Miseria
Los días siguientes a la perdida no fueron tan catastróficos, la compañía de mamá pudo calmar casi que cualquier sensación de flagelo.
Mi hermano culminó su llanto y yo acabé el sentimiento de sentirme inútil por no poder apaciguarlo, entendí que realmente ya era inútil antes de que esto pasará y no era ninguna novedad.
Mamá tomo el vuelo más pronto a donde estábamos para poder asistir al velorio, después de todo, ella quería mucho a mi abuelo. La venida de mamá no fue para nada linda o alegre, debido, claro está; por la muerte de mi abuelo, no podía sentir alegría por ver a mamá luego de dos semanas con semejante noticia acontecida tan solo un día atrás, pero si sentía alivio porque ella era la única que podía dormir el sufrimiento de mi hermano.
Papá seguía tranquilo, supongo que con la muerte de mi tío y de mi primo unos años atrás, el podía entender bien cómo afrontar el sufrimiento de pérdida, su pretexto siempre que hablaba conmigo es que ellos justo ahora estaban en un lugar mejor, viviendo una vida mejor, yo siempre le decía a papá que si alla había toda una vida feliz y perfecta porque no nos suicidamos y ya, a lo que él siempre respondía muy claramente
Entonces nuestra existencia nunca tendría sentido, el chiste que yo le veo a la vida es vivir para poder aprender todo lo que nos pueden dejar las personas, los animales, los hechos tan maravillosos que ocurren en este mundo, es muy fácil morir y dejar de vivir todos los bellos momentos que te trae la vida pero es muy difícil vivir tu vida, son las dificultades y el después de afrontarlas lo que nos hace sentir vivos y ser felices, sin esto, no tendría sentido nada de lo que hemos pasado por los siglos de los siglos
Su respuesta nunca me convencía, nadie nunca ha regresado de la muerte a contarnos, aunque si nadie ha regresado, debe ser muy bueno allá ¿No?, O quizás simplemente no exista nada más, no se puede regresar, ahí es aquel punto donde tocas fondo, donde ni la miseria ni el mal de este mundo te pueden tocar, ni si quiera el bien, quién sabe, quizás solo sean suposiciones mías y hay algo más o quizás solo es un lecho eterno donde las almas se regocijan o quizás solo sea un vacío eterno del cual nunca podremos salir, del cual todo lo que conocemos simplemente desaparece, donde ni la consciencia se salva de desvanecer.
Ninguna respuesta sobre el más allá me convence.
¿La miseria estará consumiendome?
No quiero morir.
Nunca he hablado con alguien al respecto, tan solo pensar en el tema ya de por si me atrae verdadero temor e indisposición, ahora discutir de esto con alguien más, no podría si quiera pensarlo.
Mi abuela estaba muy mal, no podía preguntarle si quiera, pero, si podía notarlo en su rostro; aún con mi prematura edad yo podía ver cuando alguien estaba lastimado, cuando sus cicatrices son lo suficientemente grandes para verse desde la superficie, aún estás estando en lo más profundo de esta.
Todos mis tíos vinieron desde sus hogares, desde diferentes departamentos del país, para asistir al funeral de mi abuelo, nunca había visto la familia reunida completa, siempre eran unos cuantos en navidad para acompañar a mis abuelos y a nuestro núcleo interno, pero ver a todos reunidos se me hacía muy extraño, me parecía triste que solo para este tipo de ocasiones se destinara un tiempo para pasar tiempo entre todos.
De todas maneras que se le puede hacer, lo único que puedo decir es que debo agradecer este pequeño espacio en el que todos están juntos e intentar contagiarme de algo de felicidad.
Nunca había asistido a un velorio estando conciente, hace unos años, hace como 10 años o quizás más, un primo mío fue asesinado vilmente, yo estaba muy pequeño como para si quiera analizar lo que estaba pasando, recuerdo bien que mi papá me explico que el estaba pasado hacia otra vida, hacia otra realidad distinta, la cual en algún momento yo y el estaremos allí y podremos descansar.
Papá es un hombre increíble, siempre encontraba las palabras correctas para hacerme comprender 'algo' de lo que acontecía, siempre que yo le preguntaba algo salía con alguna respuesta lógica, yo era muy preguntón con el, aún lo soy, me gusta mucho hablar con el calmadamente y que el esparza su conocimiento en mi.
En fin, unos amigos fueron y me acompañaron al velorio un rato, no sabía que el velorio duraba más de un día y luego era el entierro, creí que serían unas horas rezando y luego al cementerio, pero tal parece que es algo más complicado de lo que parece.
No sabía cómo sentirme, sentía el aire pesado, sentía una alegría inmensa de ver a toda la familia reunida y sentía una tristeza y decepción aún más grande por el motivo de la reunión.
Ver la cara en llanto y de tristeza de cada uno de mis familiares lastimó mi espíritu rotundamente, tal parece que mi abuelo era aquel que sostenía las tiendas completas de la familia, era el ancla que nos mantenía a flote de cada adversidad que nos chocaba.
No fue hasta dos años en el futuro que me enteré todo lo que había hecho mi abuelo en su juventud y adultez para poder mantener a flote a mi papá y todos mis tíos, a mi abuela y a su familia, como el afrontó la carga y trabajo siempre por ver felices y por siempre llevar el pan a la mesa de cada uno, siempre miro por eso.
Esto me hizo admirarlo más y más y aprender a magnificar el porque la tristeza de todos.
La relación mía con mi abuelo era feliz como en toda relación tenía sus altos y bajos, aunque más que bajos, eran lamentos míos porque no me dejaba hacer lo que me diera la gana, siempre estos bajos era cuando me regañaba por yo hacer lo incorrecto o desobedecer a mi mamá, a veces ambas en una misma regañada.
El siempre me animaba cuando iba a su casa (creo que hasta ahora no lo he mencionado así que si ya lo mencione, lo siento. Su casa queda al lado de la nuestra), siempre hacia una especie de mueca con sus ojos, que hacía que pareciera un ogro o alguna criatura mística, siempre feliz escuchando música con su radio, en su pantaloneta y sin camisa, con su gran actitud, su gran carisma y su empatía siempre hacia mamá.
Siempre voy a recordar sus últimos días de vida porque son aquellos en donde más feliz fui y ni si quiera lo percate, cada mañana antes de que mi hermano y yo fuéramos al colegio; velaba porque estuviéramos bien, que fuéramos bien, que tuviéramos si quiera dinero para ir a estudiar, cada mañana estaba ahí con su radio sentado en su sitio, feliz, muy feliz saludandonos.
En su presencia no se sentía ninguna sombra, el era la luz en la vida de mi hermano y mía cada mañana, más madrugador si quiera que el mismo sol y más brillante incluso.
Realmente lo extraño y solo ha pasado un día. Lo extraño realmente porque se que aquellos momentos que vivimos no se repetirán, pero este trago amargo se convierte en agridulce cuando recuerdo que fue con el que viví todos estos grandes momentos, momentos que me ayudaron a convertirme en mejor persona de lo que era ayer, momentos que hoy me hacen ver que no me regañaba por regañarme sino que siempre lo hizo por mi bienestar, por verme en algún futuro convertido en un adulto responsable, un caballero.
Aunque supiera todo esto, mi corazón no paraba de romperse lentamente, oh mi Dios, realmente extraño a mi abuelo.
Mi penumbra era lo suficientemente grande como para dejar de pensar en Linda durante este shock, la tristeza era lo suficiente para apoderarse de toda la concentración en mi cerebro.
En cambio algunos de mis tíos no supieron una mejor manera de afrontar el duelo que tomar cervezas.
Todos fuimos elegantes al velorio, hasta yo que usualmente visto como 'gamin'
No me malinterpreten, no soy gamin, pero la ropa más cómoda y más fresca para usar en un pueblo donde la temperatura promedio es de 32 grados es claramente una pantaloneta y una camiseta con mangas cortas, con alguno que otro roto.
No sucedieron mayores acontecimientos en el velorio, recuerdo bien la cara de mi abuelo en el ataúd, feliz, maquillado, era muy extraño ver a mi abuelo maquillado pero supongo que era obligación hacerlo, de todas maneras en algunos años ya no estaría allí si quiera su rostro, pero por siempre permanecerá en la memoria de todos aquellos que lo conocimos y que tuvimos el privilegio de existir contemporaneamente a el.
Papá no me dejó quedarme la noche en donde era el velorio, dijo que tenía que descansar un poco y prepararme ya mañana para el entierro, yo quería quedarme pero no había cosa que pudiera hacer para hacer cambiar de parecer a papá, entonces me dispuse a ir a casa con el, no sin antes charlar de cómo se sentía e intentar expresarle
mi miedo a morir.
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