Capítulo 12. Determinación.
Emma.
Había sido una semana intensa en la residencia de ancianos, pero eso no me daba derecho a emborracharme como una puerca y aferrarme a Killian de esa forma enferma en la que lo hacía. Pero la ansiedad y las ganas de tenerle nublaban mi mente.
Mi marido se tiraba a otra, sí. Pero yo no era así.
Tenía que separarme del capullo de Max antes de que la situación fuese incluso más complicada.
¿Cómo se me había ocurrido ir a su casa con él?
Supongo que las cosas se salieron de control después de lo que sucedió con Ana y su marido. Ese capullo era igual que Max: un cabrón embustero, machista, manipulador y adúltero.
Como era de esperar la situación dejó a Ana frente a un ataque de ansiedad y Susana la arropó como buena hermana que era.
–Ve con ella – le sugerí. Sabiendo que ellas necesitaban tiempo a solas, sin una extraña que entorpeciese ese momento. – Iré a dormir a casa de Kill.
–¿Estás segura? – ella también estaba preocupada por mí. Pero no había tiempo de eso. Besé su mejilla antes de que entrase en el auto de Micke y luego las despedí con la mano.
Tenía que pensar con la cabeza fría y dejar lo que sentía fuera de aquello, más si teníamos que volver a compartir piso hasta que tuviese mi primer sueldo para marcharme a otro lugar.
Ni siquiera quería pensar en qué iba a hacer con Max, pero sí sabía que no quería seguir siendo una cornuda. Tenía que aceptar que lo mío con él había terminado hacía mucho tiempo y que mi amor de un solo lado no iba a arreglar la situación. Contra antes lo aceptase mucho mejor.
¿Por qué me sentía en casa cuando Kil estaba cerca? ¿Por qué ese niño podía agitar mi corazón de esa forma sobrecogedora que me hacía temblar?
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