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Chapter 1 - Fase de la ira


—En estos días iré con Shaina, ¿quieres que le diga algo?

Aldebarán se levanta con más vigor del necesario y la silla cae con estrépito. Las manos restriegan con frenesí la piel morena de su rostro una y otra vez. La aflicción se marca en sus facciones y hace hincapié en la ceja fruncida sobre el puente de su nariz. Sus pasos de toro en Pamplonada lo aventuran hacia la puerta .

     »Aldebarán... ¡Al menos respóndeme antes de largarte!

—Sí, sí —rezonga fulminando con la mirada al de cabellos blancos—, si la ves... —susurra con el repudio marcado en la voz y una constipación pectoral—, dile que ya no la recuerdo y que ya no me hace falta. Dile que ya estoy curado y que lo nuestro ya es pasado [1] —aspira bronco, con voz gruesa por las emociones.

—Mentiroso, eso ni tú te lo crees —acusa resentido.

—¡Entonces no preguntes estupideces, Cassios!



—¡Hey, Barão [2]! ¿Cómo te fue en tu almuerzo con Cassios?

—Shura, no me recuerdes a ese... ese...

El carioca aprieta las manazas y las empuña encajando las cortas uñas en las palmas. La tensión se marca en cada músculo resaltando las venas gruesas, producto del entrenamiento atroz al que se somete cada mañana para mantener la calma.

Su socio arquea una ceja y continúa sacando brillo a la copa con ayuda de un paño y alcohol. Parece ajeno a las emociones volátiles del otro.

—¿Tan mal te fue?

—Me salió con que pronto irá con Shaina y si quería usarlo de recadero... —jadea presa del desasosiego.

—Oh —dice parpadeando tres veces mientras se detiene en su labor.

—No me explico cómo puede ser tan cara dura. ¡Casi le rompo la nariz de un puñetazo! Y eso me avergüenza porque yo no soy violento. Me sacó tanto de quicio.

El español abandona los objetos sobre el mostrador y se acerca comprensivo al ofuscado hombretón. Una mano se posa en el abultado bíceps derecho y lo aprieta procurando transmitir aliento. Aldebarán deja caer la cabeza intentando ocultar las lágrimas resbalando por su tostada piel mientras se desprecia por su debilidad.

—Es justificable reaccionar de mala forma a ese comentario —musita ofreciéndole un pañuelo desechable—. Sabes que Cassios y Shaina...

—¿Qué iba a mandarle decir? —interrumpe frenético—. ¿Que los días se han pasado y ni cuenta yo me he dado? ¿Que no me ha quitado el sueño y que lo nuestro está olvidado? —sonríe con ironía y la nariz constipada.

     »No hablemos de ella, Shurinho [3] —censura limpiándose las lágrimas con rebeldía—. ¿Me haces ese favor?

—En algún momento deberás enfrentar tu realidad, Bãrao —insiste pragmático—. Ella se fue y tú debes continuar.

—Ella no se fue, ella nos abandonó. Dilo como es —refuta despechado, revisando el calendario—. ¿Qué falta para la entrega de mañana?

—Doce cajas de Cabernet Sauvignon y tres de Malbec [4] —responde Shura cansino, dándole trabajo a sabiendas que insistir en el tema, ayudará poco y nada en el humor de Aldebarán.

Para el español, su socio parece haber superado con éxito tres de las etapas del duelo: la negación, la negación con la realidad y la depresión. Que tome su "partida" como "abandono", es un avance. Significa que se adentró en la fase de la ira y ahora culpará a todos: a la vida, a los dioses, a sí mismo, pero más aún, a Shaina.

Sin duda, es donde más acompañamiento y comprensión necesita.

—Me haré cargo —asegura el carioca sujetando la comanda escrita—. ¿Está bien?

—Por supuesto, mi brazo derecho está resentido y el peso de las cajas me lastima. Tú haces mucho ejercicio, debes desquitar tu parte haciendo el trabajo sucio —comenta con un gesto serio y formal.

Aldebarán se detiene analizando con mucho detalle las facciones de su socio.

—¿Eso fue una broma, cabra loca? —cuestiona dubitativo—. Porque si lo fue, deberías hacerlo notar con una sonrisa o algo parecido porque ahora me cuestiono si tu brazo te duele y yo no he sido capaz de notarlo para ayudarte —lo reprende con suavidad.

El español se encoge de hombros sonriendo apretado y continúa sacando brillo a las copas. Aldebarán se muerde el labio inferior para no reír por la pésima broma y la reacción de su amigo. Se aboca a sus labores, ocupando su mente para desterrar en el proceso, a aquella mujer.

Fueron siete años de su vida entregados a Shaina. Una fémina guapísima, de cabellos verdes, ojos increíbles y un carácter endemoniado, pero de auténtica nobleza y una enorme generosidad ocultas en el fondo de su ser. Cualidades que salían a relucir a capricho del apasionado carácter italiano de la mujer.

Siete largos años. Hasta que ella los abandonó sin resquemores.

Sin titubear y pisoteando toda una vida compartida, decidió marcharse. Ostentando la misma firmeza con la que enfrentaba los aspectos cotidianos, actuó de forma egoísta y sin escrúpulos.


"Debo dejarla atrás. Debo curarme de esta enfermedad que me ata a ella. ¡No se merece tanta atención! Debo superarla. ¡Maldita Shaina, maldita seas! ¿Por qué nos abandonaste? ¿Por qué decidiste largarte de nuestras vidas?".


NOTAS DE LA AUTORA

[1] Dile que ya no la recuerdo y que ya no me hace falta. Dile que ya estoy curado y que lo nuestro ya es pasado — todo lo que esté en negritas e itálicas, son la letra de la canción de "Si la ves", de Sin Bandera y Franco de Vita.

[2]Barão — los brasileños tienen por costumbre formar diminutivos cariñosos con los nombres. Significaría "Barito" y se pronuncia "Baraun".

[3] Shurinho — significa "Shurito" y se pronuncia "Shuriño".

[4] Cabernet Savignon y Malbec — son tipos de vinos, dependiendo de la uva con la que se prepara. El Cabernet Savignon es rojo, seco y fuerte, de frutas negras y especias. El Malbec, por el contrario, es dulce y de sabor suave, aunque también es frutal, es más fácil de beber y disfrutarse al paladar.

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