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Capítulo 14

Acelero el auto lo que hace los tres chicos se sujeten de donde puedan. Noto como mi arrebato los deja sin habla, a mí también en realidad. Mi pulso está acelerado y mi respiración realmente mal.

¿Casa de Carlo? ¿Qué hace ese imbécil aquí cuando su novia está llamándome a más no poder por que está sufriendo o algo?

El enojo producido por mi madre no se compara con el que siento en este momento. Orazia y yo hemos tenido problemas, tanto que he considerado realmente alejarme como Milo y Fabrizia tanto me aconsejan, pero no puedo, simplemente no logro hacerlo por que como Orazia me necesita yo la necesito a ella.

Saber que una persona importante para mí está siendo destruida por gente tan podrida como este grupo me enferma realmente.

De un momento a otro desacelero considerablemente, tanto que la arena sale volante dejándonos ciegos por un momento. Noto como los chicos de atrás quieren reirse, Valentino me mira molesto, y me mira como si me he vuelto loca y quisiera matarnos. Bueno, no matarnos, matarlos si.

Sigo manejando y me concentro en el aire que me pega en la cara, disfruto de la brisa y del indiscutible olor a playa.

Las casas de playa pasan a nuestros lados, sé que aún no estamos cerca de la de Carlo ya que ninguno de los chicos me ha dicho de parar. La casa de los Berlusconi es la última de este sector así que aún me queda bastante camino por recorrer.

Mi celular que está justo en medio de Valentino y yo, empieza a vibrar. Miro rápidamente la pantalla y es el nombre de Isaac que brilla, sé que el chico al lado mio también lo lee.

Valentino frunce el ceño un poco al no reconocer el nombre. Abre su boca para decirme algo pero la cierra. Lo miro desconcertada, indignada por siquiera pensar en tener el derecho de reclamarme nada. Bufo molesta y el chico lo nota, los chicos de atrás también lo hacen por que se ríen al ver a su tenso mejor amigo.

Sujeto el timón mucho más fuerte, irritada y con ganas de aventarlos de mi carro.

—¡Es aquí!—me señalan una casa medio cerca y yo empiezo a desacelerar.

Para mi mala suerte, y como no quería que pasara, varios de los del grupo salen a recibirnos. Uno de los chicos les aviso que llegaríamos así que aquí están.

—Bueno adiós.—digo rápidamente, tratando de que no noten mi respiración agitada y mi nerviosismo picar en mí aun destapada piel. Maldigo a mi madre por quitarme la toalla.

—¿Qué? ¡No! Ven vamos, te mereces una cerveza por traernos, vamos bájate.—dice Vinicio yo me tenso.

—No hace falta, me esperan.—digo trabandome un poco con mis palabras. Pero bueno, el líder del grupo dice salten y claro que nadie puede negarse, le hace una seña a Valentino y este pasa de mí para abrirme la puerta.

Suelto un pequeño grito al sentirlo sobre mí, su brazo pasa justo en medio del timón y mi cuerpo para abrir la puerta. Sé nota que la orden de Vinicio no le hace nada de gracia ya que gruñe un poco. No sé bien si es por el hecho de que le hayan ordenado algo, lo cual no debería ya que todos aquí están acostumbrados a ser perros, o por le hecho de que no le parece la idea de que yo me quede un rato. Como sea, su molestia no esta ni cerca de la mía.

Voy a decirle algo pero siento como Vasco, el hijo de la regordeta mujer, me jala del brazo y me saca del auto. Claro que yo siendo pequeña no soy más que una pluma para sus brazos gigantes.

—¡Oye!—grito, Vasco me toma como saco de papas, camina un poco antes de ponerme justo a la entrada de la casa de playa.

Estoy a punto de gritarles pero veo como Valentino toma las llaves de mi auto y se las lanza a Vinicio.

—Solo una cerveza y luego nos iremos todos a la fiesta esa ¿que te parece?—dice Vinicio y yo cierro mi boca para no insultar hasta su abuela. Me acerco a él molesta pero un grito me hace sobresaltar.

Es ahí cuando noto que estamos frente al grupo.

Si señores, frente a todas las chichas y todos los chicos que han destruido completamente a mí mejor amiga, esos que les importa nada lastimar a la gente, mostrarse superior y reirse de los demás. Y yo estoy aquí, sola, sin ser parte del grupo y sin una toalla.

Maldigo entre dientes tratando de desparalizarme, para mi suerte nadie me nota ya que todos están saludando a Vinicio, Vasco y a Valentino. Pero claro es el mero, mero Vinicio que pone su mano sobre mi hombro y se abre paso entre sus amigos para enseñarme.

—Chicos, trajimos la cena.—dice y ríe. Mi cuerpo se tensa bajo su brazo, más cuando todos los que se reían o celebraban la llegada de sus líderes se quedan completamente pasmados al verme.

Verme, o ver mi cuerpo, sea como sea está matándome.

Mi mirada pasa rápido por la mirada de todos, los chicos me miran sorprendidos, con sus bocas abiertas y sus miradas recorriendo cada pedazo de carne libre. Las chicas es otro tema, sus miradas asesinas me destruyen, me queman y hacen que necesite urgentemente correr, vomitar y llorar un poco. Llorar no suena nada mal, de hecho.

Estoy a punto de empujar a Vinicio, tomar mis llaves y correr pero una mirada me deja helada, un hielo que se derrite en segundos al calentarse por la rabia. Rabia que puede mostrarse claramente en mi mirada.

—¿Orazia?—mi mejor amiga me mira sorprendida, con la cara desencajada y con un poco de veneno en su mirada. Como si realmente le disgustara el resultado de mi esfuerzo, ya que su mirada recorre cada parte de mi cuerpo con enojo.

Cuando su mirada nota la mía me regala una sonrisa falsa, una que se nota que lo es, pero lo hace a propósito, para que las demás chicas notes que no está alegre con mi presencia. Por acto de reflejo, intenta acercarse a mí pero su imbécil novio la pone su brazo sobre su hombro antes de darle un largo sorbo a su bebida.

—¿Qué haces aquí?—le pregunto y todos nos miran, las chicas aun enojadas y los chicos esperando que nos lancemos a la piscina para pelear mientras ellos nos observan.

¿Qué haces aquí después de lo que te hicieron? ¿Qué haces aquí con el cuando no hace más que usarte?

Mi cuerpo está palpitando con la rabia.

—Me voy.—digo firme y aparto el brazo de Vinicio.—Mis llaves.—exijo y el chico se ríe.

—Quedate por una cerveza.—dice tomándome de la muñeca. Trato de soltarme pero el agarre el muy fuerte.

—Suéltame.—el chico vuelve a reírse, Vinicio chasquea sus dedos y alguien le pasa una cerveza. Sus ojos pasan por mi cuerpo de manera asquerosa antes de darle un gran sorbo a su bebida. Me pasa la cerveza y yo se la tiro, lo que hace que las estúpidas chicas griten y que los chicos rían.

Vinicio me mira enojado pero no comparado con mi mirada.

—Suéltame.—repito y el chico apreta más su agarre lo que casi hace que grite.

—Vinicio.—la grave voz de Valentino los deja helados a todos, mi mirada sigue en la del líder frente a mí. Él me mira disgustado antes de estallar en carcajadas y soltar mi mano.

Saca mis llaves y me las tiende, levanto mi mano y antes de poder agarrarlas las deja caer.

—Arrodíllate frente a mí y recogelas.—dice y los chicos empiezan a reír.

Los miro a todos molesta, ellos no se inmutan por mi mirada, las chicas se ríen también, felices de ver que no soy realmente una amenaza, antes de abrazar a los chicos a su lado.

La mirada de Orazia es de preocupación, ya que este es el tipo de humillación que ella vive día a día cuando está junto a ellos. Pero la verdad ya no sé bien cuando finje y cuando es sincera. La he perdido completamente.

Volteo a ver a Vinicio molesta. Harta de este juego, decido agacharme para recogerlas, pero antes de poder hacerlo una mano me aparta. Valentino se agacha y las recoge por mí, se pone frente a su amigo y lo encara.

—Basta.—los dos se miran molestos, sus tensas mandíbulas lo comprueban.

Vinicio luego de un rato sonríe de lado.

—Ya me aburrí, ¿donde hay más alcohol?—grita y todos dan la vuelta y emocionados corren dentro de la casa.

Orazia trata de acercarse a mí, pero su novio la jala. Mejor, por que no planeo hablarle.

Suspiro tratando de tranquilizarme, siento mi celular vibrar y noto que ya es realmente tarde, Milo, Ivy e Isaac me llamaron varias veces. Muchos mensajes preguntándome dónde me encuentro si salí del club hace ya un rato.

Maldigo antes la situación, ante mi madre y antes estos imbéciles.

Levanto mi mirada y veo la tensa espalda de Valentino. Sin que yo pueda decir nada el chico camina hacia mi auto, abre la puerta y pone la llave. Se aparta un poco dejándome el camino libre.

Abro la boca pero realmente no tengo nada que decirle. Entro al auto y sin voltearlo a ver arranco. Mi cabello vuela, mis lentes casi se me caen pero los detengo firmemente contra mi cara. Por mucho que me digo de no hacerlo, no puedo evitar mirar el espejo retrovisor. Valentino sigue ahí, parado, con la vista fija en mi auto que se aleja y aleja.

Mi mente realmente está hecha un desastre, ver a todos la verdad no fue nada de lo que yo haya querido, más al no estar completamente segura con mi cuerpo aun. Un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar sus miradas, de odio y de...

—¡Asco!—grito fuertemente y mi pie pisa más fuerte el acelerador.

La mirada de Orazia llega a mi mente, la sorpresa de verme vestida así, la sorpresa por verme con Vinicio, su Vinicio. Por que si, Orazia por mucho que aparenta ser diferente es igual que todas las personas ahí, ella busca desesperadamente la atención de su líder, su estúpido y asqueroso líder.

Grito nuevamente, un grito fuerte y largo. Cuando finalmente me siento preparada para terminar con mi grito, piso el freno repentinamente.

El movimiento me hace golpearme con el timón fuertemente, pero nada de qué preocuparse.

—Maldición.—digo recostándome nuevamente en el asiento. Respiro hondo y dejo salir el aire repetidas veces.

Mis músculos ya no están tensos, toda la rabia por lo de mi madre, la señora con su esposo asqueroso, los chicos, el grupo y Orazia, todo había salido en ese grito.

Mis oídos empiezan a acostumbrarse a los sonidos, ya que por el viento que pegaba fuertemente y mi grito no me había dado cuenta de la tremenda musica.

La casa de playa de los Berlusconi está frente a mí. Me levanto, pongo mis pies sobre el asiento y salgo por el techo inexistente con la boca completamente abierta.

Una tremenda mansión está frente a mí, pero no es su tamaño que me sorprende, ya que sabiendo como son los berrinches de Ivy la verdad es entendible, pero es el hecho que está en una de las gigantes rocas de la playa. La mansión está a la vista de todos, completamente intimidante y preciosa.

Desde aquí abajo logro ver a la gran cantidad de gente que ya está bailando. El sol está cayendo y su emoción subiendo.

Me agacho para tomar mi celular, me doy cuenta que ya son las 7, con razón todos están realmente preocupados por mí.

Me siento y ordeno mi muy desordenado cabello. Suspiro una vez más y al voltear a ver una vez más la mansión en la roca sonrío abiertamente.

—Empecemos con esto.—digo arrancando el auto y comenzando a subir por el camino que lleva a la fiesta.

Llego a la entrada, y noto una gran cantidad de vehículos, unos están parqueado y otros están siendo usados como habitaciones. Parqueo mi auto en los espacios que Ivy nos dejó apartados y entro a la fiesta.

La frustración del día me ha hecho olvidar mi miedo por que la gente me vea, más con algo tan atrevido como este bikini. Pero en este momento, una fuerte confianza se apodera de mí y una gran necesidad de que me observen me invade.

Mírenme, miren por lo que he estado matándome todos estos meses.

La música está fuerte, las luces esconden los cuerpos sudados, la gente ya está más allá de una copa.

Camino por el largo pasillo, y miro todo en cámara lenta, los chicos voltean a verme, sus ojos me recorren sin ningún descaro, las chicas junto a ellos me miraban furiosas aunque no pueden evitar correrme también. Muevo mi cabello para ordenarlo, pero lo hago lentamente.

Mis pies llegan a la sala principal, donde unas escaleras me muestran una gran pista de baile, las puertas de cristal están abiertas, mostrando un tremendo jardín y más allá un barandal para evitar que la gente caiga de la roca y se de paso al mar.

Mis ojos se despegan del gigante barranco cuando siento unos ojos encima de mí, una mirada mucho más potente que cualquiera que desee mirarme ahora mismo.

Cuando mis ojos chocan con los de él, mi respiración se corta. Ahí está él, Isaac, frente a mí, pero a muchos metros de distancia, justo en medio de la puerta.

Tiene un vaso que estaba a medio camino para su boca, pero que se ha quedado a centímetros de sus rojos labios al verme.

Ya no escucho la musica, ya no escucho el ruido de la gente hablando, las personas se ven borrosas y solo lo veo a él. Las luces de colores atraviesan su cara, pero aun así, en esta oscuridad puedo notar como sus ojos se hacen más negros.

Isaac abre su boca un poco, incrédulo al verme así, tan expuesta. Mis mejillas se hacen rojas pero en ningún momento aparto mi mirada, es más, levanto mi barbilla de manera retadora. Elevo mis manos un poco, para que tenga un camino libre para que observe mi cuerpo, para que me observe.

Cierro los ojos ante la adrenalina que corre por mi cuerpo, me río ante el ridículo que estoy haciendo sin tener una sola gota de alcohol en mi cuerpo, río más al empezar a girar, primero lento pero luego rápidamente aun con los ojos cerrados. La música se hace presente nuevamente y no puedo evitar girar más rápido.

Hasta que él me sujeta. Mi cuerpo choca con el suyo. Isaac se ha movido extremadamente rápido, y pone sus brazos en mi espalda baja mientras me acerca a él. Grito un poco ante su presencia, mis manos se ponen sobre su pecho y aun con los ojos cerrados disfruto de su acelerada respiración sobre mi nariz.

Me río al tenerlo ahí, al saber que su resistencia es tan inexistente como la mía. Por que no puedo negárselo ni a él, me ha gustado desde que Lisa lo llevó por primera vez a su fiesta de cumpleaños, desde entonces he estado enamorada de él, aunque no habláramos en ese entonces.

Las cosas se pusieron raras al pasar de los años, él desapareció completamente y yo simplemente logré mentalizarme que él seria otro inalcanzable crush. Pero no lo es, puede que no lo sea, quiero creer que no lo será.

Mis ojos se abre y lo miro, y mi corazón se para. Sus ojos no me miran, están pegados en mis labios, sus manos tantean mi desnuda espalda, con tanta delicadeza como si realmente no creyera que estuviera así pegada a él.

Mis manos suben a su cuello y jalo un poco su cabello lo que lo hace gruñir. Mi sonrisa se hace presente, él eleva sus ojos hacia los míos y sonríe tanto que sus ojos se achican.

Una ronca risa sale de su garganta y yo me río también.

—No sé que decir...—susurra, se separa un poco de mí, sujeta una de mis manos y me observa de arriba a abajo, yo me río y de una manera increíble e inexplicable no siento para nada la necesidad de cubrirme, no de él, jamás de él. Isaac me hace girar aun con su mano sujetando la mía y yo rió de nuevo.—¿Estoy soñando? Claro que estoy soñando, por que tengo una diosa delante.—dice y niega con la cabeza aun sin poder quitar su cara de sorprendido.—Debo estar realmente borracho.—me río.

Me acerco a él, y me posiciono de la misma manera, paso mis manos detrás de su cuello y acerco su rostro. El chico me regala una mirada dulce.

Voy a llorar, si sigue viendo de esa manera, voy a llorar.

—No estás soñando.—le digo y me acerco a él.

Isaac se queda paralizado ante eso, sin apartar mis ojos de los suyos deposito un pequeño beso en su cuello. El chico me sujeta más fuerte, sus ojos se cierran y lo siento suspirar. Trato de no reírme ante su reacción, voy subiendo con mis besos, llego a su oreja y él se ten, ante eso trato de separarme un poco pero él no me deja.

—No...—susurra y yo río.

Isaac abre sus ojos y yo me quedo sin aliento al ver su mirada, está a punto de estallar.

Me río una vez más y acerco mi rostro a sus labios. Isaac cierra sus ojos nuevamente, muerdo mi labio y me doy el lujo de ver la imagen frente a mí, sus pecas lo hacen ver tan tierno, sus mejillas estaban algo sonrojadas, lo que me hace suponer lo ebrio que sé que ya está. Isaac gruñe un poco por que ya no me muevo, me río ante su impaciencia y acerco mis labios a los suyos.

Abro mis labios y él hace los mismo, siento su respiración y mis ojos se cierran. Me río abiertamente antes de abrir mis ojos, ponerme en puntitas y besar su nariz para luego huir.

—¡Oye!—escucho que grita, corre hacia la pista de baile y me escabullo entre la gran cantidad de gente.

Me volteo mientras bailo, los ojos de Isaac hacen contacto conmigo y me mira confundido. Cuando ve mi gran sonrisa y mi baile se ríe.

—¡Por favor!—dice señalando sus labios y luego hace un puchero.

Me río nuevamente antes de mover mi cabeza, mis brazos y mis piernas, la música entra por todas partes y no puedo evitar bailar como loca. Mi vista sigue en la de Isaac que lentamente se acerca a mí. Pero cuando giro exageradamente siento muchos brazos y manos sobre mí.

—¡Mia!—el grito de Lila entra tan fuertemente en mi oído que grito un poco. León nos abraza a las dos y empieza a saltar con nosotras. Me río al encontrarlos y empiezo a saltar con ellos.

Lila y Milo no tardan en aparecer, Milo me mira boquiabierto y me abraza fuertemente.

—Estoy tan feliz.—me susurra girando conmigo en brazos. Tomo su rostro y beso su mejilla y sonrío, porque Dios, estoy feliz, muy feliz de hecho. Así que tomen eso, grupo de imbéciles, su estúpido juego de humillación no hizo más que ayudarme a crecer.

Isaac se une al grupo, todos nos abrazamos y empezamos a bailar.

—¡Estas muy sobria!—grita Ivy sujetándome de la cadera, me sobresalto ante su aparición, me sonríe grande, sus ojos se achican como los de su hermano lo que me hace sonreír.—¡Vamos a la barra!

Todos hacemos trencito sin dejar de bailar, saludo en el camino a varios chicos y chicas de la escuela, personas que son realmente buenas, saludo a algunos conocidos y amigos de infancia. Cuando llegamos a la barra abro los ojos al ver la cantidad de alcohol, Ivy sonríe diabólicamente.

Tomo un shot y espero a que todos tomen uno, ya que realmente son muchos. Al ver que nadie lo hace los miro confundida.

—¡Oh! No.—se ríe Ivy.—Son todos tuyos chica, nosotros ya tuvimos nuestra ronda, llegas una hora tarde tienes que alcanzarnos. Así que, adelante.—dice a pesar de que parece muy fresca, como si ninguna sola gota de alcohol haya entrado a su cuerpo. 

Miro a Milo por ayuda, mi hermano toma a Ivy por la cintura para luego poner su cabeza sobre su hombro y me regresa la mirada con las cejas levantadas, invitándome a hacerlo.

Miro a Lila que me ánima, Lisa que se ríe con los ojos cerrados, seguro no está realmente despierta, León desapareció e Isaac me mira con una sonrisa de lado, esperando que esté igual de vulnerable que él.

Oh boy...

—Bien.—digo viendo el shot que tengo en mi mano, veo los otros 17 que están sobre la barra y me animo.— Hagámoslo.—y me lo tomo.

Y desde que siento ese ardor en mi garganta, sé que esta noche, va a ser destructiva.

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