Capítulo VI
(Los monstruos reales)
Después de haber asistido a las terapias de grupo, nos dispusimos a ir a nuestros dormitorios para vestirnos, pues era hora de la clase de deporte, me encontraba inmerso en mis pensamientos, pues esa mañana me comencé a sentir un poco desanimado debido a los sucesos previos en nuestras clases, además no fué muy fácil contar mi historia; en eso pensaba cuando de la nada, pude sentir un fuerte abrazo por mi espalda, era Barry, me estaba abrazando, recargando su cabecita en mi dorso.
— L-lamento tanto que te haya tenido que pasar eso, Andy... cuentas conmigo si lo necesitas — pude notar como sus palabras salían de manera temerosa, como si estuviese nerviosos, por mi parte, solo me enternecí por lo acontecido, Barry era realmente un amor, era un chico muy tierno e incluso inocente, me dediqué únicamente a abrazar sus manitas, las cuáles se encontraban apretando con suavidad mi abdomen.
— Pequeño Barry... me alegra contar contigo, de verdad, gracias — dije cambiando mi posición para verlo directamente a los ojos, en los cuáles, pude notar un hermoso brillo, el pequeño solo se sonrojó y agachó la mirada, mostrando así ante mí una sonrisa apenada, por lo qué, solo nos continuamos vistiendo y alistando para deportes, yendo enseguida hacia el patio.
Nos encontrábamos haciendo nuestros calentamientos en el patio, exponiéndonos al ardiente sol que brillaba a lo bruto, quemaba mucho, además, por alguna razón, el profesor no nos permitía entrar a tomar agua, pues la enfermera Janeth le había dado la indicación de que nadie pasara para no "exponernos" a peligros, realmente, no le veía mucha lógica, pero en fin, seguimos calentando alrededor de una hora. Estábamos totalmente abatidos, y podía notar como Barry se detenía mucho.
— ¡Eh, niño, sigue trotando, no te detengas! — Gritaba a Barry el profesor de deportes.
— P-perdón, me estoy mareando un poco — Decía jadeante Barry, súmamente cansado, incluso algo tambaleante. No pasó mucho rato cuando de la nada, pude ver como el pequeño chico caía inconsciente al suelo, por lo cuál, Dani y yo, corrimos hasta él, para saber lo que le había ocurrido.
— ¡Barry, reacciona! — Gritaba en desesperación Daniela, la cuál tomaba a Barry por los hombros, el chico aún estaba en el suelo.
— No puede ser, su frente está hirviendo — dije mientras tocaba la frente del chico con la palma de mi mano, parece que la excesiva exposición al sol sin agua lo había deshidratado, pues nos tuvieron corriendo como idiotas y haciendo deporte por una hora entera sin tomar agua bajo el sol.
— Lo mejor sería llevarlo a enfermería — dijo el maestro de deporte.
— Yo me encargo. — Aparecía entonces la enfermera Ivonne, la que hasta el momento, era la única que nos trataba de manera decente, como se debe tratar a un ser humano. Ella llegó para llevarse a Barry a enfermería, pues, aparentemente, el doctor debía revisarlo.
Barrymore bold.
Mi vista comenzaba a enfocarse apenas, aparentemente me encontraba ahora en el ala de enfermería, pues, parece que si me desmayé al final de cuentas, me estaba sintiendo muy mal durante la clase, parece que me empezó a faltar el aire y tenía la desesperante necesidad de beber agua, por lo que, mi cuerpo terminó por ceder ante el cansancio y me desvanecí por completo. Me quedé recostado un rato, aún estaba con el uniforme, por lo cuál, decidí irme levantando para cambiarme, o en su defecto, reintegrarme a la práctica, cuándo me pude percatar del doctor sentado en una silla junto a mi cama.
—¡Niño! Hasta que despiertas, toma, debes hidratarte — entonces me dió un vaso con agua, el cuál, bebí como si fuese lo primero que bebía en mi vida, me revitalizó bastante. — Parece que te deshidrataste, creo que no es muy conveniente que tomes la clase, puedes esperar a que terminen deporte en el salón, así podrán irse todos en conjunto a alistarse para la comida, así que, ve, corre, y llévate esto. — Me entregó entonces una botella llena de agua, la cuál bebí con mucha más calma, dirigiéndome así al aula de clases, como había indicado el doctor. Entré entonces al salón, solo se encontraba el maestro calificando algunas cosas, por lo cuál, decidí sentarme en mi banca habitual, aventajando algunas tareas, cuando de la nada, pude percatarme de cómo el maestro, el cuál, había abandonado su lugar inicial, se encontraba parado detrás de mí observándome, cosa que me resultó muy incómoda.
— No, niño, estás mal — dijo tomando un lápiz, corrigiendo el ejercicio que estaba haciendo, colocando su cabeza a un lado de la mía a una distancia muy corta, haciéndome sentir cada vez más vulnerable. Después de corregirme solo se incorporó, tomándome por un momento de mi hombro, a lo cuál, me exalté. Afortunadamente, se retiró en cuanto la campana sonó, anunciando así el fin de la jornada escolar, salí entonces disparado como rayo hacia mi habitación, escuchando a mis espaldas los llamados de Andy y Dani, exclamando mi nombre, pero haciendo caso omiso a ellos.
Una vez en mi habitación, me dispuse a sacar mis cosas para entrar a ducharme, cuando de pronto, llegó Andy, sumamente preocupado por mí.
— Barry ¿Te encuentras bien? — Dijo tomándome del hombro, mirándome a la cara, por lo cuál yo me estremecí, y mirando hacia abajo, le dije:
— S-si, solo... me deshidraté, gracias — apartándome de su agarre un poco.
— Barry... ¿Pasó algo? — Dijo entonces de manera directa; sorprendido, lo miré a los ojos, dejando ver mi miedo en ellos.
— El maestro... actuó raro conmigo —
— ¿Te hizo algo? — Me dijo tomando ahora ambos hombros míos.
— N-no, pero... temo que lo haga... — dije bajando de nuevo mi mirada. Andy solo se dedicó a acariciar mi cabeza con su mano derecha, dirigiéndome a su pecho para darme un abrazo, el cuál, correspondí instantáneamente.
— Descuida pequeño... te cuidaremos, ¿Si? — Dijo para tranquilizarme y así, poder irme a bañar en paz.
Andrés Mercedes.
Después de un rato, ya habiéndonos bañado y vestido, fuimos llevados al comedor, puesto a que ya era la hora de la comida. Nos encontrábamos los tres mocosos sentados en una banca, tomándonos la sopa de lentejas que nos dieron ese día, cuando de pronto, noté como Dani elevó su mirada, a la vez, haciendo que sus ojos se iluminaran, dando así un salto de su asiento, corriendo en dirección del pasillo, por mera curiosidad, volteé a ver hacia donde la chica se dirigía, ahí fué cuando pude ver por qué se había emocionado tan de pronto.
— ¡Mi Shirley! — Dijo Daniela de manera eufórica dirigiéndose a la rubia que yacía en la entrada a la cafetería, pués la habían dejado salir ya... si te soy honesto, noté que la rubia no se comportaba normal, se le veía somnolienta, como si estuviese drogada, sin embargo, eso no impidió el fuerte abrazo que Dani le dió a su amiguita, recargando su cabeza en el hombro de la mayor. Después de unos momentos, se dirigieron ambas de regreso a la mesa para sentarse frente a Barry y a mí.
— Shirley, me alegra que salieras, ¿Estás bien? — Dije genuinamente preocupado por el estado de la chica que mencioné antes.
Shirley, como si apenas estuviera reaccionando, desabotonó los primeros botones de su vestido en la parte superior, bajándolo un poco y mostrándonos su hombro, donde claramente había unos moretones muy, pero muy notorios. — Esa hija de perra me golpeó nada más llegar a la habitación oscura, no pude ni bloquear el golpe, estaba totalmente sedada...— entonces se interrumpió a sí misma para dar un largo bostezo.
— No puedo creerlo... pobre de mi Shirley... — decía Dani con un tono triste, cubriendo a manera de cuidado el moretón de Shirley mientras acomodaba unos cuantos cabellos de la rubia tras su oreja.
Después de todo el caos que había sido este día, nos dispusimos, finalmente, a dormir, pués ya eran las 8:00 p.m. No puedo creer que todo esto esté pasando aquí, y eso que aún no había visto las monstruosidades a las que seríamos expuestos más adelante...
No quiero estar más aquí...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro