Capítulo 7
Mi mente está hecha un desastre, se repiten cada una de las palabras, de las acciones y de los sentimientos que tuve al tenerlo tan cerca.
Mis ojos se abren y se cierran en cámara lenta, mi boca está seca y siento que todos los sentimientos van a poder conmigo. Me siento un poco mareada debido a la falta de comida en mi sistema.
Las cajas de pizza me las quitan de las manos, las sirvientas que parecen correr de un lado al otro, los niños pararon de jugar y están hambrientos.
Me quedo paralizada viendo como todo se mueve, la gente grita, ríe, habla y todo en cámara lenta. Noto como las copas chinchines, los niños corren, comen, miro como la gente baila, se saluda y platica.
Siento una presión en mis oidos impidiendo oír lo que pasa a mi alrededor. Estoy completamente fuera de mi tanto que siento que el aire no entra en mi sistema.
—¿Mia? ¿Esta bien? —cuando abro los ojos y noto a una chica con cabello corto de color verde oscuro, muy oscuro, tanto que parece negro. Me mira con sus grandes ojos negros, el brillo del piercing en su ceja me hace pispilear.
—Orazia. —susurro y de un momento a otro el ruido regresa a ser real para mí, sobresaltandome un poco. Parpadeo más rápido y muevo mi cabeza de un lado al otro tratando de quitarme la sensación que sentí por todo mi cuerpo.
—Estás pálida, ¿has comido algo? —pregunta mi amiga y me jala para que empecemos a caminar. Supongo que me había quedado justo en la entrada y completamente paralizada.
—Yo...No, no tuve tiempo. —mi amiga hace una mueca. —Hablo enserio, iba a hacerlo pero me desperté tarde hoy así que no logré.
—Iremos a buscar un buen plato y yo me aseguraré de que te lo comas todo. —Orazia detiene a un apurado mesero y le exige un plato. A pesar de que el joven le dice que la comida aún no se sirve Orazia logra convencerlo al amenazarlo con despedirlo por negarme precisamente a mí un plato.
Mientras ella platica con el mesero noto que en una de las mesas que están más cerca de la casa se escucha ruido y noto que es toda la familia Berlusconi han hecho acto de presencia.
Sonrío un poco al ver a los padres de Isaac abrazando a mis padres. Las hermanas de él hacen lo mismo, cuando veo a cada uno de ellos frunzo el ceño al notar que Isaac no ha aparecido.
Lo busco con la mirada reteniendo la respiración hasta que sus ojos hacen contacto conmigo. Me mira serio por un momento, con un brillo raro en los ojos, como si quisiera decirme algo a la distancia, pero nuestras miradas se cortan cuando Lila y Lisa llegan a saludarlo. Inmediatamente una sonrisa enorme sale de sus labios al abrazar a sus primas.
—Vamos. —me empuja Orazia llevándome a una mesa.
—¡Mia! —escucho un grito y mi mirada va hacia mi grupo de amigas. Me sorprendo un poco al verlas ahí, pero luego recuerdo brevemente haber escuchado mencionar a Martin que mi madre invitó a varios padres de mis amigas, debido que algunas trabajan en una de las empresas aliadas de mi padre.
Sonrío al verlas, las abrazo a todas, noto que todas están verdaderamente hermosas con sus vestidos. Me quedo hablando con ellas durante la cena, ya que unos minutos después de sentarnos los platos para todos comenzaron a servirse.
Como Orazia me amenazó, tuve que terminarme absolutamente todo mi plato, aunque me costó más de lo que creí, me mentalicé que está comida recompensa toda la comida no ingerida durante la última semana de colegio.
La mano de Orazia está apretando la mía mientras mira su celular aburrida, yo me encuentro hablando con las otras chicas alegremente, quedamos en salir durante estas vacaciones.
Siento una mirada realmente intensa a mi lado, muevo mi cabeza y noto que Isaac está mirándome fijamente desde la mesa que está del otro lado del jardin pero enfrente de mí. Había dejado a su familia en su mesa para acercarse a una de las mesas donde están los amigos de mi hermano. Isaac está parado en medio de dos sillas donde mi hermano y otro chico están sentados dándole la espalda. Noto como el chico de camisa azul marino relame sus labios mientras mira mi aspecto lo que me hace retener la respiración.
Milo sin moverse de su puesta levanta su mano izquierda y la incrustá en el cuello de Isaac, lo que hace que se agache, noto que es mi hermano mayor lo ha jalado para susurrarle algo en el oído. Milo está con sus lentes oscuros sobre sus ojos, supongo que para disimular la cantidad de alcohol que de seguro ha ingerido. Se le nota tenso pero algo más tranquilo que antes.
Mi hermano sigue susurrando al oído, dejándome con unas tremendas ganas de saber que es lo que le está susurrando. Pero esa duda se elimina de mi mente cuando los ojos cafés de Isaac se posan el los míos de manera intensa. Su cabeza está hacia abajo así que solo noto sus ojos y su media sonrisa y no puedo evitar imaginarlo tenerlo cerca de mí mirándome de esa manera.
Muerdo el labio inferior, esa acción inconsciente tiene una reacción de la parte del chico, sus ojos se oscurecen y su sonrisa desaparece completamente.
Sigo mirándolo sin querer desconectar mi mirada de la suya. Mi mano sube hasta mi cuello donde empiezo a jugar con mi collar, moviéndolo de un lado al otro lentamente. Noto como la respiración de Isaac se agita un poco pero para que mi hermano no sé de cuenta retiene la respiración.
Siento que me acaloro al ver su barbilla tensa, el chico muerde su labio y sus fosas nasales empiezan a moverse.
Abro mi boca para susurrarle algo a la distancia pero me interrumpen.
—Buenas noches... —mi mirada se aparta de el intenso juego de miradas que me manejaba y se va al chico que está al lado de Orazia.
Mi amiga grita un poco y suelta mi mano.
—¡Carlo! Al fin llegas, estaba aburriendome mucho. —mi amiga hace una mueca y yo ruedo los ojos.
—Mia. —me saluda.
—Carlo. —le respondo de la misma manera. —No sabía que estabas invitado, si no me equivoco no tienes ni idea de quién es mi hermanito. —digo y recibo una mirada recriminatoria de mí mejor amiga. —Que disfrutes de la fiesta. —le digo levantándome, les digo a las chicas que iré al baño y empiezo a alejarme de ellas.
Me acerco a un mesero y le quito una copa de champán, le sonrío falsamente antes de que él corra a la siguiente persona. Bebo la mayoría de la bebida en un sorbo. Iba a terminarla pero siento un jalón en mi hombro que casi hace que tire la copa.
—¡¿Pero qué te pasa?! —grito un poco.
—Eso podría preguntarte yo a ti. —dice Orazia cruzándose de brazos.
—¿De qué hablas?
—¿Enserio crees que no noto la actitud que tienes con mi novio?
—¿La actitud que yo tengo con él? —pregunto y me río haciendo que mi mejor amiga se enoje mucho más.
—Hablo enserio Mia. —sus mirada es de furia y estoy segura de que la mía también lo es, me río sin poder evitarlo.
—Esto es increíble, ¿ahora lo que "yo he hecho" está mal y soy yo la mala?
—Ni siquiera intentas empatizar con él.
—¡Es un manipulador, un controlador y un mentiroso! ¿Enserio me pides que empatice con alguien así? —digo y Orazia deja caer sus brazos.
—¿Cómo puedes criticarlo así?
—No critico amiga, es la verdad, aunque estes tan cegada por ¿amor dices? —me río. — Orazia. —me acerco a ella y tomo sus manos luego de dejar la copa en una mesa. — Tú sabes lo que él te ha hecho sufrir, tú sabes lo que pienso de la relación, sabes que no puedo ni siquiera pensar en todo lo que ha hecho, cuando te exige revisar tu celular, te impide salir con tus amigas, tu familia, cuando se enoja y te humilla porque no quieres hacerlo con él. —susurro lo ultimo y Orazia aparta sus manos con brusquedad.
—¿Cómo te atreves? —suspiro al ver que mis palabras no tienen el efecto que quiero. — ¿Sabes lo que pasa Mia? Tú no puedes tolerar verme así, ver lo linda que me hecho, ver que los chicos me quieren a míy a ti ni te miran. Eres una envidiosa. —dice y yo me río indignada.
—Dime Orazia ¿de qué debería estar celosa?
—De todo lo que tengo.
—Oh claro, porque lo que tienes realmente es oro. —digo señalando a Carlo que descaradamente está coqueteando con una prima lejana, pero eso no lo ve Ordizia, nunca lo hace.
Miro a mí mejor amiga y ella ya está completamente seria. Niega con la cabeza y camina hacia atrás dejándome ahí. Toma la mano de Carlo y pasa a la par mía con la intención de salir de mi casa.
Cuando la veo salir gruño.
—¿Adonde va Orazia? —pregunta mi madre y yo me sobresalto al verla a la par mía.
—Tenía algo que hacer. —me limito a decir y mi madre me mira seria, tratando de descifrar si miento.
Pero no lo descubriría, jamas lo haría, por que el saber mentirle a las otras personas lo aprendí de ella.
—Que pena su novio me cae realmente bien, es de buena familia, los padres de Orazia deben de estar realmente felices de su compromiso. Alguien así deberías de conseguirte, si esperas mucho tiempo los buenos candidatos se irán corriendo. Eres hermosa Mia, y todos los que están aquí lo saben, cualquier persona estaría encantada de formar lazos con nuestra familia.
—Claro, todos estarían encantados pero ¿qué hay de mí? ¿Acaso importa si yo llego a sentir algo por alguno de ellos?
—Los sentimientos son irrelevantes cuando hablamos de la supervivencia de la empresa familiar.
—¿Entonces me dirás que no sietes nada por mi padre? Si mal lo recuerdo él no tenía nada cuando te propuso matrimonio y mirate ahora.
—Yo tuve mucha suerte con tu padre, pero eso no significa que dejaré que tu futuro caiga cuando tengo la posibilidad de asegurarme de mantenerlo.—dice y yo volteo a verla sería, niego con la cabeza antes de rodar los ojos, tomar la copa que tiene en sus manos y alejarme de ella.
Bebo el contenido de la bebida y dejo la copa donde sea la verdad.
Cierro los ojos tratando de calmarme, ¿cómo es posible que en tan solo un par de horas tantas cosas hayan pasado? ¿Acaso todos vinieron a la fiesta de cumpleaños de mi hermanito precisamente para sacarme de mis casillas?
Respiro hondo mirando al espejo que tengo enfrente. Hago una mueca, nunca me gusto este espejo.
Cuando voy a comenzar a pelear con mi reflejo veo que una persona se suma.
—¡Mia! —grita y yo doy la vuelta con una gran sonrisa en la cara.
—¡Señora Berlusconi! —la elegante mujer frente a mí se acerca más a mí con los brazos abiertos y yo gustosa recibo su abrazo.
—Le estaba preguntando a tu padre dónde te habías metido, como nadie sabía tu paradero empecé mi búsqueda yo solita. —dice y yo río. La señora se me queda viendo con una sonrisa.
—Me alegra verla, no sabía que había vuelto de Estado Unidos. —le digo y ella sonríe.
—Volví ayer mismo.
—¿Y cómo está la familia? —le pregunto, la madre de Isaac toma mi brazo y empieza a caminar conmigo hacia el jardín.
—Todos están muy bien muchas gracias, mi madre logró recuperarse de la operación y ya está con todos los ánimos de seguir festejando. —se ríe y yo le sonrío.
—Me alegra mucho escuchar eso, ¿volverá a irse pronto o se quedará más tiempo que la última vez?
—Planeo quedarme, mi madre casi me saca a patadas, me dijo que tenía que venir a ver a mi esposo. Espero con ansias que su tratamiento termine para que pueda venir a visitarnos, me ha preguntado mucho por ti. —le sonrío grande.
Cuando mis ojos se apartan de los de ella me doy cuenta que la señora Berlusconi me ha llevado a la mesa donde está toda su familia y la familia de Lisa.
Sonrío al verlos todos reunidos, porque aunque ninguno de ellos sea familia de sangre son familia después de todo.
De hecho mis padres conocieron a los padres de León, Lira y Lisa cuando eran jóvenes, las dos familias muy trabajadoras con mucho esfuerzo lograron tener todo lo que tienen pero a pesar de los años de trabajo su amistad duró.
Crecimos juntos y al pasar de los años nos empezamos a llamar primos y tíos y para ser sincera los prefiero mil veces que a mis primos verdaderos.
En cuanto a la familia de Isaac ellos si son premios verdaderos de los Zello, de hecho el padre de León, Lila y Lisa es hermano de la madre de Isaac.
—¡Mia! —gritan las hermanas de Isaac al mirarme, el chico se voltea a verme y aunque parece sorprendido por el grito de sus hermanas trata de ocultarlo bajando su mirada.
Isabelle, Ivy e Inoa, las hermanas mayores de Isaac se acercan a mi para abrazarme.
Las tres chicas empiezan a felicitarme por mi cumpleaños ya que ellas viajaron con su madre y no pudieron estar aquí para celebrarlo conmigo.
El padre de Isaac se me acerca y me saluda igual que todas. Luego el señor toma a su esposa y la lleva por una bebida. Me les quedo viendo con una sonrisa, porque aunque no sean mis tíos reales les tengo un gran cariño.
Siento unaa manos rodeándome, levanto la cara y miro a Isaac que me mira con una gran sonrisa.
Me doy la vuelta y me aparto un poco viendo a mis lados por si alguien nos ha visto. Por suerte nadie lo ha hecho.
—Me dejaste solo en la cocina. —me susurra con un pequeño puchero. Mi corazón empieza a palpitar más fuerte.
—Bueno yo...necesitaban urgentemente las pizzas. —trato de defenderme, Isaac levanta la ceja como si fuera la excusa más tonta que ha oído jamás, por que realmente lo es.
—Mia... —trata de decir pero yo niego con la cabeza.
—No aquí. No ahora. —le digo y el chico hace un sonido con su lengua volteando a ver a sus lados, parece molesto debido a que su rostro está un poco tenso.
Abro la boca para tratar de explicarle pero la voz de su madre nos interrumpe.
—Mía, ya no nos dejaron terminar, ven siéntate. —le sonrío y le hago caso, Isaac hace el ademán de querer marcharse pero su madre lo hace sentarse a su lado. Iria Berlusconi se sienta en medio de los dos y toma la mano de su hijo antes de sonreírle, Isaac parece olvidar nuestra conversación ya que le regala una genuina sonrisa a su madre. Sus ojos se achican un poco y no puedo evitar sonreír también por el amor que claramente reflejan sus ojos.
—Y bien... —la señora aparta sus ojos de los de su hijo y los pone en los míos. — Tú padre me comentó que en junio te gradúas finalmente del colegio.
—¡Si! Ya estoy en las últimas y la verdad el colegio nos está explotando seriamente debido a que los exámenes finales son en un par de meses. —le digo y suspiro un poco al solo pensar en todo lo que tengo que hacer cuando las vacaciones terminen.
—No te preocupes estoy segura de que podrás lograrlo. Igual si necesitas algo de ayuda, estoy segura de que Isaac podría ayudarte, aunque ya van a cumplirse 3 años de que se graduó creo que aún tengo algunos de sus viejos cuadernos y apuntes. —dice y yo volteo a ver a su hijo que se ha quedado ido, cuando nota que lo miro me mira interrogante, mira a su madre y sonríe nervioso por no haber puesto atención.
—Lo siento, ¿que decían? —un mesero se acerca a mí y me ofrece una bebida, yo la tomo agradeciéndole. Mientras que la señora Berlusconi aparta la mirada de mí aprovecho para darle un largo sorbo.
—¿Por qué estás tan distraído hijo? La última vez que te vi así es porque estabas enamorado de una chica. —me atraganto con mi bebida debido a sus palabras.
Los ojos de la señora van hacia a mí mientras yo intento que el aire entre a mis pulmones. Ella me da algunas palmadas en mi espalda, cuando finalmente me calmo ella me mira con curiosidad, voltea a ver a su hijo y nota que él ha apartado la mirada y que sus mejillas están un poco rojas. Ella levanta una ceja.
—¿Estás bien? —me pregunta y yo le sonrío asintiendo, tosiendo un poco. Un mesero se me acerca para ofrecerte una servilleta y yo se la acepto tratando de limpiar mi cara. Qué vergüenza.
La señora iba a mencionar algo pero llega Miles y se le tira encima, cuando la madre de Isaac está distraída con mi hermanito decido pararme y huir.
Camino hacia mi padre y él, que está hablando con mi tío y el padre de Isaac, me sonríe antes de abrazarme.
Me quedo callada escuchando su conversación, hablan de partidos, de números y de cosas que la verdad no me interesan, pero necesitaba huir y los brazos de mi padre siempre han sido el mejor refugio.
—¡Me encanta verlos a todos reunidos! Ha pasado mucho tiempo desde que estamos todos. —dice la madre de Isaac y todos la voltean a verla con una gran sonrisa.
Se ha parado de su asiento con Miles agarrado de la mano y una copa en la otra.
Noto que Milo y León se han acercado, Lisa le susurra algo a mi hermano y él le susurra algo también.
Cuando mi vista va hacia chica ella sonríe burlona. Le susurro que la mataré y ella se encoge de hombros.
—Saben, no deberíamos de esperar mucho tiempo antes de volvernos a reunir todos. —vuelve a hablar la madre de Isaac y la atención de todos regresa a ella. —Como no pienso viajar en un rato se me ocurría que para estas vacaciones nos fuéramos todos al club de playa. ¿Qué les parece? —la madre de Isaac pregunta y todos empiezan a gritar y a aplaudir.
Lisa abraza a Milo y este deja escapar una sonrisa. Lila aplaude levantándose a lo que León la empuja y empiezan a pelearse. Mi padre empieza a reír y mi madre está un poco seria pero logro percibir que hay un brillo en sus ojos, está emocionada.
Mi mirada va hacia la única persona que está ahí.
Su mirada es tan intensa que siento que me quema. Mis labios se abren un poco por la sorpresa y puedo darme cuenta que sus ojos están fijos en ellos.
Ese viaje va a acabar conmigo.
Alice Pagani como
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