Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Chapter 13 - ¿Usamos el pacharán?



—Se durmió el torito.

Aldebarán se seca el cabello con la toalla después de tomarse una merecida ducha y al notar a Shura en su habitación, se sonroja. Es demasiado íntimo.

El español se acaricia el cuello con la mano y esta vez, su rostro refleja lo que le pasa por la mente mientras recorre con pereza los músculos exhibidos del carioca, gracias a la toalla en la cintura.

El grandulón traga saliva al distinguir el brillo del deseo sexual en esas olivas.

     »Me daré un regaderazo. Si es que no tienes problema con ello.

—Ah, n-no —responde nervioso—. Por favor, todo tuyo.

—Gracias —dice acercándose con paso seguro.

—Ah, Shurinho.

—¿Sí?

El español gira mientras se desabrocha los botones de su camisa. Aldebarán pierde el habla al deslizar la mirada por la piel lechosa y los músculos marcados. Cierto, ahora que recuerda, él también realiza rutinas de gimnasio en la noche.

—Eh... ¿Te... te...? —pierde la conciencia de su pregunta mientras devora con los ojos los pectorales, el ombligo sexy y más abajo...

—Barão, mi cara está arriba, no en mi bragueta —avisa poniendo las manos en la cintura, con la prenda abierta cayendo por los costados.

Se atraganta con su saliva y se pone más rojo que los tomates. Shura le dedica una mirada afilada, disfrutando de su bochorno con una sonrisa cínica.

—¿Cuándo te hiciste tan... tan... directo?

—Siempre lo fui, pero contenía mi lengua para no ser tan obvio. Después de Año Nuevo, solté sutiles señales, pero creo que nunca llegaron a destino. ¿Me equivoco?

—La verdad, sentí que alucinaba al pensar que me coqueteabas —confiesa rascándose la nuca—. Sospeché que te gustaba ayer, gracias a Teninho. Él me dijo que le tenías envidia porque lo abrazaba.

—Sí, lo imaginé por tus palabras. Fue algo que le dije sin querer en Diciembre, cuando los encontré en el cuarto del velador y tú estabas como ahora, sólo con esa toalla que dejaba poco y nada a la imaginación.

—¿Cuándo fue eso? —indaga haciendo memoria.

—El día que Teneo te llenó de agua y tuvieron que bañarse.

—Lo siento, no puedo ubicar la fecha —se rasca la nuca avergonzado.

—No importa, pero ese día por la tarde, mientras estábamos en el auto, Teneo repitió mis palabras y me preocupé.

      »Después, al paso de los meses y descubrir que no entendías mis indirectas, seguí diciéndoselo, en la esperanza de que algún día te lo repitiera. Plan cumplido, sólo no esperé que me lo echaras en cara de esa forma.

—Ya veo y me alegra tu estrategia, nunca me habría enterado de otra forma —sonríe tímido—. Pues... cambiando de tema, quería preguntarte algo.

—Dime.

—¿No... —aspira profundo—, no te da grima estar conmigo en esta habitación?

—¿Por el fantasma de Shaina? —cuestiona y al ver su reacción, asiente comprensivo—. ¿Te hace sentir mal tener relaciones conmigo donde las tuviste con ella? —se preocupa acercándose a él.

—No, al paso del tiempo y más con la última remodelación que hice en Febrero, desterré su fantasma de este cuarto.

      »Por eso lo cambié todo, para hacer mía esta casa, como señal de que la vida continúa y tengo todo el derecho de decorarla a mi gusto y necesidades. Incluso su habitación de crochet ahora es el cuarto de juegos de Teneo.

Shura sonríe orgulloso de cada paso dado por Aldebarán. Su duelo fue sano.

—Entonces, mientras hayas cambiado la cama, yo no tengo problema.

Aldebarán sonríe un poco.

—Fue lo primero que compré, ya la otra necesitaba renovarse.

—Bien, ¿tienes problema con que sea hoy, cuando tengamos sexo?

—¿Por qué? —susurra sin comprender hacia dónde va la mente del otro.

—Porque puede ser muy pronto para ti. Yo tuve mi tiempo para aceptar tu nueva realidad e ilusionarme con este momento, pero tú...

—Por favor, cabra, ya me harté de Manuela —gruñe con anhelo—. No sabes la de sueños húmedos que he tenido contigo. Necesito esto, te necesito y me urge comerte...

El español parpadea tres veces y sonríe de lado. Se acaricia el cuello con nerviosismo y asiente complacido de saber que despierta tal deseo sexual en el otro.

—Me voy a bañar. Dejé los condones y el lubricante en el velador izquierdo. Ten en cuenta que sin lubricante y una adecuada preparación, no juego. Ah y córtate las uñas mientras me baño. Me transformo en energúmeno si rasguñas mi recto.

—¿Algo más, cabra controladora?

Para su azoro, Shura lo medita. ¡Lo está pensando! Incluso se toca el cabello mientras se toma su tiempo para ello.

—Tengo miedo de que Teneo nos escuche...

Eso sí es un problema con "P" mayúscula y le baja la excitación de un plumazo. Ama a su hijo, pero imaginarlo entrando a su habitación y presenciar su intimidad, no está en sus planes.

—No tengo la menor idea de qué hacer con eso, Shurinho. A menos que mantengamos los ruidos bajo control.

La cabra se pellizca el labio.

"Maldita cabra, esto te frustra, ya lo entiendo".

—¿Y si usamos el pacharán? —aventura gruñendo con impotencia.

—Claro, usaremos el pacharán —ironiza rodando los ojos dentro de sus cuencas—. Vete a bañar, le pondré seguro a la puerta y si nos interrumpe, le diremos que jugábamos a las luchas.

—Eso se traduce en un: Shura, sales y le dices tú —interpreta con mirada filosa.

—¡Tú tienes más autocontrol! Yo me trabo al explicarle algo de sexo.

—¡Es inconcebible que se te vaya la voz con ese tema! —refuta airado—. Me voy a bañar —se dirige al cubículo—. No te olvides de cerrar la puerta.




Uñas cortas, condones, lubricante, seguro en la puerta, el monitor de Teneo encendido, vello púbico recortado, perfume, lavado a conciencia...

¿Falta algo?

Sí, claro que falta algo...

¡Shura!

"Cabra escurridiza, ¿cuánto tardas en bañarte? ¡Me subo por las paredes!".

¿Cuánto tiempo pasó desde que el español desapareció? Revisa el reloj del celular con impaciencia.

"Filha da puta, ¡ocho minutos! No voy a resistir".

La mera expectativa del momento que compartirán le tiene duro, listo para iniciar la contienda sexual.

Desearía darse consuelo por su propia mano, pero también combate ese impulso con la esperanza de que sea Shura quien se haga cargo de él. Su pene ruega por el tacto ajeno y le enloquece la idea de descubrir si su compañero es expresivo durante el sexo o es igual de serio que en su vida cotidiana.

Le fascinan los sonidos, los gestos y las palabras porque eso le aumenta la libido. A finales de cuentas, ¿a quién no le gusta saber que complace a su compañero en la cama?

Sus manos actúan antes de cometer una locura. Saca un pijama limpio de los cajones, se calza el pantalón y con el tórax desnudo, sale a la cocina. Descorcha una botella de vino y llena la mitad de una copa para darle espacio a Shura en su aseo.

Bebe un pequeño trago aspirando con fuerza, permitiendo que el zumo especiado haga el efecto de relajar sus nervios erráticos. La primera copa es la antesala de una segunda, pero ésta es acompañada de queso y jamón ibérico.

Sería el colmo que se emborrachara esperando a Shura.

La ansiedad oral está en el límite y la combate con el insulso sabor de la comida mientras se anticipa al del español. El de su boca le pareció maravilloso. Su saliva y su aliento le pusieron a tono. Reaccionando a ese recuerdo, su miembro sufre la prisión de sus pantalones.

¡Han sido más de dos años de abstinencia!

La masturbación no cuenta. Nunca fue un demonio del sexo, pero después de tanto tiempo sin estar con alguien... ¡Cualquiera se sube por las paredes!

—¿Qué haces acá, toro tonto?

Esa voz estremece su epidermis por el escenario que abre ante ellos.

Aldebarán se pasea la lengua por los labios anticipándose al momento, dándose su tiempo para enfrentar su futuro con cabellos azabaches y piel lechosa.

—Me entretengo o si no, me habría metido a la ducha contigo —responde sin voltear—. Quería darte espacio para que te prepararas a gusto.

—Ya veo —ronronea al conocer el grado de su impaciencia—. ¿Me ofreces vino?

El carioca gira el rostro y encuentra al otro usando su camisa de pijama, a combinación con los pantalones que Aldebarán usa. Vestidos de esa forma, claro que parecen una pareja y esa comprensión le derrite el corazón.

—Claro, aquí está la tuya —ofrece la copa—. Te la serví hace rato, esperaba que el reloj marcara los veinte minutos que puse de plazo para llevártela.

—Gracias.

Shura la acerca a su boca y Aldebarán se mantiene recargado contra la encimera, disfrutando la sensualidad de los movimientos del español. Lo hipnotizan esos labios mojados con el zumo especiado, el espasmo de su manzana de Adán al tragar y la sobriedad con que sostiene el cuello del alargado recipiente.

—Ahora entiendo por qué le ven el lado sexual a la copa.

—¿Ah? —interroga desviando sus olivas al objeto.

—La sostienes como quisiera que me tocaras...

Shura parpadea tres veces y se acaricia el cuello nervioso.

     »Te he visto tantas veces hacer eso, que me muero de hambre por imitarte. Fantaseo con rodear tu cuello con mi mano y apretar un poco para conocer tu reacción. ¿Eres de los que siguen serios en la cama o lo demuestras?

—Deberás averiguarlo —desafía pellizcando su labio con los dedos.

Aldebarán se marea ante ese gesto. El español es tan sensual y ha esperado tanto por él...

     »Yo muero de las ganas de morderte la boca, fue lo primero que me atrajo cuando te conocí. Eso y tu sonrisa tan franca.

—Toda tuya.

—Mentiroso —refuta cortante—, la compartes con muchos más.

—Si me lo pides, te la concedo sólo a ti... —suspira encantado con el coqueteo mutuo, eso adereza más los juegos previos.

Sin embargo, le llega un chispazo de coherencia

     »Por cierto, antes de meternos de lleno en esto, yo también tengo reglas puntuales para una relación.

—Dispara —invita mientras sorbe otro poco de vino—, me parecía raro que tuviéramos sexo sin discutirlo antes.

—Exclusividad. Te quiero para mí, sólo para mí. Soy... —hace una mueca—, muy posesivo y me tomo muy a pecho la fidelidad.

Shura encoge los hombros y deglute su bebestible.

—Hecho, no pienso meterme con nadie más. No después de esperarte por tantos años —confiesa tranquilo—. Joder, Barão, muchas veces fuiste el protagonista de mis fantasías sexuales.

—¿Y qué hay de Milo? —suelta con despecho.

—¿Por qué lo metes? —ladea la cabeza queriendo saber hacia dónde va la cabeza del otro.

—Te relacionaste con él —susurra celoso—. Tan así, que te sigue buscando.

—Tú estabas con Shaina y yo no me quejo.

—Ahora ya no —sisea tenso.

—Te recuerdo que hoy, para no ir más lejos, saqué a patadas de mi vida a Milo. Aunque sea por orgullo, no volverá...

—Siempre vuelve —susurra indignado.

—Entonces haré hincapié en que, el único en mi cama es un toro posesivo y celoso —reitera con los párpados entornados—. En el peor de los casos, si insiste, le diré que compruebe a quién tengo de pareja y aprenderá por qué no quiero cambiarte.

La seguridad en la voz de Shura disipa sus fantasmas. Dejar claro este punto es imprescindible para él. A finales de cuentas, es un Tauro y lo único que no perdona, es la deslealtad. Eso incluye que su pareja se reencuentre con su ex y más si es Milo.

—Está bien, si Milo no entiende, vienes conmigo... Me haré cargo de hacerle comprender las cosas —promete queriendo ser el único en la vida de Shura.

No usará la violencia, pero hay otras formas de persuasión más... efectivas.

—Te advierto que exijo lo mismo. Me traicionas y se acabó. Esta cabra se sube al monte y nunca más la vuelves a encontrar —asevera cortante.

—Soy demasiado fiel para buscar otros aires y, cuando llegue la rutina, podremos idear algo para entretenernos.

Aldebarán se separa de la encimera, dispuesto a terminar con la charla insulsa. Anhela sentirlo de una vez y por todas. Su corazón explota por él, su cuerpo lo ansía con febril inquietud y su virilidad, sin duda, ha esperado demasiado.

     »Ven aquí, cabra escurridiza —sisea con tono bajo.

—No —refuta poniendo una mano sobre el pecho de Aldebarán—, aquí no. Toma las copas y el vino. Yo llevaré la fuente con el queso y el jamón. Vayamos a donde nuestro Teneo no pueda encontrarnos y arruinar el ambiente.

     »Ya te digo, no seré celoso, pero tengo muy claro lo que deseo y eso es comerte y que me comas, por completo, sin reparos y mucho menos, interrupciones.

—De acuerdo —dice resignándose a obedecer—, tú primero.

—¿Me saliste voyerista? —indaga con una sonrisa torcida.

—Fetichista, tu trasero me tiene de cabeza desde que te vi a gatas.

La risita de Shura es música para los oídos de Aldebarán y la aprecia porque la escucha poco y nada. El español obedece caminando con la seguridad de quien se sabe atractivo para el otro, mientras Aldebarán cumple a medias con su fantasía.

La camisa de su pijama impide la visibilidad. No es como los pantalones hechos a medida, típicos de Shura, que se entallan a su figura. La tela cae recta, dando más trabajo a la imaginación.

Sin embargo, esas pantorrillas prometen. La franja de piel descubierta de su nuca, es otro de sus objetivos visuales.

Sacude la cabeza al entrar a la habitación, alejando sus frustraciones. No se olvida de poner el seguro porque concuerda con Shura: no quiere interrupciones.



¡Hola, mis Paballed@s!

Mañana tendrán un capítulo larguísimo porque salió como salió. Pido comprensión e informo que es un +18, así que si no tienes edad, no sé qué haces leyendo esto, pero te lo saltas por favor.

Después de las advertencias (que caerán en saco roto, ya lo sé), acepto que estoy inquieta por el siguiente capítulo. Sin embargo, las personalidades de Shura y Aldebarán, me obligaron a tomar la vertiente que leerán. 

Además, llegó un punto donde yo misma disfruté de escribirlos, así que... espero lo disfruten también.

¡Hasta mañana!



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro