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Capítulo 8

-Señorita Parker, llegó justo a tiempo. Le informo que trabaja de nueve a trece horas, y como puede ver le ha tocado el grupo de chicos de seis a diez años. Eso es todo lo que necesita saber, buena suerte. -indicó el señor Richard dándose la vuelta para retirarse.

-Espere, ¿y qué hay de la tarde? ¿A qué hora me debería presentar?

-No, en la tarde los chicos tienen otras actividades. Solo trabaja de mañana.-dijo y sin darme tiempo a responder se marchó.

Permanecí unos segundos abstraída en mis pensamientos. No lo lograba entender. Pensé que Megan trabajaba mañana y tarde, ya que siempre llegaba a nuestra habitación cuando estaba anocheciendo. Si no se encontraba trabajando a esas horas, ¿Dónde se suponía que estaba? Nunca la veía a la hora del almuerzo ni de la merienda. Casi siempre aparecía en el comedor a la hora de la cena. En fin, luego se lo preguntaría. Ahora solo tenía que concentrarme en mi trabajo. Observé a mí alrededor. El aula era espaciosa y estaba decorada con pinturas y frases positivas. También contaba con una pizarra, caballetes para pintar y dos mesas largas con bancos. Una vez analizado el espacio en el que iba a comenzar mi labor, me decidí a presentarme ante los niños quienes me miraban desconcertados.

-Bueno niños, como pueden ver Megan hoy no pudo venir porque amaneció algo enferma. Pero no hay de qué preocuparse, porque hoy estarán conmigo. Mi nombre es Emily. Me gustaría que se presentaran, para que pueda conocerlos un poco. Tan sólo me conformo con que digan su nombre, edad y que es lo que más les gusta hacer. ¿Quién quiere comenzar?-pregunté pero al notar que ninguno se atrevía a hablar por timidez, decidí hacerlo yo primera.-Bueno mi nombre, ya lo saben pero lo que les puedo decir es que tengo diecisiete años y lo que más me apasiona es leer.
-Y qué clase de libros le gusta leer?-inquirió un niño de aproximadamente seis años de cabello rubio con pecas.

-Pues, de todo tipo: ciencia ficción, fantasía, suspenso, aventura, romance. Aunque mi libro favorito es el "Alquimista" de Paulo Coelho.

-¿y de qué trata?-preguntó el mismo niño que lo había hecho antes.

-Bueno la historia gira en torno a Santiago, un joven pastor que vive en Andalucía en España, quien tiene un sueño recurrente en el que se le desvela que encontrará un tesoro escondido en las pirámides de Egipto. Luego de consultar con una adivina y conversar con un anciano sabio que se presenta como el rey de Salem, el joven decide vender sus ovejas y partir hacia el nuevo continente en busca de su tesoro.

Sin embargo durante su viaje por el norte de África se encuentra con algunos contratiempos; sufre un robo por parte de un hombre que le ofrece su ayuda y tiene que ganar dinero para regresar a España trabajando en una tienda de cristales. Una vez que logra reunir algo de dinero decide continuar con su búsqueda.

Viaja hasta Egipto y ahí conoce a un inglés que dice ser un estudiante de alquimia, el cual sueña con convertir el metal en oro, además le enseña a Santiago el lenguaje del mundo. Continúa su viaje y se encuentra con batallas de clanes en el desierto, se enamora de una joven llamada Fátima y conoce a un verdadero alquimista.
Hasta que finalmente encuentra su tesoro y realiza su leyenda personal. La leyenda personal es aquello que siempre has deseado hacer y el trasfondo del libro es, básicamente, la búsqueda del alma humana y que apostemos por nosotros mismos y por nuestros sueños. Una de las frases que más me ha gustado del libro es "Cuando realmente quieres que algo suceda, el universo entero conspira para que tu deseo se vuelva realidad".
-respondí relatando la historia de la forma más breve posible.

-Vaya, se ve que es una historia muy interesante. ¿Algún día podrá leerla para nosotros?

- Por supuesto que sí. Es decir, sé que sólo estoy con ustedes por hoy; pero podría hablar con el señor Richards para que me deje venir un día como asistente de Megan y comenzaremos leyéndola. Obviamente tendrán que continuarla sin mí porque también tengo mi trabajo en la cocina, no puedo dejarlo de lado. Pero de seguro Megan no tendrá problemas en leérselas. ¿Qué les parece? -dije sonriendo.

-¡Excelente Emily! -exclamó el niño de pecas.

-Bueno ya que eres el único que está hablando, ¿por qué no aprovechas y te presentas?-indagué.

-Está bien. Me llamo Nathan Owen, tengo seis años, pero dentro de poco cumpliré siete, y lo que más me gusta hacer es jugar al fútbol.

-Gracias por compartirlo con nosotros Nathan. Sabes yo también tengo un hermano de tu misma edad y da la casualidad que también le fascina jugar al fútbol .-dije mirándolo con ternura-Bien ¿quién sigue?

Luego de que todos se presentaron, les dije que el día de hoy iba a ser distinto a los anteriores. La primera tarea que les di fue que dibujaran lo que ellos quisieran, les di permiso para que utilizaran cualquier tipo de material que se encontrara en el aula. La única instrucción fue: utilicen su creatividad.

Para las diez y veinte ya todos habían terminado sus trabajos. Quedaron muy lindos en verdad; Nathan incluso tuvo el bello gesto de obsequiarme el suyo. Me encanta la ternura de ese niño, me recuerda a Benjamin. No había pasado ni una semana y ya lo estaba extrañando. Me pregunto que estará haciendo en este momento; a parte de hacer rabiar a mamá. Es suficiente, no debo irme por las ramas, debo concentrarme. Como aún faltaba más de dos horas, me pareció una buena idea que saliéramos al aire libre a jugar un juego. Se llama "gana o asume las consecuencias" y consiste en formar dos equipos. Una vez formados, cada grupo cuenta con veinte minutos para llenar bombas con agua. Una vez finalizado este lapso de tiempo, el líder de cada grupo mandaría a uno de sus integrantes a competir con uno del equipo contrario. Estos deberían completar retos, los cuales serían elegidos por los líderes de ambos grupos turnándose. A la persona que fallara en realizar el desafío, su oponente le arrojaría una bomba de agua y quedaría eliminado. El grupo ganador sería aquel que terminara con mayor número de personas en su equipo.
No obstante, el juego se salió de control. Los niños ni siquiera me escuchaban, solo corrían como locos y se arrojaban las bombas antes de que este comenzara. Maldije el momento en el que se me había ocurrido esta idea. Me encontraba gritando y tratando de separar a dos niñas que se habían agarrado de los pelos por motivos que no conocía cuando alguien por detrás habló:

-¿Necesitas ayuda?

Al girarme pude darme cuenta que no era ni más ni menos que Caleb. ¿Puede considerarse un azar que siempre me lo encuentre?

-Caleb, ¿Cómo estas? No, no te preocupes, puedo sola.

-¿En serio?-preguntó con una sonrisa en los labios al ver que las niñas que había logrado separar ahora en vez de tirarse los pelos, se mordían.

-Bien, ahora tengo perros en vez de niños-dije entre dientes.

-Perdón ¿dijiste algo?-preguntó Caleb mirándome fijamente como si quisiera adentrarse en mis pensamientos.

-No, nada. Pero sí, acepto tu ayuda, si no es mucha molestia, claro.

-Para nada-respondió sonriéndome. Pero al instante cambió de tema-¿por cierto, como esta Megan?

-Si no consideras el hecho de que vomitó toda la noche y tiene fiebre, se podría decir que bien.-dije con sarcasmo.

-Que graciosa eres. Aunque no entiendo, ¿Qué haces aquí? ¿Es que tú no trabajabas en la cocina?

-Sí, desde luego que lo hago. Pero hoy es mi día libre y al no poder venir Megan, tuve que reemplazarla, sino su trabajo peligraba.

-Ah entiendo. Eso lo explica todo, en especial lo de tus ojeras-dijo con una mirada picara en sus ojos.

-Oye, gracias.-respondí esbozando una sonrisa falsa-Pero no estaba en mis planes desvelarme por la noche ni tampoco madrugar.

-No te enojes, solo bromeaba.

-Bueno, ¿me ayudarás?

-Sí, tan solo dime que planeas hacer.

Después de explicarle a Caleb en qué consistía, el juego comenzó. Gracias a Dios él tenía carácter de líder y sabía imponerse, por lo que no hubo problemas en el desarrollo del juego debido a que todos le obedecían. Se notaba que sabía tratar con niños.
La pasamos muy bien, algunos retos causaban mucha gracia. Entre estos estaban: saltar la soga, decir trabalenguas, descifrar adivinanzas, imitar pasos de baile, hacer una cierta cantidad de abdominales en un tiempo determinado, carreras cortas, entre otros más. Sin darnos cuenta, el juego estaba llegando a su fin. Sólo quedábamos cuatro por pasar aunque aventajábamos al grupo contario con una persona. Ahora era el turno de Nathan. Le tocaba enfrentarse a Matthew un niño de unos ocho años. Caleb elegía el reto esta vez.

-Veamos, tendrán que deletrear las siguientes palabras: laberinto para Matthew y para ti fluorescente -indicó señalando a Nathan.

-¿Qué? Eso no es justo. Ambos deberían tener una palabra con el mismo nivel de dificultad.-dije molesta. Eres un tramposo, sólo lo haces porque sabes que vamos ganando.

-Disculpa, pero el reto lo elijo yo. Luego será tu turno.-respondió Caleb-Pueden empezar.

Ya pueden imaginar quien recibió la bomba de agua. Pobre Nathan, me enfureció tanto lo que hizo Caleb. Ahora habíamos quedado empatados y solo faltábamos Caleb y yo. Esta vez yo elegiría el reto por lo que tendría la posibilidad de hacer justicia.

-Tendremos que cantar un estribillo de la canción "doubt" de Twenty One Pilots.-dije en tono serio evitando que una sonrisa se dibujara en mi rostro.

-Sí, que eres vengativa. Pero acepto el reto ¿Qué tan difícil puede ser?

- Pero no te puedes equivocar, si lo haces pierdes. ¿Está claro?

-Como tú digas, comienza tú primero.

-Está bien. -respondí y canté mi parte fingiendo leer la letra del celular, aunque a decir verdad no me hacía falta, era fanática de esa banda y por ende me sabía todas sus canciones.

-Vaya, no cantas tan mal; aunque ahora espérate para escucharme.

-Lo haré con gusto-dije sonriendo.

- Gnawing on the bishops

Claw away at the system

Repeating simple phrases

Someone holy insisted

Want the mark he's made on...

To mean something to me...

Hope you havent left without
me.

Hope you havent left without
me, please.

Debo admitir que tiene muy linda voz y el rap le sentaba. Pero aunque había comenzado bien, noté que se perdió un poco en la letra y no terminó de decir dos frases. Debía ser justa.

-Lo siento pero te salteaste el my skin y el again.-dije con una sonrisa triunfante. Ah y esto es para que no te pases de listo la próxima vez-dije arrojándole una bomba de agua en su cabeza.
-Es la segunda vez que lo haces, primero en el comedor y ahora aquí. Eres muy cruel. ¿Lo sabías? Te aseguro que de no haber sido por la letra que iba muy rápido los resultados hubiesen sido otros. Pero sé aceptar las derrotas. Bien jugado Emily-dijo extendiendo su mano para estrecharla junto a la mía.

-Caleb, en verdad gracias. No sé qué hubiese hecho sin tu ayuda. No sé cómo agradecértelo.

-Me parece que yo si sé.

-¿Cómo?

-Acepta salir conmigo mañana en la noche.

-¿Es una cita?-Indagué.

-Pues ponle el nombre que quieras-respondió con una sonrisa amplia que hizo que los hoyuelos de sus mejillas se marcaran más de lo usual.

-Es que...no lo sé. No creo que pueda-dije entre tartamudeos.

-Pues no acepto un no como respuesta. Te veo mañana a la salida del trabajo. Te estaré esperando justo aquí. No me falles Emily -dijo y se marchó dejándome con la palabra en la boca.

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