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Capítulo 8

Les recomiendo que reproduzcan la canción mientras van leyendo, así van más en ambiente 😏🙈❤
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Capítulo 8

La depre.

(La)s ganas (de pre)nder, (la) olla (de presión).

Hay unos cuantos memes por ahí con esa palabra "depre" honestamente no me dan risa, aunque últimamente, nada me da risa. Ya ni siquiera ver a mi bebé, que está creciendo hermosa. Los días van pasando y ni me doy cuenta. La boda de mi hermano cada día es más cercana y yo igual de rápido me voy perdiendo en mi oscuridad. 

No ha pasado gran cosa, más que los meses de mi bebé, el aumento de su peso y la disminución del mío. Tía dijo que me sequé*, yo pienso que comer no es tan sencillo cuando no puedes dormir en las noches, por tener que amamantar a una chicuela (de lo cual no me quejo, porque es mi responsabilidad y la llevo con amor) o por las pesadillas que reviven en mi constantemente ese momento. O mejor dicho, esos momentos. Cada recuerdo me atormenta de día y de noche y estoy cansada. Se me hace muy pesado seguir llevando todo este peso día a día. 

"¿Qué hacer...? Cuando todo se derrumba fácil...
Y no encuentro de dónde agarrarme... ¿Qué voy hacer?"*

Ya no tengo deseos de nada, ni de existir. 

Me parte el alma ver a mi bebé tan feliz, sin saber cómo su madre se marchita. Ella merece que le transmita felicidad, no que haga todo lo contrario. 

He estado mal, desde hace unos días, pero al prepararme hoy para ir a la iglesia. Siento muy dentro una sensación extraña, como si de alguna forma algo malo fuera a suceder. No sé. 

Preparo a Ana y me la llevo en un cochecito que su tío me trajo en ofrenda de paz. Sé que siente que no importa lo que haga, no voy a perdonarlo y siendo honesta al principio ese era mi comedido, pero se ha portado tan bien, me ha demostrado que en verdad está arrepentido, así que he decidido darle el beneficio de la duda. Solo que él no debe saberlo, aun. Me dijo que en la tarde conocería a la famosa María Valentina, que me iría a pasar a buscar y que comeríamos en su casa. Que está encantada de conocerme y que no sé qué más.

Daño no me hará. 

Se suponía que yo tenía que ir a la iglesia, le dije a Natacha que no viniera a buscarme, que yo iba a ir. 

Pero son las diez y media y aún estoy aquí. 
No tengo deseos ni siquiera de respirar. 

Veo a lo lejos una botella de vodka que tía guarda no se ni para qué si ella no bebe alcohol y de repente tengo sed, quiero beber. 

Me acerco y se me olvida que estoy amamantando a mi hija cuando la llevo a mis labios. 

Solo quiero olvidar, por un ratito, este dolor que me consume. 

"¿Qué hacer...? Cuando todo se derrumba fácil...
Y no encuentro de dónde agarrarme... ¿Qué voy hacer?"

Quiero emborracharme, hasta el punto de no distinguir una silla de una mesa. Sí, eso es justo lo que quiero. 

Bebo y bebo hasta sentir que ese vacío en mí es llenado... pero nunca sucede, tengo que beber más. 

La puerta de la casa suena, alguien la golpea porque no hay timbre, pero lo ignoro. De igual forma se supone que a esta hora yo no estoy aquí, por lo que quien sea se tendrá que ir luego de no recibir respuesta.

Pero no se queda allí, porque resulta que es Alberto Miguel y entra sin permiso para pararse frente a mí con gesto enojado.

—¿Qué se supone que estás haciendo Arabela?, ¿es loca que tú estás? Yo quiero saber con qué tú vas a alimentar a la niña ahora, porque hasta que ese alcohol no salga de tu cuerpo, tú no puedes darle el seno. 

—No tienes derecho de reclamarme.

—Claro que lo tengo Ara. Yo sé que tú estás pasando por una situación difícil, pero la niña no tiene la culpa. Si lo que tú quieres es emborracharte, ok, dale para allá que el golpe avisa, pero entonces ponte a trabajar para que alimentes con fórmula a tu muchacha, porque tu supiste* que nadie va a poder ayudarte por mucho tiempo. Tú tienes que hacerte cargo de tu propia bebé. Y ok, ¿Emborracharte? Perfecto, excelente. Vuélvete una alcohólica y que tu hija esté a merced de cualquier perverso que quiera hacerle daño porque su madre prefiere estar borracha. 

—Tú no sabes lo que se siente. 

—No, no sé y me mata no saberlo, porque no tengo forma de ayudarte, pero oye que te lo digo, emborracharte solo te va a ayudar un tiempo, cuando vuelvas a estar sobria seguirás sintiendo el mismo dolor, porque el alcohol no va a sanarte Ara. Eres tú quien tiene que enfrentarlo.

"Frágil... Quiero conocerte como padre... dime que me tienes en tus planes... quiero creer".*

—Tengo miedo.

—Lo sé, yo también lo tendría en tu lugar, pero no es la forma. 

No quiero que mi hija esté indefensa, me enfurece solo pensar que a ella pueda pasarle lo mismo que a mí, pero al mismo tiempo siento que ya no puedo más, que la carga es demasiado grande.

Alberto busca mi mirad y dice—:¿Quieres que vayamos a algún lugar para que te despejes? 

—Este es mi lugar especial, si hubiera un sitio donde quisiera escapar, ser{ia este y ya estoy aquí.

—Lo sé, pero no puedo estar metido aquí todo el día, por el trabajo. 

—Ay ¿Y tú eres niñera mía acaso para que te tengas que quedar?

—Por lo que veo sí, porque te dejo sola un rato y ya estás aquí con una botella en la mano, ¿Qué sigue? ¿Encontrar una nota de suicidio en tu habitación? 

—Loco ya, te estás pasando. —lloriqueo.

—Sí, lo sé. He intentado de todo contigo y quizás no lo estoy haciendo de la mejor forma, es la primera vez que tengo que lidiar con esto, ¿Pero sabes qué? Lo hago porque te amo, porque eres mi hermana y porque no quiero ver a esa bebé tan rota como lo estás tú ahora. ¿Quieres evadirte porque el dolor que sientes es demasiado grande? De acuerdo, entonces déjame a la niña porque no puedes evadirte y ser madre al mismo tiempo, eso conlleva una responsabilidad, tienes a otra vida en tus manos. 

Sé que tiene razón, pero no tengo ganas de ser razonable ahora mismo. 

—Si no sabes no hables.

—¿Entonces qué hago, Ara?

—Abrázame —digo, con un hilo de voz, él preocupado va hasta donde mí y lo hace. Lloro sobre su hombro mientras miro a mi hija sintiendo el arrepentimiento al instante. No me gustó que me regañara, a nadie le gusta que lo regañen, pero tiene razón, fui irresponsable. No podría soportar que alguien me toque a mi bebé. 

Tiene el tacto de no sostenerme demasiado fuerte, ni mover mucho sus manos, lo cual agradezco porque no me gusta que me "soben"*.

Me aclaro la garganta y digo—: quisiera poder abrazarme a mí misma, no ahora, sino en el tiempo donde la bestia me tocaba.

—¿La be...? Oh, así lo llamas, ya. Cuando piensas en esos episodios, ¿Qué crees que te marcó más, cuando eras niña o cuando te...?

—Violó, puedes usar la palabra, me es más cómodo hablarte así, si no te veo. 

—Puedo apagar todo y cerrar las ventanas si eso te hace sentir más cómoda.

—No, no es necesario, tranquilo. Y respecto a tu pregunta, cuando me violó, solo pensaba en las veces que de niña estuve expuesta a que me hiciera aquello. Eso y en mi bebé, si existía la posibilidad de que supiera que me estaban haciendo daño. 

—¡Dios mío! 

—Así es. Luego de eso los detalles son muy difusos.

—Supongo que alguien te ayudó cuando saliste de la casa.

—Sí, aunque no tengo muy claro quién. En el hospital me dijeron que podía denunciarlo, pero me invadió el miedo. Es decir, si te hacen algo así de niño y ni tu familia te cree, ¿Te creerá alguien más? Eso pensé. 

—Lo siento mucho mi niña, de verdad. No te quiero presionar, pero cuando decidas denunciarlo estaré aquí para apoyarte. 

—Te lo agradezco mucho hermano, de verdad.

—Para eso estamos, ¿Te sientes cómoda si seguimos hablando del tema? 

—Sí, si en algún momento me siento incómoda te lo digo. 

—De acuerdo. ¿Cómo llevas el sexo? Es decir, ¿Te asustas o algo? Estuve leyendo que a un gran por ciento de víctimas de violación y abuso sexual, suelen disgustarles las relaciones. 

—No creo que sea muy cómodo hablar de sexo contigo... pero, no fue tan fácil. Que perdiera mi virginidad con Jean Luis, no quiere decir que no haya estado con otros chicos antes, hice toda clase de cosas que ni te imaginas y tampoco las quiero hablar. Pero el asunto es que siempre están presentes en mi mente los recuerdos, y cuando alguien me toca, es inevitable recordar lo que me hacía.

—¿Te llegó a violar en el pasado?

—No, solo fueron roces y verlo tocarse, fue... desagradable, esa es la palabra.

—Entiendo, fue horrible lo que viviste ¿Has visitado un profesional que te ayude? ¿Quieres que te ayude a buscar alguno? 

—En la fundación visito a una psicóloga, ella me ha ayudado bastante, pero aun así no puedo evitar sucumbir a la depresión. 

—Ya. Me dijeron que has estado visitando una iglesia, ¿Eso te da paz? 

—Pues a veces escucho a la gente cantando allá, y los veo felices. Pienso que también yo puedo ser feliz, pero aun no me he animado a dar el paso. 

—¿Cuál? 

—El de entregarme por completo, porque... siento que estoy tan sucia que ni siquiera Dios podría aceptarme. 

—Pues no sé mucho de religión, pero no creo que Dios sea así. Mira, ¿no te acuerdas lo que decía el padrecito Miguel en la iglesia? Él siempre decía, que no importa lo sucios que estemos, Dios entra en nuestra suciedad y nos limpia.  

—Supongo. —Me encojo de hombros y él suspira. 

—Perdóname por todo lo que te dije, estaba preocupado por ti y por la beba y porque estoy seguro de que en estado de sobriedad jamás te permitirías esto a ti misma. Sé que es tu depresión la que te lleva a hacer estas cosas, no tú. Tú no eres así, a ti ni siquiera te gusta beber mucho. Pero entiendo que es normal que te sientas ansiosa ahora.

—No quiero sentirme así, ¿Sabes? Quisiera enterrar todos los recuerdos y el dolor y no pensar en ello jamás.

—Entonces hagámoslo, vayamos a la playa, solo tú y yo y enterremos los recuerdos en la arena. 

—Estás loco.

—No, en serio, ven, vamos. Si quieres, podemos llevar a alguien más y así te ayudamos con la nena. 

—No, estás diciendo que si quiero, podemos invitar a tu novia.

—Tal vez. —Siento la vibración de su risa en su espalda y ruedo los ojos pero también sonrío.

—Mañana casualmente tengo el día libre, nos podemos ir los cuatro, tú, Marivale, Ana y yo. 

—No tengo problema. 

—Me llevaron a una playita donde no va mucha gente, pero igual es hermosa, ¿Te gustaría ir? 

—Claro, vámonos mañana entonces, ¿A qué hora? 

—A las seis de la mañana estoy aquí tocándote la bocina* así que, levántate temprano. 

. . .

Así pasó, recibí una llamada de Natacha pero la ignoré. Me siento un poco mal, tal vez debí haber atendido, ella no tiene la culpa de que me haya dado un arranque de locura... lo que pasa es que estoy avergonzada y ella que irradia tanta luz, me da vergüenza admitirle que no estoy bien. 

A las nueve y pico de mañana ya estamos entrando en Cabrera, mi hermano conoce mucho esto por aquí, porque tiene unos panas que son de aquí y hacen coro a cada rato para acá. 

Ana y yo vamos durmiendo la mayor parte del tiempo por lo que no comparto mucho con la novia de Alberto. 

Ella sin embargo, me pregunta algunas cosas cada cierto tiempo, parece interesada en entablar conversación, pero yo me limito a responder con monosílabos. No es que me caiga mal, que se llame igual que la amante de mi ex, no quiere decir que tenga que odiarla, eso es muy infantil. Lo que pasa es, que no tengo muchas ganas de hablar. 

Ana gorjea en mi pecho y me da dolor, emocional y físico no poder amamantarla por haber bebido. Mi hermano por otro lado se apiadó de mí y me compró una leche de fórmula para dársela hasta que pueda amamantarla de nuevo. Mientras tanto me ordeño porque si no, no aguanto el dolor.

Hacemos una parada en el malecón de Cabrera y nos tomamos unas fotos. Ana está muy chiquita aun, acaba de cumplir los tres meses, así que me limito a quedarme dentro del carro para no exponerla mucho. Quizás estoy exagerando, pero soy primeriza, tengo licencia para exagerar. 

Me rio de mi propio pensamiento y justo van entrando los tórtolos. Ella en vez de sentarse en el asiento del copiloto donde ha ido hasta ahora, se acomoda en el asiento que me queda al lado, mientras mi hermano sube a su puesto con una sonrisita misteriosa. 

—Hola.

—Hola María Valentina. Creo que ya nos habíamos saludado —ok, eso sonó un poco agresivo, no era mi intención. Me disculpo de inmediato y ella niega con una sonrisa. 

—Yo, ¿Te caigo mal? —directa la niña, eso me gusta. 

—No cariño, no, eres perfecta para mi hermano y puedo ver que se aman. Yo soy un poco... podríamos decir que no soy muy fan de la interacción humana. 

—Sí, tu hermano me contó, además...

Miro con el ceño fruncido en dirección a Alberto, espero que no le haya contado nada sobre mi... violación, a la chica, porque si así fue lo mato. 

—¿Si? —la animo porque se calló

—Tu hermano me contó que tu ex novio te engañó con una chica que se llama como yo, que por eso estás triste, quiero que sepas que no todas las Marivale somos iguales. 

—Yo sé que no, tú tranquila, espero que mi hermano —lo pellizco duro y grita de una vez en tono agudo—, no siga de lengua larga*. No es que no confíe en ti, querida, es que no soy fan de que mis cosas personales sean de dominio público. 

—Tranquila, nada de lo que me digan saldrá de mi boca.

—Ya.

No puedo evitar sonreír, tene mi edad pero parece buena chica, me gusta para él, le sienta bien un poco de tranquilidad con lo tormentoso que es vivir en la casa de los Báez. 

—Así que, María Valentina, ¿Cuál es tu apellido? 

—Ara —regaña Alberto

—¿Qué? Tengo que saber el apellido de la futura madre de mis sobrinos, es decir, ¿Te imaginas que se apellide Tupendo? se llamarían, Tamar Báez Tupendo y Alberto Junior Báez Tupendo. 

—¿Así quieres llamar a tus hijos baby? ¿Tamar y Alberto?

—Pues, siempre me han gustado esos nombres amor, pero, podemos elegir en el camino. 

—Son perfectos, me encantan. 

Se enfrascan en una conversación entre ellos dos y yo me digo a mi misma que tengo que ser más amable con la pobre chica, no estoy actuando de la forma correcta y ella no ha hecho nada aun para caerme mal. 

Excepto lucir su cuerpazo en un bikini rojo vino, que resalta el color de su piel y pavonearse con sus caderas anchas y piernas torneada como palomita en zinc caliente* 

No puedo creer que esté envidiando el cuerpo de otra mujer, pero ¡Sí! Es perfecta, y yo estoy... llena de estrías y complejos. 

Traje un trajebaño*, y me lo puse cuando llegamos a una de las playas. Nos metimos Cabrera adentro, en una comunidad que se llama "La entrada" a una playa que hay cerca de otro destino turístico que es la desembocadura de un río en el mar. Esa playa se llama "La boca", ahí no fuimos porque suele haber mucha gente y Alberto me dijo que iríamos a un lugar más tranquilo. 

Así que aquí estamos, en la playa "los cocos", en una hermosa ensenada admirando el paisaje y las curvas de mi cuñada, que me hacen sentir vieja y arrugada. 

Mi hermano elogia a su novia y entran un rato a darse un chapuzón, yo me quedo poniéndole protector solar a mi bebé porque no quiero que se queme. 

Hay bastante sombra así que nos quedamos ella y yo sentadas bajo una mata de coco*. Quiero bañarme, quiero disfrutar como ellos, pero estar aquí sentada aferrada a mi bebé me parece más seguro. 

Aunque Alberto no tarda en salir y querer jalarme al agua. 

—Vamos, será divertido. En un rato, Marivale la beba y yo subiremos al auto y te dejaremos para que hagas unas cuantas cosas. 

—No quiero bañarme... yo...

—Ven, vamos, vinimos a relajarnos así que tranquila, ven. Nos turnamos el agarrar a la bebé. 

El agua se siente cálida y la arena bajo mis pies también. Todo es cómodo y acogedor, incluso el sol besándome. 

Como soy morena, sé que mi piel no puede quemarse tanto como la de mi hermano por ejemplo, el muy hijo de la jiligueya, sacó los ojos claros de mi madre y el colorcito blanco también. Su novia por el contrario, está en el medio de los dos, es bonita. Su piel no es ni blanca ni oscura, es una mezcla exótica y preciosa. ¡Ugh! Qué envidia. 

No es como que quiera cambiar mi color de piel, pero, ¡Por favor! No se puede ser tan perfecto en la vida. 

A mi bebé le puse un trajebaño amarillo, porque ese color le sienta fenomenal, y mi hermano lleva uno azul, es curioso como parecemos casi un arcoíris con tantos colores dentro del mar. 

Jugamos un rato y chapoteamos, hasta que de repente mi hermano sale y busca una pala. 

Hace un hoyo en la arena y regresa al auto a por un envase de vidrio. Saca a su novia del mar y me coge a Ana Rachel de las manos. 

—Para lo que vas hacer necesitas las dos manos, y si dejas a la beba en el suelo, la brisa levantando la arena le puede caer en los ojitos. Yo la cuido, tú tranquila. 

—¿Y qué es lo que se supone que voy hacer? 

—¿Viste el video de la canción esa del rubio que te gusta, donde el cuida un pez que se vuelve gigante?

Adore you de Harry Styles, y no es rubio, es castaño. 

—Eso. En el video lanza un grito y lo guarda en una botella. Haz lo mismo, cuéntale lo que más te duele a esta botella, lanza un grito, tápala y entiérrala para que nada ni nadie libere esos recuerdos.

—Suena un poco tonto...

—No lo es, créeme. Hazlo y nos vemos en media hora. 

Suspiro. Es que le faltan un par de tornillos*. 

Pero quizás yo también estoy demente, porque agarro el pote* y lo destapo y le susurro casi todos mis temores. Quizás se me quedó alguno atascado. Luego tal y como me dijo, lanzo un grito que quema en mi garganta, me desgarra, me recompone. Me hace recordar que aún estoy viva, que me rompieron pero que poco a poco puedo restaurarme, que sí hay oportunidad para mí, si estoy dispuesta a empezar de cero.  

Lloro y no tardo en sentir unos brazos a mi alrededor, es sin duda mi hermano quien me apoya en silencio, creo que ya lo perdoné por completo, se ha esforzado de verdad por ganarse mi aprecio de nuevo y confianza. 

Puedo empezar de cero, claro que sí, ya estuvo bueno de darle oportunidad a Carlos de jugar con mi estado emocional.

—Tú puedes superar esto. Eres la persona más fuerte que conozco mi niña —susurra en mi pelo y yo sonrío, genuinamente. 

Sí, yo puedo. 

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Anexo

1- Sequé/ secarse: expresión que se usa cuando una persona disminuye de peso, casi siempre por causa de tristeza. 

ej: 

Ay muchacha, se le murió un perrito y se secó, dejó de comer y ahora la pobre parece yo no sé ni qué.

2- "¿Qué hacer...? Cuando todo se derrumba fácil...

Y no encuentro de dónde agarrarme... ¿Qué voy hacer?"

"Frágil... Quiero conocerte como padre... dime que me tienes en tus planes... quiero creer".

Fragmentos de la canción "Nada puede destruirme" de "Lead".

3- Tu supiste: muletilla coloquial que se ha hecho famosa en los últimos años, se usa como para darle peso a la frase donde se usa, como si le fuera a dar más veracidad a lo que se dice. Y como es una expresión no va condicionado a la conjugación del verbo saber.

Ej: 

Loca se me acabó el champú y tú supiste que salí como una loca al cuarto de mi hermana a buscar uno. 

Mira, yo tengo una hambre, que tú supiste que si encuentro comida me la como toda.

Me estaba amenazando y tu supiste que si vienen a pelear yo les devolveré el golpe.

variaciones: Tu surupu.

4- Soben/ sobar: caricia persistente y con más presión que una caricia normal, puede ser mal intencionada o con intención de molestar a alguien, o simplemente una caricia inocente, tiene muchos contextos.

5- Bocina: claxón de un carro.

6- Lengua larga: persona deslenguada o que tiende a decir mas para adelante lo que se le dice en privado. También se usa como insulto para gente mentirosa.

7- Palomita en zinc caliente:
Cuando se siente demasiada emoción, se compara a el caminar de las palomas es un techo de zinc, caliente.

8- Trajebaño: traje de baño

9- Mata de coco: cocotero

10- Le faltan un par de tornillos: que está tan loco que le falta algún tornillo en el cerebro, expresiones similares: está de remate, esta como una cabra.

11- Pote: frasco

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