Chapter 5 - Decisión
—Nos falta checar la última conciliación bancaria y damos por terminada la jornada.
El español empuja con el índice el puente de metal de las gafas de lectura y las acomoda en su sitio. Aldebarán se distrae por enésima vez con esos inesperados y execrables pensamientos que lo alejan de sus responsabilidades laborales.
Desde el evento con las cajas, sus ojos no se dan abasto encontrando nuevos y turbadores detalles sobre su socio.
Desde los pantalones negros hechos a medida y su irrefrenable deseo por desprenderle de ellos para sobar la carne de esos glúteos y de paso, admirar la firmeza de los largos muslos; continuando con la piel del tórax revelada por los dos primeros botones abiertos de la camisa de seda gris bajo el chaleco térmico y, ahora, con las gafas rígidas que enaltecen las facciones y lo dotan de un serio aire.
¿Shura será de esos hombres que mantienen el talante rígido durante el sexo o se transforma en muecas sensuales y ardientes conforme su excitación sube de nivel? ¿Cuáles serán sus puntos erógenos? ¿Por qué acostumbra pellizcarse el labio inferior? ¿Sabe cuán sexy luce al acicalarse el cabello o qué sensual es al sujetarse el cuello mientras habla?
—¿Barão, me estás escuchando?
—¿Ah? —responde por inercia, llevando sus ojos al rostro de su amigo.
El español lo escudriña intrigado. El carioca regresa del planeta de la Sabroshura y aterriza en la aburrida Tierra, en su centro de trabajo, y se concentra en sus labores mientras se reprocha por sus fantasías sexuales, dignas de un puberto.
—¿Estás bien? Te veo distraído, sin contar con que llevas un buen rato rojo... —señala poniéndose en pie y colocando el dorso de su mano en la frente y luego, en la mejilla izquierda del grandulón—. No tienes fiebre, ¿estarás incubando algún bicho?
—N-no, no... —asegura alejándose del tacto ajeno que inflama su otra cabeza—. Este... es que tengo calor.
Shura se aleja un par de pasos y ladea su testa. En el movimiento, un mechón de cabello cae sobre su frente. Los dedos de Aldebarán se alzan prestos para acomodar esos rizos, queriendo apreciar de primera mano su textura y sedosidad. Por fortuna, logra detenerlos antes de cometer una imprudencia.
—Nunca creí que escucharía eso de ti en pleno Diciembre. Siempre te quejas de que el frío de España es más cruel comparado a Río de Janeiro. ¿Te sirvo agua?
—Ah, no. No, yo... yo lo hago —resuelve agradeciendo tener algo qué hacer para olvidar el sofocón sexual—. ¿Qué decías? —dice tras el primer trago.
—¿De verdad estás bien? —se cruza de brazos—. Me preocupas, Barão.
—Sí, estoy bien, no te preocupes, tengo la cabeza llena de ideas banales sobre... —carraspea avergonzado—, que debo comprar un abrigo más grande para Teninho.
Zafa de milagro con la excusa. Shura cambia la actitud y recarga su fantástico trasero en el borde del escritorio.
—Entonces no se diga más, ve a comprarlo, Barão. Dejemos esto para mañana. Por cierto, ¿tienes problema si llego a las 11?
—¿Tan tarde? —cuestiona picado por la curiosidad.
Es raro que Shura llegue dos horas después del horario de entrada.
—Sí, iré a cortarme el cabello y ya conoces al dueño de la barbería "Deathmask". Angelo se tarda más hablando, que usando las tijeras —musita frunciendo la nariz.
—¿Por qué te lo cortarás? Me gusta cómo se te ve ahora —se escucha decir y se congela por el atrevimiento.
Él nunca se metió con la apariencia de Shura y cambiar su perspectiva sobre él, dista de obtener derechos de opinión.
El español desvía la mirada y se lleva la diestra al cuello libre de adornos para sujetarlo y acariciarlo con movimientos lánguidos. El carioca aplasta el deseo de que su propia mano dispense tales atenciones a su amigo.
"Es mi amigo, a-mi-go".
—Gracias, entonces... supongo que... te cumpliré el capricho —exhala con tono neutro—. Nos vemos mañana a la misma hora. ¿Traes el café?
—Sí, claro. Cuenta conmigo para... —dice con un hilito de voz—, traer el café.
El impacto de saberse complacido en un detalle tan personal lo ha dejado noqueado y le hace preguntarse en qué más Shura ha cedido para tenerlo contento.
El despertar es brutal.
Aldebarán queda sentado en la enorme y solitaria cama, jadeando desconsolado por culpa de las reminiscencias del sueño.
Las imágenes del abandono de su ex mujer le estremecen la piel. Las lágrimas escurren de sus ojos y los sollozos sacuden su enorme cuerpo. Se cubre el rostro entre hipidos y gemidos lastimeros.
Se culpa de su marcha, de su incapacidad para sospechar sus intenciones y, sobre todo, de su enfermiza nostalgia que lo sume en un torbellino donde únicamente sobrevive aferrándose a su recuerdo.
Se reprocha su obsesión y terquedad de seguir ansiando su presencia cuando ella no volverá. Nada en el mundo la hizo cambiar de parecer y por ello, nada la traerá de vuelta.
Ella se fue y él...
Él debe ser fuerte y aceptar esa decisión, en lugar de deprimirse y detener su vida por Shaina.
Debe avanzar sin ella y dejar de llorar su abandono. Debe superar el duelo.
Por inercia, sujeta su celular y abre el menú de su mensajería instantánea. Entre lágrimas y constipación cardiaca, escoge la conversación y sus dedos escriben sin cesar.
Como ya se hizo costumbre, sus mensajes anteriores no han sido leídos.
"Shaininha, amor mío. Te quisiera decir que ya no espero tu llamada y que ya no me despierto en plena madrugada. Te quisiera decir que ya estoy curado y que lo nuestro ya es pasado... y volvería a mentirme porque sigo peleando con la realidad de tu partida.
Sin embargo, aunque pierda una parte importante de mi historia y mi personalidad, hoy decido y me aboco a superarte.
Aceptaré tu marcha y me resignaré a soltar tu recuerdo, recuperando la libertad de mi corazón.
Me dedicaré a estar mejor sin ti y no esperaré tu llamada o que, al menos, leas mis mensajes.
Al final, cuando pueda deshacerme de la nostalgia y la depresión, cuando tu nombre ya no me parta en dos, cuando te supere... te buscaré y te lo diré frente a frente, sin mensajeros reales o artificiales de por medio.
Hoy, me prometo encontrar mi felicidad, cuidando con el mismo amor de siempre a nuestro pequeño Teneo. Trabajaré con todas mis fuerzas en ello".
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