Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4. Chica Ideal.


Trabajar a medio tiempo en una de las más respetadas empresas de inversiones de la ciudad era algo bueno. El problema era Jack, ese tipo se creía con derecho a ordenarme todo tipo de trabajos solo por haber sido designado mi jefe.

Lo detestaba a más no poder, sobre todo la forma en la que trataba a las chicas de la oficina, a su jefa o incluso a su mujer. Ese maldito abuso de poder que se jactaba... algún día tendría consecuencias. Porque creía en el karma y un día... tendría su merecido.

A pesar de eso, las cosas iban bien. Pero estaba preocupado por como seguía gestionando su vida mi padre. Si bien... nosotros ya no nos entendíamos tan bien como antes... No podía mirar para otro lado cuando él volvía a las andadas y en aquel momento no tenía la excusa de que su esposa estaba enferma de los nervios como solía decir cuando mi madre aún vivía.

Emma era una chica sana que tenía diez años más que yo, que lo amaba con locura y ya estaba empezando a sospechar sobre sus continuos viajes de trabajo. ¿Qué ocurriría cuando ella se enterase de la verdad? Ella era una buena chica que no merecía lo que mi viejo le estaba haciendo.

No era sólo por humanidad por lo que estaba tentado a pararle los pies a mi padre, pese a no ser de mi incumbencia. Lo cierto es que esa chica se me había metido muy dentro en poco tiempo.

Éramos amigos y nos llevábamos muy bien. Era la única a la que me había atrevido a contarle mis intenciones sobre marcharme de la mansión, incluso antes de comprar el apartamento. Ella era buena dando consejos.

Me fumaba un cigarro en los jardines del campus cuando pensé en ella, en lo mucho que a ella le disgustaba que lo hiciese. Siempre solía decir que su abuelo murió de cáncer de pulmón.

Lo tiré casi entero y saqué el teléfono del bolsillo del pantalón que comenzaba a sonar.

Sonreí en cuanto vi el nombre de June en la pantalla.

–Killian. Este fin de semana vienen mis hermanos de Corea. Habíamos pensado ir todos a la sala Evo. Hace mil que no salimos de fiesta. ¿Por qué no te vienes?

–Cuenta con ello – él sonrió al otro lado y yo pensé en lo extraña que era su familia. Su padre abandonó a su madre cuando ellos eran unos críos, pese a que volvió más tarde como si nada hubiese pasado y trató de comprar su amor.

Él nunca lo aceptó y se marchó con su madre a Estados Unidos. Estuvieron dando tumbos por distintos lugares, hasta que su madre conoció a un hombre bueno que la idolatraba, que además tenía un hijo más joven que June. No se casaron jamás porque ella aún estaba casada en su país, pero fueron felices hasta que ella murió de una rara enfermedad renal. Eso fue después de que June abriese el restaurante coreano y de que su hermandad con Roy se volviese mucho más sólida. El resto de sus hermanos vivían en Corea junto a su padre y los veía cuando venían a visitarlo, puesto que él decía que no tenía padre y jamás volvería a un lugar que le dio la espalda a su madre cuando más lo necesitó.

Esa fue una de las razones porque la que quise hacerme abogado. Defender a personas que no podían costearse un asesoramiento legal en toda regla.

El día fue raro, más cuando llegué al trabajo y todos estaban revolucionados con un bombón que venía a hacer las prácticas. Su nombre era Claire Bennett y era una rubia de escándalo. Lo cierto es que a mí no me impresionó demasiado, me iban más las morenas que solían pasar desapercibidas debido a su timidez, pero que en cuanto se atrevían... uno quedaba realmente engatusado por ellas. Estaba describiendo a alguien en concreto. La inigualable Emma.

Fuese como fuese ni siquiera me detuve a saludar o me quedé para cenar con el resto de compañeros como era normal por aquellos días, tenía la intención de comprar algo en el restaurante de June y volver a casa, pero cuando llegué... él había salido a hacer un recado.

Fue ahí cuando, mientras que esperaba la cola para ser atendido, pensé en Emma. ¿Qué estaría haciendo? ¿habría comido ya? ¿cómo le habría ido el día?

Lo tuve claro entonces, pese a parecerme del todo inmoral el primer pensamiento. Lo deshice y me quedé con ese en el que dos amigos disfrutan de una cena tras un largo día.

Compré la comida, cogí el coche y me presenté en la puerta principal, sin siquiera abrir con la llave, llamando al timbre como cualquier persona normal.

Mi corazón latió desbocado en cuanto la vi cubierta por una fina toalla con su cabello atorado en otra. Acababa de salir de la ducha y su piel se veía exquisita con las gotas de agua brillando en ella.

–¿Kil? – Se extrañó, pues ella sabía que yo tenía llave. Se sintió incómoda en cuanto nuestras miradas se cruzaron, pero yo estaba decidido a hacer de aquel encuentro algo bueno. Levanté en alto la bolsa con la comida y la incomodidad se marchó.

–He pensado que podrías tener hambre – ensanchó la sonrisa y yo sentí que me estallaba el pecho de felicidad al verla así. – Ve a cambiarte mientras yo preparo la mesa.

Ella se marchó por el pasillo a la habitación que compartía con mi padre y yo preparé la mesa fuera, pues el jardín era el lugar favorito de ambos para cenar, pese a que mi padre lo detestaba.

Cuando volvió a bajar llevaba un corto pantalón que solía usar para dormir, dejándome ver sus largas piernas. Me reprimí a mí mismo y pretendí no haberme dado cuenta de ello.

Nos sentamos el uno frente al otro y le cedí los palillos. Probó algunos platillos y disfrutó de la comida, volviendo a hacerme sentir bien.

–¿Cómo fue tu primer día? – Pregunté entre bocado y bocado.

–Fue excitante. – Me gustaba enormemente que para ella todo fuese emocionante en su día a día. Esa chica jamás estaba triste, siempre sonreía, a pesar de que las cosas fuesen mal. Eso me gustaba demasiado en ella, creo que fue por eso por lo que terminé aceptándola como la esposa de mi padre. Quizás... pensé que ella le haría bien.

–¿Excitante? – sonrió, divertida – ¿Te das cuenta de que estás diciendo que trabajar en un asilo de ancianos es excitante? – rompió a reír ante mi broma y el lugar se llenó de luz. Me gustaba demasiado cuando ella era feliz. Sin lugar a dudas volver al trabajo era lo que necesitaba para volver a ser esa chica risueña que papá trajo a casa para quedarse. La misma que se fue apagando cuando se dio cuenta de que él no era tan genial como había pensado. A medida que lo iba comprobando se iba convirtiendo en una mujer triste y amargada. Pero jamás dejó que eso se le notase demasiado, pese a que yo soy demasiado observador para esas cosas.

–¿Cómo te fue a ti en la oficina? ¿ese jefe odioso tuyo volvió a ponerte las cosas difíciles?

–Ciertamente... no. Hoy estaban todos revolucionados con la nueva chica en prácticas – eso la sorprendió. Tragó el bocado que tenía en su boca y preguntó...

–¿Era guapa?

–Claire Bennet es una rubia despampanante que los dejó a todos boquiabiertos. – Una sonrisa pilla apareció en su rostro y yo lo supe sin necesidad de palabras. – No es mi tipo. No me van las rubias, Emma.

–Así que eres de esos chicos... – sonreí. Me gustaba demasiado hablar con ella – de esos que tienen un tipo de chica ideal en la cabeza. Es triste, te compadezco, Killian.

–¿Tan malo es?

–Lo es – aceptó. – Te obsesionarás buscando a esa chica perfecta y no le darás la oportunidad a chicas que están a tu alcance y que podrían resultar mejores que esa chica ideal. Porque está claro que no existe la perfección, ¿sabes?

–Tu eres perfecta – dije sin pensar. Se asombró de que dijese algo así, pero no entendió hasta qué punto yo lo decía. Y lo agradecí, no quería que la situación entre nosotros fuese incómoda.

–¿Eso crees? – asentí. – Yo no soy perfecta, Kill. Creo que debería mostrarte todos mis defectos para que dejes de creer eso.

–Sé sobre tus defectos – contesté antes de que hubiese nombrado alguno – y hasta esos me parecen perfectos – ella rompió a reír, sin tomárselo en serio.

La ayudé a recoger después de eso e hicimos bromas hasta que sugerí que era tarde y que debía marcharme a casa.

–Gracias por la cena, Kil – sonreí, como un idiota. Agarré mi chaqueta y juntos caminamos hacia la puerta.

–Bueno...

–Nos vemos, Kill – mi mirada se estableció momentáneamente sobre sus labios y tuve tanto miedo de mis deseos que me marché sin decir adiós.

¡Maldita sea! ¿Por qué no podía comportarme como una persona normal?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro