
Capítulo VII
(De nuevo en las tinieblas)
6 de febrero del 2021. Andrés Mercedes.
Ya llevaba un mes viviendo en este horrible lugar, lo único que lo mejoraba era el poder estar con ellos, sinceramente, yo no sentía progreso alguno por estar ahí, de hecho, hoy era un día de estos en los que no me quería parar de la cama, no tenía ganas de hacer nada, el cansancio que sentía era inhumano, como si estuviese cargando una piedra gigante sobre mis hombros, como si una boa me estuviese oprimiendo el pecho... pero bueno, logré levantarme después de unas dulces y comprensivas palabras de Barry, tal vez no era muy bueno para expresarse a veces, pero era un ser muy dulce, en fin, ese día era sábado, por lo cuál, nuestra mañana estuvo prácticamente libre, por lo que, después de desayunar, nos acomodamos en el patio a pasar el rato, mientras que Barry hacía en pausas unos crucigramas, rellenándolos con un crayón negro, pues no nos permitían usar lápices o plumas sin supervisión. Todo fluyó hasta eso "normal" por la mañana, hasta que se acercó la hora de la comida, donde nos acomodamos para disponer de nuestros alimentos, podía notar como todos en la mesa estábamos exhaustos, era normal de los sábados, pues toda la semana nos traian en chinga.
— Estoy totalmente exhausta, no pude pegar los ojos anoche... — decía Shirley, recargando su cabeza en su brazo, en posición de cansancio, mientras mezclaba desganada la comida de su plato.
— Dudo que alguien pueda dormir bien aquí... — decía Barry, mirando fijamente su plato de comida.
De pronto, un chico de cabello corto y marrón, de aproximadamente 1.72 de estatura y vestido con una camiseta floja verde se acercaba de manera prepotente hacia nosotros, quedando a la orilla de nuestra banca donde estábamos desayunando.
— Bueno, tal vez ustedes no, pequeñas cucarachas, pero por lo menos yo duermo increíble. — Decía estúpidamente el tipo a manera de... ¿Burla?
— Cállate Hugo, nadie te preguntó, idiota — regañó Shirley con gesto de enfado.
— hum... ¿Estás molesta, chiquilla? Tal vez unos besitos te animen — Dijo él para acercarse de manera hostigante a Shirley, poniéndo su boca en forma de beso, intentando alcanzar la mejilla de la rubia, aunque, obviamente, lo hacía para molestarla. La rubia se limitaba a empujarlo, intentando detener su avance.
— ¡Déjame, animal! — Gritaba desesperada Shirley.
— ¡Oye! Te dijo que la dejaras, cretino. —- Decía ahora enfurecida Dani.
— ¿Qué pasa cariño, acaso quieres un beso tu también?... — Dijo el mequetrefe empezando a caminar hacia Dani, sin embargo, fué detenido abruptamente por Shirley, la cuál, lo empujó con fuerza, haciéndolo tropezar hacia atrás, casi tirándolo.
— Atrévete a hacerle algo a ella, ¡Y te juro que te arranco las pelotas! —- Gritó Shirley perdiendo cada vez más la paciencia, pero en eso, llegó la enfermera Janeth, puesto al escándalo que, sin querer, estábamos causando.
— ¡Shirley! ¿No hay un maldito día en el que no estés haciendo un escándalo? Te encanta llamar la atención, ¿Verdad, mocosa? —
— ¡¿Yo?! ¡Este imbécil empezó! — Reclamó la rubia, siendo respondida por la enfermera inmediatamente.
— ¡A mí no me vas a gritar, mocosa! ¿Sabes qué? ¡Te quedas sin comer!— Dijo la enfermera quitándole el plato de comida a Shirley, mientras que la rubia quedaba atónita.
—-Ten, Shirley, puedes comer mi plato, a mi no me gustan las albóndigas, así que... te las puedes comer si quieres. — Exclamaba el tierno y pequeño Barry, dando su plato de comida a Shirley, sin embargo, la enfermera llegó y se lo arrebató, para ponerlo nuevamente en la bandeja de Barrymore.
— Ella está castigada, ¿Qué estás sordo? Te vas a comer esas albóndigas tú. — Gritaba la Enfermera
— Pero son albóndigas en salsa de apio y... soy alérgico... — decía Barry poniéndose nervioso, mirando incrédulamente a la enfermera; la antes mencionada, se acercó al chico, susurrando demandantemente.
— Te lo vas a tragar, chiquillo malcriado, y si no, yo misma me encargaré de ponerte un castigo severo. —
—Pero si es alérgico, no puede comerlas, le harán da... — no alcancé a terminar mi oración cuando ya me estaban amenazando ahora a mí.
—Si sigues de maldito entrometido te irás directo a la habitación oscura, así que ¡Cállate! — Exclamó dirigiéndose a mí, solo pasé saliva, notando como Barry se hacía cada vez más pequeño, encogiéndose de hombros poco a poquito, bajando la mirada. Finalmente la enfermera se retiró, pues la buscaba el doctor, a lo cuál, de manera veloz, Dani tomó el plato de albóndigas de Barry y se lo dió a Shirley para que esta lo comiera rápido (además Barry ya había comido arroz y verdura, pues nos dieron a parte de las albóndigas) la rubia hizo caso y comió lo más rápido que pudo, siendo alentada por nosotros.
— ¡Uf! Están desobedeciendo órdenes directas, sería una pena que la enfermera se enterara... — Dijo hugo, el chico extraño que nos estaba molestando hace un rato, sin embargo, su semblante cambió de manera muy repentina cuando la chica de cabello negro y camiseta roja que siempre llevaba audífonos se acercó a nuestra mesa, poniéndose a un lado de Hugo, el cuál se echó para atrás rápidamente, con una cara de terror total, como si estuviese viendo a su peor pesadilla.
— ¿Qué no te dijeron que te retiraras? ¿Acaso hay algún problema, Hugo?— Decía la chica mirándolo directamente a los ojos.
—N-no... no, lo siento... — Se retiró entonces inmediatamente, mientras que la chica nos miró a cada uno para seguido solo sonreirnos e irse de vuelta a su mesa en el rincón, donde yacía sola.
— Me da miedo... — dijo entonces Barry.
—¿Por qué? — Le preguntó incrédula Daniela.
—¿Qué acaso no sabes que ella es una caníbal? Literalmente, comía carne humana — explicó entonces Shirley.
— Me siento mal por temerle, no creo que sea mala, pero mi mente cree que me va a morder o algo... — decía Barry algo angustiado, de nuevo, dejándose llevar un poco por sus pensamientos.
—Tranquilo, no creo que te muerda, además, acaba de espantar al cretino este... — dije intentando tranquilizar a Barry, continuando con nuestra merienda una vez cumplida nuestra misión de darle la comida de manera clandestina a Shirley.
Barrymore Bold.
Después de la comida me fuí un ratito al patio, pues era la hora en la que, los que querían y podían, tenían llamadas con sus familiares, como una manera de mantenerse comunicados y sentir el apoyo, de alguna forma, de sus familias... queda de sobra decir que... bueno, yo no recibo llamadas, esta vez no me acompañaba Andy porque se quedó dormido en el cuarto, pues me comentaba desde en la mañana que se sentía mal, se sentía sin energía, por lo cuál, me quedé un rato acompañándolo hasta que se quedó dormidito y me salí a pasear. Estaba muy tranquilo, sin embargo, podía notar las espeluznantes miradas de Hugo, mientras se acercaba lentamente a mí, como si viniese a golpearme o algo, me sentía muy nervioso, pero, de pronto, llegó Halsey, la pelinegra, la famosa caníbal del lugar, se sentó a mi lado y me tomó del hombro, yo estaba aún más nervioso ahora, pero pude percatarme como Hugo desvió su camino y simplemente se fue.
— Tú eres Barry ¿No? Soy Halsey, por si... no conocías mi nombre. — Me dijo la chica tomándome aún del hombro; yo solamente asentí, mirándola totalmente asombrado, pues nunca se acercaba a nadie ni hablaba con nadie, ahora se acercaba a mí, ¿Por qué? —Oye, lamento ser entrometida pero, escuché que... me tenías miedo— Yo solo abrí mis ojos de par en par, me sentía tan avergonzado, no quería hacer sentir mal a la chica.
—¡Perdón! De verdad, yo no quería... — la chica solo se rió, acción ante la cuál me quedé aún más confundido.
—Descuida, entiendo que lo que has escuchado de mí sean solo rumores y por ende, piensas que te voy a comer o algo así, pero no es así, chico, mi historia no es como la pintan, créeme... no quiero contarla ahora, debes de estar muy nervioso y no quiero abrumarte... solo... no te haré daño ¿De acuerdo? Es más, te ayudaré a alejar a Hugo si gustas, veo que te molesta mucho— Solo me dispuse a asentir, no sabía cómo reaccionar ante eso, ¿Qué se supone que le diga? En fin, era cierto, Hugo suele molestarme a menudo, y honestamente, Halsey ya me daba más tranquilidad ahora que sabía que no me quería comer. —bien, será mejor que entres, no te dejaré solo con ese chico, vamos, te acompaño — dijo levantándose y ofreciéndome su mano, a lo cuál, le correspondí el agarre para levantarme, acompañándome así a mi cuarto, donde Andy se despertaba apenas. Pasé el resto del día con él, le conté lo sucedido antes, Halsey ya no me aterraba tanto.
07 de febrero de 2021. Andrés Mercedes.
Domingo, eran las 10 de la mañana, estábamos en la sala de juegos, de lo más tranquilos, yo me encontraba viendo una película en la TV antigua que había en la sala, estaba sentado en el suelo, recargando mi espalda en el sillón, Barry estaba sentado en el sillón con sus piernas cruzadas, resolviendo sus típicos crucigramas, Shirley y Dani jugaban ahorcado en el sofá frente al nuestro y Halsey se encontraba en el rincón escuchando música, todo iba tranquilo, hasta que de la nada, llegó Hugo, como siempre, a molestar, pero ahora, con Barry.
— ¿Qué estás jugando, pequeña rata? — Dijo arrebatándole los crucigramas al chico, haciendo que sin querer se rayaran con el crayón.
—¡Hey, devuélvemelo! — Dijo Barry intentando alcanzar sus papeles.
—Alcanzalos tú, enano — se mofaba Hugo, a lo cuál, intentando mantener mi calma, le arrebaté los crucigramas al mocoso, devolviéndoselos a Barrymore.
—Uy, tu noviecito se enojó — le decía Hugo al menor.
—Hugo, te pido por favor, que lo dejes en paz— Ahora teníamos las miradas de las chicas sobre nosotros.
—Descuida... esta ratita es solo tuya, no te alteres— dijo tomando a Barry por el cabello, lanzándolo hacia mí, logré atraparlo para que no se cayera, pero me encontraba ahora enojado, y con obvia razón.
—¡¿Qué te pasa animal?! ¿Crees que es tu maldito muñeco de trapo o qué? — Exclamé entrando en rabia.
—Tal vez no es MI muñeco de trapo, pero si es TU juguetito, ¿No es así?— Se burlaba Hugo con el gestó más cretino del mundo, tenía una cara que te inspiraba a partirla en dos, pero me contuve, o eso intenté.
—Hugo, te advierto, ¡Cállate de una maldita vez! — A mis espaldas, Barrymore se encontraba sollozando, se sentía muy avergonzado, comenzó a temblar de los nervios que estaba manejando y noté como Shirley y Dani comenzaban a ponerse de pié por si cualquier cosa pasaba, pero Hugo, no se detuvo.
—¿Qué pasa, lindo Barry? Espera... ¿Acaso no le has dicho? Este imbécil enano, además de enfermito mental es un pequeño degenerado desviado, ¿O no, pequeña zorra? — No pude contenerme más, Barry se encontraba llorando y temblando de manera descontrolada, el imbécil de Hugo se mofaba de él, y yo, por mi parte, exploté en rabia, por lo que, el mequetrefe recibió una fuerte bofetada de mi parte, ya había molestado a las chicas, ahora a Barry, no me iba a quedar así.
—¿Con que así quieres jugar? — Me dijo limpiándose la sangre que ahora escurría de su labio que mordió por el impacto, regresándome el golpe pero en el estómago.
—¡Hijo de perra! — Grité hecho una furia, abaratándolo contra el piso, escuchando las porras de Dani y Shirley, aunque... no fué la mejor opción... las enfermeras justo pasaron cuando yo lo tenía ya contra el suelo, por lo cuál, sin aviso alguno, lo único que sentí fué un pinchazo en el cuello, que inmediatamente, me dejó totalmente somnoliento, sentí como todo me daba vueltas, de pronto mi peso se multiplicaba de manera inmensa... me habían sedado... me iban a llevar... a la habitación oscura.
—Parece que será tu primera vez en la habitación oscura, ¿No muchachito? Ya era hora pequeño bastardo... — Podía escuchar distorsionadamente la voz de la enfermera Janeth, la cuál con ayuda de la enfermera Zara, comenzó a llevarme de a poco hasta la dichosa habitación, escuchando a lo lejos, el desgarrador llanto de Barry.
Barrymore Bold.
No puede ser... ¡No puede ser!, se habían llevado a Andy a la habitación oscura, se lo habían llevado sedado, por mi culpa, por no poder defenderme de Hugo yo mismo, me sentía horrible, lo habían llevado injustamente.
—¡Andy! — grité con desesperación, intentando correr para alcanzar a Andrés, no podía ser, se lo llevaron, estaría solo, encerrado, quién sabe por cuanto, sedado, quién sabe qué le harían, esto no podía pasar, ¡No podía pasar!... Mi vista se nubló un poco de pronto... pero seguía consciente, pude percatarme de un abrazo, era la enfermera Ivonne, me intentaba calmar, deteniéndome igualmente, pero yo seguí llorando, de manera desesperada y con una trsiteza inmensa que me carcomía el pecho, susurrando casi inaudiblemente: "se lo llevaron..."
—¡Hugo, a tu habitación, te quedas sin tu día libre! — Pude sentir entonces como la enfermera me soltaba, la escuché llevarse a Hugo por lo ocurrido. Fuí abrazado ahora por Shirley y por Dani, mientras que de a poco me dejaba caer al suelo, no podía, me sentía horrible, apenas y veía algo... se lo habían llevado...
Andrés Mercedes.
Sentía muy poco, realmente, casi nada, estaba totalmente drogado, sedado por el medicamento que las enfermeras pusieron en mí, estaba aterrado, me sentía peor de lo que ya me estaba sintiendo en estos días, me sentía mucho más pesado que de costumbre, me sentía solo, me sentía abandonado... llegamos a la dichosa habitación, era un lugar totalmente oscuro, había solo una fuente de luz mínima, una pequeña ventana en lo más alto de la pared, no ajustaba esa luz para toda la habitación en la que me encontraba, era un lugar aún más frío que nuestros cuartos por las noches, era más frío que cualquier invierno, era un lugar triste y solitario, me dejaron ahí diréctamente, tirado en el suelo, no había nada, ni una cama, una cobija, ni siquiera un balde para usar como baño, pero claro, de igual manera, no me podía sostener en pié. El lugar era en su totalidad de cemento, cemento helado, un lugar polvoso y húmedo, parecía que me ahogaría en cualquier momento, me costaba respirar, además, malos recuerdos invadían mi cabeza, por algún motivo comencé a sentirme como la vez que intenté mi suicidio por primera vez, me sentía igual de abandonado y solo, tenía el mismo miedo que tenía ahora, no confiaba en nadie que se me acercara, lo único que quería era librarme, salir de ahí... me sentía tan sofocado, que simplemente llegué al punto de desvanecerme, la rabia por mi cuerpo, el sedante surtiendo efecto y la depresión robándome la tan reducida energía que me quedaba lograron colapsarme, me desvanecí totalmente, me quedé ahí, encerrado por 17 horas... 17 tortuosas horas en soledad, penumbra, inanición y sed. 17 horas en el dolor infernal, 17 horas en la habitación oscura.
Los efectos del sedante se habían pasado, me encontraba sentado en una esquina, en posición fetal, esperando la hora de salir de ese horrible lugar, muriendo de frío, cuándo de pronto, la enfermera Ivonne llegó como un ángel en medio de la guerra, sacándome de ese horrible lugar, ya eran las 3:00 a.m. y no había comido nada en todo el día, me sentía sumamente cansado, pero al fin, estaba fuera.
—Descansa niño, ten...— me dió una botella de agua, la cuál bebí de manera desesperada — perdón muchacho— decía con arrepentimiento la enfermera, a pesar de que ella no me había encerrado, dejándome así entrar a mi cuarto para después irse. Estaba al fin en mi cuarto, prefería mil veces estar ahí que en aquella habitación horrible, además, Barry me esperaba, el pequeño Barry, en cuanto entré pude ver sus acuosos e irritados ojos mirarme, su alma parecía descansar al verme, estaba sentado a la orilla de la cama, no hacía nada más que mirarme, aunque en su mirada, parecía que quería correr y abrazarme tan fuerte como nunca, por lo cuál, decidí hablarle.
—Pequeño... ¿Estás bien? — Dije mirándolo a los ojos, no pasaron ni cinco segundos y Barry ya se encontraba envuelto a mi torso, escondiendo su cabecita en mi pecho, dejando salir lágrimas que parecían haber querido salir desde hace años, lloraba de manera desconsolada, aferrándose a mí, hasta qué, pudo articular palabra.
— P-perdóname Andy... —
—Barry... no tengo nada que perdonarte... — le dije acariciando su cabecita, intentando tranquilizarlo.
— Te llevaron por mi culpa... por defenderme...— esas palabras me partían el alma, ¿Cómo podía sentirse culpable por eso? Él no había hecho nada malo, quería que se sintiera bien, no quería verlo llorar más así.
—Barry, escúchame...— dije tomándolo de sus mejillas, dirigiendo su mirada a la mía —te dije que, pase lo que pase yo estaría ahí para tí, no pienso dejar que te hagan daño, quiero que sepas que tienes mi apoyo y que no puedes dejar que te traten así, no te lo mereces... eres la persona más bella que conozco. — Barry me miró con un brillo encantador en sus ojos.
—gracias...— me susurró, con una notoria mueca de agradecimiento. Un poco después, decidí alistar mi cama para dormir, sin embargo, pude notar como Barry no se movía, seguía de pie junto a su cama, se veía sin intenciones de acostarse a tratar de dormir.
—Barry ¿Qué pasa? —
—N-no, no es nada...— me decía él, agachando su mirada al suelo, intentando evitar mis ojos.
—Barry...— me acerqué nuevamente a él para tomar su mentón, haciéndolo mirarme a la cara. —¿Qué es lo que pasa? —.
—Yo... tengo miedo de que... de que te lleven de nuevo... — me confesó el chico —me quedé pensando... y si te intentan hacer daño o llevar o... o... lastimarte... — me decía entrando un poco en pánico, sin embargo, intenté calmarlo, lo tomé por los costados de su cuello, mirando sus brillantes ojos cansados.
—Barry, no pasará nada, te lo prometo, estaré aquí. —
—Andy... ¿P-puedo... dormir contigo? — Sus palabras no me las esperaba, pero no me molestó en lo más mínimo.
—Por supuesto, mientras estés cómodo Barry, no quiero verte mal. — Le dediqué entonces una dulce sonrisa, a lo cuál él simplemente se sonrojó, no sin antes dibujar igualmente una sonrisa en sus labiecitos. Una vez en la cama, me volteé dándole la espalda a Barry, para que no se sintiera incómodo, sin embargo, sentí un cálido abrazo, notando la fría manita del chico en mi pecho,a lo cuál, decidí darme la vuelta, correspondiendo al abrazo, así, logrando quedar dormidos de una manera tan plena y tan relajada, de una manera que no había dormido en años... en paz y tranquilo.
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