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7- La casa de Ryan

DARIANA:

Sí, hay algo que disfrutaba. Y ese era el fin de semana. Estaba a punto de desayunar mientras revisaba mi celular, hasta que siento una vibración.

Era un mensaje, un número "no agendado". Decía:

Hola, Daria. ¿Tienes planeado hacer algo este Domingo?

Con solo leer el "Daria", ya sabía de quién era ese mensaje. Pasó por mi cabeza el: ¿cómo consiguió mi número?

Decido responderle inmediatamente:

Dariana: ¿Cómo conseguiste mi número?

Ryan: ¿Y tú cómo sabes quién soy?

Dariana: Es muy fácil saberlo, eres la única persona que me dice Daria.

Ryan: Estoy contento por eso, Daria.

Dariana: En fin, no respondiste a mi pregunta. Así que, preguntaré nuevamente. ¿Cómo conseguiste mi número?

Ryan: Fue gracias al grupo del curso, busqué entre todos los números y no me costó encontrar el tuyo. Mucho menos si
tienes tu nombre de descripción.

Dariana: Comprendo, ¿y para qué me escribes?

Ryan: Pensé que con el primer mensaje ya habías entendido.

Dariana: Sé que quieres que nos encontremos, pero... ¿por qué?

Ryan: Solo porque estoy aburrido, no tengo muchos amigos con los cuales salir.

Dariana: ¿Estás tratando de usarme para tu propio beneficio?

Ryan: ¿Por qué lo dices?

Dariana: Porque si tuvieras amigos con los cuales salir, no me pedirías que salga contigo.

Ryan: No es por eso, Daria.

Dariana: ¿Y entonces por qué?

Ryan: Quiero que nos divirtamos juntos, ¿es tan complicado de entender? Esto nos servirá para conocernos mejor fuera de la escuela.

Dariana: No sé qué decir con tu propuesta, nunca había tenido personas que realmente sus propuestas sean interesantes.

Ryan: ¿Tus amigos son de planes sencillos?

Dariana: Sí, demasiado. Como salir por una hamburguesa, salir al parque, etc.

Ryan: Si te invito a mi casa, ¿vendrías?

Dariana: Claro.

Ryan: Aviso que no será una salida común, después podemos ir a otro lado de noche.

Dariana: Tendría que consultarlo con mi madre.

Ryan: Obvio. Si te dejan, me dices.

Dariana: Nos vemos.

Ryan: Nos vemos.

Solté el teléfono en mi cama y busqué a mi madre. Estaba lavando los platos, justo como cuando me levanté.

—Mamá, ¿me dejarías salir este domingo?
Pregunto porque la salida será hasta tarde —aclaré.

—Claro. ¿Con quiénes vas a salir? ¿tu grupo?

—No. Es un chico que acabo de conocer, esta va a ser la primera vez que salgamos juntos —expliqué.

—¿Es una cita, entonces?

—Él solo quiere ser mi amigo mamá. Además, no voy a tener una cita con esa intención cuando apenas lo conozco.

—Bueno, ¿quién sabe? La juventud de hoy en día cambió bastante a como estaba antes, y es bastante normal que pase eso.

—No soy esa clase de persona, mamá. Tampoco sé si podría llegar a ser gay, y tú ya me andas emparejando.

—¿Él es gay? —pregunta, sorprendida.

—No lo sé, pero... por si acaso, no hagas eso —ordené.

—¿Y qué te hace pensar en que podría llegar a ser gay?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Sabía lo que tenía que hacer, diría una verdad y una mentira.

—Tengo dos razones, mamá. La primera, quiere ser mi amigo sin tener esas intenciones. La segunda, él tiene un aspecto demasiado tierno e inocente como para ser hetero.

Y así, es como ella dejaría de molestarme con eso.

—Bueno. Si él es así, entonces vería bastante imposible que se fijara en ti. Almenos, que sea único en su clase — agregó ella.

—Sí... él mantiene demasiado esa vibra. Además, hicimos una promesa, la promesa de no sentir nada por el otro.

Esa también era... una verdad.

—Puede que sea cierto, Dari.

—Como sea, ma. ¿Necesitas que te ayude con eso?

—No necesitas hacerlo. Pero, si quieres, puedes venir —me responde, sonriendo de lado.

Decidí ayudar a mi mamá un poco con las tareas del hogar. Al terminar, volví a mi habitación y ni siquiera podía creer que le había dicho nuestra promesa a mi mamá y que también mentí sobre su forma de ser y el estilo de Ryan. ¿Qué pasaría si él viene a mi casa algún día y mi madre se da cuenta de que es completamente diferente de lo que le dije?

Tomé el celular para distraerme. Si seguía pensando en ello, la culpa no me dejaría en paz.

Una notificación, era Ryan. El mensaje decía:

Ryan: Hola, Daria. Tenemos que arreglar hoy para poder salir mañana, ¿Te parece venir a mi casa? Ahí esperamos a que se haga la hora.

Releí el mensaje una tres veces más o menos. No comprendía el por qué de "esperar a que se haga la hora". Decido preguntarle por ello:

Dariana: ¿Por qué esperaríamos a que se haga la hora?

Ryan: Es que quiero llevarte a un lugar, un lugar que te gustará mucho más que a mí.

Dariana: A veces, no te entiendo.

Ryan: Puedes avisar cuando llegues a mi casa que iremos a otro lugar. Por lo tanto, llegaremos un poco tarde.

Dariana: ¿A qué hora sería todo esto?

Ryan: Puedes venir a las 13:30 hs.

Dariana: Okey, ¿nos encontramos en el parque cerca de la escuela?

Ryan: Sí, me parece bien para un punto de encuentro.

Dariana: Lo haré lo de avisarle a mi mamá, me mata un poco la intriga de saber a dónde me llevarás.

Ryan: Ya lo verás. Nos vemos, Daria.

Dariana: Nos vemos.

*******************************************

Al día siguiente, me desperté temprano sabiendo que tenía que arreglarme. No iba a ir tan arreglada, así que elegí algo casual. Unos pantalones jeans negros, una camiseta blanca, unas botas negras y lo más importante mi campera de jean. Luego, me alise un poco el cabello. Lo llevaría suelto.

Para finalizar, me pasé un poco de delineador por los ojos. No podía vivir si no lo hacía, era algo que cambiaba realmente la forma en que se veían mis ojos.

Esperé a que sea la hora, salí de mi casa. Fui caminando hacia el parque. Llegué, me senté en un banco, había demasiadas personas, así que decidí revisar mi teléfono.

En cuanto menos me lo esperé. Él ya estaba aquí, en frente mío.

—¿Ya estabas aquí? —pregunta, agachandose hacia mí y con una sonrisa de lado—. Podrías haberme enviado un mensaje que ya llegaste.

—¿Por qué debería hacerlo? —preguntó sin importancia alguna.

—Porque no sé cuánto tiempo esperaste y estar sola aquí es peligroso.

—No estoy sola, hay muchas personas.

—No importa. Si llegas a llegar más temprano, por favor, envíame un mensaje. No soportaría dejarte sola aquí por culpa de que llegue un poco tarde.

—Que no esperé mucho, Ryan. Eres un exagerado.

—Vayamos a mi casa —menciona, cambiando de tema.

Caminamos unas pocas cuadras hasta llegar. Estábamos frente a un edificio, uno que estaba perfectamente bien construido en una zona bastante tranquila en la ciudad. Parecía no haber demasiada gente a esa hora.

No se parecía en nada al edificio en el que vivía, era mucho más lindo.

—Vivo en un edificio, mi casa no es un gran lujo —me dice, con una mirada de reojo.

—¡No te preocupes! —exclamo—. Yo también vivo en un edificio.

—¿En serio?

—Sí.

—Invítame a tu casa algún día también
—propone.

—Lo haré.

Entramos y subimos las escaleras. Nos detuvimos frente a su departamento, cuando abrió la puerta una mujer, estaba en lo que sería la cocina - sala de estar. Supuse de inmediato que era su madre.

—Hola, así que... ¿tú eres la nueva amiga de Ryan? —me pregunta la mujer.

—Sí... —respondí, nerviosa.

—¡Qué bien! Yo soy su madre, mucho gusto —agregó, extendiendo su mano hacia la mía.

Nos estrechamos las manos. Al hacerlo, me di cuenta de sus suves y lindas manos. Tenían esmalte negro y muchos anillos, era como si ella formara parte de alguna moda Rockstar de otra época, aparentaba ser alguien muy joven.

—Pueden hacer lo que quieran aquí, yo estaré trabajando en algunas cosas que tengo pendientes —ella cambia de tema.

—Muchas gracias —respondo con una sonrisa amable.

—Si quieren algo de comer, tengo pastel y nachos con salsa guacamole.

—Muchas gracias, mamá —expresa Ryan.

—De nada, diviértanse.

—¿Qué quieres hacer ahora? —pregunta, con una sonrisita traviesa.

—No lo sé —respondo sin ningún tipo de expresión.

—¿Quieres comer nachos con salsa? — dice, con una risita.

—Sí  —afirmo con un poco más de alegría.

Él toma una bolsa de nachos de la cocina. Luego, me sostiene del brazo llevándome hacia una dirección desconocida.

—Sígueme —me ordena.

Llegamos a estar en frente de una puerta, que era la de su habitación. Él la abre.

Era la cosa más desordenada y cochina que hubiera visto. Ropa por doquier, envoltorios de snacks y demasiados cables para muchos aparatos tecnológicos. La habitación, también se hallaba oscura, en cuanto de luz se trataba. Eso explicaba la palidez de su piel.

Su escritorio tenía una computadora. Él la encendió, seleccionó Google. Ya dirigiéndose a YouTube, apretó el mouse en el buscador. Voltea su cabeza y me pregunta:

—¿Qué quieres escuchar?

—Lo que tú prefieras —respondo.

—Vamos, tiene que haber algo que nos guste a los dos —insiste.

El vuelve a voltearse tratando de buscar alguna canción. Mientras yo solo estaba parada, escuchando las teclas del teclado. Era un sonido muy satisfactorio, no me quejo.

—¡Ya sé! —exclama él, volteandose otra vez hacia mi lado, con una sonrisa de niño pequeño.

—¿Ya la encontraste? —pregunté con una pequeña risita.

—Esto de seguro nos va a gustar a los dos, no hay ninguna duda.

Él presiona en el vídeo de la canción. Al instante, reconocí que era la melodía de Feel Good Inc de Gorillaz. Me encantaba esa canción, no voy a negar que escogió demasiado bien. A medida que la escuchábamos, cuando llegamos al estribillo de la canción, Ryan me pregunta:

—¿Quieres cantar el coro? —me dice, soltando una carcajada mientras estaba sentado en su silla cómoda.

—¿A tu mamá no le molestaría eso?

—No, ella está en la cocina. Seguro no nos va a escuchar, así que quiero escucharte cantar lo más fuerte — confiesa, guiñandome un ojo.

—No quiero gritar en tu casa, justo en la primera vez que vengo.

—Deja de preocuparte por eso, ¿te la sabes o no? —me insiste una vez más.

—Para que sepas, es una de las canciones que más escucho y una de mis favoritas. Por lo tanto, es obvio.

Los dos cantábamos la letra del tema riéndonos y a todo pulmón. Mientras ambos estábamos sentados, frente a la computadora. Ambos estábamos en medio de una carcajada.

Windmill, windmill for the land

Turn forever hand in hand

Take it all in on your stride

It is ticking, falling down

Love forever, love is freely

Turned forever, you and me

Windmill, windmill for the land

Is everybody in?

Nuestros rostros se acercaron. Podía ver sus labios rosados y carnosos, sus pestañas negras y sumamente largas y sus cejas medianamente anchas de un color negro bastante claro.

Estábamos demasiado cerca. No podía verlo a los ojos, sus ojos eran pequeñitos, debido a que tenían el párpado caído.

¿Ya había mencionado eso antes?

Bueno. No podría importarme menos, para mí era un detalle único que no muchos tienen, eso lo hacía especial.

Decido alejar mi cabeza un poco de la suya. Creo que era porque sentía nervios, porque sentía que ya quería irme y volver a casa. Todavía no era muy tarde, y él había dicho que después de su casa iríamos a otro lugar, aún faltaba mucho.

Después de cantar, él se levantó a buscar su bolsa de nachos y su salsa guacamole. Volvió a sentarse una vez obtenidas y los comió muy gustosamente. Al ver que yo estaba al frente preguntó:

—¿Quieres?

—No veo el por qué no.

Tomo dos nachos y me los trago de una. No sé si estaba bien hacer eso en la primera vez que vas a la casa de un amigo.

—No los comas así, prueba junto con la salsa.

Él me alcanza el tarro con la salsa guacamole y paso el nacho en ella. Seguidamente, lo llevé a mi boca.

El sabor era estupendo.

—¡Está delicioso!  —expresé.

—¿Nunca has comido nachos con salsa guacamole? —agregó él.

—Nunca con la salsa incluida. Solía comerlos solos.

—Solos siguen siendo una delicia, pero se ven tan tristes.

—¿Hay otra forma de comerlos sin esta salsa? —pregunté.

—¡Por dios! ¡¿no lo sabes?! —exclamó y preguntó a la vez.

—Lamento decepcionarte... pero... no.

—¿Nunca los has comido con salsa de queso?

—No... —confesé, bajito.

—Quisiera dártela para que la pruebes. Pero, lastimosamente, no la tengo.

—Está bien. No pasa nada.

—Pero prometo que algún día haré que la pruebes.

El silencio innunda la habitación por unos segundos, luego de aquellas palabras. Normalmente, habría roto el silencio de alguna forma.

El sonido de una notificación rompe el silencio que tanto me incomodaba. Provenía del celular de Ryan. Él abre la boca para decir:

—Ya está atardeciendo, ¿quieres que vayamos al lugar que quería mostrarte?

Recordé lo que había olvidado con el pasar de las horas. Y, todavía, la curiosidad e ansiedad recorría la mayor parte de mi cerebro. Ryan le avisó a su madre que ya nos estaríamos marchando hasta ese lugar. Caminamos hasta la puerta y Ryan la abrió con su llave. Mientras caminábamos, no dijimos ni una sola palabra. Hasta que ya casi estábamos llegando al punto.

—La vista va a encantarte, es muy hermosa —declaró él.

Con esa frase, podía imaginarme a dónde me llevaría. Solo tenía que juntar todas las palabras y pistas. Estamos en el horario de la tarde, así que supongamos que solo va a ser en la tarde y no la tarde noche, y dijo "Vista". Eso equivale a: Ver el atardecer juntos.

Cuando llegamos, mis suposiciones se confirmaron ciertas. La vista era un atardecer naranja, rojo y amarillo en medio de un parque con demasiadas flores y pastizales verdes.

—Y este es el lugar —dijo él.

No sabía qué decirle al respecto. No me gustaban ese tipo de lugares, sobre todo los que se trataban de lugares exteriores. Tampoco podía decirle que no me gustaba el lugar, él se había esforzado en armar una salida de amigos para que alguien como yo venga a arruinarsela diciéndole que no me gustan los atardeceres, ni los parques, ni las flores, ni los pastizales verdes. Así que, decido mentir y en lugar de eso decir:

—Me gusta la vista también —afirmo, con una sonrisa falsa.

—¿Quieres que bajemos y la veamos en esa colina de tierra y pasto?

—Me encantaría —miento una vez más.

Bajamos y subimos hasta la colina del parque más alto para sentarnos allí. Y aunque no saliera tanto con mis amigos, en ese momento, pensé que era mejor salir con ellos que con él. No era porque no me gustara el parque, o pensara que es un lugar de salidas para pobres. No era de esas chicas, pero... honestamente... esa salida fue recordada como una de las salidas más uburridas que tuve en mi vida.

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