Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2 | Sonreír...

Tamborileo con nerviosismo el piso de madera. Tengo enfocado el timbre pero no me atrevo a pulsarlo, tengo que decir que la casa es muy bonita y amplia, de color azul celeste con jardineras muy lindas.

Veo una vez más la puerta, no se escucha ni una sola alma dentro, me pregunto si acaso no hay nadie o talvez me equivoqué de casa. La pregunta más importante ¿porqué acepté venir aquí?

Después de haberle dado el recorrido a Dylan en compensación por el incidente —pero más porque quise—, me preguntó acerca de mis tutorías —soy malisíma en matemáticas y todo lo que tenga que ver con números y cuentas, no tengo el promedio más bajo, pero verdaderamente opaca mis demás notas; por eso hago tutorías de Artes, Diseño Gráfico e Historia; ayuda a subir mis demás notas agregándole horas a mis actividades extracurriculares—, terminé aceptando darle tutorías de Historia a domicilio.

Tengo que aclarar que hice una excepción, porque jamás en mis sueños más alocados me atrevería a ir a la casa de un chico a dar clases, y más si éste al parecer está solo; siempre doy mis tutorías en la biblioteca del instituto como es de costumbre. Pulso el famoso timbre de una buena vez, y la sorpresa que me llevo es que no funciona; no se si echarme a reír o sentirme como una completa estúpida.

Supongo que solo me queda tocar.

Cuando alzo mi brazo y mi puño está a punto de tocar la puerta de madera, ésta se abre y antes de que pueda prevenirlo mi puño aterriza en el hermoso rostro de Dylan.

—¡Auch!

—Perdón, discúlpame iba a tocar y tu de repente abriste. Es más tu culpa que mía —¡se está riendo! Corrección; se está burlando de mí. Su palma se encuentra en su nariz, sobándola—.

—Tienes la mano pesada, creo que el destino quiere que nuestros encuentros sean así; yo dolorido y tú disculpandote —me encanta su sonrisa Colgatte, blanca y brillante, pero lo que más llama mi atención son sus colmillos que resaltan en su dentadura, son alargados y le dan un toque sexy a su aspecto—. No se si eso sea bueno o malo.

Cuando quita su mano, deja ver su nariz más rosada de lo normal, acerco mi mano a su rostro tocándola levemente. No se queja, tampoco se aparte, solo sonríe como si fuera algo normal.

Se hace a un lado dejándome pasar y me pide que deje mis botas a un lado y mi abrigo en un perchero. El clima afuera está algo turbio y fresco, dejando a entender que en cualquier momento lloverá; me preocupa un poco; porque no vivo precisamente cerca, además la parada de autobús se encuentra un poco lejos, no se porque no se me ocurrió traer paraguas.

Por un momento creí que me llevaría a su habitación, pero me guía a una pequeña oficina con un gran escritorio y una laptop, junto a una pila de papeles. Y una esquina un estante lleno de libros. Supongo que la utiliza su padre, que por cierto no lo veo por ningún lado.

—Ejem... Dylan ¿dónde está tu padre? —pregunto un tanto preocupada, lo que me falta es que estemos completamente solos, no es que me desagrade la idea. Pero esta blanca paloma siente que se está hiperventilando a cada paso que da—.

—No está, trabaja. Supongo que llegará en la noche, siempre suelo quedarme solo y es muy aburrido, por eso te pedí que las tutorías fueran aquí.

¿Eso es bueno o malo?

—¿Dime qué tiene de divertido recibir clases de historia?

—Tiene, la parte donde te enseño lo que yo sé —no puede ser. ¡¡¡No puede ser!!! Carajo esa mirada, mis estúpidas manos están temblando y se acerca más y más—. Y más importante la parte donde me cobro los daños del incidente de la semana pasada.

¡¡¡Es una trampa!!!

—D-de q-que estás hablando... —me retracto su linda carita, ahora es una cara de asesino en serie, ¿sería estúpido si pienso que se ve caliente?

—No te angusties, linda. No voy a hacerte nada malo, solo cosas sucias.

—¿Qué, me vas a lanzar a una alcantarilla acaso? —pronuncio tratando que mi voz no trastabille, sonando más segura—.

—No cariño, no te quiero llena de mierda. Sino más bien untada en chocolate amargo, eres muy dulce.

—N-no t-te me acerques Dylan —mis pasos son algo torpes, y mis nervios suben cuando choco con el escritorio y él apoya sus manos a cada costado—.

Veo su rostro con más detenimiento, tiene un par de lunares en su mejilla y otro más cerca de su boca. Sus labios rosados están entreabiertos y su mirada azulada clavada en la mía. Me siento tan pequeña e indefensa.

—Eres hermosa ¿sabías? —susurra tomando un mechón de mi cabello y enroscándolo en su dedo—.

—Desde que nací, supongo.

—También muy graciosa —dice, acercándose hasta que nuestras narices chocan y su aliento se mezcla con el mío, está muy cerca, demasiado diría yo. Solo soy capaz de cerrar muy fuerte mis ojos, esperando su próximo movimiento.

Pero... no pasa nada. En cambio lo escucho reír.

—Jajajajaja por Dios Lexus deberías ver tu cara en un espejo —parpadeo un par de veces, ¡era una puta broma!—. Bien, eso es por el golpe en la nariz; ahora ya podemos comenzar.

—Estúpido...

Descuelgo mi mochila y saco un par de libros de la misma, junto a un lápiz y borrador. Y coloco mis gafas para ver mejor.

—¿Porqué tantos libros? —veo de reojo su cara horrorizada, pobre. Debería cobrarme la broma de hace un rato.

—Cariño, estamos hablando de Historia ¿qué pretendías? Pero para tu fortuna hoy solo veremos lo básico.

Comenzamos con un dictado sobre algunos de los acontecimientos más reconocidos y sencillos. Y luego de un rato de tanto escribir lo veo un poco fatigado y decido dejarlo tomar una pausa. Y noto que afuera ha comenzado a llover a cántaros.

—No desesperes, no falta mucho para terminar.

—Veo cierto amor por la Historia, ¿o me equivoco? —pregunta tamborileando le lápiz contra la mesa—.

—Solo un poco, mi padre da clases de Historia en la Universidad. No me fascina pero sé muchas cosas al respecto por él.

—Ya veo. Y el Diseño Gráfico y Artes ¿te gustan también?

—Bastante, me encanta dibujar. También editar y esas cosas —desde siempre me gustó dibujar, pero con el tiempo empecé a ver mis dibujos mediocres y feos. Así que tomé un curso de dibujo y otro de Diseño Gráfico, debo decir que me siento complacido de haberlo tomado, me ayudó bastante y estoy satisfecha—. Pero lo que más me gusta; es la fotografía.

—Entonces... ¿podrías hacerme una sesión de fotos en cueros? Creo que la revista Play Boy pagaría muy bien por ellas, y claro te daría una buena comisión.

Sé que está bromeando, pero se vale fantasear un rato.

—Lo siento querido, pero déjame aclararte que en la revista Play Boy solo hay super dotados —bromeo, no se si me sobrepasé con esa broma, porque fue directo a su ego. Y creánme no hay algo más efectivo que afectar el ego de un hombre.

—¿Quieres comprobarlo? —su mirada me dice que no hará algo bueno, y lo siguiente que hace es desabrochar el botón de su pantalón, y yo no puedo despegar mi mirada.

¡Dios Santo de todos los Querubines! Ya lo puedo ver encuerado frente a mí, veo en su mirada y sus movimientos que no va a detenerse y no está bromeando.

Sé que me voy a arrepentir después por lo que voy a decir, pero tengo que hacerlo.

—Detente, ya entendí. Y no soy de ese tipo de fotógrafa —me volteo y de reojo lo veo abrocharse de nuevo el pantalón, por lo menos pude ver esa sexy V y el elástico de sus bóxers de Calvin Klein—.

Prefiero ignorar su risa burlona. Después de un rato de charla, seguimos.

Una hora más tarde ya estoy recogiendo todas mis cosas.

—Para la próxima clase, tendrás un pequeño examen oral. Quiero que leas todo lo que escribiste, ya que las preguntas saldrán de allí —le indico mientras guardo mis gafas—.

—¿Qué? ¿Tanto? Por Dios Lexus es la primera clase, ¿no crees que deberías ser más suave? —paciencia Lex, paciencia a sus constantes quejas—.

—Dylan, usa la cabeza, solo haz anotaciones de fechas importantes, acontecimientos. Lo esencial, no es tan difícil si le pones empeño —le explico con hastío mientras ruedo los ojos—.

No se que es más desesperante, que no tome dictado correctamente —o talvez que no le está poniendo suficiente empeño— o que ande distraído a cada rato.

—Está bien, está bien, estudiaré —salgo de la oficina con él detrás de mí, cuando pasé a la oficina no presté atención a los pequeños cuadros que adornan las paredes beige, hay un par de Dylan junto a su padre, y otras de un niño pequeño —supongo que debe ser él cuando estaba chico—, y otra un poco más actual. Ahí tiene el cabello más corto, se ve un poco más delgado y por lo que calculo fue sacada uno o dos años atrás.

—Oye, ¿no te gustaría comer un poco de lasaña? Mi padre preparó un poco, y déjame decirte que está deliciosa —rio por sus extrañas muecas, pero termino aceptado su invitación. No me negaría a una deliciosa lasaña, jamás—.

Lo sigo a la cocina y me siento en un banquito apoyando mis codos en la isla. Lo veo tomar una bandeja de aluminio del horno y colocarlo en el microondas.

—Y bien, ¿cómo es Atlanta? —pregunto solo para no quedar en silencio—.

—Normal, la gente viene y va de un lado para el otro. Ajetreo, rutina; nada fuera de lo normal —responde restándole importancia—.

—No parece agradarte mucho hablar sobre eso —me siento un poco incómoda, no pensé que sacar ese tema sería tan tenso—.

—Descuida. Tuve conflictos en mi instituto anterior y mi madre vio conveniente que me mudara con mi padre para alejarme de los problemas —parece un poco molesto y resentido, pero no creo que sea contra su madre o su padre, más bien por los conflictos de los que huyó—.

Podré sonar como una chismosa, pero me mata la curiosidad por saber cuales fueron esos conflictos. Pero no le pregunto, no creo que le guste hablar sobre eso y no quiero seguir incomodándolo.

Cuando la lasaña está lista, sirve en dos platos. Comemos en silencio, no me preocupa del todo, él está en su mundo y yo degustando la lasaña que efectivamente está deliciosa.

Cuando terminamos me ofrezco a lavar los platos, y luego de enjugarlos y secarlos me dirijo hacia la cocina.

—Gracias por tenerme paciencia —pronuncia y me detengo para verlo.

—No me des las gracias aún, no seré suave la próxima vez —digo sonriendo, será divertido después de todo.

—Eso suena a como que me harás la vida imposible.

—Puede ser —me remuevo un poco incómoda, hasta pareciera que quisiera ir al baño, él solo me mira con una sonrisa. No hay un ápice de nerviosismo o incomodidad en él; y para acabar con ese raro ambiente entre los dos lo beso... en la mejilla por supuesto y rápidamente me despido de él—. Adiós, no vemos luego.

Camino de prisa hacia la parada de autobús, ya es de noche, hace rato dejó de llover y quedó un frío perfecto para tomarse un chocolate caliente e irse a dormir. Hay un poco de neblina y la gente viene y va, y no son capaces de pararse a mirar el hermoso ambiente.

Delante de mí a unos cuantos metros veo a una chica, con un paraguas en una mano y la otra sosteniendo un teléfono mientras habla con alguien del otro lado de la línea.

Es una escena digna de una fotografía, rápidamente saco mi celular mientras busco el modo cámara. Saco un par de fotos disimuladamente hasta encontrar el ángulo perfecto.

Es una gran foto; el fondo sale un poco borroso pero iluminado por las luces de la ciudad, y la neblina le da un toque de humedad, junto a la “modelo” que sale más nítida y enfocada. Cuando el semáforo al fin marca el rojo, la muchacha camina un poco y desaparece entre la gente.

Nunca me ha gustado dar tutorías, es estresante lograr que alguien entienda algo cuando no quiere hacerlo. Pero tengo que admitir que me divertí mucho a pesar de las constantes bromas de Dylan. Es tan fresco y relajado, es una de esas personas de las vale la pena tener a tu alrededor para hacerte reír.

Me gusta verlo sonreír. Porque cuando lo veo, sonrío.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro