Epílogo
Un ramo de rosas rojas es depositado sobre la lápida limpia y reluciente. El hombre levanta la cabeza y sonríe ante la imagen de la mujer que le devuelve la sonrisa.
—Hola, mamãe [1].
Teneo aspira profundo con las emociones a flor de piel, admirando los colores de la primavera rodeando la tumba.
»Perdón por no venir antes, pero los exámenes me consumieron. Como lo prometí, terminé la Universidad. ¡Ya soy administrador de empresas! —exclama pletórico, levantando las manos al cielo—. Licenciado Teneo Taurus-Díaz no suena mal.
»Fue difícil, pero mis papais estuvieron conmigo hombro con hombro. Los conoces, a veces son más tiernos de lo que aparentan y, por más que finjan no preocuparse, me trajeron corto con las comidas y el descanso.
»Por cierto, papai Barão me pidió que si te veía, te dijera que lo he visto mejorado, la gripe ya se fue y todo gracias a los cuidados de papi Shura, ese alguien a su lado que lo tiene enamorado como toro en primavera —rueda los ojos dentro de sus cuencas con ironía—. Papai Barão dijo que vendrá pronto a verte.
»Y quizá venga acompañado —avisa con ánimo cotilla—, papai Barão convenció a papi Shura y adoptaron a un perro —comenta con malicia—. ¿Decían que yo era posesivo y celoso? ¡Deberías ver a Maxinho! Le muestra los dientes a papai Barão cuando se acerca a papi Shura —ríe a carcajadas.
Se mordisquea el labio inferior.
»¿Sabes? Yo también tengo a alguien. No es una cabra terca como papi Shura, pero... me gusta mucho. Tampoco es tan grande, como papai Barão dijo cuando se enteró, sólo me lleva cinco años y se llama Shion —suspira enamorado—. Sé que te gustará conocerlo y él me dijo que quería conocerte también.
Exhala pensando en su pareja y después, se obliga a encontrar otro tema, evitando el importante mientras se da ánimo para llegar a él.
»Todo está bien, mamãe. Mis papais no se dan abasto con las 4 sucursales y ahora tengo título para ayudarlos y ser empleado oficial —ríe jocoso—. Es increíble que, después de lo sucedido con los abuelos y aunque tardaran un par de años en abrir la segunda sucursal, aprovecharan ese tiempo para posicionar el vino "Excálibur" como uno de los mejores en España.
»¿Te enteraste que, por fin, mis papais y mis tíos Cid y Sis, hace 5 años decidieron asociarse con el señor Milo y, con ayuda de los contactos del señor Camus en Francia, expandieron el negocio internacionalmente? Les está yendo muy bien.
»Uh, hablando de los tíos Cid y Sis, mi primo Regulus cumple este año sus 18. Ya hablé con Vass, Ten, Eula y Tris, ¡tiraremos la casa por la ventana!
»Claro, siempre y cuando nos pongamos de acuerdo en cuál casa sería más seguro hacer la fiesta sin que nos cuelguen nuestros padres —comenta meciéndose los cabellos.
»La casa de Eula y Tris fue la primera en quedar descartada por unanimidad de votos. ¡Nadie quiere ver al señor Camus convertido en vendaval si llegamos a romper un mísero plato! —se estremece de miedo.
»La del tío Cassius quedó prohibida desde la última vez que hicimos desastre y por más que Ten rogó, le fue negada. La de los tíos Cid y Sis está muy lejos... ¡Se salvan!
»Quedan la casa de la tía Marín. Por supuesto, Vass está haciendo méritos con mi tía, y la de mis papais... ahí necesito chantajear a papi Shura porque si no, terminaremos haciendo la fiesta en mi departamento —exhala con resignación—, el que me compraron mis papais como regalo de 21 años, ¿te acuerdas cuando te lo platiqué?
»Hablando de eso, decidí mudarme al departamento. Me independizaré por fin. Entre mis cosas, encontré a Ferdinho. El original, no los que cambiaron por arte de magia —ironiza enternecido—. Te lo traje porque creo que merece jubilarse a tu lado.
Abre el relicario y acomoda los recuerdos dejados al paso del tiempo, para depositar en su sitio su peluche con cariño y un par de lágrimas. Pone bien los anillos de boda de sus padres y sostiene un colgante de plata con forma de cobra.
»¿Me puedo quedar con él? Sé que es tu colgante favorito. Prometo cuidarlo. Siempre quise tenerlo y me parece que es momento de que me acompañe. ¿Estás de acuerdo, mamãe?
Se limpia las lágrimas y se abrocha la cadena en el cuello. Su peso lo reconforta.
»Ya le avisé a papai Barão de cualquier forma y estuvo de acuerdo. Nunca te lo dije antes, mamãe, pero te agradezco el regalo de la vida que me concediste —susurra con la voz quebrada—. Gracias, mamãe por darme la vida, a costa de la tuya.
Jadea soltando el llanto.
»Papai Barão me dijo que te lo dijera, que soltara aquí esta angustia que no se va. Me costó mucho, mamãe, lo sé, pero gracias a mi terapeuta, logré aceptar tu partida. Te agradezco mi vida, te agradezco tu sacrificio y te prometo que la viviré con pasión.
Exhala limpiándose las lágrimas con las manos.
»Estoy muy bien, nunca he estado mejor, mamãe. Ya no me despierto en plena madrugada y acepto que me haces falta, pero también que estoy bien sin ti. Me resigno a tu partida y abrazo tu recuerdo con amor —suspira liberándose de sus grilletes.
»Ya estoy curado y lo nuestro ya es pasado. Me perdono por culpabilizarme por tu muerte y me libero porque esa no fue mi culpa. Ni tuya, sólo fue un hecho en la vida. Te perdono por hacer las cosas como las hiciste, con las herramientas que tenías, pensando que era la única forma para lograr tu objetivo.
»Me tocó vivir sin ti, acepto esa prueba y la supero. Algún día, te encontraré y te abrazaré y besaré como siempre soñé hacerlo, mamita —sonríe con valentía aunque su voz suena quebrada—. Te amo, mamãe. Te amo con cada fibra de mi ser, mi guerrera. Gracias, mamãe, gracias por darme todo, incluso tu vida.
Acaricia su imagen y exhala las emociones que lo restringen con lágrimas derramándose como ríos. Se libera y sonríe más pleno y confiado en su vida.
»Adiós, mamãe. Me voy a mi fiesta de cumpleaños. Sé que, donde quiera que estés, me ves con buenos ojos. Bendíceme, mamãe, bendíceme para ser el hombre que quiero ser.
El joven deposita un beso en su palma y lo coloca sobre la fotografía. Exhala con alivio y se aleja de ahí, confiado de haber superado la máxima prueba de su corazón. Habiendo amado a una madre ausente con desesperación, limpiando en el camino de regreso sus lágrimas para recibir su presente con entusiasmo y esperanzas.
Al llegar al estacionamiento, sus ojos se abren de golpe.
—¿Qué hacen aquí?
Su tío Cassius con su marido Seiya, aguardan recargados en la camioneta de la constructora de su familia, dialogando con sus tíos Marín y Aiolia.
Más allá, en la camioneta del viñedo, sus tíos Cid y Sisyphus le sonríen tomando un café en compañía de sus socios, Milo y Camus, y de sus padres, Aldebarán y Shura. De seguro, hablando de negocios, como siempre. Esos no tienen otro tema.
El grupito de chicos, encabezados por Vassilios, Eulalia, Regulus, Tenma y Tristán, le saludan con efusividad, haciendo un semicírculo en la puerta trasera de la camioneta de la comercializadora. Eulalia incluso, hace el amago de ir a su lado y la detienen Vassilios y Tristán, mientras Tenma la reprende por impaciente.
Son Aldebarán y Shura los primeros que se acercan para estrecharlo contra ellos, formando un abrazo grupal.
—Te esperábamos —susurra Aldebarán con amor incondicional.
—Este trance es tuyo, pero siempre te acompañaremos —sostiene Shura con firmeza, besando su frente con ese amor palpable que Teneo siempre obtuvo de él.
—Gracias, papais —susurra emocionado—, gracias.
Teneo se refugia en sus dos pilares infantiles, se permite ser sostenido por ellos y exhala recuperando el ánimo. Estar con ellos le reconforta y le permite relajarse.
»¿Y Maxinho? —menciona burlón.
—En casa, costó lo suyo que se quedara, pero lo logré —informa Aldebarán con un resoplido.
Shura encoge los hombros con displicencia.
—Digamos que se pusieron a discutir quién se sentaba a mi lado y tu papai decidió abandonar al pobre Maxinho.
—¿Pobre Maxinho? ¡Pobre yo! Además, lo dejé con un buen hueso y si yo no manejaba, ¿Quién iba a hacerlo? —resopla indignado.
—Yo, claro —menciona Shura mirándose las uñas con fingido interés.
—¿Y yo me iría atrás? —rechista con las mejillas rojas como cada vez que sale el tema a relucir—. No, señor. ¡Es nuestra camioneta, no del perro!
Las risas de Teneo acompañan las de Shura mientras Aldebarán sigue ofuscado y sacude la cabeza abrazando posesivo a su marido.
Mientras está distraído, Eulalia le cae encima a Teneo, quien se ríe de sus expresiones. Tras ella, vienen el resto de los chicos con una sonrisa afable.
—¿Creíste que te dejaríamos solo? Ah, no. ¡Somos familia! ¿No dijiste cuando me hice novia de Vass?
—Sí, Eula, somos familia —responde agradecido.
—Además —musita Tenma con una sonrisa torcida—, alguien debía traerlo.
—¿Uh? ¿A quién?
Su primo Regulus señala con el pulgar hacia atrás. De la camioneta de la comercializadora baja un sujeto que le abre a Teneo los ojos hasta el infinito.
—A él —dice Tristán con aire de autosuficiencia—, no sabía cómo llegar...
—¡Shion!
El hombre se acerca llevando consigo un ramo de tulipanes y se lo ofrece.
—Feliz aniversário —musita en un raquítico portugués.
—Gracias, Shion —susurra con un nudo en la garganta.
Los jóvenes se encuentran en un abrazo cariñoso y, sin importar el resto de los presentes, se buscan. En un beso se dispensan el amor incontenible entre ellos.
—Al menos no fueron rosas rojas —susurra Aldebarán.
—¿Qué tienen de malo las rosas rojas? —increpa Shura quisquilloso—. A tí te encantan, aunque nunca entendí por qué se las llevas a Shaina, a ella le gustaban los girasoles. ¿Me equivoco?
El carioca suelta una carcajada y se mece los cabellos de la nuca.
—No te equivocas, pero en aquél entonces, Cassios me hizo una broma y me hizo creer que a ella le fascinaban las rosas rojas, así que se las daba en cada oportunidad. Hasta que un día, Shaininha se hartó y me confesó que lo suyo, eran los girasoles.
—¿Y entonces por qué le sigues llevando rosas rojas, toro loco?
—Porque era tanta la risa que nos dio al saber la verdad, que se nos quedó como costumbre y un guiño entre nosotros de cómo nos amábamos a pesar de nuestros gustos contrarios.
—Oh, mi toro romántico.
Los mayores se dispensan un beso lleno de candor y ternura. Los presentes ríen divertidos, excepto por alguien que bufa.
—¡Papai, suelta a papi! ¡Es mío!
—¡Tú ya tienes el tuyo! —resopla el toro mayor—. ¡Déjame lo mío!
—No, suelta a papi —refunfuña el menor celoso.
—Ni en sueños, es el amor de mi vida y nunca lo voy a soltar. Mi vida no sería la misma sin él. ¡Trabaja con Shion para lograr lo que nosotros hemos alcanzado! Nada me haría más feliz, hijo mío.
—Sí, sí, como digas, pero suéltalo, es mi papi —gruñe empujando al carioca para abrazarse a Shura.
—¡Torito terco! ¡Así no tendrás la casa para la fiesta de Regulus!
—Pero papi me la prestará, ¿verdad que sí, papi? —se pone meloso.
Shura entorna los ojos.
—No lo sé, no me has dado suficientes besos.
—¡¿También tú, cabra traicionera?! —rechista el toro mayor.
Las carcajadas musicalizan la disputa familiar mientras el viento agita sus cabellos con suavidad. Unos pétalos de flor se levantan y son llevados hasta una tumba, donde un ramo de rosas la adorna y en un relicario, la figura de un peluche en forma de toro, reposa apacible.
En la lápida, se puede leer el epitafio creado con amor, cinco años después de la muerte de la mujer:
"Aquí yace la guerrera Shaina,
quien peleó hasta el último momento
por lo que más amaba.
Si la ves antes que nosotros,
dile que su hijo, su esposo,
su hermano y amigos,
ya nos resignamos a su partida
y vive con amor en nuestros corazones".
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