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Chapter 12 - Familia


—¡Papai, papai!

—Mi Teninho —jadea apretándolo contra él, oliendo su aroma, disfrutando del calor reconfortante emanado de tan pequeño cuerpecito—. Mi amor.

—Papai, tía dio Teninho —dice mostrando su muñeca izquierda.

En ella luce una pulsera tejida a mano, con el nombre del pequeño. Aldebarán la conoce porque ella le pidió permiso para dársela. Debajo de ella, tiene una etiqueta con su nombre y número de teléfono, lo cual agradece por cualquier eventualidad.

Tal y como Marín dijo: "más vale prevenir, que lamentar" y, para lo inquieto que es su hijo, prefiere hacerle caso.

—Huy, qué linda es —alaba con entusiasmo y haciendo feliz a su hijo por compartir este momento importante para él—. ¿Te gustó?

—Sim, papai —asiente con su cabecita—. ¡Tía, tía!

El pequeño llama a la mujer, la pelirroja se les acerca con una sonrisa.

     »Teninho ama tía —dice el pequeño sonriendo.

—Y la tía te ama —confirma Marín besando sus cabellitos.

—Tía, tía, "bacha" Teninho —exige alargando sus brazos.

—Teneo, hemos hablado de esto —le dice con firmeza y serenidad—, se piden las cosas "por favor".

—Ah, sim. "Pofa, pofa".

—Muy bien.

Ella lo toma en brazos y éste se recarga en su hombro mientras lo mecen.

     »Me alegra que estés mejor, Barão.

—A mí también, Marínha [1]. Gracias por cuidar de él.

La saluda con un beso en la mejilla mientras su hijo sacude su muñeca fascinado con su pulsera.

—Por favor, soy la tía. La única que tiene —le guiña un ojo—, ¿cómo no cuidar de mi sobrino? Por cierto, ten cuidado porque ya-sabes-quién necesita un nuevo retoque.

—¿Ahora qué le pasó a ese condenado? —reniega sintiendo que se le cae el mundo.

—Ya está viejo, necesita jubilarse. Lo sabes.

El carioca exhala por las narinas, tenso hasta los tobillos.

—Papai, papai, ven, ven —exige y tras una mirada larga de Marín, se corrige—, "pofa, pofa".

Aldebarán lo abraza en automático para recibir muchos besos. Sonríe y le devuelve unos cuantos. De alguna forma, comprende que su hijo está ansioso, quizá por el ambiente generado por su visita al cementerio.

—Claro ¿y cómo lo haremos? —sigue la conversación procurando darle apoyo emocional a su hijo con caricias y besos—. ¿Ya pensaste en eso?

—Se hace con magia.

La picardía de Marín es tomada con reservas por el toro, quien ladea la cabeza.

     »Teneo, ve con tu tío Aiolia, por favor —le pide con ternura—. Tiene un pastelito para ti.

—Huy, sim —responde alborotado—. Baja, papai. Baja Teninho —se sacude para soltarse inquieto ante la perspectiva de comer algo rico.

—Teneo, se dice "por favor" —le recuerda Marín con firmeza.

—Eh... ah... Papai, baja Teninho, "pofa".

—Con gusto —accede y obedece agachándose—. Hey, hey, primero mi beso.

El niño rueda los ojos al límite de su paciencia, lo besa y corre con su tío.

—Tío, tío, "patelito" Teninho. "Patelito" Teninho.

—Sí, ya le doy su pastelito al niño —se equivoca intencionalmente el mayor.

—No, tío —refuta airado—. Teninho.

—Por eso, niño.

Eso es suficiente para enfrascarse en una pelea de quién tiene la razón. Por supuesto, ninguno. En tanto, Shura dialoga con Cassios mientras comparten un vino, Marín lleva a Aldebarán al patio trasero para hablar tranquilos.

—¡Cómo le gusta a tu marido pelear a mi niño! —reniega Aldebarán ofuscado saliendo al jardín observando el cielo estrellado.

—Es parte de su encanto. Además, no es el único. Teneo también lo busca para discutir con él —minimiza Marín—. Ahora que has hecho las paces con Shaina, puedo hablar contigo sin secretos o temas prohibidos.

El mayor se tensa por la seriedad en la voz de la mujer y aspira profundo calmando su mente. Entiende por qué le ocultaron muchas cosas en estos casi dos años, él mismo dudaba de soportar cualquier plática sobre su esposa fallecida.

     »Shaina sabía que era una posibilidad este desenlace. Tú mejor que nadie sabes lo riesgoso que fue el embarazo.

—Sí, la preeclampsia [2] fue una filha da puta [3] —susurra por lo bajo, cuidando que Teneo no lo escuche.

Es un pacto asumido por todos. Las groserías no son permitidas para educar bien al niño y evitar que las repita.

     »No sé cómo hizo Shaininha para llegar hasta casi el noveno mes...

—Porque era una guerrera —sostiene Marín orgullosa de su amiga—. Bueno, ella... hizo planes. Sabes cómo era. Shaina siempre estuvo adelantada a su tiempo y eso significa que me dejó regalos para el niño. Tenía la ilusión de que los recibiera en sus cumpleaños. Entre ellos, hay un par de Ferdinandos.

El nudo en la garganta le impide hablar. ¿Por qué no le sorprende eso de Shaina? Se preocupaba hasta de los más mínimos detalles y Teneo, después de tantos abortos, era su mayor ilusión. La de ambos...

¡Tenían tantas esperanzas y planes!

—Con razón parecía que nunca terminaba con el condenado toro —susurra cabizbajo, recordando cómo se afanaba en coser y arreglar las piezas con amor.

—No te los entregué antes porque sabía que lo notarías. No eres ciego.

Aldebarán se pasa la mano por el cabello mirando hacia atrás. A través de la ventana, presencia la algarabía y glotonería de su hijo, sentado en las piernas de Aiolia, mientras hinca con ganas los dientitos en el pastel.

—Lamento haber impedido recibir el amor de su madre estos años... —susurra con lágrimas en los ojos.

—No te des tanto crédito —censura Marín—. ¿Notaste que yo siempre le llevaba algo tejido durante sus primeros meses y para su cumpleaños, le tocó dotación por partida doble?

Aldebarán entorna los ojos recordando el primer y único cumpleaños, hasta el momento, de su pequeño.

—Cierto... le diste...

—Le regalé ropita, pero también la vaca.

—La vaca que terminó en tu taller de costura cuando la sacó de paseo y se le cayó quién sabe dónde. Fue víctima del perro del vecino... —jadea disgustado al recordar el episodio—. Al menos fue la vaca y no Ferdinho.

—Sí, esa vaca... —reitera Marín—. Por lo menos, el niño no la vio y la guardé en su habitación después de arreglarla.

—Espera, ¿la ropita tejida y la vaca...?

—Sí, se las dejó Shaina —asegura con una sonrisa—, incluso esa pulsera que le regalé hoy. Vamos, Barão, sé coser, pero nunca se me dio el crochet como a tu mujer y mucho menos, los peluches.

Se le cierra la garganta y sonríe a duras penas. Bien o mal, Teneo siempre tuvo a su madre a su lado, incluso ahora mismo. Un par de lágrimas resbalan por sus mejillas.

     »Lo siento, Barão, lamento haberte ocultado todo. Incluso hacer pasar los obsequios como míos.

—No, está bien. Comprendo que no estaba en posición de entenderlo o aceptarlo. Gracias, Marín, gracias por ser tan buena amiga, a pesar de que ella partió.

—No fui su amiga, Barão —susurra con la voz ronca—. Shaina siempre fue mi hermana y ella también lo sentía así. Para mí, cuidar de Teneo es igual que cuidar a mi sobrino. Por eso me dice tía. Sabes que se lo inculqué, ¿verdad?

Las lágrimas caen en el rostro de la mujer. Aldebarán las seca con sus pulgares con cariño y cuidado.

—Sí, nunca te pude negar ese pequeño consuelo. ¿Cómo podría si para Teneo, tú eres su única figura materna, Marín?

—Es lo que Shaina habría hecho por mí —sonríe con nostalgia—. Es lo que nuestra guerrera habría hecho por todos. Ella siempre repartió amor, como tú. Me alegra mucho, mucho, que hayas hecho las paces con ella.

El abrazo compartido los devuelve en una esfera de aceptación a la realidad. Ahora Marín puede hablar de su amiga con el marido de ésta, como siempre quiso.

—También a mí —susurra Aldebarán con una sonrisa a pesar de las lágrimas—. Por cierto, debo decirte algo.

—¿Sí? —dice sacando un pañuelo para secarse la cara.

—Quiero... Amm... este... —aprieta los labios—, me gustaría empezar una relación con Shura.

Marín arquea una ceja ante el sonrojo masivo y la timidez de Aldebarán.

—¡Ah, por fin la cabra saldrá de la friendzone!

—¿Tú... tú sabías? —jadea con la boca reseca.

—Claro —confiesa sonándose la nariz—, incluso, Shaina. En un momento extraño, casi a punto de iniciar el octavo mes de gestación, lo platicamos. Ella estaba preocupada por ti si algo le pasaba y me dijo, con esos dotes de bruja que tenía, que ojalá nunca te separaras de Shura porque él te quería de verdad.

     »Más o menos, sus palabras fueron, "si alguien puede entender a mi toro, es esa cabra con cara de que le metieron un palo por el culo".

—Shaininha, tan soez como siempre... —susurra con sonrisa nostálgica.

Ni siquiera le sorprende esa plática sobre Shura. A finales de cuentas, su Shaina sabía leer muy bien a las personas y era demasiado clara con sus criterios. Por eso la echaba tanto en falta, era un faro en medio de la oscuridad.

—Pero es cierto —asevera Marín aunque titubea—, bueno no...

—Al menos tú sí lo respetas —se alivia por esa toma de conciencia.

Quizá, su sonrisa aparece antes de tiempo.

—Sí, no tiene un palo metido en el culo —asegura con malicia—. Le falta el palo en el culo, pero confío en que tu Gran Cuerno, como Shaina lo llamaba, le calce bien y le cambie la carota de pocos amigos, a una de felicidad absoluta.

—¡M-Ma...rín! —sisea a duras penas.

—¡Por favor, Barão! Necesita que se lo follen, ¡hazle el favor ya!

Por eso Shaina y ella eran tan amigas, casi hermanas.

¡Si eran un par de víboras!


¡Hola, mis Paballeds!

¿Por qué abordamos el tema de Marín? Porque parte de la sanación es hablar de la persona que se fue sabiendo lo bueno y lo malo, aprendiendo de ello sin que te lastime.

Son partes inherentes de tu aceptación. Si sigues hablando de alguien con resentimiento, ese duelo nunca fue bien terminado.

Ahora sí, ¡nos vemos mañana!

Besitos y chocolates para ti.

NOTAS DE LA AUTORA


[1] Marinha — significa "Marita" y se pronuncia "Mariña".

[2] Preeclampsia — Es una complicación del embarazo potencialmente severa caracterizada por una presión arterial elevada. La preeclampsia suele comenzar después de las veinte semanas de embarazo en una mujer con presión arterial normal y puede ocasionar complicaciones serias, incluso mortales, para la madre y el bebé. Aunque el signo más notorio de la enfermedad es una elevada presión arterial, puede desembocar en una eclampsia (convulsiones o coma y se encuentra entre las causas principales de muerte maternal), con daño a los riñones, hígado y cerebro. El único tratamiento es el parto.

[3] Filha da puta — significa "hija de puta" en portugués.


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