Capítulo 12
Ivy realmente nos emocionó a todos, sabíamos que en el club no está permitido debido a que los altos ejecutivos que deciden vacacionar quieren alejarse completamente de los típicos alborotos de la ciudad. Claramente el hecho de que estaba prohibido no impediría que nosotros encontráramos alguna fiesta, son vacaciones, las casas cerca del club están llenas de jóvenes que pasan día y noche celebrando. Meternos a alguna de esas no iba a ser complicado para nada.
Pero nos sorprendió a todos que nuestra primera fiesta iba a ser nada más y nada menos que una de los Berlusconi. Cuando Ivy lo mencionó no pude evitar reír por la cara de asombro de Isaac. Primero se le veía algo molesto por el hecho de que no le había comentado nada, aunque no lo ha hablado conmigo directamente si le he escuchado decir varias veces que le molesta que a pesar de tener 22 sus hermanas aún creen que es un chiquillo de 12, excluyendo de este tipo de cosas.
Luego de celebrarlo Ivy nos dijo que la fiesta seria al mañana así que podíamos comenzar a prepararnos mentalmente para la destrucción masiva que nos espera. Cosa que claramente espero no pase, no podemos morir en la primera fiesta, ¿qué pasará con las demás?
Brindamos con los frozen y Milo empieza a hablar con Ivy sobre sus proyectos de la universidad, ella está a punto de terminarla y está comenzando a ver en cuales de las muchas empresas multinacionales decidirá entrar. Las ofertas son prometedoras pero a Ivy siempre le ha gustado que le rueguen así que en vez de que ella este en espera son las empresas que lo están.
Volteo a ver a Lisa y noto que no está prestando atención a lo que su prima está diciendo, tiene la mirada mucho más allá de ella. Discretamente volteo a ver hacia la dirección que ella está mirando y veo a Chiara a lo lejos, ya no tiene su uniforme sino que usa una ropa más casual. Según lo que puedo ver desde esta distancia es que se está despidiendo de una compañera de trabajo.
Miro a Lisa con el ceño fruncido, voy a abrir la boca para preguntarle pero la voz de Inoa hace que todos levantemos la cabeza.
—¡Aquí están!—dice sonriéndonos. La hermana mayor de Isaac e Ivy nos mira a todos, saludándonos con la mirada.
—¿Dónde estabas?—pregunta Isaac y yo lo volteo a ver sin poder evitar ponerme nerviosa por su voz.
Él nota que lo veo y me regresa la mirada, abro mis labios por el acto y él sonríe.
Se levanta y toma una de las papas fritas que están frente a mí.
—¡Oye!—me quejo y todos ríen. Isaac se sienta y sonriéndome mete las papas en su boca. Luego aparta la mirada de mí y la pone en Inoa nuevamente, levantando una ceja para que responda la pregunta.
—Por ahí.—responde encogiéndose de hombros y León rueda los ojos. Son primos y todo pero al que más le molesta la actitud indiferente de Inoa es a León. Inoa se da cuenta y le sonríe falsamente.—Vine a avisarles que nuestros padres ya están en el apartamento, quieren verlos.—dice antes de ponerse sus lentes de sol y caminar lejos de nosotros.
—¡Gracias princesita!—grita Leon sarcásticamente a lo que su prima mayor le contesta con una sonrisa falsa y un dedo alzado.
—¡Basta!—lo pretende Lila y León se cruza de hombros.
Nos reímos ante la reacción de chico y todos nos paramos para irnos al apartamento.
Les pido que se adelanten ya que mi celular vibra por una llamada.
Me levanto de mi asiento y camino hacia las sombrillas que están frente a la barrera antes de llegar a la arena.
La llamada sigue sonando y me río al recibir un mensaje de la misma persona que está llamando.
Contesta, ¿qué acaso ya no me amas?
Niego con la cabeza y contesto la llamada poniendo mi celular en mi oído.
—¡Hasta que al fin! ¡Me has tenido con el pitido horrible por años!—grita un poco y yo me río.
—Eres una exagerada, pasaron como dos segundos.
—No importa cuanto tiempo fue, sabes que odio ese sonido con mi vida.—dice y escucho como a lo lejos le grita a alguien para que le baje el volumen a la fuerte música que se escucha de fondo.— Mataré a mi hermano en cualquier momento, lo juro.—dice y yo río más.
—No lo harías, lo amas demasiado,Fabrizia.—digo y la chica al otro lado de la línea se queda callada. Juro que puedo imaginarmela rodando los ojos.
—Ni hablar, cuando Federico dijo que iría a la universidad pensé que planeaba irse del país, no que se quedara a vivir en casa a molestarme la existencia.—dice y yo río.
Cualquiera que nos mirara realmente no creería que fuéramos amigas. Fabrizia Brambilla es la hermana menor del mejor amigo de Milo. Nos conocimos una vez que las dos fuimos a recoger a nuestros hermanos a la universidad.
Recuerdo haberle contado el miedo que me dio verla por primera vez. Fabrizia tiene un gusto peculiar al vestir. Sus botas grandes y pesadas que le llegan hasta la rodilla, sus medias negras con hoyos, sus minifaldas negras con pinchos y sus extremadamente cortos crop tops. Su cabello negro lo tiene cortisimo, su maquillaje oscuro resalta sus hermosos ojos azules.
A pesar de cómo se viste es realmente la persona más dulce del mundo, aunque no con cualquiera lo es, al principio es demasiado venenosa, pero es solo la manera que encontró para protegerse frente al mundo que sabe que su padre es un empresario millonario que dirige bares y discotecas. La mala fama sigue a la familia debido a eso, sin embargo ella siempre le pone frente con sus comentarios.
—¿Qué haces guapa? Tu hermano me contó que irían a la playa.—dice y yo sonrío.
—Llegamos apenas hace un par de horas. Milo me dijo que tu hermano vendrá en un par de días, ¿vendrás tú?—dice y la chica se queda callada otra vez.
—No lo sé Mia...sabes que no me gusta ese tipo de ambientes...—dice y yo hago una mueca.
Fabrizia tiene serios problemas con que la gente la mire, hace un par de meses le detectaron cáncer en la sangre, su cuerpo no recibió los medicamentos como esperaban. Los efectos secundarios le afectaron mucho más de lo que pensaban, su cuerpo está realmente delgado ya que no tolera mucha comida, la chica pasa con suero la mayor parte del tiempo, moretones le han salido por los brazos y las piernas y la verdad a pesar de que está relativamente saludable no le gusta que la gente la vea de esa manera.
—No tienes que quedarte a dormir...solo a pasar la tarde.—le digo con la esperanza de que despeje su mente un poco.
—Lo pensaré, aunque no le digas nada a Milo porque insistirá hasta matarme.—dice y ríe.— Mia...vi la historia de tu amiga esa.—dice y yo dejo salir el aire fuertemente.— Sabes que pienso exactamente lo mismo que Milo, alejate de ella, sé que te duele que esté destruyéndose pero ese tipo de persona es así, no vale la pena destruirse con ellos. —dice y yo asiento a pesar de que no puede verme.
Platicamos unos minutos más antes de despedirnos. Dejo caer mi mano con mi celular en él y miro el inmenso mar frente a mí. Siempre me ha gustado hablar con Fabrizia, es una buena amiga, y luego de todo lo que he pasado con Orazia, tener a alguien que te apoye y a la cual puedes apoyar con el corazón abierto es realmente refrescante.
El viento hace volar mi cabello y cierro mis ojos para disfrutar de esa sensación. Volteo para ir al apartamento, me pongo mis lentes nuevamente debido a que el sol está realmente potente.
Noto que en el camino hacia el apartamento hay gente caminando, gente a la cual no tengo ni un poco de ganas de saludar. Decido dar la vuelta sin que me miren y dirigirme al atajo que encontramos con mis primas cuando éramos pequeñas. Es un poco más lejos pero la verdad es que mis ganas de fingir una sonrisa es mínima.
Camino entre los árboles y disfruto de la caminata silenciosa.
Estoy a unos cuantos apartamentos del de mis padres cuando siento que alguien toma mi mano.
Me asusto y la aparto rápidamente antes de retroceder.
—¡Lo siento! Sabía que te ponía nerviosa pero no creí que tanto.—la sonrisa burlona de Isaac me hace entrecerrar los ojos. Me río falsamente y sigo caminando.
El chico se queda atrás un poco mientras se ríe.
—¡No me ignores!—grita y yo levantado más mi cabeza y sigo caminando.—¡Detente!—dice poniéndose frente a mí, correo tan rápido que ni me di cuenta así que cuando su cuerpo estaba frente a mio yo choco con el suyo.
—¿Qué haces aquí?—le pregunto dando unos pasos atrás, tratando de no hacer notar lo nerviosa que realmente me pone. Discretamente volteo a nuestros lado para cerciorarme que los árboles nos cubren.
—¿Aquí? ¿Aquí?—pregunta apuntando el suelo bajo nuestros pies.—Bueno el club es mío.—dice socarronamente sonriendo de lado.
—¡Oh! ¿Enserio?—pregunto fingiendo estar interesada. El chico mueve su cabello exageradamente y yo cierro mi boca para impedir que una carcajada salga de ella.
—Oh sí, sabes mi padre es multimillonario.—dice y guiña el ojo.
—¡No puedo creerlo!—finjo emocionarme haciendo que mis manos tiemblen exageradamente.
—Si, sabes tengo, carros, mansiones y muchas chicas.—dice alardeando y yo abro mi boca poniendo mi mano frente a ella exageradamente.
—¿Chicas?
—Muchas chicas.—afirma poniendo su mano sobre su pecho, asintiendo un poco, como si no fuera culpable por tenerlas.
—Que lastima, ya que yo realmente pensaba.... No lo sé...—digo pasando de él, dejandolo con la duda.
—¿Qué pensabas?—dice caminado al lado mio, lo miro con una sonrisa y veo que a pesar de su sonrisa que muestra el juego que llevábamos hay genuina curiosidad en sus ojos. Aparto mi cara poniéndola hacia delante.
—Olvídelo, señor, a usted jamás le interesaría una propuesta tan humilde.—digo e Isaac sujeta mi brazo haciendo que mis pies se detengan. El chico pierde la sonrisa y me mira directo a los ojos.
—Cualquier cosa que venga de alguien tan hermosa como usted es muy bien recibido.—dice y me quedo sin habla.
—Yo...—me quedo en blanco uno segundos, antes de apartar la mirada riendo amargamente.— ¿Realmente cree que yo me creería que, usted, teniendo a tantas chicas a las que elegir, elegiría a alguien...como yo?—susurro lo ultimo, con el corazón en la garganta.
El ambiente se tensa, el juego ha terminado y es mi corazón el que abiertamente hizo la pregunta. Isaac me mira directo a los ojos, lame sus labios antes de sonreír abiertamente.
—¿Es que no lo entiende, señorita?—dice retomando el juego, se separa de mí y mueve su cabello exageradamente otra vez.— Yo solo estoy enamorado de una persona, no me interesa nadie más. La elegiría a ella una, dos...mil veces y nadie jamás cambiaría eso.—dice antes de acercarse a mí, besar mi mejilla y salir corriendo hacia el apartamento de nuestros padres. Cual niño pequeño, huyendo tras una travesura.
Me quedo paralizada en mi lugar, con el corazón palpitando fuertemente y mi cara completamente roja.
Pasan uno segundos donde mi mente va a mil por hora antes de poder obligarme a caminar hasta el apartamento.
—¡Mia!¡Aquí estas!—grita Irish Berlusconi, la madre de Isaac.—¿Estás bien? Estás pálida.—dice tomando mis brazos. Mis ojos se cierran rápidamente y luego se vuelven a abrir, mi corazón palpita fuertemente y mis sentidos están realmente mareados. Abro la boca para decir algo pero me interrumpen.
—Si Mia, parece como que si alguien se te hubiera declarado inesperadamente.—dice Isaac poniendo su mano sobre mi mejilla, mirándome con una falsa preocupación.
Lo miro entrecerrando mis ojos, pidiéndole al mundo que mi mirada queme su perfecta cara. Bueno no, olvidenlo sí. Arg, no.
Me doy cuenta que la madre de Isaac sigue esperando mi respuesta así que de mi boca sale una risa nerviosa.
—Irish, estoy bien, solo estaba hablando con una amiga y me ha contado que le pasó algo a su perro y me puse mal pero está mejor ahora así que todo bien.—digo tan rápido que al finalizar tengo que tomar aire. Isaac a mi lado ha bajado su mano y se ríe, noto que realmente disfruta verme así.
La madre de Isaac me sonríe y luego me abraza antes de tomar la mano de su hijo y llevarlo donde Isabelle.
Cuando ya nadie me está viendo saco un gran suspiro. Me acerco al padre de Isaac para saludarlo y hacer lo mismo con la madre de los Zello.
Pasamos hablando lo que quedaba de la tarde, antes de sentarnos todos en la mesa para cenar. Para mí muy buena suerte Isaac decidió seguir martirizandome sentándose justo frente a mí. No dejaba de lanzarme miradas y de tocar mi pie con el suyo. Le encantaba ver cada vez que, me perdía en mis pensamientos pensando en las palabras que salieron de su boca, como me sobresalto cada vez que su pie hacia contacto con el mio.
Cuando la cena termina el chico está dispuesto a acercarse a mí pero su madre lo llama y se quedan un largo tiempo charlando, yo aprovecho para decirles a todos que me encuentro cansada y que me iré a la cama. Noto la mirada de decepción de Isaac, que estoy segura quería volver a hablar conmigo para saber lo que pienso pero el problema es que aún no lo sé.
Mis sentimientos son claros pero no estoy segura si sería buena idea, si...si podría soportarlo si se terminara.
Entro al cuarto rápidamente, las camas ya están unidas y ya están arregladas.Me pongo mi pijama aun con la mente hecha un lio y me duermo enseguida.
Unos pequeños golpes hacen que mis ojos se despeguen. Me desoriento por unos segundos al no saber bien donde me encuentro. Mis pies están congelados por la falta de sabana, el cuarto está demasiado oscuro como para encontrarme en mi cuarto.
Levanto mi cuerpo un poco y es ahí cuando recuerdo que estamos en el club de playa. Las cortinas están completamente cerradas sin dejarme ver que tan tarde o temprano es.
Los golpean vuelven a escucharse así que mi mirada va hacia la puerta. Esta se abre lentamente. Frunzo el ceño cuando la persona se tarda unos cuantos segundos antes de meter la cabeza.
Sonrío al ver la cabeza de Milo, mete la cabeza con los ojos entrecerrados, supongo que esperando a que sus ojos se adapten a la oscuridad del cuarto. Cuando lo hace, recorre el cuarto con su mirada. Cuando sus ojos chocan con los míos sonríe grande.
—¿Vamos a correr?—susurra y yo sonrío mucho más grande. Asiento antes de decirle que me cambiaré.
Milo sale del cuarto y la oscuridad del cuarto me envuelve nuevamente. Trato de pararme pero mis piernas estaban enredadas con las de mis primas.
Con algo de esfuerzo logro salir. Voy a mi mesa de noche y tomo mi celular. La increíblemente fuerte luz de este me deja ciega por unos momentos. Frunzo el ceño al ver varias llamadas perdidas de Orazia y algunos mensajes. Ruedo los ojos al ver mensajes de Carlo que me exigen de "manera amable" que le conteste a su pobre novia.
De seguro Orazia lo tiene harto de tanto quejarse de mi desaparición. Bloqueo mi celular sin mirar los mensajes y entro al baño para cambiarme.
Me quito mi pijama y me pongo un bikini negro debajo de un short de jeans tiro alto y una camisa blanca medio transparente.
Peino mi cabello y lo ato en una cola alta. Me pongo protector solar solo para que mi cara no esté tan seca y agarro mi celular para que finalmente, con mucho cuidado de no hacer ruido salgo del cuarto.
Cuando salgo del pasillo de mi cuarto me sorprendo a ver a Elena junto a Milo.
—Buenos días.—digo y los dos se voltean a verme sonriendo. Milo tiene una musculosa y su traje de baño y Elena lleva unos pantalones playeros y una camisa semi formal.
—¡Mia!—un pequeño grito me hace sobresaltar, Miles corre hacia mí y yo río antes de agacharme para abrazarlo.
—Con que toda la familia ¿eh? ¿Levantaste a mamá también?—le pregunto a Milo y el se ríe, hasta Elena lo hace.
—Obvio no.—dice y me tiende la mano. Sonrío al ver su hoyuelo y tomo su mano. Tomo la mano de Miles y él toma la de Elena.
Sonrío al vernos todos agarrados en una gran cadena.
El club está bastante vacío, solo nosotros nos levantamos a esta hora para salir a correr a la playa.
Cuando mis pies tocan la helada arena no puedo evitar sonreír. Milo me mira unos instantes con la cabeza ladeada y me devuelve la sonrisa.
Miles visualiza la arena a su alrededor, cuando encuentra el espacio perfecto se sienta junto a Elena y dejan caer sobre la arena los juguetes para playa.
—¡Construiremos un castillo!—dice y Milo se acerca a él para despeinarse. Miles se queja pero le sonríe a su hermano mayor.
—¿Vamos?—pregunta Mirlo poniéndose en el brazo su celular, para luego poner sus audífonos en sus oídos. Le sonrío haciendo lo mismo.—Podemos empezar de aquí para allá.—dice señalando nuestra derecha.— Luego regresamos y vamos al tope del otro lado, creo que será suficiente ¿no?—me pregunta y yo sonrío feliz.
El ejercicio es algo que realmente me ha gustado en todo este proceso de mi peso, no solo era para ser más delgada y eso sí no que realmente disfrutaba de eso. Al tener esta enfermedad mi tiempo haciendo ejercicio es controlado, debido que luego de un rato ya no pierdes solo grasa mala sino que el muscular y eso puede llegar a ser realmente peligroso.
Milo sabe bien que entre todos los ejercicios correr es el que más me relaja, así que él no duda en invitarme cada que él corre.
—Vamos, pero te advierto que tendrás que correr rápido si no quieres quedarte atrás.—le digo y me hermano suelta una tremenda carcajada. Me mira incrédulo y empieza a correr sin antes haber acordado empezar.— ¡Trampa!.—grito antes de empezar a correr detrás de él.
Logro llegar a su nivel pero eso me toma mucha fuerza y mi aliento ya no está tan regular como planeaba llevarlo durante toda la carrera.
Pasamos varios minutos corriendo, mi cuerpo está ardiendo y no puedo estar más feliz al sentir esto. A pesar de que trato que los pensamientos no entre a mi mente no puedo evitar pensar en todo lo que estoy quemando, en toda la comida que decidí comer ayer.
Sonrío al ver la cara de concentración de Milo, él al mirarme sonriente, sonríe también.
Cuando terminamos la carrera los dos estados exhaustos, la gente ya estaba comenzando a levantarse y a mirarnos con cara de locos.
Miles ha terminada un medio deforme castillo, pero al ver su cara de orgullo no hacemos más que felicitarlo. Elena nos da nuestras botellas de agua y los dos nos la tragamos en apenas unos segundos.
—¡Par de locos! ¡Ya está el desayuno!—grita Lisa desde el club, sin importarle los clientes que están tranquilamente desayunando a su lado.
Milo y yo reímos y le hacemos señas que ya iremos.
Miles rápidamente ayuda a Elena a meter los juguetes en su bolsa y nos vamos otra vez al club.
Cuando llegamos a nuestro apartamento ya todos nuestros primos están en el de nuestros padres, preparándose para comer. Lisa nos mira con cara de asco debido al sudor en nuestros cuerpos, claro que al tener un cuerpo perfecto desde el nacimiento le permitió pasar de largo todo lo del ejercicio. Me río ante su cara. Milo y yo nos miramos cómplices.
—¡Ni se les ocurra!—advierte retrocediendo un poco, pero sus piernas chocaron contra la mesa. Milo y yo corremos hacia ella y la atrapamos en un abrazo.
Lisa grita pero no nos apartamos. Milo grita con ella lo que me hace reír fuertemente.
—¡Los odio! Ahora huelo mal.—se queja cuando nos apartamos.
—Tal vez así si te bañes.—bromea Milo y Lisa lo golpea.—Muero de hambre.—se queja mi hermano pero nuestro prima lo detiene.
—A bañarse primero, a tu madre le dará un ataque.—dice y Milo hace un pucho.—Tú igual, corran o se acabará todo. ¡Corran!—grita y los dos nos miramos rodando los ojos.
Lisa se pierde de vista y Milo me abraza fuertemente, levantándome, grito un poco y él ríe antes de soltarme y correr a su cuarto.
Sonrío al verlo y luego corro a bañarme. Paso rápidamente a la ducha, evitando el espejo, ya que a pesar de lo mucho que lo deseo una corrida de una hora no cambiará mucho mi cuerpo, no tan rápido al menos.
Me ducho rápido y salgo a desayunar.
Saludo a todos con un movimiento de manos. Todos me sonríen de regreso. Me siento al lado de mi padre y le doy un pequeño beso en su mejilla, él se sobresalta ya que su atención estaba en el periódico. Cuando me separo él me sonríe.
—¿Mía?—Delante de mí aparece un plato con dos huevos fritos, aguacate y tocino.—levanto mi mirada y me sorprendo al ver a Isaac, parado detrás de mí, con un plato de mi desayuno favorito.
—Gracias.—le sonrío y él se va feliz. Se sienta al lado de su madre y esta lo toma de la mano, contenta.
—Bueno familia, tengo un anuncio que darles.—Ivy se para dejándonos a todos callados, mi padre me mira confundido a lo que yo me encojo de hombros. Ivy está radiando como siempre, ella tiene muchos más rasgos estadounidenses que Isaac, con su cabello rubio y sus ojos claros.— Nos iremos de fiesta.
Anuncia antes de tomar de su vaso de agua tranquilamente.
Tengo el impulso de aplaudir y emocionarme pero noto el ambiente un poco tenso, como si nadie se esperara un anuncio tan normal como jóvenes adultos queriendo ir de fiesta.
Lila y Lisa se miran de reojo, Milo toma la mano de Ivy y le sonríe tranquilizadoramente e Isaac mira disimuladamente a su madre. De un momento a otro los padres, que también se habían quedado observando a la madre de los Berlusconi, sueltan una carcajada.
Todos comienzan a aplaudir y ,aunque estoy un poco confundida por la reacción de todos, lo dejo pasar para aplaudir también.
—Diviértanse, después de todo para eso los trajimos.—responde la Leonore, la madre de los Zello.
—Oh, sí que nos divertiremos.—responde Isaac, con sus ojos fijos en los míos. Me sonríe travieso antes de tomar de su bebida.
Raven como
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