Chapter 2 - Seres queridos
—¡Hey, Barão! —llama Shura entrando al depósito—. Mira quién llegó por fin.
El carioca estiba la última caja antes de dirigir su atención a la puerta. El corazón se le derrite al encontrarse con el sujeto de sus afectos. Éste se encuentra tan concentrado en la labor de comerse el chocolate entre sus manos, que permanece ajeno al mundo.
Sin esperar un segundo, corre a él. Los enormes brazos se extienden, lo sujeta y lo guarda entre ellos con amor incondicional. Una sonrisa pintada de chocolate le corresponde. Aldebarán le dispensa un cariñoso beso en la frente y esconde el rostro en su cuello, aspirando su dulce y adictivo aroma.
—¡Qué beleza! [1] —susurra en su natal portugués, emocionado hasta la médula.
—¡Papai, papai [2]! —le responden después de tragar el último bocado.
Las risas del carioca son auténticas al encontrarse con esos ojos de esmeralda iluminando un rostro encantador, enmarcado por azules cabellos cortos y alborotados.
El pequeño atrapa las mejillas de su padre con sus manecitas pringadas del alimento y le dedica besos con dosis extra de azúcar, chocolate y... babas.
—Es increíble que nuestro torito ya tenga un año y medio —comenta neutral Shura, de brazos cruzados sobre el tórax—. Parece que fue ayer cuando lo trajiste recién nacido y salíamos corriendo por el biberón.
—Sigues corriendo, Shurinho. Sigues corriendo —le recuerda con diversión.
—Es diferente, ahora Teneo me dice qué quiere. Antes malabareaba con las opciones: biberón, pañal, gases, mimos o pediatra —serio, arquea una ceja—. Me alegra que Marín sea su niñera. Ella es muy empática y lo entiende a la primera.
—También nosotros lo entendemos ahora, porque mi Teninho [3] ya sabe decir "biberón" —dice orgulloso de su hijo.
—Sí, sí, biberón —desmerita frunciendo la piel de la nariz—. Marín le está enseñando a usar el vasito antigoteo, Barão. Hay que enseñarlo a decir "vasito".
—¡Bibi! —chilla el nene mientras mueve los piecitos con entusiasmo, sentado en uno de los gruesos brazos de su padre, haciendo caso omiso a la voz de Shura.
—¿Quieres bibi? —indaga el carioca comiéndoselo con los ojos.
—Bibi, papai... —repite y se lleva la manita manchada de chocolate a la boca.
A la par, los adultos lo sujetan del bracito para evitarlo. Shura se apresura a sacar uno de sus inseparables pañuelos desechables y limpia los deditos sucios, combatiendo con paciencia y cariño la reticencia del menor.
—Primero, nos lavamos las manitas —enseña con tono neutro.
—¡No, no! —jadea rebelde, haciendo un adorable puchero.
—Sí y de paso, la carita —reitera jugueteando con la nariz del chico y lo hace reír, mientras dirige una mirada elocuente al padre—, ve antes de que se ponga terco. En tanto, buscaré el pacharán [4] y le pondré unas gotas a su leche a ver si se duerme.
—¿Tú? ¿Ponerle pacharán al biberón del niño? —ríe con la mera idea—. ¿Ésta es otra de tus malas bromas? Porque de los dos, tú eres el más estricto con Teninho.
El español encoge los hombros y señala el baño con el pulgar en actitud impositiva. Aldebarán acude raudo para limpiar las manos de su hijo y, las suyas, manchadas con el polvo de las botellas, así como las caras de ambos.
Teneo se alborota de placer al contacto con el agua. La palmea salpicando el lavamanos y de paso, moja las mejillas de su padre al sujetarlas para prodigarle besos con más baba que labios.
Aldebarán disfruta del amor incondicional de su pequeño. Teneo es su vida y, sin duda alguna, su aliciente para vivir y salir adelante.
Los ojos se abren de golpe, la adrenalina le obliga a sentarse en la enorme cama, con las manos temblando y un estremecimiento recorriendo su cuerpo. Las lágrimas acuden a sus ojos sin esperar invitación mientras aprieta las mantas con violencia.
Aldebarán oculta sus gemidos mordiendo su puño izquierdo para no despertar a su pequeño, sacudiéndose entre sollozos debido a la potencia de la pesadilla.
¿Por qué la sigue soñando? ¿Por qué la sigue anhelando?
Sin pensar, sujeta el celular y elige la conversación. Sus dedos tipean frenéticos, a pesar de saber de antemano que serán ignorados por su destinataria, como ya se hizo costumbre desde su abandono.
"Shaina... quisiera decirte que yo estoy muy bien (aunque yo sé muy bien que no), que nunca he estado mejor (te mentiría un poco a mi favor). Si piensas que tal vez me muero porque ya no estás, qué va.
Pero decirte eso, es seguirme mintiendo porque sigo hundido en tu recuerdo. Conociéndote, me dirás que el único culpable de aferrarse a este tóxico ciclo, provocado por tu abandono, soy yo, y te concedo la razón.
Te extraño, te necesito y te sigo amando, mi Shaininha [5]. Daría todo lo que tengo porque volvieras a nuestro lado".
Envía el mensaje y se deja caer en la almohada intentando buscar la postura para alcanzar el descanso.
Las imágenes de su ex mujer lo aturden y le impiden conciliar el sueño.
Las horas pasan sin que pueda pegar un ojo y la soledad de la habitación invita a la rabia. La cólera repta por su piel hasta sus manos cuando el reloj marca las 5 de la madrugada.
Aldebarán recupera el celular.
"¡Eres una egoísta!
¿Por qué decidiste largarte sin tomar en cuenta mi opinión? ¿Por qué no te importó nuestro hijo? ¿Por qué nos abandonaste? ¿Por qué te comportaste como una esposa y madre desnaturalizada? ¿Por qué no pensaste en Teneo o en mí?
¡Cómo te odio! ¡Cómo te detesto y deseo que donde estés, sufras un poco de lo que nos haces padecer con tu abandono!
Te lo tienes bien merecido por hacer tu maldita y caprichosa voluntad".
Embargado por la ira, se pone en pie.
Pasea de un lado para el otro, haciendo surco en la alfombra, como toro enjaulado. Sus ojos reparan en el tocador y resopla tomando una decisión trascendental.
NOTAS DE LA AUTORA
[1] ¡Qué beleza! — en portugués significa "Qué belleza".
[2] Papai — en portugués, significa "papá".
[3] Teninho — significa "Tenito" y se pronuncia "Teniño".
[4] Pacharán — es una bebida alcohólica fabricada a partir de la maceración de la baya del endrino, conocida como la endrina. La maceración se realiza en un aguardiente de tipo anisado, que debe tener un contenido alcohólico no mayor al 30%, su origen es de la región de Navarra.
[5] Shaininha — significa "Shainita" y se pronuncia "Shainiña".
Una cosa más, yo tomé como referente unas etapas de duelo diferentes. Hay autores que marcan 4, 5, 7. El punto es que para ahondar en el tema, nada mejor que consultar a un psicólogo.
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