Capítulo 9
Gruño mientras me siento sobre mi maleta, la verdad no pensé que iba a llevarme tantas cosas pero me dijeron que íbamos a pasar casi 8 días en el club de playa así que tengo que estar preparada para todo.
Tratando de dar mi mayor esfuerzo me deslizo y caigo de nalgas al piso. Suspiro frustrada mientras que escucho una risa.
—Si tuviera fuerzas para pararme y golpearte créeme que lo haría.—le digo a Milo que patea con el pie la puerta para abrirla.
Me doy cuenta que en sus manos tiene una maleta. Milo se ríe al verme tirada y yo entrecierro los ojos tratando de quemarlo con la mirada.
—Pero que humor hermanita, apenas son las ocho de la mañana.
—Precisamente por eso.—le digo, Milo suelta la maleta que tiene en manos y me tiende la mano para ayudarme.
Cuando estoy de pie me acomodo el pelo y cuando giro Milo ya ha cerrado mi maleta como si fuera ridículo que yo no haya podido. Milo me mira con una ceja levantada y yo gruño haciendo un puchero mientras me cruzo de brazos. Mi hermano mayor se ríe. Camina hacia su puerta pero antes de irse vuelve a meter su cabeza por mi puerta.
—Mamá quiere hablar contigo.—dice y se va.
Me quedo viendo la puerta unos segundos, volteo a ver la maleta y luego a mi habitación para cerciorarme que todo lo que había sacado del armario esta dentro. Tomo mi celular y suspirando salgo de mi habitación.
Camino por la segunda planta tratando de encontrar a mi madre, cuando llego a la sala principal solo veo a Miles y a Elena guardando algunos juegos que tienen desperdigados por toda la alfombra. Camino hacia el cuarto de mis padres, al entrar me choco con mi padre que me sonríe antes de señalarme su oreja, diciéndome sin palabras que está en una llamada. Me río ante su expresión de aburrimiento antes de que salga del cuarto, supongo que para irse a su oficina.
Dudo un poco antes de entrar, toco la puerta a pesar de que esta ya está abierta. Mi madre me dice que pase, entro y veo las enormes ventanas que dejan ver el jardín, las blancas cortinas están amarradas así que la iluminación es intensa.
Camino hacia el baño de mis padres ya que mi madre no está ni en su cama ni en la sala de su habitación.
Encuentro a mi madre frente a su espejo, sentada en su tocador con mucho maquillaje en la mesa. Está terminando de ponerse lápiz labial. Los ojos de mi madre se apartan de sus labios para ponerse sobre mi reflejo.
Noto como le da una rápida mirada a mi atuendo lo que me hace querer mirarlo también, pero no puedo mostrarme nerviosa ante ella.
Miro mi reflejo de reojo, miro el top blanco que muestra mis hombros, es de encaje así que deja ver el bikini rosa pálido. La parte de abajo es una falda que llega hasta mis rodillas, es de la misma tela y deja ver una parte de mi abdomen, tengo unas sandalias de tiras que llegan hasta casi mis rodillas. Mi cabello está suelto pero como usé moño la noche anterior cae en ondas. Mis manos están llenas de pulseras y tengo un collar pegado a mi cuello de color dorado que tiene una pequeña estrella de mar justo en medio.
Cuando ella los vuelve a poner sobre mis ojos,asiente un poco, como dándome la aprobación.
—Milo se irá con Isaac y León, ¿quieres irte con ellos o te vendrás con nosotros?— la pregunta de mi madre me toma por sorpresa, pensaba que nos iríamos todos juntos.
—¿Milo llevará auto?
—No, Isaac vendrá por el, la familia de él llegará más tarde ya que el padre de Isaac aún tiene cosas que hacer y sus hermanas están terminando algunas cosas de la universidad.
—¿Por qué no llevo yo el auto?—pregunto y mi madre para de maquillarse para mirarme.— Ya tengo dieciocho y la licencia la recibí hace ya mucho. Puedo pasar recogiendo a Lisa y Lila, supongo que no les molestara irse conmigo.
—No lo sé Mía.—empieza a dudar, pero para mi sorpresa no fue una negativa desde el inicio.
—Prometo manejar con cuidado, aparte iremos siguiéndolos, sabes que Miles necesita espacio en el auto para jugar y con Elena ahí no estaremos cómodos. Y no quiero irme con los chicos, son raros cuando están juntos.—digo y mi madre ríe un poco lo que me hace reír también, una risa nerviosa, una risa que demustra que no sé bien qué está pasando.
—Está bien.—dice y yo frunzo el ceño. Fue demasiado fácil.— Pero...—ahí está, ya sabia que no podía serlo. Mi madre se levanta y se da la vuelta para encararme.—Antes de irte tienes que pasar por la casa de la abuela.
—¿Por qué?
—Tu padre tuvo la insensatez de comentarle que iríamos al mar un par de días, y como una de sus locas amigas le llena su cabeza de ideas nos ha conseguido una cantidad innecesaria de "la mejor crema solar" así que tienes que ir a recogerla.
—¿Por qué yo?
—Milo se irá con Isaac y sabes que Miles no puede hacer muchas paradas antes de la llegada.—dice mi madre y me sonríe, como si esto hubiera sido su plan desde el principio.
—Pero...—trato de quejarme pero ella pone su mano sobre mi hombro mirándome fijamente.
—Te sugiero que te vayas ahora mismo, así no llegas más tarde de lo que ya vamos.—dice saliendo de la habitación.
Me quedo mirando mi reflejo y gruño. Ruedo los ojos y suspiro antes de marcarle a Lisa y decirle que llegaré por ellas como en una hora. Eso sí mi abuela no me obliga a quedarme más tiempo.
Entro a mi habitación para recoger mi maleta pero me doy cuenta que ya no está, salgo tratando de encontrar a Milo, para que me acompañe a donde mi abuela pero el traidor ya huyó.
Bajo las escaleras y empiezo a caminar hacia la oficina de mi padre, Martín que está en la puerta me dice que está en llamada pero que me desea buen viaje, por ende confirma lo que supuse, esto era un plan de mi madre ya que Martín me entrega una canasta de frutas para que se la lleve a mi abuela.
Suspiro antes de ir al garaje, una sirvienta me entrega mis llaves y me subo a mi jeep blanco antes de poner la canasta a mi lado.
La puerta del garaje se abre y yo suspiro, tomo mis lentes de sol, aparto mi cabello de mi rostro y empiezo a conducir a la casa de mi abuela.
Apreto el freno cuando llego al gran portón, la casa de mi abuela es abominablemente grande para que sea solo para una persona. Saco mi cabeza por la ventana para que la estúpida cámara capte. Sonrío exageradamente antes de que las negras puertas se abran. Conduzco por el largo camino que está cubierto por árboles antes de llegar a una fuente que está en medio del pequeño redondel. Giro antes de parquearme justo en frente. Mi puerta es abierta por un sirviente que me sonríe, agarro la cesta y bajo del auto.
Pongo mis lentes sobre mi cabello antes de mirar la enorme casa frente a mí.
Se llevan mi auto y veo que las enormes puertas de cristal están abiertas y para mi sorpresa alguien está esperando.
—Alina, pero ¿por qué no me sorprende verte aquí? ¿Ya te echaron de tu casa?—le pregunto a mi prima cuando subo las escaleras hacia la casa.
Mi prima menor sonríe falsamente. Noto que solo tiene un kimono y deja ver su cuerpo mostrándome el bikini.
—Siempre has sido graciosa.—me responde y empezamos con una guerra de miradas.—Lindo atuendo, si fueras delgada te quedaría mejor, lastima que tu peso siempre ha sido un problema.—dice y para sorpresa de ella me río a carcajadas. Su cara se pone seria, molesta por que su comentario no tuvo el efecto deseado.
—Lo siento, es que la verdad me sorprende que sepas lo que es un cuerpo natural, luego de las cirugías que te has hecho creo que ni tú sabes donde empieza el plástico y donde es carne humana. Aunque tranqui, si buscas en tu cerebro ahí te aseguro que todo es de plástico.—sonrío y mi prima tiene el impulso de tirarse encima de mí pero unos pasos a sus espaldas hace que se detenga.
Mi abuela hace acto de presencia, se encuentra en también con atuendo de playa, supongo que están a punto de meterse a la piscina.
—Mía, llegaste tarde.—dice y yo intento con todas mis fuerzas no rodar los ojos.
—Lo siento abuela, no me habían dicho que vendría.
—Claro, si tu comunicación con tu madre es como la mía con ella es obvio que nunca sabrías nada.—dice y yo genuinamente me río, lo que provoca una mueca de su parte.
—Mi padre te manda esto.—digo mostrándole la fruta, los ojos de mi abuela se iluminan y noto como los de Alina se oscurecen. Claro que el hecho de que mi abuela ame a mi padre y no tanto al padre de Alina la hace enfurecer mucho.
—Tu padre tan considerado. Ven pasa.—dice y yo empiezo a entrar en pánico.
—Lo siento abuela, tengo que ir a recoger a Lisa y Lila, mi madre no quiere que me retrase tanto para no llegar muy tarde.
—¿Tarde a qué?—pregunta mi prima con una cara de disgusto pero con una curiosidad que la carcome.
—Tu prima irá al mar con la familia Berlusconi y Zello.—dice mi abuela cortarte y Alina abre la boca indignada.
—Claro que lo harán.
—Fue repentino.—digo tratando de justificarnos.
—Claro que fue repentino, siempre lo es ¿no? Dejar afuera a tu prima siempre ha sido algo que has hecho Mia, siempre la remplazas por esas dos que ni siquiera son de tu sangre. Has molestado a tu prima y la ha marginado toda tu vida. Venir a echarle en cara que irán al mar sin ella es repugnante.—dice mi abuela y yo no puedo evitar reír mirando al piso.
—No he venido a eso abuela.—digo con la mandíbula tensa.
Alina me mira sonriente, sin que su sonrisa pueda estar a la vista de mi abuela. Ella sabe cómo manejarla, siempre lo ha hecho, ante los ojos de la abuela ella es la pobre oveja que nada hace, cuando todas las travesuras que ella ideó fueron mi culpa, siempre mi culpa. Ella le ha creado una idea a mi abuela, una idea que yo por mucho que me esfuerce no he podido cambiar. Ya que las conversaciónes con mi abuela siempre llegan a mi prima. Y es completamente frustrante.
—Señorita Ricci, en su auto ya están las cosas que su abuela le tenía.—dice un sirviente y yo asiento.
—Muchas gracias.—me volteo a ver a mi abuela que aún me mira con desagrado.— Fue lindo verte abuela, espero que a mi regreso podamos ir a comer algo y charlar.
—Estará ocupada.—dice mi prima y yo la volteo a ver.
—Claro, adiós Alina, me saludas a tu padre, me han contado que la despedida le ha caído bien, ya sabes las medicinas le han hecho buen efecto.—digo antes de tocarme la nariz y aspirar fuertemente.
Alina suelta un grito y mi abuela me reprende pero yo ya estoy caminando hacia mi auto. Me subo sin mirar atrás y salgo de ahí lo más rápido que puedo.
Aparco frente a la casa de los Zello con las manos temblorosas, mi respiración se agita y tengo que poner mi cabeza sobre el respaldo del asiento para tranquilizarme.
Unos golpes en mi ventana me hacen sobresaltar. Me giro y veo la lengua de Lisa muy pegada a mi cara.
—¡Abre!—gritan al otro lado y veo como Lila trata de abrir la puerta de copiloto.
—¡Yo dije que iba a ir adelante!—grita Lisa y empieza a correr hacia el otro lado.
Me río antes su pelea y abro la cerradura. Las dos empiezan a pelear pero es Lisa la que termina en el asiento de atrás.
—¿Nos vamos?—me pregunta Lisa, mirándome un poco extraña, me había quedado pensativa.
Pero como no, como no pensar que ellas sin ser mis primas de sangre son mucho mejor que la que si son. Porque a ellas las elegí, elegí que fueran mi familia y no puedo estar más feliz de que lo sean.
—Vámonos.—digo y las dos empiezan a gritar como locas mientras que yo vuelvo a encender el carro.
Pasamos el viaje cantando, bailando, contando chismes y riéndonos a más no poder. Mi padre nos llamó un par de veces para comprobar que no nos hemos perdido. Nos tardamos más de lo debido ya que las chicas querían pasar al supermercado a comprar algunas cosas para comer. Aparte de una parada expres en un centro comercial que estaba de camino por las ofertas de trajes de baño.
Cuando estábamos en una gasolinera las dos salieron del carro para comprar algo para tomar, ya que lo que teníamos ya estaba caliente.
Pongo mi cabeza sobre el soporte descansando un poco la vista. Siento que mi celular vibra así que lo busco entre las bolsas.
Cuando lo encuentro veo que tengo una notificación de Isaac, para mi sorpresa no es un mensaje sino que es una foto.
Al abrirla mi sonrisa aparece al ver al chico sin camisa y con solo un traje de baño. La selfie está tomada desde lo alto, así que puedo ver la arena a sus pies y el mar atrás de él. Miro a un sonriente Isaac con pequeñas gotas sobre su rostro debido a su cabello mojado. Sus pequitas se hacen más notables por el sol y sus ojos están achinados por lo grande que es su sonrisa.
Te espero.
Mi corazón empieza a palpitar fuertemente al leer esas dos palabras. Mis ojos viajan hacia la foto e inconscientemente mis dedos empiezan a trazar su cuerpo.
—¡Mia!—gritan mis primas desde afuera lo que hace que el celular salga volando de mis manos. Quito la cerradura para que mis prima puedan entrar.
—Pero que distraída has estado.—dice Lila y Lisa me mira curiosa. Les sonrío nerviosa tomando uno de los frozen que compraron. Doy un sorbo antes de arrancar el carro y dirigirnos fijo hacia el club sin hacer otra parada.
Finalmente llegamos al club de playa, la cola está un poco larga debido a todas las personas que han decidido vacacionar aquí también.
Lila llama a su padre para que las hagan pasar rápido, debido que la familia Zello y Berlusconi son dueños de la mitad del club.
Logramos acercarnos cerca de nuestro apartamento. A diferencia de lo que podrían creer aquí no son casas de playa, el club se compone de departamentos abiertos que se distribuyen por toda la zona. Hay áreas comunes como piscinas, ranchos, sala de juegos, gimnasio y más cosas.
Nuestras familias siempre eligen los apartamentos que están más alejados del mar debido a que son los más grandes.
—¡Finalmente llegaron!—dice Leal, el padre de Lisa, Lila y León.
—Papi, no nos dejaban entrar.—Lisa hace un puchero y su padre rueda los ojos antes de abrazarla con una gran sonrisa.
Empiezo a ver alrededor para tratar de encontrar a Isaac, ya que desde la foto ya no mostró señales de vida.
—Tus padres fueron a conseguir los carros para el golf, ya sabes como es mi esposa se moría por jugar.—me sobresalto al escuchar que el señor Zello está hablándome, lo volteo a ver y le sonrío.
—¿Y bien? ¿Cuales son nuestros cuartos?—pregunta Lila tomando su maleta de mano.
—Este apartamento es para ustedes, tiene dos habitaciones gigantes, ya saben para que duerman juntas.—dice rodando los ojos y yo me río.
Me recuerdo que el año pasado nos quejamos que no podíamos dormir juntas debido a que el apartamento tenía cuatro cuartos pequeños y no cabíamos bien las tres juntas.
—El apartamento del final es el nuestro, las hermanas de Isaac dormirán en una de las habitaciones así que no tienen que preocuparse por ellas.—dice y las tres asentimos.—Bien, disfruten, iré al campo de golf antes de que su madre me mate por llegar tarde.—dice y sus hijas se despiden de él.
Nos quedamos finalmente solas en el apartamento, las tres nos quedamos viendo como Leal se va, cuando ya no nos ve las tres salimos corriendo hacia la habitacione para agarrar la mejor cama.
Nos peleamos, empujamos y tropezamos hasta caer en una cama. Las tres nos reímos por ello.
—Juntaremos las camas.—decimos las tres al mismo tiempo antes de romper en carcajadas otra vez.
Esto es algo que siempre pasa, por mucho que peleemos por una cama terminamos uniéndolas para dormir juntas.
—Iré a cambiarme, León me escribió hace como diez minutos diciéndome que las olas están increíbles.—dice Lila y sale corriendo al baño.
Lisa me sonríe antes de correr por su maleta y meterse al baño con su hermana para cambiarse también.
Yo salgo de la habitación para respirar bien el aire plagado de sal de la playa.
Miro la sala y sonrío al ver las típicas decoraciones de caracoles.
Camino hasta llegar a la cocina, que es abierta al igual que todo el apartamento, los cuartos son los únicos que están cerrados con puertas, lo demás es todo a la vista, pero el hecho que los apartamentos estes lejos de cada uno da cierta privacidad aunque igual puede ver lo que la gente hace.
Abro una de las hieleras y noto una gran cantidad de bebidas alcohólicas, me río al pensar como lograron meter esto aquí. Este club tiene estrictas reglas en no meter comida o bebidas, aquí te proveen todo, lo que hace la cocina realmente inútil.
Estoy a punto de cerrar la hielera cuando unos brazos mojados me atrapan y me hacen girar.
—¡Ladrona!—grita y yo grito de regreso.
Los brazos me sueltan y yo me volteo a ver a León que está sin camisa, con un traje de baño empapado.
—¡Estas todo mojado!—le digo y él mueve la cabeza haciendo que todas las gotas se esparzan por todos lados. Grito por eso y él se ríe.
—¿Y mis hermanas? ¡Se están perdiendo de olas increíbles!—grita para que mis primas puedan oirlo desde donde está. León se queda escuchando como esperando que sus hermanas respondan, como no lo hacen me voltea a ver con una gran sonrisa.
—¿Qué?—pregunto curiosa y él solo mueve su cabello con su mano.
—Isaac estaba preguntando por ti.—dice y yo me paralizo. Abro la boca para preguntarle algo pero su vista se va hacia la entrada del apartamento lo que hace que mi vista vaya también ahí.
—¿Por qué tardaron tanto?—pregunta mi hermano pero yo no escucho su pregunto ya que detrás de él está Isaac que me mira con una enorme sonrisa. Sonrisa que yo no puedo devolverle debido al shock por verlo sin camisa, mojado frente a mí. Mis mejillas se están calentando. Está haciendo calor.
Llegan hasta mi lado, Milo me jala del brazo y me abraza para saludarme, estoy tan paralizada que ni me quejo por lo mojado que está. Milo se aparta y entra a la cocina para tomar una cerveza, le pasa una a León y saca otra para Isaac dejándola en la isla.
Isaac se me acerca con una gran sonrisa, y lentamente se me acerca para depositar un pequeño y húmedo beso en mi mejilla. Antes de separarse completamente su mirada va hacia mis labios lo que hace que lama los suyos.
Retengo la respiración hasta que se separa de mí. Toma la cerveza que le dejó mi hermano y se sienta en uno de los bancos frente la isla sin apartar los ojos de los míos.
—¿Mia?—pregunta mi hermano y yo me desparalizo.
—Lisa y Lila me obligaron a hacer paradas innecesarias.
—¡¿Innecesarias?!—grita Lisa sobresaltándonos a todos, luego de unos segundos aparece en la cocina.— Cuando vean el hermoso bikini que compraste no dirán que fue una parada innecesaria.—dice y me sonrojo al ver que Isaac levanta una ceja y sonríe juguetón.
Yo aparto la mirada para no morir.
Lisa se acerca a donde está su hermano que está justo en la entrada de la cocina, así que con su cadera lo aparta lo que hace que León, que estaban tomando de la botella escupa un poco y se queje. Lisa se ríe y entra a la cocina y abre sus brazos hacia mi hermano. Milo se gira y al verla ,sonríe grande antes de abrazarla, levantándola debido a la pequeña altura de Lisa.
Lisa ríe como boba y yo me río al verlos.
—¿Nos vamos? ¡Nos perderemos las olas!—grita Lila apareciendo en la cocina, lleva un traje de baño de cuerpo completo, cuando digo de cuerpo completo es enserio, el negro traje de baño cubre sus piernas, brazos y cuello. Por que aunque no lo crean esta chica de aquí compite, ha llegado a las nacionales un par de veces.
León asiente acabando la botella de cerveza antes de botarla en un basurero. Toma su celular y rodea a su hermana con su brazo para caminar hacia el mar.
—¿Vienen?—pregunta Leon volteandome a ver. Milo suelta a Lisa y le tiende la mano sonriéndole. Lisa asiente y se la agarra antes de tomar su bolsa donde lleva una toalla y bronceador. A diferencia de su hermana mayor ella no es mucho de meterse al mar, ella prefiere descansar en la arena.
Ellos dos empiezan a caminar siguiendo a León y a Lila. Milo se gira y levanta una ceja.
—Desempacaré antes.—le digo y luego mira a Isaac.
—La ayudaré.—dice y yo lo volteo a ver sorprendida.
Milo se encoge de hombros antes de tomar a Lisa por las piernas y correr con ellas en brazos. La chica ríe y grita que la bajen pero Milo no le hace caso.
Los cuatro desaparecen de nuestra vista luego de unos segundos, segundos donde los dos nos hemos quedado en el mismo lugar sin mirarnos.
—No tienes que quedarte, te perderás las buena olas.—digo y luego retengo la respiración.
Isaac aparta la mirada y me mira fijamente, ladea un poco la cabeza sonriente.
—¿Bromeas? Luego de las veces que me has rechazado me he dado cuenta que me dejas acercarme cuando estamos solos, ¿cómo podría desaprovechar una oportunidad cómo está?—pregunta y yo trago grueso. Abro mis labios pero nada sale, levanto mi dedo pero lo bajo enseguida. El chico ríe.
—¿Estas confesándome que te aprovecharas de mí?—le digo cruzándome de brazos, tratando de agarrar valor del aire salado. Isaac ríe y se para lo que hace que tenga que alzar mi cabeza.
Se acerca un poco a mí, mirando hacia abajo, luego de unos segundos donde parece meditar su respuesta se encoge de hombros mordiendo su labio.
—Solo si tú me dejas.—dice y luego besa mi mejilla antes de salir corriendo a mi habitación.
Me río antes su acción infantil pero rápidamente lo sigo ya que sé que es lo que hará en mi habitación.
Cuando estoy en el marco de la puerta abro mi boca.
—¡Basta!—Isaac se detiene, en sus manos tiene unas camisas y shorts, en el suelo está toda mi ropa desperdigada. Isaac ha abierto mi maleta y ha decidido desordenarla toda.
—¿No era así?—pregunta inocentemente.
—Te voy a matar.—le digo antes de correr hacia él, pero el chico es más rápido, se para y empieza a correr con mi ropa en manos, dejando caer prendas de vez en cuando, cayendo en mi cara.—¡Basta! ¡Ven aquí!
—¡Eres muy lenta!—grita y yo gruño.
Me detengo unos segundos para tomar un zapato, cuando Isaac se gira un poco para verme lo tiro hacia sus pies y sin que él pudiera darse cuenta del zapato se tropieza y cae.
Isaac se queja y yo me caigo al piso por el ataque de risa.
—Eres mala.—me dice aún en el suelo y yo simplemente no puedo parar de reirme.
Isaac se inca y me mira serio, yo me sigo riendo pero cuando noto que él me mira más de lo normal me quedo quieta mirándolo seria también. Mis manos soportan mi cuerpo que está hacia atrás con las piernas abiertas. Isaac está frente a mí y mi respiración es demasiado irregular debido a la risa y al calor que empieza a sentirse.
Sin que pueda correr Isaac gatea un poco antes de pararse y correr hacia mí. Yo trato de huir pero mi posición no me deja mucho más que pararme antes de ser sujetada por él.
Isaac toma mi cintura y me gira con él haciendo que ambos caigamos en la cama principal.
Los dos caemos boca arriba, el brazo del chico está debajo de mi cuello y mis dos brazos están extendidos, uno en su pecho.
Los dos nos reímos ante el esfuerzo y nos quedamos ahí para regular nuestra respiración.
—Te odio.—le digo refiriéndome al desastre que hizo con mi ropa.
—No lo haces.—dice y yo lo volteo a ver aun con la respiración acelerada. Isaac me regresa la mirada y me sonríe ampliamente lo que me hace reír.
—Vas a ordenar todo esto.—le digo y él se ríe, una risa profunda. Me paro y volteo a verlo le tiendo la mano.—Arriba, tienes trabajo que hacer.—digo e Isaac solo levanta la cabeza, luego se ríe y niega con la cabeza.
—Tú ven aquí.—dice y jala mi mano haciendo que caiga encima de él. Pego un grito por el arrebato y me quejo un poco por el golpe al igual que él.—No lo pensé bien.—dice y los dos reímos.
Pongo mi mano sobre el colchón para tener un poco de soporte y no estar del todo encima. Isaac aparta mi cabello ya que al no tener mucho control con mis manos no puedo apartarlo yo sola.
Nuestros ojos conectan y nuestras respiraciones ya no logran tranquilizarse.
Mis labios se abren para decir algo pero no hay nada, nada que pueda decir, nada que pueda pensar. No teniéndolo aquí, tan cerca de mí, con el corazón palpitando tan fuerte como el mio.
—Mía...—susurra con la voz realmente ronca y mis ojos bajan a sus labios, a sus rojos y gruesos labios. Su mano pasa de mi oreja acariciándola un poco, a mi mejilla. Sus dedos se ponen detrás de mi cuello manteniéndome firme frente a él. No puedo evitar cerrar los ojos la disfrutar de su toque.
Nuestros rostros empiezan a acercarse, nuestra narices juegan y sin habernos besado aún, suspiramos de alivio, por estar así, juntos.
Relamo mis labios, nerviosa y siento como sus labios rozan los míos, sin tocarlos, ya que ni él ni yo tenemos el valor suficiente para unirlos por miedo que no podamos separarnos, que no queramos hacerlo.
Siento como su mano libre presiona mi cuerpo con el suyo, sujetando mi espalda baja. Suspiro una vez más al sentir una presión en mi cuello, que me anima a acercarme más a él. Nuestros ojos se cierran y nuestros labios se abren.
—¡¿Mia?!—un grito hace que nos separemos. Isaac tiene el impulso de empujarme lo que me hace caer del otro lado de la cama. Rápidamente Isaac se levanta de la cama y yo me siento en ella viendo como un pequeño humano entra a la habitación.
Los ojos de Miles pasan por toda la habitación viendo el gran desastre que hay, la ropa, los zapatos, todo. El pequeño niño frunce el ceño confundido antes de poner sus ojos sobre mí.
—¿Tu maleta explotó? ¡Elena te dije que las maletas si podían explotar!—grita y yo me acerco al chico.
—Miles, ¿qué haces aquí?—pregunto con la cara roja, la respiración horrible y de seguro una gran cara de avergonzada. No me imagino la cara que pueda tener el chico detrás de mí.
—El tío Leal me dijo que ya estabas aquí, así que viene a verte, Elena y yo iremos a jugar a la piscina ¿quieres venir?
—Yo...—miro una camisa que está cerca del armario.—No, tengo que ordenar pero solo termino y llego ¿si?
—Esta bien...—hace un pequeño puchero pero rápidamente aparta la mirada de mí.—¿Tú vienes Isaac?—pregunta y es ahí cuando lo miro.
Su pecho desnudo está agitado, su rostro está un poco rojo y duda un poco al escuchar la pregunta de mi hermano. Muevo mis ojos apuntando a Miles.
—Claro.—responde finalmente y yo cierro los ojos suspirando. Miles celebra antes de salir corriendo fuera de la habitación.
Respiro una vez más antes de levantarme, Isaac está frente a mí y yo por susto retrocedo un poco.
—Lo siento.—digo nerviosa y él asiente.
—Yo...
—¡Isaac!—mi hermano grita interrumpiéndolo.
—Será mejor que yo...—apunta la puerta y yo asiento.
—Si, ve, hablamos luego.—digo y el chico sale de cuarto.
Cuando finalmente la puerta se cierra yo me siento sobre la cama, miro el desastre a mi alrededor y suspiro.
—Esto va a matarme, definitivamente va a matarme.
Alison Thornton como
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