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Capítulo XIV

(Misión: alimento)

20 de marzo de 2021. Barrymore Bold. 

Era de mañana, exactamente las 7:30, me encontraba levantado esperando de manera impaciente pegado a la puerta.

— Tengo miedo... — dije entonces ante el nerviosismo de la situación.

— Descuida, les irá bien, tengo fé en tí. — Me decía Andy en un intento de darme ánimos. Estaba esperando en la puerta porque habíamos planeado, junto a Shirley, un pequeño plan para intentar robar los alimentos de la cocina, estaba muy nervioso, pues, dudaba de si nuestro intento sería victorioso o un total fiasco; fué entonces que escuché un silbido al simultáneo de pasos en el pasillo, parecía ser el director del psiquiátrico (el cuál, también era el maestro que nos daba clase), golpeé entonces con fuerza la puerta, esperando a ser escuchado, percibí como los pasos cesaron.

—¡Dejen de golpear la puerta! — Volví entonces a golpear con fuerza, logrando así que me abriera aquel hombre. — ¡Oh! eres tú, pequeñín — dijo mirándome de pies a cabeza — ¿Qué es lo que quieres? — preguntó acercándose a mí.

— Q-quería que me dejara ir a tomar agua... — dije de manera tímida.

— Lo siento, pero no te puedo dejar salir antes, debes esperar media hora a que vengan a llevarlos a almorzar. — Dijo con una mirada seria.

— Por favor... llevo muriendo de sed desde las tres de la mañana, será rápido, lo juro... por favor... — supliqué entonces poniendo en mi rostro la cara más inocente que me salió, como si fuese un cachorro.

— Hmm... de acuerdo... — no finalizó su frase cuando, en la habitación siguiente, gritó Shirley pidiendo lo mismo que yo.

— ¿Puedo salir yo también? Prometo no tardar —

— Ah no, eso ya es demasiada bondad por mi parte. — vi nuestras esperanzas perdidas, por lo cuál, al no saber qué hacer, tomé del brazo al hombre, volviendo a poner una cara de súplica.

— Por favor... déjenos ir... — El hombre entonces suspiró, cediendo ante mi petición.

— No puedo decir que no a esa carita... — acarició entonces mi mejilla, dando un par de palmaditas para seguido abrirle a Shirley, mientras el se volteaba, mi cara se tornaba en una de asco y me "limpiaba" con la mano donde él había tocado.

— ¡Gracias! No tardaremos, se lo juro — Dijo la rubia mientras, sin detenerse, me tomó del brazo, llevándome corriendo hasta la cafetería, dejando al maestro en espera fuera de las habitaciones, sin embargo, antes de entrar al comedor, nos encargamos de hacerlo de manera sigilosa, las enfermeras estaban distraídas, pero estaban en la cocina, Shirley no podía hacer nada mientras ellas estuvieran ahí, así que, mientras esperábamos por un plan "B", nos escondimos, Shirley detrás de una pared cercana a la puerta de la cocina pero ubicada tan perfectamente que no la podían ver y yo agachado en frente de la barra donde nos solían entregar nuestros alimentos para sentarnos a almorzar después. Ahí esperamos, hasta que, escuchamos la charla de las enfermeras...

Enfermera Ivonne.

Eran las 7:35 de la mañana, me encontraba con mis compañeras intentando arreglar la cocina para servir el almuerzo de los chicos que llegarían en un rato, lavábamos los trastes de la noche anterior y aseábamos un poco la zona.

— No puedo creer que ensucien tantos cubiertos, chiquillos mugrientos. — Decía muy molesta Janeth.

— ¿Por qué te enojas tanto con esos chicos? Ni siquiera estás lavando tú los platos — le contesté a la mujer, la cuál, estaba totalmente mal encarada y despotricando odio. Yo estaba lavando los platos.

— Esas cosas son un parásito para la sociedad, lo único que me mantiene aquí es el poder castigarlos como se merecen, todo lo que hacen es un simple acto de llamar la atención y de berrinche, están lo suficientemente grandes como para que hagan esas cosas. — Exclamaba en ignorancia Janeth, para ser honesta, por más mi compañera que fuera, no me agradaba en absoluto, dañaba niños inocentes y con padecimientos porque... ¿Eran berrinchudos? no lo puedo creer, no es como si esos pequeños hubiesen decidido sufrir de los trastornos que sufren, lo que hacía rebasaba lo antiético.

— No puedo creer que seas tan cruel con esos chicos, ellos no pidieron padecer de eso, lo que más necesitan es apoyo, no una lunática que los torture como tú lo haces — le reproché con suma molestia.

— Por favor, todos son iguales, creen que por sentirse mal pueden tratar a la gente como se les venga en gana... mi madre era así. — Me respondió entonces, tornando una cara de odio y desprecio profundos al mencionar la palabra "madre". — Supuestamente la loca tenía un padecimiento neurodegenerativo, y a cada rato me hacía quedar mal enfrente de mis amigas, ellas se burlaban porque no recordaba a veces en dónde estaba, a veces incluso me regañaba sin razón, además, le pasaba lo mismo que a la pequeña estúpida de Shirley, le daban "tics", por Dios, siempre hacía temblar sus piernas, incluso llegando a caer al suelo, solo para que mi padre fuera y se preocupara por ella, ayudándola a levantarse y atendiéndola de inmediato. Incluso recuerdo que faltaron a una junta de padres de familia porque debían ir a hacerle un estudio... pinche ridícula.— Ante cada palabra de la señora no podía tolerar más, era tan desagradable el cómo se expresaba de su propia madre. — Por suerte, falleció un tiempo después, y yo, por mi parte, me hice el juramento de que ningún berrinchudo ridículo volviera a arruinar la vida de las personas. — Era suficiente, me había hecho enojar, por lo cuál, de estar lavando los trastes y soltándolos con brusquedad, volteé diréctamente a ver su horrible rostro, mientras me carcomía una ira creciente por dentro.

— Me recuerdas, por favor... ¿Qué padecía tu madre? — Pregunté entonces.

— Supuéstamente, Huntington— ¿Es en serio? ¿¡De verdad culpaba a su madre por padecer de una enfermedad neurodegenerativa hereditaria!? La loca era ella entonces.

— ¿¡Pero serás idiota!? El huntington no es para llamar la atención, tu madre necesitaba cuidado y tú solo dices que era una egocéntrica en búsqueda de ser el centro de todo... ¡Yo perdí a mi hermano mayor de dieciséis años cuando yo tenía tan solo diez! La depresión se lo terminó llevando, tenía un TCA muy grave, todo debido a las burlas de los cretinos como tú, terminó por suicidarse en la bañera, me prometí que ayudaría a más gente como él para que tuvieran una vida digna y llevadera, ¡Y me encuentro contigo! Perra loca... — Molesta entonces, salí de la cocina, no podía tolerarla más.

— ¡Qué delicada!... Y tú, Zara ¿Por qué estudiaste esto? — Preguntó Janeth a la enfermera aún habiente en el lugar.

— A mí me obligaron a ser enfermera, yo no quería. — Dijo para simplemente retirarse.

— ¡Uy! Que sensibles están todos hoy —.

Barrymore Bold.

Después de haber quedado impactado ante la conversación de las enfermeras, no me percaté de que, tanto la señorita Ivonne como la señorita Zara, salieron de la cocina.

— ¡Aaah! Barry ¡¿Qué haces aquí?! — Decía la enfermera Ivonne, asustándome igualmente a mí, mientras las otras dos enfermeras se acercaban rápidamente a descubrir lo que estaba pasando.

— L-lo siento... yo... — dije levantándome y haciéndome de a poco para atrás ante lo intimidado que me estaba sintiendo.

— ¡Estabas escuchando la conversación! ¡¿No es así, pequeña bestia?! — Acusaba Janeth poniéndose agresiva ante mi presencia, mientras Ivonne intentaba mantenerla atrás para que no me lastimara.

— N-no, lo juro, y-yo... — Empecé a tropezar entonces mis palabras, poniéndome cada vez más nervioso ante el no saber qué hacer. Pude ver como Shirley aprovechaba la distracción habiente en el comedor para entrar a la cocina y tomar la mayor cantidad de alimentos enlatados posibles, poniéndolos en una caja uno por uno intentando hacer el mínimo ruido, no fué tan difícil, pues las enfermeras estaban sorprendidas de mi presencia y distraídas conmigo.

— ¡¿Qué mierda haces aquí entonces?! ¡¿Intentabas robar algo, no es así?! — Comencé a temblar cada vez más, estaba sudando frío de los nervios que tenía en ese entonces.

— ¡No!, y-yo... —

— ¡¿Quién carajos te dejó salir?! — Fué entonces cuando, al ser sometido a tanta presión, grité dada la desesperación.

— ¡Fué el director! — Entonces todo quedó en silencio absoluto, incluso Shirley se detuvo, la cual, salía de la cocina ya con las provisiones en mano, colocadas todas en una caja de madera. — L-lo siento... me dejó salir a beber agua... no quise asustarla... y no escuché su charla, lo juro— bajé entonces la mirada apenado, mientras la enfermera Ivonne me traía mi vaso de agua, tomándome del hombro a manera de tranquilizante.

— Descuida, está bien, solo... vete ya, no te vayan a regañar... — dijo para seguido entrar, en conjunto a sus compañeras, de nuevo a la cocina a seguir limpiando, mientras que, a manera discreta y sigilosa, Shirley y yo nos escabullimos hasta la sala de descanso y juegos rápidamente, metiendo entonces todas las provisiones en una mochila que habían dejado previamente ahí.

— Creí que no lo lograría... — dije jadeante, intentando calmarme ante el nerviosismo.

— Lo hiciste bien, gracias a tí conseguí las provisiones, salió bien, no te preocupes... llevaré esto a la habitación, ahora solo rezaré para que el maestro no vea la mochila. — Así, nos fuimos de vuelta a las habitaciones, el maestro se encontraba leyendo un libro que honestamente no me interesó saber de que era, abriéndole la puerta a Shirley, mirándome después a mí, mientras se recargaba en la pared al lado de la entrada a mi cuarto; por suerte, al tener la vista en su libro momentos antes, no se percató de la mochila de Shirley, pues además, la escondió tras su espalda.

— Créeme que... esto lo hago solo por tí, pequeño... — dijo entonces el director, mirándome de una manera depredadora y depravada, a lo cuál, mi ritmo cardiaco incrementó de manera significativa, haciéndome sudar, incluso sintiéndome frío de repente debido al alto grado de miedo que tuve, sin embargo, como pude, entré rápidamente a mi alcoba. Al entrar, cerré la puerta con velocidad, recargándome en esta, comenzando a percibir todo mi entorno girar, tornándose un poco borroso, sintiendo miedo inminente a mis espaldas, desconectando totalmente de la realidad.

— ¡Barry! — Entonces escuché la voz de Andy, el cuál, me sacó de mi delirio, haciéndome mirarlo a los ojos, aún sintiendo mi visión un poco ida. Pareciera que me hubiera hablado varias veces, más no lo escuché. —¿Todo salió bien? ¿Qué pasa, por qué estás así?... — dijo ahora tomándome de la mejilla con cariño, yo respondí ante la caricia, sujetando su mano yaciente en mi cara.

— T-tengo miedo... no puedo más, quiero salir de aquí... — le externé a Andy, ante lo cuál, me tomó entre sus brazos, dándome un cálido y reconfortante abrazo.

— Tranquilo... pronto estaremos fuera, te lo prometo — dijo eso último para dejar un tierno beso en mi cabecita, quedando así más tranquilo, sin embargo, aún un poco incómodo a causa de la preocupación que me carcomía.

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