Capítulo 2
Hoy es mi último día de clases y debo confesar que estoy feliz que así sea. No es que no me guste asistir a clases o estudiar; simplemente necesito un descanso. Las semanas pasadas fueron fatales (literalmente); era salir de un parcial y entrar a otro. Sinceramente llegó un punto en el que mi cabeza no daba más, me he sentido muy agobiada.
He decidido irme en bicicleta a la universidad, la verdad es que no tengo ganas de esperar a que al dichoso bus se le ocurra llegar; sin mencionar que tampoco me gustaría ir apretada como sardina ya que suele ir lleno. Al llegar al curso me senté en mi banco y como faltaban algunos minutos para que la profesora llegara, me dispuse a leer un libro que hacía poco había pedido prestado en la biblioteca. Sin embargo, no alcance a leer mucho debido a que la chica que se sentaba al lado mío, Sally Johnson, comenzó a hablarme.
— ¿y, estás nerviosa?
—¿Por qué lo dices?
—Por el examen, ¿acaso no te acuerdas que hoy nos dan la nota?
—Sí, un poco; pero trato de no pensar en ello. Es por eso que estoy leyendo. ¿ y tú?
— Francamente no, creería que me fue bien. Eso espero, sino tendré que soportar las críticas de mis padres, diciéndome "te lo mereces, por no haberte esforzado lo suficiente". Y estaría deprimida todo el verano, pensando en que tendría que recursar la materia al año siguiente.
—No por favor, no lo digas ni en broma, solo queda esperar y rezar para que todo salga bien.
En ese momento la profesora de Comprensión y Producción ingresó al curso por lo que nuestra conversación se vio interrumpida. Se veía más seria de lo normal. Un compañero tuvo la loca idea de preguntarle cómo habían estado los exámenes; a lo que ella respondió "Sr Evans, ¿justamente usted me pregunta? Que descaro! Debo decirles que están terribles a excepción de unos pocos, pero desde ya le aviso que el suyo fue uno de los peores". El chico se sonrojó y permaneció en silencio. La profesora sacó los exámenes y comenzó a distribuirlos.
En lo que respecta a mí, esperé sentada con una mezcla de emoción asfixiante y temor atroz durante esos minutos que parecían interminables. Cada vez que la profesora miraba la hoja, un manojo de nervios se tensaba alrededor de mis costillas.
Finalmente me nombró. Al entregármelo, la profesora me felicito, dijo que había sido el mejor de todos. Me sentía sumamente feliz y atónita, la verdad es que no lo podía creer, había aprobado.
Me alegró saber que a Sally también le había ido muy bien. Se lo merecía, era una chica muy aplicada.
Al llegar a casa, mamá y Benjamin me esperaban con la mesa lista para que almorzáramos. Mientras comíamos, le conté a mamá como había sido mi día. Ella estaba muy contenta por mí pero me dijo que la noticia no la había tomado por sorpresa, pues ella estaba segura de que iba a aprobar. Eso era lo que me encantaba de mamá, depositaba mucha fe en mí, incluso más de la que yo me tenía. Benjamin se limitó a sonreírme y al rato añadió que a él no le había ido tan bien. Su maestra le había llamado la atención por haber estado jugando a la pelota en clase. Pero según Benjamin, su maestra es una gruñona amargada; y que él solo había jugado unos minutos una vez que ya había terminado de copiar todo lo de la pizarra. Mamá le dijo que eso no estaba bien porque de esa manera molestaba a sus compañeros y le interrumpía la clase a su maestra, que podía jugar pero en el recreo. Benjamin prometió no hacerlo más; que a partir de mañana iba a comportarse como un ángel. Mamá y yo comenzamos a reírnos. Al terminar de almorzar, mamá mandó a mi hermano a ordenar su cuarto y dijo que quería hablar conmigo. Por lo que le ayudé a lavar los platos, mientras conversábamos.
—Hija, te quería comentar que estuvimos hablando con tu abuelo. Y no quiero que estas vacaciones pase lo mismo de todos los años. Ya sabes, que te quedes en casa estudiando o leyendo libros. No creas que me molestas, solo quiero que hagas amigas, que disfrutes de tus vacaciones. Estuve averiguando y encontré un campamento de verano. Es de lunes a viernes y queda a unas cuadras de la casa de tu abuelo por lo que podrás estar con él los fines de semana y en la semana puedes encontrar un trabajo allí. Creo que sería una linda experiencia, para que te despejes un poco, ¿no crees?
—Pero mamá, estoy bien en casa, aparte no quiero dejarte sola. ¿Quién te ayudará con la limpieza?
—Hija, no voy a estar sola. Acuérdate que me quedo con Benjamin. Y de la limpieza no te preocupes, eso lo puedo hacer yo misma.
—No lo sé mamá. ¿Y si no me puedo adaptar? Ya sabes que no soy de socializar mucho.
—Por eso es que quiero que vayas, mira sé que extrañas a tu hermana, todos lo hacemos. Pero debes seguir con tu vida. Estoy segura que eso es lo que a tu hermana le gustaría. Verte feliz, llena de vida...Por favor hazlo por mí, ¿si?
—De acuerdo, pero que conste que lo hago por ti.
—Esa es mi niña, enseguida le llamaré a tu abuelo para que pase por ti mañana mismo.
Mi cabeza es un torbellino; mil pensamientos pasan por mi mente. No sé si esto será una buena idea pero de lo que estoy segura es que quiero hacer feliz a mamá. Es por eso que he decidido intentarlo. Aunque lo que me depara el destino es incierto...
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