un pedazo de... ¿popó? ¿En verdad esto era deshecho de un perro callejero? No puede ser.
Intenté limpiar la suela de mi zapato frotando el pie sobre el pasto de la acera, al despegarse decidí echar un vistazo, tenía un aspecto horrible y olía tan mal, definitivamente era real.
—Ah..., ¿qué haces?—preguntó una voz a mis espaldas.
Rápidamente me incorporé con vergüenza de que mi primera impresión en este mundo fuera oliendo excremento.
—Estaba buscando las llaves de casa, se perdieron—mentí por las prisas, al alzar la vista di un leve respingo.
Leah estaba frente a mí, sosteniendo una cesta de comida, y tocando el timbre de la casa.
—Claro...—vaciló—, seguro se las tragó un perro y por eso buscas ahí, ¿no?
No sabía qué decir, no estaba preparado para encontrarme tan rápido con ella. Había memorizado el libro, y se suponía que ella no aparecía hasta el segundo capítulo, en el primero solo aparecía Celeste, la protagonista, narrando su día: Despertó tarde, no le dio tiempo de desayunar en casa y corrió al trabajo...
La puerta de la casa que estaba frente a nosotros se abrió y salió de ahí una chica con prisas, abrochándose todavía el abrigo.
—Hola—saludó a Leah—, ¿traes de chocolate?
—Los guardé especialmente para ti—tendió Leah unos panecillos—, sabía que todavía no desayunabas.
—Y siempre aciertas—se aproximó a pagar con unos billetes—, quédate con el cambio, se me hace tarde.
—Pero, Celeste...
—No es nada—mandó un beso al aire y corrió por la acera—, ¡suerte en la escuela!
—¡Suerte en el trabajo!—siguió Leah, a pesar de que la chica ya estaba lejos—, ¡ojalá no te despidan!
—Ojalá no—gritó de espaldas, hasta desaparecer de nuestra vista.
Leah regresó la mirada a mí:
—¿Por qué sigues aquí?—frunció el entrecejo.
—Ya te lo dije, me perdí—dije a prisas.
—¿Qué no eran las llaves?
—Ah sí, también.
Leah giró los ojos hacia atrás. Todavía no había prestado atención a su fisonomía, su ojo color gris junto con su ojo color café combinaba con su piel morena, se asemejaban a las hojas de un árbol de otoño que se podía observar desde mi ventana, y me transmitía inspiración. Recuerdo haber escrito un par de versos a causa de la sombra que proyectaba en mi habitación. Al parecer, Leah y yo ya nos habíamos encontrado desde aquella vez, ella era esa preciosa tarde de otoño.
Ahora quizá sería mi nueva vista favorita, sus labios perfilados y rojos cereza. Cielos Santos, era tan bella.
Sin pensarlo, me estaba acercando a su anatomía.
—Lo que sea que estás buscando, no está en mí—aclaró dando un paso hacia atrás.
Te equivocas, tú eres lo único que busco en este mundo. Pensé.
—Pero vendo pastelitos, por si quieres—ofreció su cesta.
Mi estómago volvió a rugir, al parecer, era agotador viajar a otra realidad, necesitaba reponer energías con comida. Pero caí en cuenta de que no tenía dinero en este mundo, ni siquiera sabía su valor de moneda.
Leah notó mi gesto. No tenía cómo pagar.
—Bueno, me voy—alzó los hombros y prosiguió a caminar.
—No, espera—traté de seguirla—, quiero un pastelito.
—Si no puedes comprarlo, no.
—Pero ella te dió de más. Puedes obsequiar uno.
—Eso es distinto, ella es mi amiga.
Y yo tu futuro esposo. Pensé.
—Y este es mi negocio.
—Bien—suspiré—, hoy no podré comprarlo, pero mañana sí.
—Genial—me sonrió.
Quiero tomar una foto de su sonrisa, me sonrió, a mí. Necesito inmortalizar este momento.
—¿En dónde puedo encontrarte?
En realidad, no tenía idea de saber si llegaría a conseguir dinero, necesitaba un empleo porque en este mundo no caían monedas del cielo. Pero si al menos preguntaba, ya sabría dónde encontrarla, me evitaría buscar su presencia por todo el libro.
Leah resopló, al tomar aire, dejó de moverse y de parpadear. Sus ojos se quedaron en un punto fijo en mi rostro, por un momento, creí que ella ya se había cautivado de solo mirarme y me evitaría el proceso de enamorarla. Pero pronto parecía que estaba frente a un maniquí, sin vida...
—¿Leah?—pregunté alarmado, y agité mi mano frente a su rostro, esperando que reaccionara.
Sin respuesta alguna. Ay no.
Giré alrededor con temor a que fuera la única afectada. Para mi sorpresa, todas las personas estaban en una sola posición, parecía que todo estaba pausado.
Los autos tampoco aceleraban, pero tampoco se escuchaba el motor encendido. Incluso el agua de la persona que estaba regando las plantas de su jardín permanecía estática, como si estuviera congelada, pero en realidad no se trataba de eso.
—¡Qué está pasando!—alcé la voz. Nada a mi alrededor mostraba señales de vida.
Aceleré el paso corriendo por la avenida, no me atemorizaba llegar a ser atropellado. Era peor creer que estaba atrapado en este lugar.
Pronto el color comenzó a desaparecer, una niebla oscura recorrió las calles principales, y en cuestión de segundos las consumió en completa oscuridad.
Aquello me causó escalofríos y corrí en dirección opuesta, intentando escapar, pero era inútil, solo estaba rodeando mi destino.
—¡Mayte!—grité alarmado—. ¡Mayte! ¿Me escuchas?
Ahora ni mi voz, ni mis pensamientos eran capaz de escucharse en lo alto.
—¿Estás leyendo el libro? ¿Puedes leerme? —volví a gritar con ansias. La oscuridad me estaba alcanzando—.Te necesito, esto está mal, muy mal.
Aquello ya estaba fuera de control. Y mientras pedía su axilio, la oscuridad me sumergió, podía sentir todavía mi corazón palpitar fuertemente por el temor, y estaba seguro de que tenía los ojos abiertos, pero se sentía como si los tuviera cerrados, todo era color negro. Era demasiado tarde.
---------
N/a: Hoy llegué a los 34k de seguidores y dije: Esto merece una celebración, voy a actualizar esta historia y wualaaaa! Aquí estoy <3
¿Alguna teoría de lo que sucedió al final del capítulo?
Di algunas pistillas, espero las capten, jiji.
La verdad, si me daría miedo viajar a un libro si de la nada pasara esto jaja. ¿Qué harían para no ser consumidos en la oscuridad como Ismael?
Y preguntaaaaaa para ganarse el próximo capítulo dedicado. Si estuvieran frente a su crush literario (personaje literario), ¿cómo reaccionarían? Los leo.
Buenas nocheeeees!!! :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro