Capítulo 13 Ven conmigo
Shouto no recuerda muy bien lo último del día de ayer, lo que le terminó contando el profesor Aizawa es que colapsó y llamaron a la escuela para que regresara junto con Bakugo y Midoriya.
Todavía tenía permiso para faltar a clases si no se sentía preparado, con tal de que, en el momento necesario recupere materias. Pero tenía que regresar a los dormitorios por petición de su familia.
Era obvio que lo querían lejos de la escena para evitar que su mente colapsara, porque por muy brillante y listo que sea, seguía teniendo tan solo dieciséis años. Y más importante, hacía parecer que su inteligencia emocional era menor que la de un chiquillo de cinco años.
Era la mera verdad, Shouto siempre fue capaz de leer a las personas, de alguna u otra forma eran obvias respecto a sus emociones. Pero siempre hubo una persona a la que no le podía seguir el ritmo, que sentía que se alejaba de él y que construía un muro entre él y el espejo. Esa persona era sí mismo.
No había otra persona más, de la que Shouto no entendiera ni una pizca de él que su propio ser.
Cuando le preguntaban qué quería de regalo para su cumpleaños, prefería decir "nada", porque en verdad no se le ocurría una buena idea. No se conoce bien para decidir su color favorito, por obras del destino sabe que le gusta el soba frío, pero no sabe cuál es su animal favorito. Por eso mismo le costó hacer amigos durante mucho tiempo. Midoriya fue una fortuna en un lugar desconocido, supo que era fácil de leer, transparente y que en verdad quería ser cercano a él.
Pero nunca pudo hacer más amigos aparte de eso.
Se removió en su cama, mirando a donde la pared le esperaba inamovible, dándole la espalda a la puerta, y con ella, a un sin fin de personas.
Eran cerca de las tres de la tarde, la comida se serviría ya debería estar lista, pero él no tenía ganas de salir. No quería ver a sus compañeros, porque ¿cómo lo verían ellos a él?
El chico que perdió dos familiares en menos de cinco días, o el chico listo que no sabe diferenciar si está feliz o triste.
Su expresión era lo único que no cambió a lo largo de tantos años. Una expresión que se mantiene fija, como esta pared que tiene enfrente, se mantendrá ahí hasta que llegue su hora de ser derrumbada.
“Alguien... por favor...” tocó con las puntas de sus dedos la pared, estaba fría, había una grieta. Era asimismo como una representación gráfica de la muralla que él construyó para encerrarse. Donde solo una persona quería traspasar y ver lo que había del otro lado.
La puerta se azotó y el tardó en reaccionar al espanto que sintió.
“Una cosa es faltar a clases.” dijo con una ceño fruncido tan fuerte que tal vez se rompería. “Otra muy diferente es no ir a comer.”
“No tengo hambre.” contestó con desgano y confusión. Sentía el estómago vacío, pero no sentía fuerzas para meter algo a su boca y masticar, para luego tragar. También sentía que regresaría cualquier cosa que intente ingerir.
“Las personas no tienen hambre hasta que huelen comida.” dijo, y un olor muy reconocible le llegó a la nariz.
“¿Takoyaki...?” se removió una vez más en su cama, pero esta vez fue con curiosidad, era verdad que le interesó el olor. “¿Saliste?”
A su escritorio, fue a parar un recipiente de cartón con la comida ahí. Eran dos brochetas, así que Bakugo tomó una para él mismo y dirigió la otra a Todoroki.
Se sentó en la cama del chico cuando este quitó los pies de su camino.
“¿Quién te dijo que podías sentarte?” le preguntó mirándolo comer la primera bola de takoyaki.
“Quitaste lo pies.” dijo siguiendo con su comida. Todoroki apenas llevaba la brocheta al recorrido hacia su boca, cuando le preguntó. “¿Estás mejor?”
El más alto detuvo todo indicio de querer seguir con la comida.
“¿Cómo podría estarlo?” parecía en serio ser inconsciente de lo que le había pasado.
“Llevas dos días así.” dijo mientras lo miraba. “Yo supuse que ya estarías mejor.”
“Entonces deja de suponer cosas de la vida de los demás.” lo miró mal y el apetito se le volvió a ir, ¿qué sucedía con él? Con Bakugo, consigo mismo, con ambos.
“Supongo que me expresé mal. Entonces lo diré otra vez” Bakugo dejó su brocheta a un lado, para prestar toda su atención a Todoroki, quería ver el momento preciso en que levantara su mirada a verlo con ojos de fuego helado que lo retaran en cuanto soltara sus siguientes palabras. “, ¿por qué sigues en ese estado cuando ya pasaron dos días?”
Y así fue. Lo miró sin comprender lo que quería decir, sin saber quién era el verdadero monstruo sin sentimientos. No entendía porqué una persona como Bakugo tenía más amigos que él cuando uno se esforzaba más que otro al momento de socializar con otras personas.
“Eres un desacarado.” le dijo aún mirándolo sus ojos encontrándose en un ring de pelea de puntos muy diferentes.
Y Bakugo lo sabía. Sabía que al menos la mayoría de personas reaccionaban así cuando les decía su punto de vista, los únicos diferentes en un momento fueron los actuales amigos que tiene ahora. Pero no más, porque nadie nunca se dio el tiempo de dejarlo explicarse sin antes molestarse por verse una persona insensible.
“El descarado es quien no hace más que lamentarse, dejándose descansar y descender tanto hasta que toca fondo, cuando hay algo que tienes que arreglar.” lo miró por un momento, sabía que esto podría hacer que Todoroki se aleje de él, que deje de considerarlo un amigo o alguien de confianza solo porque pareciera que no le importa su estado.
Cuando se está muriendo prácticamente por verlo así.
“No es tan fácil como piensas.” le dijo, no sabiendo si estaba triste o enojado.
Creer que conocías a una persona, que se veía super comprensible contigo para que te des cuenta de que está siendo lo más irritante posible en el peor momento sin querer ver tus sentimientos, se sentía horrible.
Pero eso era culpa de Bakugo, por no querer ver sus sentimientos.
Era culpa de Todoroki por no saber qué sentimientos tiene.
¿Cuál de los dos? ¿Cómo podría alguien intentar entenderte cuando ni tú mismo lo haces?
“¿No es tan simple como pararte de la cama y salir al comedor para reponer energías?” le preguntó, sintiendo que se acercaba más al punto donde quería evitar. “Incluso si es difícil, no es que sea imposible. Así que igual puedes hacerlo. El estado mental es más fácil de reparar que el estado físico.”
“¡Te digo que no es tan fácil!” le gritó en silencio. Cómo hizo eso, no lo sabe. Tal vez era porque estaba enojado, pero no le quería gritar a Bakugo, no quería enojarse con él de verdad. Aunque le molestara todo lo que le estaba diciendo. “¿Tú crees que es fácil salir de la cama cuando sientes el cuerpo pesado? No es fácil ni lavarse los dientes, ni abrir las cortinas, ni agarrar un tenedor. No es tan fácil seguir adelante cuando sientes que todo se pone en tu contra a pesar de que sabes que no haces nada mal.”
Shouto sentía que sus párpados pesaban, aunque ha dormido por varias horas desde ayer, quería volver a dormir. Olvidarse de que esta plática, o pelea, estaba tomando lugar; las cosas eran más fáciles de lidiar cuando dormía.
Aunque no es que haya intentado lidiar con ellas.
“No es tan fácil, dices. Pero es tan simple como seguir haciéndolo.” Bakugo lo despertó con un traqueteo en ambos hombros. Lo tenía agarrado firmemente, como si no quisiera que se fuera ahora. “Te sientes así porque... no sé explicarlo, ¿bien?” agachó la cabeza aún sin soltarlo ante la atenta mirada de Bakugo. “¿Lo has intentado?”
“¿Qué cosa?” lo miró aún sabiendo que no lo había hecho. Cualesquiera que fueran sus palabras después de eso, sabía que no lo había hecho. No intentó pararse de la cama, ni siquiera intentó mirar el baño para lavarse los dientes.
“¿Salir de la habitación?” la respuesta fue negativa, como Shouto ya lo sabía. “¿Intentaste seguir adelante?”
“Lo intenté.” eso fue lo único. Después de que su madre cayera en coma, él intentó seguir adelante a pesar de ya no ser el mismo. Cuando murió, lo volvió a intentar, investigando la causa de su inminente fallecimiento. Pero ahora que Fuyumi ha muerto, también lo quiere intentar pero “Ya no tengo fuerzas.”
“Eso está bien.” le volvió a decir. Queriendo acariciar su rostro, su cabello y hacerle saber que había una solución. Que siempre hay una solución. “Estar cansado cuando algo te abate es humano. Eres humano. Pero no puedes quedarte en ese estado por mucho tiempo, porque sino te consumes.” suspiró al momento en que lo soltó. Le había agarrado de los hombros por impulso y no supo cómo resistió la vergüenza hasta que se dio cuenta. “Las personas creen que es la vida la que nos consume. Pero en realidad nos consumimos a nosotros mismos.”
Todoroki aún tiene muchas cosas que procesar, sigue sin entender lo complicadas que son las emociones, sumando todo lo que Bakugo le acaba de decir. Pero, piensa que no está equivocado del todo. Piensa que quiere cambiar su forma de vida, no siendo tan dependiente del sufrimiento en ella. Porque el sufrimiento fue una migo cercano, que solo le seguía apuñalando por la espalda desde el momento en que se conocieron.
Después de un rato, Bakugo volvió a probar un bocado del takoyaki que dejó atrás, estaba tibio.
“¿Cómo es...?” quería preguntar, pero sus pensamientos lo interrumpieron. Respondiendo por Bakugo. “¿Como poner límites?”
Bakugo le asintió.
“Eso digo yo.” volvió a mascar su alimento, y habló preocupado de decir algo incorrecto. “Pienso que nadie le da más valor a lo que nos pasa que uno mismo. Cuando alguien roba, puede que se sienta culpable por quitarle sus cosas a alguien, o puede que no. Eso depende de cada uno.”
Shouto se agarró la cabeza como si en algún momento le fuera a dar una terrible jaqueca, no estaba lejos de ser verdad.
“¿Cómo puedes saber todas esas cosas si tenemos la misma edad?” le preguntó un poco curioso por conocer más el pasado de este chico. Quien está ahí para él desde el momento en que lo conoció.
El palito que quedó atrás cuando Bakugo finalizó su comida quedó usado como un juguete entre las manos del rubio.
“¿Cómo mierdas voy a saberlo?” alzó una ceja viéndose confundido ante lo que él mismo dijo. “Hemos vivido cosas diferentes para empezar, pero creo que nuestras familias influyen mucho en lo que nos pasa después.”
Todoroki lo pensó bien, a pesar de que su familia era buena y agradable, no tiene recuerdos de todos ellos juntos, unidos, a la par. Era más bien como si cada quien tuviera su propio lado y lo único que compartían era la vivienda y el apellido. Eso era así desde que su madre cayó en coma.
“¿Cómo es tu familia? ¿Qué cosas te han pasado?” de una forma u otra Shouto sucumbió ante la curiosidad de saber más y más del chico sentado frente a él.
Esto a Bakugo le provocó una sonrisa creciente, mostrando dientes y ojos de fuego, miró a Todoroki. Era más que obvio, al menos para él, que tenía una oportunidad para conquistar a Shouto, que aunque fuera mínima, existía.
“Solo están la bruja y mi padre.” dijo, iniciando un encantador relato corto sobre su vida de hace unos años. “La bruja es un fastidio, pero supongo que es buena en lo que hace. Mi padre es el equilibrio de nuestra casa, pero es muy tímido.”
Shouto quedó perplejo al escuchar que alguien que compartía apellido con este chico, podía ser descrito como tímido.
“Creo que sí me gustaría conocer a tu mamá después de todo.” le dio a conocer.
“Te lo dije.” se encogió de hombros. “Esto me recuerda a una anécdota. No sé si cuenta como divertida o preocupante.” ante esto, la cara de Shouto, que en algún momento cambió de como usualmente es, volvió a la normalidad. Cejas neutrales, ojos analizadores sin emoción y boca cerrada. “Ella fue secuestrada hace un tiempo.”
Shouto jadeó por lo bajo.
“¿Ella está bien ahora?” dijo pensando más bien en que no quería tocar mucho el tema por si le resultaba delicado a Bakugo. Pero se dio cuenta de que estaba hablando con el mismísimo chico que le dijo que debe reponerse de las cosas, así que su postura no flaqueó después de eso.
“Ah, sí.” su mirada estaba perdida como si no pudiera creer lo que estaba por contar. “Los que la secuestraron la devolvieron después de unas horas.”
Todoroki comenzó a reír raro, no sabía formar bien la sonrisa en su rostro, a pesar de que lo había hecho antes, casi nunca reía. Apretaba los ojos y parecía estar haciendo una mueca, pero su risa seguía siendo melodiosa.
Para Bakugo, eso fue un deleite que de la vergüenza desvió los ojos. Quería seguir mirándolo, pero sentía que si seguía, no podría ponerse un alto.
Las emociones de Todoroki no hacían más que bailar en un ir y venir, con ímpetu que se aferraban a él, lo soltaban y volvían. Estar con Bakugo le supuso un alivio mental que no sabía que existía, era cómodo estar cerca de él. Se sentía bien, como si a su lado todo fuera para mejor.
“¿Eso es en serio?” le preguntó una vez más pasado un largo lapso de tiempo.
“Sí. Aunque yo ayudé.” se pavoneó cuando Shouto alzó la ceja. “Habré tenido unos siete u ocho años. Y cuando me dieron la noticia lloré, lloré mucho.” Shouto pensó que nunca podría imaginarse a Bakugo llorando. “Pero entonces, mi papá, el que nunca alza la voz, me detuvo gritando. Me dijo casi lo mismo que te acabo de decir, y yo pensé 'este viejo está loco, fue mi mamá quien fue secuestrada, claro que voy a llorar hasta que regrese.'” la cara de Bakugo no parecía molesta, triste ni abatida. No había mínima pizca de resentimiento por lo ocurrido. “No recuerdo bien lo que hice después para dejar de llorar, pero sí recuerdo cuando salí de mi casa y me fui corriendo a la estación de policías. Le habré gritado a unos cinco policías para que encontraran a mi mamá hasta que accedieron.”
“¿Por qué no querían tomar el caso?” preguntó inquieto.
“¿Porque es mujer?” preguntó más de lo que afirmó, y compartieron una mirada cómplice. “De todos modos, yo estaba ayudando en el caso cuando mi papá fue a buscarme y me encontró allí.” Bakugo bufó como indicio de querer soltar una carcajadas. “Una hora después, mi mamá nos llamó diciendo que estaba bien y que la habían soltado. Creo que no soportaron tenerla cerca.”
“¿Los policías te recomendaron para ese concurso al que asistimos?” preguntó no pasando por alto ni un solo detalle.
“Sí.” Y se los agradezco como nunca, quiso decir. “También creo que fue la primera vez que mi mamá me dijo que estaba orgullosa de mí.”
Aunque también fue la única.
“Eso estuvo bien, entonces.” le dijo. “¿Algún día te especializarás en casos de secuestros?”
“Tal vez.” le miró retador. “¿Tú en casos de asesinatos?”
“Puede ser.” le respondió con la misma mirada.
Ambos siguieron hablando un poco más, y para cuando Bakugo se fue a su habitación, Todoroki quiso probar el primer bocado del takoyaki que le trajo.
“Está frío.” susurró para sí mismo.
Se tardó mucho en comerlo, y eso a la larga provocó que el calor dejara de esperar por el, a que se decidiera si comerlo o no.
Tees toques seguidos se escucharon en su puerta. Y el visitante que vio, no lo esperó, al menos no tan pronto.
“¿Podemos hablar?” preguntó con una mirada de niño bueno que quería ser aprobado por sus padres.
“Solo ve al grano, Touya.” le pidió.
Touya asintió con un suspiro y se acercó a él, cerrando la puerta mientras se alejaba de ella. Una vez estuvo más cerca de él, le extendió un pedazo de papel, uno rectangular con una textura y logotipos reconocibles.
“Ven conmigo de regreso a Estados Unidos.” le pidió su hermano.
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