Capítulo 29
La semana de vacaciones me ha caído re bien. Aunque sigo esperando resultados de las dos universidades que definirán mi futuro me he mentalizado que no es necesario estresarse ahorita, lo haré cuando sepa los resultados. Bueno, al menos lo intento.
—¿Te gusta?— Alina me muestra un hermoso vestido celeste, tiene una sola tira dejando el otro hombro completamente al descubierto.
Le sonrío y asiento, mi prima me regala una sonrisa también antes de darle el vestido a una encargada y caminar hacia uno de los probadores.
La miro caminar y me sorprendo aún con la sonrisa.
—Sigo sin entender bien como pasó esto, pero realmente me está costando acostumbrarme.—la voz de Lisa me sobresalta.
Desde que Alina llegó a casa y me contó de su padre hemos pasado juntas, se ha quedado a dormir en casa, y, aunque Milo a estado guardando sus distancias, luego de casi tres semanas no ha podido evitar unirse a nuestros planes.
Me río y abrazo a Lisa, la pequeña pelinegra rueda los ojos, pero finalmente cede a mi abrazo.
—Lo sé, yo aún sigo acostumbrándome, pero, piénsalo Lisa, ¿realmente es una mala persona?
—Te confías mucho, ¿olvidas todo lo que te ha hecho? ¿Lo que ha hecho con tu abuela?—pregunta refunfuñando un poco.
—No.—digo volteando a ver a Alina que sale del cambiador con el vestido y nos sonríe desde el espejo.—Yo igual hice cosas malas, pero, estas últimas semanas hemos estado tratando de conocernos más. Realmente he podido dividir la Alina que es con mi abuela y la Alina que esta conmigo. Sigue siendo incómodo estando las tres juntas cuando salimos con la abuela, pero ella sola, conmigo, realmente veo un futuro donde ambas podamos contar la una con la otra.
Lisa bufa, se aparta de mí y se gira, para que Alina no pueda leer sus labios.
—Estoy feliz si tú lo estas Mia, sabes que siempre será así, pero ten cuidado, sabes como es tu familia, sabes que ya has estado en esta posición muchas veces. No confíes del todo.
Asiento sonriéndole, Lisa se pone de puntitas y me da un sonoro beso en mi mejilla.
Me río apartándome, limpiando mi mejilla con cara de asco, ella me mira indignada. Cuando esta preparándose para darme más besos Lila aparece con algunas bolsas en sus manos.
—¡¿Aún no han comprado nada?!—Lisa y yo nos volteamos a ver con miedo.
Contamos hasta tres mentalmente antes de salir corriendo.
Me escondo detrás de unos pantalones, volteo a mis lados para ver adonde se ha ocultado Lisa, pero no logro verla.
Me río dejandome caer en el alfombrado piso.
La cena de prueba de matrimonio de la hermana de Isaac es este fin de semana, nos pusimos de acuerdo de venir a buscar vestidos. Lila sabía que esto pasaría, por eso fingió estar enferma esta mañana, pero la obligamos a venir de igual modo.
Nos hemos pasado de tienda en tienda probándonos ropa que no eran para una cena sacando de quicio a la pobre chica hasta que decidió irse por su cuenta a buscar su ropa.
Ha pasado alrededor de una hora y aún no hemos encontrado nada.
—¡Te encontré!—mi grito se escucha en toda la tienda.
En los siguientes cinco minutos me ven ofreciendo disculpas a las encargadas de la tienda que estaban listas a llamar a la policía por el susto.
Salimos de la tienda luego que Alina se comprara el vestido azul.
Nos encontramos a Leon que llegó a saludarnos, va a cenar con algunos amigos. Cuando veo al chico que estaba con mi primo en la cocina esa vez que fui a desayunar con Lisa por poco se le salen los ojos. El chico finge demencia cuando me saludó y yo hice lo mismo. Miré a Leon pero el parece de lo más tranquilo. Típico Leon.
Lila aprovechó que estan aqui para abandonarnos, nos dice que cenemos con ellos.
Lisa me agarra de un brazo y Alina del otro, caminamos hacia otra tienda con la esperanza de encontrar un vestido adecuado para la cena de boda de mi cuñada...
Mi corazón empieza a palpitar fuertemente y me detengo de golpe.
Mis primas me miran confundidas, yo les sonrío.
—Adelántense, voy...—miro un cartel cerca de la boutique.— iré al baño.
Las chicas voltean a verme extrañada.
—Hay un baño dentro de la boutique por que no...—Lisa intenta agarrarme nuevamente, pero yo me zafo y me río.
—Si, bueno, Lila se llevó mi billetera, sí, entren, las alcanzo en un rato.—les digo y empiezo a alejarme.
Veo como las dos se miran un poco incómodas antes de entrar a la tienda.
Pongo mi mano sobre mi pecho, pensando en las últimas tres semanas. Desde que le dije a Isaac que iría con él a la cena como su pareja no he podido mencionarselo a mis padres. Milo sabe que Isaac me pidió ir con él y no ha dejado de molestarme sobre decírselo a nuestros padres desde entonces.
Mi relaci+on con Isaac no puede estar mejor y estoy segura de que mis padres lo aceptan entonces ¿porqué se me hace tan difícil decirles?
¿Porqué cada que me acerco a mi madre no encuentro las palabras?
Mis ojos se cierran con estrés, tengo solo dos días para poder comentárselos y tengo que hacerlo hoy.
Veo una tienda de repostería a mi lado.
—Un postre y un vino no quedaría nada mal con la noticia.
—Tienes razón el vino también ayuda para la esquizofrenia.—grito cuando escucho una voz cerca de mi oído.
La risa de Federico hace que se formen puños en mis manos. Le pego en el brazo, pero apenas lo roza porque el chico se mueve más rápido.
—¡No me golpees!—grita huyendo de mí.
—¡Me asustaste!—digo siguiéndolo.
—Tú eres la que asusta hablando sola en público, no juzgo ¿eh? Si tienes amigos imaginarios a los 18 es completamente comprensible.
—Jaja, muy gracioso, creo que el doctor le puso el medicamento al Brambilla equivocado.—digo y Fede se toca el brazo con cara de susto, como si el hecho de pensar en agujas fuera suficiente para matarlo de un susto.
—No lo digas en voz alta.—dice, acercándose a mí para poner una mano en mi boca, volteando a ver a los lados como si un doctor fuera a escuchado—¿Has hablado con mi madre últimamente?—bromea y yo me río, aun con su mano sobre mi boca.
Le doy un manotazo para que me suelte y él se ríe apartándose de mí.
—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a comer con Leon?—pregunto y el alza una ceja.
—¿Tu igual?— Fede mira su celular un momento.— Tu hermano viene en camino, me dijo que había comida gratis ¿quién soy yo para decir no?—dice sonriendo y yo ruedo los ojos.
—Me imagino que ni lo dudaste. Vine con Lisa, Lila y Alina a escoger vestido para la cena de Isabelle, llegaremos a cenar luego de encontrar algo.—le digo apuntando la boutique donde las chicas han entrado.
—¡Oh! La cena.—dice levantando nuevamente sus cejas, pero esta vez mucho más burlón. Lo miro extrañada.
—¿Qué?
—Milo ya me contó que irás con Isa.—ahora soy yo la que tengo mi mano sobre su boca. Lo miro seria rechinando un poco los dientes.— Supongo que es algo de lo que no hablamos, entiendo.
Los dos asentimos, le quito la mano lentamente y noto como Fede me sonríe burlón.
—No entiendo cuál es el problema, como si nadie supiera lo que hay entre ustedes.—dice moviendo la mano despreocupadamente, mi boca se abre con sorpresa.
—No somos obvios.—respondo ofendida.
—Mia, estaban besuqueándose en la fiesta en la playa.—responde tan tranquilamente que mí cerebro no sabe si reírse de su broma o llorar porque ¿como sabe él eso?
—Nosotros...—digo con toda la intención de inventar algo pero él solo pone su dedo en mi boca.
—Es una sorpresa que solo yo lo haya visto, si Milo, que estaba a mi lado, lo hubiera vito...—chista con la lengua, pero después sonríe.—¿Quieres que le diga a tu madre por ti?— pregunta y yo lo golpeo. El rubio se queja, pero no deja de sonreír.—Por favor dejame estar en la habitación cuando se lo digas, puede ser videollamada también, no nos molestaría.
—¿Nos?—pregunto asustada a este punto.
—¿Qué? Fabricia me golpea si no le traigo buen contenido de los chismes de las personas, ¿qué una de sus mejores amigas le diga a su mama que sale con su casi primo? Es algo que ella moriría por saber en el momento.
—Isaac no es mi primo.—lo golpeo nuevamente
—¡Dije casi!—grita y los dos nos disculpamos con una señora que justo pasó a la par y casi le da un paro del susto.
—No somos casi ni nada, basta.—le susurro en el oído cuando se lo agarro. Federico se queja, pero luego me da la razón.
—Bueno, ¿y como le dirás a tus padres?—pregunta y yo hago un puchero.
—No tengo ni idea.—me sincero, esperando que él me dé alguna idea. Pero como hablamos de Federico no espero nada sencillo ni decente.
—¡Mia!—el grito de Lisa nos sobresalta, antes de que pueda hacer algo ya tengo a Lisa enojada frente a mí, y Fede, muy valiente, agachándose detrás de mí.—¿Qué haces?—pregunta mi prima.
Fede se enderesa, arregla su camiseta y se aclara la garganta.
—Me agarraste desprevenido, es todo.—dice.
Lisa y yo nos volteamos a ver y luego nos carcajeamos.
Fede se nos queda mirando sin decir nada, muy asustado de siquiera respirar.
—Ya decía yo que estabas tardando tanto. Encontré un vestido para mí, Alina ya había comprado algo, ¿buscarás algo tú? Estamos algo cansadas ¿no quieres venir mañana por el tuyo?—pregunta, veo como Alina sale de la boutique y busca a Lisa.
Cuando nos mira se acerca a nosotros y saluda a Fede con nerviosismo.
—Está bien, no tengo cabeza para buscar vestido de todos modos.
—Si está muy preocupada de como sus papás van a reaccionar cuando le diga que...—mi pisada suena tan fuerte que todo el pasillo queda completamente de silencio.
Federico se encorva un poco y forma una fina línea con sus labios.
Si sus dedos no quedaron destrozados después de esto la verdad es que me sorprendería.
—¿Qué sucede?—pregunta Lisa mirandolo con extrañeza.
—Mi estómago, el estómago si...—dice el chico rubio fingiendo que el dolor no está en su pie.
—¿Vamos a cenar?—pregunto y las dos chicas sonríen.
El restaurante está lleno, la musica esta fuerte y los platillos que aparecen de la cocina se ven deliciosos. Mi estómago empieza a sonar, mi mano va a mí estómago tratando de mentalizarme que comeré solo lo que mi cuerpo me pide, no más.
—Ahí están.—Fede toma mi mano y yo tomo la de Alina, Alina se voltea a ver a Lisa y tiene la intención de seguir el trencito, pero Lisa mira su mano. Y le sonrie antes de caminar a nuestro lado y tomar la mano de Fede.
El chico se sobresalta un poco, pero tiene más miedo de decirle algo que el hecho de tenerla agarrada de su mano.
Le sonrío a Alina a modo de disculpa, ella me devuelve una pequeña sonrisa.
Caminamos hasta la mesa.
Esta llena de amigos y amigas de Leon, reconozco a algunos de ellos, ya que son amigos de Milo también.
—¡Isaac!—el grito de una chica que no conozco hace que toda la mesa se quede en silencio, los chicos empiezas a hacer ruido y volteo a ver a la entrada, donde está él.
Isaac se sorprende al verme, pero su hermosa sonrisa aparece enseguida.
Mi respiración se acelera al verlo. Su camiseta blanca está un poco abierta y su mojado cabello indica que acaba de salir de la ducha.
Lisa se acerca a saludarlo y luego todos en la mesa lo abordan.
—Mia.—me sobresalto al sentir su mano en mi espalda, noto que todos han vuelto a sentarse.
—Hola.—me levanto a saludarlo, le doy un gran abrazo y antes que nuestros cuerpos se separen le doy un pequeño beso en la mejilla.
Isaac me sonríe.
—Pensé que estaban buscando vestidos.—dice a modo de pregunta, no planeábamos vernos hoy, le había mencionado que hoy le diría a mis padres que iríamos juntos.
Isaac no me ha presionado ni una sola vez sobre nada, aun así, lo noto cada vez más ansioso por los pocos días que faltan antes de la cena. Por lo mismo que no le he dicho a mis padres él tampoco le ha dicho a los suyos, ambos sabemos que su madre no aguantará el secreto, correrá a decirle algo a mí madre. Mis padres merecen saberlo por mí.
—Nos encontramos a Leon y a Fede, no sabía que venías.—le digo sin que mi sonrisa desaparezca sin poder evitar morder mi labio inferior, que empieza a picar por querer besarlo.
Isaac lo nota, se separa un poco de mí y aclara su garganta.
—¡Isaac, ven a sentarte aquí!—la pelirroja que lo llamó al inicio lo llama, Isaac le sonríe incómodo.
—Aquí hay una silla no te preocupes.—Fede deja caer una silla a la par mia, hace como que la limpia. Golpe a Isaac en el hombro antes de guiñarnos el ojo y sentarse a la par de Lisa. Lentamente, sin hacer ningún movimiento brusco para molestar a la bestia. Lisa lo golpea por lo exagerando que es.
Me rio ante su relación.
Las últimas semanas Lisa me ha acompañado al hospital, logrando que estos dos logren conocerse más. Aunque parece que Fede le tiene más miedo que a Fabrizia.
—¿Terminaste de ayudar a tu hermana?—pregunto mirando a Isaac.
Él se acerca más a la mesa, para poder agarrar mi mano debajo de ella sin que nadie lo note. Me sonríe y luego suspira cansado.
—Isabella ha contratado a una cantidad que ni imaginas de personas para su boda, pero aun así me exige que le ayude en lo más mínimo. No me malinterpretes, amo a mi hermana y amo ayudarla, pero su perfeccionismo va a matarme.—dice y yo me río.
Mi mano libre tiene el impulso de acercarse a su cabello y moverlo, pero esta queda en el aire, me río nerviosa tocando mi pelo, demasiado avergonzada como para levantar la vista y ver si alguien a visto algo.
—¿Quieres...acompañarme a mi auto?—mis ojos se abren con sorpresa. Isaac habla rápidamente.—Yo olvidé algo ahí y...
—No te preocupes Isaac, cualquier cosa que hayas olvidado puede quedarse ahí.—las frias palabras de mi hermano mayor nos deja a los dos helados.
Milo pone una mano en cada uno de nuestros hombres y las palmea un poco antes de empezar a saludar a la gente.
Isaac y yo nos reímos avergonzados.
—Mia.—Alina me tiende el menús, suelto la mano de Isaac y lo toma sonriéndole.
—Pidamos algo de comer.—digo acercando el menú a Isaac, sin poder verlo a los ojos, imaginando lo roja que esta mi cara.
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