Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XVII

(Si las paredes hablaran...)

5 de abril de 2021. Barrymore Bold.

Era de mañana, me arreglaba para comenzar el día, o por lo menos, eso intentaba... mi atención no se podía centrar en absoluto, duré como cinco minutos sentado en la cama mirando a la nada, aún con la camiseta desabotonada, me sentía mal, me sentía... como aquella vez... hacía bastante tiempo que no me sentía así, desde la última vez que me habían llevado al cuarto rojo, la anécdota que ya le había contado a Andy, en la cuál obtuve la cicatriz de mi muñeca derecha; sin embargo, esta vez era peor, mi corazón palpitaba muy rápido, como si estuviese nervioso, como si fuese a pasarme algo realmente horrible...

Con ayuda de los ánimos de Andy logré acabar de arreglarme, terminando de abotonar mi camiseta celeste y mis pantalones azules de mezclilla, ese día ni siquiera me cepillé el cabello de tan atormentado que me sentía, me veía del carajo... sin embargo, después de desayunar nos dirigimos al salón como era habitual... creo que el acomodo de nuestros asientos ya quedó claro, el maestro aún me tenía en frente, lo noté a lo largo de la clase mirándome varias veces, honestamente, me sentía acosado, el miedo inminente que ya sentía desde mi inconsciente comenzó a hacerse aún más notorio, poniéndome aún más nervioso, comenzando a bombardear mi mente con escenarios, irreales hasta el momento, de lo que podría pasar, tristemente... uno de esos escenarios se volvió real... la verdad no había prestado tanta atención a clases, estaba tan preocupado que no podía centrarme en nada, sin embargo, la hora de terapias había llegado, era hora de salir, pude notar como Andy junto a Dani me esperaban en la puerta, yo guardaba mis cosas en la mochila, hasta que al comenzar a dirigirme a la salida escuché las muy escalofriantes pero predecibles palabras del maestro:

— Barrymore, quiero hablar contigo un momento... — entonó para levantarse de su asiento y recargarse en su escritorio, Andy entró de nueva cuenta, quería quedarse conmigo, pero el hombre le dijo que no se entrometiera, que eran asuntos entre él y yo... no quería que Andy se alejara de mí, estaba tan aterrado, quedé congelado dado al shock que esas simples palabras habían provocado en mí, comencé a temblar de terror. Andy, a duras penas, salió del aula, no sin antes dirigirse hacia mí para darme un abrazo, acercándose discretamente a mi oído para decir en un susurro apenas audible:

— Si necesitas ayuda, grita mi nombre, grita lo más fuerte que puedas...— seguido de esto, salió de la habitación, a lo cuál, el maestro cerró la puerta con seguro, asegurándose de que nadie interrumpiera... tenía miedo, sabía lo que él quería pero no quería aceptar la espantosa realidad, todo lucía cada vez más irreal, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos sin siquiera yo darme cuenta, solo sentía la dolorosa humedad bajar por mis mejillas, cayendo gota por gota, una tras otra, mirando a aquel hombre con miedo, suplicando en voz baja para que no me hiciera daño.

— Al fin estamos solos, pequeño... luces tan lindo así de aterrado, tu cara es hermosa cuando tienes miedo... — dijo con las manos en sus bolsillos, acercándose de a poco a mí, sin embargo, mi cuerpo y mente lograron reaccionar un poco, intentando correr lejos de él, retrocediendo, pero era inútil, no había salida y yacía ahora acorralado ante la pared y aquel sujeto, intenté gritar, pero aquel hombre tapó mi boca con su sucia mano, manteniéndome inmovil con el peso de su cuerpo, el cuál, se encontraba totalmente pegado a mí, empujándome contra el muro, mientras que con su mano libre metía la mano debajo de mi camiseta, acariciando mi torso de manera depredadora, no podía dejar de llorar, sentía tanto asco, tenía miedo, estaba tocándome, recorría mi cuerpo como si fuera suyo... quería salir de aquí... — Tu piel es tan suave como me la imaginaba... — dijo acercando su boca a mi oído, lamiendo mi lóbulo y mordisqueándolo un poco, mientras yo me retorcía en un intento de zafarme, tratando de empujarlo lejos y de alejar sus manos de mí, pero era inútil, estaba tan mal, me sentía tan débil... sin embargo, no sé como, logré, con mi rodilla, golpear su entrepierna, haciéndo que me soltara, intenté correr, pero detuvo mi intento sometiéndome contra una de las mesas de hasta adelánte, teniéndome ahora boca abajo, sujetando mis muñecas con fuerza, volviéndo a prohibirme movimiento alguno con su cuerpo, que estaba recargado sobre el mío... podía sentirlo... era un asco... pero mi boca, mi boca estaba libre, por lo cuál, con las fuerzas que tuve, logré gritar, un alarido saliénte desde lo más profundo de mi ser, con todo el aire posible que podía vaciar de mis pulmones salió, grité, grité tan fuerte como nunca...

— ¡Andyyyy! — Entonces el maestro puso un pañuelo en mi boca para lograr callarme, sujetando mis dos muñecas ahora con una de sus manos, mientras la otra, descendía hasta el inicio de mis pantalones, comenzando a desabotonarlos para así lograr meter su mano en ellos... sin embargo, un grito ahogado en aquella tela fué lo que dió comienzo al fin de ese horrible tormento...

Paralelamente. Andrés Mercedes.

Nos quedamos esperando a Barrymore a un lado de la puerta, fuera del salón, la verdad, para ser honesto, no me daba en absoluto confianza aquel maestro y menos por lo que le había hecho a mi pequeño Barry días antes, así que, por sí cualquier cosa pasaba, Dani y yo estábamos cerca.

—Me preocupa que le haga algo... Dios, no veo la hora de salir de aquí — decía la peli marrón recargando con cansancio la cabeza en el muro.

—Yo igual... Creo que el que más quiere alejarse de una vez por todas de todo esto es Barry — contesté siguiendo la conversación.

—Me imagino... ha de estar aterrado...— agachaba ahora la cabeza Daniela. — Oye ¿Qué te gustaría hacer saliendo de este lugar? — Me preguntó.

—Honestamente, lo único que se me viene en mente es comer algo rico e ir con los demás a divertirnos... aunque, siempre quise ser cineasta, tal vez algún día lo logre... — Dije imaginándome una bella vida cumpliendo mis sueños, sinceramente, en estos últimos meses mi vida incluía demasiado a Barry, se había ganado mi corazón en poco tiempo.

—Verás que lo lograrás, eres muy talentoso, además, creo que harías muy buenas películas — dijo la chica sonriéndome, sin embargo, nuestra conversación fué abruptamente interrumpida por un grito, un fuerte y doloroso grito desgarrador que, sin duda, pedía auxilio, entonces fué cuando reaccioné, escuché mi nombre... había gritado mi nombre... ¡Estaba en peligro! Mi Barry necesitaba ayuda, ese alarido de desesperación y terror había salido de su boca. Dani y yo nos exaltamos ante tal llamado de socorro, ante el cuál, de manera apresurada, intentamos abrir, de manera inútil, la puerta de metal que nos mantenía fuera de aquel aula de clases, pero estaba cerrada con llave; Dani comenzó a abalanzarse contra la puerta, lastimándose un poco en el proceso, por lo cuál la relevé de dicha acción, intentando ahora yo abrir la puerta.

— ¡Hijo de perra! — Le grité desbordando odio al director, ese mal nacido se había encerrado ahí dentro con el chico, chico al cual le estaba... haciendo daño.

Paralelamente. Shirley Mendoza.

Junto a Halsey, nos dirigimos al segundo piso, estábamos fuera del aula donde solíamos tomar las terapias grupales, esperando a que el psiquiatra llegara, pues, a veces se presentaba un poco tarde; las enfermeras ya estaban tomando posición dentro del salón, yo estaba conversando con Halsey mientras se hacía la hora, sin embargo, pude percatarme de lo que parecía ser un grito proveniente de abajo, seguido por un escándalo y golpeteos, los cuales, percibí dado a que estaba cerca de las escaleras.

— Iré a ver qué hacen estos niños... — Le dije a la pelinegra, la cuál simplemente asintió, sin embargo, comencé a tornarme bastante nerviosa, mi ojo incluso comenzó a temblar, como era habitual del tic en él, algo no marchaba bien, podía sentirlo y mis sospechas se confirmaron al momento que llegué al primer piso.

— ¡Shirley, ayuda! — Gritaba sumergida en suma desesperación Daniela, la cuál, junto a Andy (el cuál, se encontraba poniendo fuerza contra la puerta) intentaban entrar al salón cerrado. — ¡Carajo!... Shirley, hay que hacer algo — dijo aún más desesperada y asustada.

— Hum... aaah — Dí un quejido de desesperación, pues, como lo había previsto, había un caos en este lugar, así que, asustada y, sobre todo, paniqueada, hice lo primero que se me vino a la mente, dando carrera hasta el aula donde yacían las enfermeras, tomando, o más bien, robando un par de jeringas de propofol y las llaves de aquel cuarto del delantal de la enfermera Zara.

— ¡Gracias! — Dije para volver a salir corriendo, la mujer, después de unos segundos de analizar lo que había pasado, salió disparada detrás mío, siendo perseguida igualmente por la enfermera Ivonne.

— ¡Oye, vuelve aquí! — Gritaba Zara detrás mía. Logré darle entonces las llaves a Dani, la cuál, de manera apresurada, abrió la puerta, empujándola con fuerza, para así, poder entrar...

Andrés Mercedes.

Entonces Daniela abrió la puerta utilizando las llaves, dando simultáneamente un portazo en el pesado pedazo de metal, permitiéndonos entrar, logrando presenciar así la perfecta escena del crimen... Barry... Barry estaba... e-estaba golpeando con fuerza la cabeza del director con el maletín que el mismo maestro solía llevar, maestro el cuál, yacía en el piso inconsciente, prácticamente desangrándose, la sangre escurría de su cabeza ahora abierta debido a los golpes que el menor le estaba dando, pero Barry... Barry no estaba conciente, parecía estar ido y sumido en un ataque de rabia, lloraba y gritaba a la vez, podía apreciar el terror y odio sin control en su cara, golpeaba de manera errática el cadáver de aquel hombre; debido a la preocupación sentida hacia el más joven, decidimos ir a detenerlo, quitándole así el maletín, Dani intentó alejarlo un poco, pero el chico se hizo para atrás de manera muy brusca, haciendo que él y la chica cayeran al suelo, fué entonces que lo tomé, sujeté sus muñecas intentando evitar que en un movimiento en falso se lastimase él mismo, pero no parecía tranquilizarse.

— Lo lamento tanto, Barry... — dijo entonces la rubia para tomar una de las inyecciones que había hurtado antes para clavarla en la pierna del menor, haciendo que este, al paso de un par de segundos, cayera dormido. Fué entonces que la enfermera llegó.

— Hijos de puta... ¡¿Qué le hicieron?! — Era la enfermera Zara, la cuál se encontraba horrorizada ante la escena del crimen cometida en aquel salón, estábamos asustados, no sabíamos que iba a hacer. — Malditos mocosos, locos de... ¡Lo mataron! ¡Lo mata...! — Entonces la mujer se había desplomado en el suelo, Ivonne, la enfermera amable, le había dado una buena dosis de propofol para que cayera inconsciente, la chica intentaba ayudarnos, se puso de nuestro lado, quería sacarnos de aquí.

— Chicos, no les queda mucho, no pueden quedarse aquí, tenémos que salir... aho... ra... — de manera repentina e inesperada, comenzó a emerger sangre por su boca, percatandonos entonces de una perforación que le habían hecho recién en el abdomen desde la espalda, la pobre y joven mujer cayó también, desplomada en el suelo, ahora muerta... muerta... asesinada por la enfermera... la enfermera restante... la enfermera Janeth.

— Ahora si... ¡Me las cobraré todas, pequeños maniáticos! — Dijo para abalanzarse sobre nosotros con cuchillo en mano, cuchillo con el cuál, había atravesado las tripas de la otra chica... corrí, corrí y huí como pude, llevándome a Barry en brazos, salí disparado y sin mirar atrás hasta el piso de arriba, donde se encontraba Halsey, listo para tomar nuestras cosas y largarnos de una vez y para siempre... había comenzado... el plan de escape había comenzado...

Shirley Mendoza.

Intentaba escapar de la chiflada de la enfermera, me encontraba en la puerta, cuando a mis espaldas escuché un grito.

— ¡Suéltame, maldita! — Giré entonces para mirar lo que estaba ocurriendo... la psicópata de Janeth se encontraba tomando por el cabello a mi amiga, levantando con lentitud el cuchillo de su mano derecha, prácticamente lista para apuñalar a la peli marrón, pero yo no lo iba a permitir, por lo qué, con un libro de pasta dura que encontré por el suelo, golpeé con todas mis fuerzas la cara de aquella mujer, logrando que esta cayera al suelo a causa del impacto.

— ¡Corre, vámonos! — Grité a Dani, mientras le daba un ligero empujón para que saliera lo más pronto posible, sin embargo, Janeth logró tomarme del tobillo, haciéndome caer, reptando hasta quedar encima de mí, intentando en repetidos movimientos apuñalarme...

Daniela Ibarra.

No sabía qué hacer, la enfermera intentaba apuñalar a Shirley, estaba muy asustada, pero más que nada, estaba furiosa, no sabía como reaccionar, pero, con lo que pude, detuve a la mujer, tomé así una de las tantas sillas que había en el salón, impactando entonces la nuca de la tipa, noqueándola, seguidamente, tomando el cuchillo que esta tenía en la mano, logrando salir corriendo junto a la rubia escaleras arriba, los demás estaban en sus cuartos, recogiendo sus mochilas, Shirley se dirigió entonces donde mismo, para portar nuestras pertenencias y llevárnoslas, pero, sentí entonces un jalón en mi brazo proveniente de mis espaldas.

— ¿A dónde creen que van? — Era el psiquiatra, había llegado, salía del salón donde eran las terapias para encontrarse con nuestra misión de escape, y ahora, me había detenido. Sin embargo, faltaba uno de nosotros, y fué el encargado de evitar ese día que me llevaran... Hugo, con lo que parecía ser un lapicero de madera, golpeó en la cabeza al sujeto, logrando así que este me soltara, únicamente para que así, pudiera apuñalarlo con el cuchillo que había robado a la enfermera, le había dado en el ojo, y mientras este se retorcía de dolor, Hugo y yo huíamos para reunirnos con los demás.

— Gracias... — le dije mientras avanzábamos.

— No me lo agradezcas, ¡Corre! — Gritó para mirar hacia atrás e ir después por sus cosas a su alcoba.

Andrés Mercedes.

— Barry, cielo, despierta — decía desesperado intentando despertar al menor, el cuál, había recostado en la cama mientras esperaba su reacción, pero no la conseguía.

— ¡Andy, vámonos! Traelo, despertara en unos minutos — Decía Halsey, la cuál, llevaba en las manos el litro de gasolina y los cerillos que había logrado introducir Dani al hospital tiempo antes. — Yo te ayudo con una mochila, para que sea más fácil cargarlo — dijo entonces recogiendo del suelo las pertenencias de Barry, llevándolas consigo, entregándole así los objetos ideales para comenzar el incendio a Dani.

Daniela Ibarra.

Tras recibir la entrega de Halsey me dispuse a bajar hasta el primer piso, entrando al salón para comenzar a esparcir equitativamente la gasolina por el lugar, llegando incluso a mojar los cuerpos de los difuntos en el suelo, pero... noté como la enfermera Janeth entraba en conciencia, me encontraba en la puerta, me miraba suplicante a los ojos, implorando para dejarla vivir, logrando que esa insensible mirada se derrumbara ante el llanto de terror por ver la muerte a la cara, sin embargo, haciendo caso omiso a su petición, encendía uno de los cerillos, lista para soltarlo y quemar este nido de sufrimiento, no sin antes entonar con placer las siguientes palabras:

— Ahora yo me las cobraré todas... — Dejando entonces que el fósforo flamante cayese en la gasolina derramada por el suelo, mientras salía de aquella aula repleta de malos recuerdos y experiencias, cerrando la puerta una vez fuera, escuchando los gritos de dolor emitidos de la boca de esa perra de la enfermera, la cuál se hacía cenizas poco a poco. Mi tarea continuó, esparciendo lo que me quedaba de aquel líquido inflamable por los rincones del lugar, en las zonas que sabía que arderían con mayor facilidad, como cortinas, camas, maderas, etc. Logrando así un perfecto incendio, acabando con este dolor y sufrimiento, mientras las alarmas sonaban de a poco, pero ya era suficientemente tarde para que nos detuvieran... lo habíamos hecho.

Andrés Mercedes.

Esperábamos a Dani en la puerta de máxima seguridad para así poder salir, una vez la chica se hizo presente, Hugo, el cuál portaba la tarjeta para abrir dicha salida, la cuál robó al psiquiatra, nos permitió el paso para que pudiéramos irnos de una vez por todas, parecía que ante las alarmas, el oficial que cuidaba la entrada al edificio estaba llamando a emergencias, pero pudimos librarnos de él gracias a la otra inyección de Propofol que Shirley cargaba consigo, saliendo así disparados todos afuera de aquel horrible lugar... lo logramos, ¡Lo logramos! Estábamos fuera finalmente. Nos alejamos de la construcción, debido a que esta estaba prácticamente en llamas, por lo cuál, nos debíamos retirar para intentar no quemarnos, la cara de Dani era de mera alegría, sus ojos se iluminaban de manera increíble ante el incendio que ella misma había provocado.

— ¡Dani,ven aquí! — dijo la rubia para tomarla del brazo y alejarla.

— Demonios... Si estas paredes hablaran...—

— Darían alaridos de la ira, dolor y sufrimiento que guardan en su interior... — Me contestó Shirley.

Mientras observábamos la escena, comenzamos a escuchar a lo lejos sonidos de sirenas, la policía se acercaba, seguida por los bomberos, dado a lo que apresuramos nuestro paso, corriendo, intentando alejarnos de la carretera lo más posible, sin embargo, al no ver el borde de una pequeña colina que se encontraba a unos metros delante, caímos, rodando así por la tierra y el césped, terminando con todos en el suelo, pero, lo suficientemente alejados para que la policía no nos encontrase; me aferré a Barry, que aún seguía dormido, para evitar así que se golpeara en la cabeza. Instantes después de caer todos comenzaron a incorporarse, me encontraba a un lado del chico que cargaba unos momentos antes, chico el cuál comenzaba a despertar, tosiendo un poco debido al polvo que cayó en su cara; de a poco abrió sus ojitos, mirándome con cansancio y aún algo atontado por los efectos del medicamento.

— Andy... — Dijo susurrante, tocando el suelo en el que se encontraba recostado, percatándose así de que ya no estábamos más en aquel lugar, haciendo que el más joven abriera sus ojos como platos ante la impresión... estábamos fuera... lo habíamos logrado. —A-andy... e-estamos... ¿Estamos afuera? — Exclamó impresionado, sentándose de manera veloz, mirando primero a su alrededor encantado, sus hermosos ojos cristalinos volvían a brillar, emanaban una luz hermosa, una luz de alegría y emoción, se sentía feliz, estaba eufórico, estaba tan alegre de estar fuera finalmente... me miró, y con lágrimas de alegría en sus ojos azules, me abrazó, se aferró con fuerza a mí, dejando salir el llanto desde su corazón, este llanto era de mera felicidad, se sentía tan bien de estar lejos de aquel lugar finalmente... lo abracé de regreso, teniéndolo entre mis brazos, contento de finalmente verlo brillar de esa manera...

Nos levantamos todos entonces, debido a que Barry aún se encontraba un poco debilitado, accedí a cargarlo en mi espalda, mientras él llevaba mi mochila en sus hombros, Halsey aún nos ayudaba con la de él. Nos disponíamos a irnos todos juntos, pero Hugo se detuvo, captando así nuestra atención.

— Oigan creo... creo que lo mejor es que me vaya por mi cuenta... — dijo rascándose la nuca. — Aunque me pese admitirlo y por más que me cueste decir esto... gracias... sin ustedes no hubiéramos salido... —

— Vaya, hasta que dices gracias — le reprochaba Shirley en tono de broma.

— Es para que no te olvides de mí, lindura — dijo siguiéndole el juego Hugo, a lo que Shirley solo puso ojos en blanco, refunfuñando un poco. —En fin... adiós chiquillos... hasta más ver... — Dijo para irse por otro lado, dejándonos así a los otros cinco irnos por nuestra cuenta, siguiendo así nuestro rumbo... lo habíamos logrado. Igualmente, por seguridad, para evitar que nos encontraran, además para recargar energías, nos refugiamos unas horas junto a las raíces de un gran árbol, adentrados un poco más en el terreno boscoso que rodeaba la carretera, quedándonos ahí hasta caer la noche.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro