Chapter 8 - Subirse al monte
—Las últimas cajas van de camino, ¿qué falta, Shurinho?
El español levanta la mirada de los documentos contables y revisa su agenda. Aldebarán se acerca y deposita el registro de envíos sobre el escritorio analizando el gesto concentrado de su socio mientras se alisa los cabellos.
A estas alturas de su intensa investigación sobre su amigo, asocia ese gesto con situaciones que le toman tiempo para analizar. A esta cabra no le sacas nada por la boca, debes mirarla con atención para identificar sus gestos.
—Un par de cálculos más, el pago de unos impuestos y podremos irnos.
—Ammm, me temo que hoy no puedo llevarte, cabra contable.
—Está bien —responde marcando un par de cifras—. Puedo ir en metro.
—Yo te pago el taxi, cabra tacaña.
—No es necesario, Barão y me hace bien caminar —asegura tecleando con rapidez algunas cifras—. ¿Llevarás a Teneo a algún lugar?
—No, hoy lo cuida Cassios.
—¿Y eso? —indaga deteniendo sus dedos—. Sólo lo llevas con él cuando llegarás muy noche.
—Sí, saldré con alguien. Tendremos una cita.
—Una...
"Por favor, tócate el cabello. Tócate el cabello, cabra escurridiza, y hazme saber que voy por buen camino".
El español detiene sus dedos y Aldebarán observa con satisfacción la forma en que alacia la sedosa cabellera azabache. Se concentra en poner su mejor cara de póker.
Shura desvía el rostro hacia su socio y parpadea con rapidez. Su expresión es imposible de descifrar. El terco estoicismo de la cabra se lleva el primer lugar.
—Pues... me alegra por ti, Barão —comenta sin alterarse ni mostrar emociones—. ¿Quién es?
—Conoces a esta persona muy bien.
—¿Lo conozco? —parpadea varias veces y lleva de nuevo su mano a los cabellos—. Pues... estoy perdido.
"Bien, cabrita escurridiza... parpadeas de más, eso significa que estás aturdida. Vamos a ver si logro que tomes el bolígrafo y que me muestres tu enojo".
—Decidí que es momento de dar un paso adelante en mi vida y conseguir una pareja y ¿quién mejor que él?
—Ah, es un hombre... —razona parpadeando tres veces—. ¿Quién es?
—Vamos, Shurinho, me conoces bien. ¿Con quién me codeo tanto para que termine fijándome en él?
—Pues... está Mu, de la vinatería "Lemuria" —cavila jugueteando con sus cabellos de forma permanente—. Shaka es otro, del restaurante "Nirvana"... Otro más es... ¿Kagaho? ¿El dueño de la discoteca "Inframundo"?
—No-no —canturrea—, estás frío y el último no me gusta, no es de mi tipo.
—Frío.... de tu tipo... —repite hundiendo sus dedos en los cabellos de su nuca—. Joder, Barão, no tengo la menor idea, pero... me alegra por ti que hayas conseguido en quién depositar tus afectos —susurra hermético y con una microscópica sonrisa.
"Error, esa es tu sonrisa de dientes apretados y sólo la sacas cuando dices algo por obligación y no por convicción. ¿Has notado que se te marcan las venas de las sienes cuando sonríes así, cabrita complicada?".
—Gracias, pues... me voy a las 5, ¿hay problema con ello?
—No, no. Adelante, yo me ocupo de cerrar. Ve y... disfrútalo —sonríe con dientes apretados y regresa al trabajo, tipeando rápido en la computadora.
"Eres más duro que el diamante, cabra terca".
Sale del despacho cavilando sus opciones. Esto no funcionó. Los celos, en definitiva, tienen un efecto opuesto en Shura a diferencia de él.
"Un momento, yo necesité tiempo para procesarlo, pero si te lo doy, cabrita escurridiza, ¿terminarás subiéndote al monte? Eso podría ser contraproducente".
Tres horas después, tiene la plena seguridad de que se equivocó al decir eso. Lo demuestran la tensión y la barrera que alzó Shura entre ellos el resto del día.
La cabra se subió al monte y Aldebarán cavila sus opciones rechazando la idea de permanecer quieto a las laderas mientras lo observa a la distancia.
Reconoce que él es un toro bruto en las artes de conquistar y está oxidado después de 10 años, pero no es un idiota. Sabe bien que, para bajar a una cabra de las alturas, debes ofrecerle algo que le interese más, que seguir trepada.
A las 5, se ve obligado a abandonar el sitio para cumplir con su mentira. En lugar de darse por vencido, se dirige al auto con una idea en mente.
"De hoy, no pasas, cabra escurridiza", se promete con determinación.
Mientras analiza sus opciones en el supermercado con un envase con cerezas al Malbec en una mano y en la otra, un paquete de granos de café cubiertos de chocolate, una voz en el pasillo de atrás lo agita como capote rojo en plena arena de toros.
—Sí, sí. Iré con Shura y haré otro esfuerzo para colarme entre sus sabrosas piernas, así que nos veremos mañana.
No necesita girar atrás para reconocer al sujeto, sus tripas revueltas son una magnífica confirmación.
Milo...
El ominoso monstruo verde de los celos, se le abraza como garrapata. Resopla por las narinas y tensa cada uno de sus músculos.
»Sí, sí, me está saliendo caro el cortejito, lo único bueno es que sus vinos son excelentes... No, por favor. Si está loquito por mí, sólo necesito sonreírle bonito y se la meteré hasta que le salga por la boca... Sí, sí, a eso vine, a comprar condones.
Sus manos hormiguean con la expectativa de arrojarle el frasco. Ya puede imaginar la tendencia en redes: "#CerezasAsesinas" o "#CerezaMalbecMata".
La única luz arrojada por su conciencia, es suficiente para contener sus ánimos homicidas.
¿Por qué intervenir en algo que debe resolver Shura? Si cuida a la cabra es porque no es suya. De lo contrario, la dejaría en libertad esperando su vuelta, a sabiendas de que la trató bien y la cuidó con cariño, y la cabrita no querría a nadie más.
Deja los productos en su sitio con resignación y sonríe con amargura. Es un idiota, debió decirle de frente las cosas a Shura, en lugar de irse por las ramas.
Un impulso le incita a correr con el español y confesarse antes de que pase algo, pero... es un hombre de 2.10m. y con esa altura, es imposible que haya pasado desapercibido para Milo.
Tiene la suficiente dignidad para reconocer su error y darle la oportunidad a Shura de decidir por sí mismo si quiere a ese bastardo en su vida o lo corta en pedazos. Además, se niega a pasar por la humillación de correr a confesarse y que Shura suponga que lo hace por celoso y no por las razones correctas.
Metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, camina a su auto sin llevarse nada. El día está arruinado, gracias a él.
"Tenías razón, Shaininha... soy como un toro bruto cuando quiero confesar mis sentimientos. Le doy muchas vueltas, en lugar de tirarme a cornar".
Sus pies se detienen con una idea que le estremece hasta el tuétano, pero... es hora. Es el momento, nunca estará más fuerte que hoy. Saca el celular y marca el número. Aguarda a que le respondan y acciona antes de dar un respiro:
—¿Cassios? ¿Me puedes dar la dirección de Shaina?
¡Hola, mis Paballed@s!
Chispitas, llegamos al capítulo que más nerviosa me puso. Aldebarán irá a ver a Shaina.
¿Qué resultará?
Deberás esperar a mañana para ver cómo se agarran de las greñas... errr... dialogan xD.
Mientras tanto, te mando pañuelitos, chocolates y un mazo gigante para que mañana vengas preparado a leer y le des con ganas a quien nos hace sufrir.
¡Besos y hasta mañana!
Pd. Me encantó la imagen del cabrón, por eso no resistí a ponerla xD
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro