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Capítulo 11

Salgo del cuarto y suspiro. Muevo mis hombros para adelante y para atrás tratando de destensar mis musculos por completo. Escucho como León y Milo siguen hablando dentro del cuarto y suspiro nuevamente.

Esa rubia si que ha ocasionado una grande.

Salgo del pasillo que esconde nuestro cuarto y me sorprendo al ver la mesa limpia. Mis primas no se ven por ningún lado ni tampoco veo a Mia.

Rodeo la mesa y voy a la cocina a buscar un par de cervezas para Milo, las necesita, creo que hasta yo necesito una.

Nunca he sido una persona que se relacione con una chica emocionalmente, por ende este tipo de situaciones me pone realmente nervioso. Milo está que echa humos por los oídos y la verdad no entendí bien qué pasó, o que ha estado pasando con esa chica.

Cierro los ojos y paso mi mano por mis hombros, cierro la refrigeradora y me sorprendo al ver un imán en la puerta de esta.

Es una foto, de los hermanos Ricci. Primero miro a Milo que le saca la lengua a la persona que tomó la foto, veo que sobre sus manos tiene a un bebé, Miles acaba de nacer, aun estaban en el hospital. Lo que significa que...

Mis ojos van a la chiquilla de cabello café. Mia sonríe mirando a Miles, está de puntitas ya que con tan solo 10 años es considerablemente más pequeña que Milo. Sus ojos brillan de emoción cuando ven a Miles.

Sin que me de cuenta mi cuerpo se destensa y una estúpida sonrisa aparece en mis labios.

Al pensar en que una foto de Mia provoca eso en mí me pone nervioso, mucho de hecho, mi pecho se llena de aire y permanezco con el adentro unos segundos. Realizando y analizando todo lo que siento al pensar en ella.

No era secreto lo que ella sentía por mí, Lisa nunca ha sido alguien que guarde muy bien los secretos. En los cumpleaños ella siempre nos juntaba. Notaba que Mia se ponía nerviosa al estar junto a mí, y eso de alguna manera me gustaba, me gustaba que ella tuviera ese comportamiento cuando yo estaba cerca. Lo que no noté es que no solo era su comportamiento el que me volvía loco, sino que era ella. Todo ella, su manera de reír, su manera de bailar, su manera de hablar, su manera de ser ella misma a pesar de todo.

Y me asusté.

Mucho de hecho, porque cuando miraba a Mia, miraba a la persona que quería que fuera mía, que compartiera todos los momentos y que estuviera siempre conmigo. Y me asusté al pensar en algo tan fuerte a mi corta edad de 15 años.

Me metí en la cabeza que ella no se sentía realmente atraída por mí, que era un tonto enamoramiento de una niña de 11. A esa edad estamos descubriendo realmente que son los sentimientos así que me mentalicé que se le pasaría. Que ella conocería a alguien más y que cambiaría esos sentimientos de inmediato.

Escondí mis sentimientos, empecé a salir con chicas de mi edad y traté de olvidarme de ella.

Cuando cumplí los 18 decidí tomar un año sabático y me fui a Estados Unidos a vivir con mis abuelos.

A pesar de que había pasado tanto tiempo yo no podía sacármela de la cabeza. Milo subía muchas fotos de ella en sus redes sociales, se veía más hermosa cada vez. Pero nuestros mensajes, que no eran más que para felicitaciones de cumpleaños o festividades como navidad, no iban más que a una conversación trivial.

La prensa me mantenía al tanto si ella ya tenia pareja, para mi suerte las que tenía no duraban tanto o simplemente no se veía algo realmente serio.

Ese año, al regresar, Lisa organizó una fiesta de bienvenida, una fiesta que me había mencionado casi que al mismo tiempo que yo partí a Estados Unidos, sin poder evitarlo todo ese año pasé imaginando cómo sería volver a vernos, como actuaría después de tanto tiempo separados.

El día de la fiesta mi estúpido cerebro explotó, me negué tanto a los sentimientos que sentía que hice un escándalo que llegó hasta mis abuelos. La fiesta siguió su curso pero yo decidí no ir, al día siguiente me enteré que ella había conseguido novio y que justamente en esa fiesta había comenzado.

El enojo hacia mí fue masivo, por ser tan cobarde, por no haber sido yo él que le pidiera ser mi novia en ese entonces.

Traté de ignorar todo, traté de seguir con mi vida, cuando conocí a una chica en la universidad entré en una relación donde creí haberla superado. Pero no funcionaba, no realmente. Pero ya no importaba, ya era muy tarde para tratar de empezar algo con Mia. Estaba en su etapa de adolescente y yo no podía intervenir en su vida si aún no sabía cómo manejar mis sentimientos. No podía hacerle eso, ya que luego de tanto tiempo pensé que ella ya me había superado.

Llegaron sus 18, y realmente me plantee si ir o no a su fiesta. A pesar de que todos los años recibo una invitación a su cumpleaños, este año me sorprendí más al ver el sobre en mi puerta, como si hubiera esperado que después de 3 años sin ir, me iba a dejar de invitar. En ese momento volví a sentir lo mismo que he sentido al pensar en ella. La esperanza que finalmente iba a poder enfrentar mis sentimientos y hacerle frente a esa chiquilla.

Cuando llegué no me imaginé ni de cerca lo que pasaría. Lo que comenzaría. Por que cuando ella me dijo que sentía algo por mí, y que lo había sentido desde hace mucho yo no pude sentirme más aliviado.

Cuando sus labios tocaron los míos yo solo me sentí en el cielo. Y ahí confirmé lo que ya sabía desde aquel día en el parque donde Lisa nos obligó a jugar de novia y novia de pequeño, que yo no solo sentía algo por Mia, sino que estaba cayendo por ella y muy duro.

Pero ahora la situación es complicada, no por que no sienta algo por ella, y porque ya lo haya aceptado, si no por que ella no cree que yo realmente sienta algo por ella. ¿Como lo haría despúes de demostrarle tantos años que no me interesaba? Que no estaba ahí cuando ella quería que estuviera.

Suspiro mirando la foto una vez más, viendo su hermosa y pequeña sonrisa.

No me rendiré ahora, no cuando está aquí, dispuesta a ser amada.

—¡Isaac!—gritan y la botella de cerveza que tenía en las manos cae de mis manos haciendo un gran ruido al quebrarse contra el suelo.

Mi corazón palpita fuerte por el susto, levanto la cara al escuchar unas carcajadas a mi lado.

—¿Qué tanto pensabas? Has saltado hasta el techo.—ríe Ivy, la más pequeña de mis hermanas mayores. Trato de responderle pero la verdad mi cerebro sigue bastante perdido, a parte de que mi pecho aún duele por el susto.

—¿Te sientes bien? Parece que has visto un fantasma.—se burla Inoa que es mayor que Ivy.

—Mejor dicho un monstruo.—le regreso la broma y ella se acerca a mí para golpearme, ofendida.

—¡Pero que desastre has hecho Isaac!—grita Isabelle y yo ruedo los ojos.

Mis hermanas han venido y no sé si tengo que alegrarme realmente. No me malinterpreten, amo a mis hermanas pero al ser el hermano menor siempre me tratan como el bebé a pesar de tener apenas unos años menos que ellas. De hecho nos llevamos 2 años cada uno.

—¿Y mamá?—pregunto hincándome para limpiar este desastre. Ivy se acerca a mí y me ayuda a limpiar a lo que yo le sonrío con agradecimiento.

—Fue con los tíos, papá compró una lancha y quiere mostrarselas.—dice Isabelle en el celular. Inoa ha desaparecido, supongo que se ha ido con sus amigas de universidad que le han dicho que estarían aquí.

Los dos nos levantamos y caminamos hacia el basurero para meter los vidrios de la botella. 

Noto como mi hermana se queda viendo su palma, donde un pequeño charco de bebida alcohólica se encuentra. Mi cuerpo tiembla un poco, y sus iris se hacen mas oscuras mientras mira fijamente la bebida en su mano. 

Empujo cariñosamente su hombro con el mio, Ivy me mira un poco sobresaltada, deja caer el liquido bruscamente al basurero y corre un poco para lavarse las manos en el fregadero. Suspira cuando su mano ya está limpia y me mira un poco nerviosa. 

Tiro los restos de botella que aún están en mis manos y me acerco a ella para darle un abrazo. Le sonrío antes de darle un beso en la mejilla. Ella me devuelve la sonrisa.

Cuando diagnosticaron a mi abuela fue Ivy la que sufrió más. Estaba pasando por su etapa de adolescente, las cosas no estaban claras en su vida, todo se le desmoronaba. Todo el estrés de ser adolescente fue opacado por la enfermedad de la abuela. 

Isabelle cuidó mucho de los tres cuando mamá viajaba a los Estados Unidos a verla, pero Ivy insistió  para que pudiera acompañarla. Por alguna razón mi madre nunca quiso que ninguno de los cuatro viéramos a nuestra abuela en ese estado. 

Ivy sufrió mucho, más de lo que cualquiera pudiera pensar. Se consumió tanto en si misma que ninguno se dio cuenta cuando ella cayó en un vicio horrible: el alcohol. 

Con tan solo 19 años Ivy ya dependía de una manera catastrófica de las bebidas alcohólicas.

Fueron años de lucha, pero todo mejoró cuando se fue a los Estados Unidos, terminando sus estudios ahí y convirtiéndose en la increíble persona que es ahora. 

Y aunque lleva ya más de 3 años sin beber nada, aun es una tremenda tentación. 

—¿Donde están todos?—me pregunta dispuesta a cambiar de tema, a pesar de que mis otras dos hermanas no se dieron cuenta de lo ocurrido.

—León y Milo están en el cuarto de la derecha.—digo apuntándolo.—Las chicas no lo sé, supongo que están en su cuarto a menos que hayan decidido ir a la piscina.—digo.

Isabelle murmura algo enojada antes de irse al apartamento donde ellas dormirán. La miro confundido a lo que Ivy ríe.

—El señor prometido ha estado ocupado en el trabajo, no le contesta como ella quisiera así que está de mal humor.—dice y yo asiento riendo un poco, la boda es en un par de meses pero mi hermana mayor ha estado muy estresada, lo que estresa a su esposo. Es realmente gracioso ya que ellos dos son tal para cual, así que cuando pelean es tan inútil que terminan riendo ambos.

—¿Y bien?—pregunta mi hermana tomando mi mano y sacándome de la cocina. Me guía a la sala principal del apartamento, tomando asiento y haciendo señas para que yo haga lo mismo. La miro confundido.

—Y bien ¿qué?

—¿En qué pensabas antes de que murieras de un ataque al corazón?—mi cuerpo se tensa levemente ante su pregunta, claramente ella lo nota y se ríe por mi reacción. Gruño ante lo poco disimulado que es mi cuerpo.

—No es nada, Milo tuvo problemas con una chica y está molesto, solo pensaba como ayudarlo.— mi hermana asiente con las cejas alzadas.

—No te creo nada.—termina diciendo luego de unos segundos. Abre la boca para atacar nuevamente con una de sus preguntas pero una voz llega a salvarme.

—¡Ivy! No sabía que ya había llegado.—Mia sale del cuarto.

Tenía una cara de confusión extrema que cambió al ver a mi hermana. Mia se acerca y Ivy se levanta para abrazarla. Sonrío al verlas así de felices.

—Lamentamos venir tan tarde, la universidad trata de explotarlos realmente.

—No me digas eso que en un par de meses comienzo.—dice la chica y Ivy se ríe.

—Te encantará, no te preocupes.—dice y se abrazan nuevamente.— Ven siéntate, tienes que contarme qué es lo que haces para tener ese cuerpazo.—pregunta mi hermana y yo me tenso mirando a Mia.

Ella se sorprende un poco pero sonríe, me relajo al verla tan tranquila. Realmente no estoy del todo enterado de su situación y me enoja mucho no saberlo. No es algo que me atreva a preguntarle a Milo, debido que se nota que es algo realmente delicado en la familia. Lo único que puedo hacer es esperar a que Mia se abra a mí, como lo hizo esa noche en su cuarto.

—Comer.—dice y mi hermana se ríe, lo que hace que la chica ría también. Mi hermana puede que lo haya tomado en broma pero es cierto, Mia ha comido, lo necesitaba para estar saludable.—¿Y tus hermanas?

—No lo sé, han estado muy insoportables últimamente. Isabelle está en líos con su novio e Inoa ha estado que nadie la entiende. Ha pasado los últimos meses trabajando en un proyecto para que la acepten en un filial de la empresa en Estado Unidos, su sueño es que la acepten allá para ir a vivir con la abuela. No ha recibido noticias aun lo que la tiene un poco muy nerviosa.

—No tiene por que estarlo, Inoa es la persona más capacitada para eso, no hay duda que la aceptarán.—dice Mia y yo no puedo evitar sonreírles. Sus ojos hacen contacto con los míos y respira hondo. Luego me regresa la sonrisa.

Ivy se disculpa debido a una llamada, se para y se aparta un poco de nosotros. Mia, mirando a mi hermana, se levanta y se acerca a mí. La miro confundido, la chica aparta la mirada de mi hermana y me mira, se acerca bastante poniéndome nervioso.

¿Qué hace?

Sus labios están cerca de los míos, se me hace imposible no verlos. Mia mira de reojo a Ivy que está dándonos la espalda.

Cierro mis ojos cuando siento que nuestros labios van a tocarse, pero la chica habla.

—¿Qué ha pasado con Milo?—mi cerebro tarda en procesar la pregunta. Cuando abro los ojos noto que Mia ha alejado la cabeza y me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué?—pregunto ronco, levantándome. Le doy la espalda y sin que lo note me golpeo la cabeza.

Estúpido, estúpido, estúpido.

—Que... ¿qué ha pasado con Milo?—pregunta nuevamente, volteo a verla y me doy cuenta que sus mejillas se han puesto rojas. Lo que significa que si se dio cuenta de lo que yo creí que iba a pasar.

Estúpido, estúpido, estúpido.

—Oh, no lo sé realmente, puedes hablar con él...si quieres.—digo y ella me mira entrecerrando los ojos, como que si no me creyera nada. Mia abre la boca pero la presencia de mi hermana me salva.

—Bueno...¿Qué tal si buscamos a las mellizas y vamos a la piscina?—dice refiriéndose a Lisa y Lila, que aunque se lleven un año parecen de la misma edad.

Mia le sonríe y asiente y yo suspiro antes de hacer lo mismo.

Mi hermana toma a Mia del brazo antes de lanzarme la orden de buscar a León y Milo. Entran al cuarto y me dejan solo en la sala.

Suspiro una vez más, mis manos pasan por mi cabello y muerdo la pequeña cadena que cuelga de mi cuello. Aparto todos los pensamientos que me han atacado y empiezo a caminar al cuarto.

Al pasar por el comedor un destello me hace cerrar los ojos. Mi vista va al potente sol que cae sobre mí y luego regresa a lo que provocó ese destello de luz.

Me acerco al comedor y veo algo brillante colgando de un lado del mantel.

Frunzo el ceño y agarro la pequeña pulsera de oro. La desprendo con cuidado y la observo mejor.

A pesar de que parece una simple cadena a lo lejos, de cerca veo que tiene pequeñas estrellitas colgadas a lo largo, es una pulsera realmente pequeña, supongo que a la persona le queda realmente ajustada o su muñeca es extremadamente pequeña.

Trato de pensar si es de alguna de mis primas, pero Lisa cuida demasiado sus cosas como para ponerse algo tan valioso en el mar, Lila no es de pulseras tan...femeninas y Mia, Mia es más de plateado con diamantes, digna de su padre claro está.

Mi cuerpo va hacia el centro del club, a lo lejos veo a la rubia que estaba aquí hace unos momentos, se ve realmente consternada, habla con una compañera que lleva el mismo uniforme.

Y al ver la pulsera me pregunto si es de ella, aunque se ve realmente costosa.

Si darle más importancia guardo la pulsera en mi bolsillo y camino hacia el cuarto para buscar a los chicos.

Sigo un poco distraído ya que no me fijo si alguien viene por el pasillo, hasta que siento que me choco con León.

—¡Oye!—me dice serio, niego con la cabeza para aclarar mi mente y él se ríe.— ¿Qué nos pasa que estamos mucho en nuestra cabeza y no en la vida real?—dice golpeándome un poco la cabeza a lo que yo le devuelvo el golpe.

León voltea a ver a Milo, que ya parece más tranquilo.

—Ivy quiere que nos encontremos en la piscina.—me limito a decir y veo como la mirada de Milo se ilumina un poco. Sonrío ante esto, cuando Ivy pasó un mal momento con un ex-novio, Milo estuvo todo el tiempo ayudándole. Los dos se tienen mucho aprecio.

—Bien, vamos entonces.—los tres empezamos a caminar hasta la piscina.

Como lo suponíamos, las chicas no han llegado aun, si mal lo recuerdo Ivy no tenia su traje de baño así que supongo que está cambiando.

Unos meseros se acercan a nosotros cuando nos sentamos en una de las mesas cerca de la piscina. Nos entregan el menú de bebidas y se retiran.

Me doy cuenta que un señor en camisa manga la larga se le acerca a León, para disculparse por el inconveniente del almuerzo, Milo se ríe amargamente pero León solo le dice que no hay problema.

Me pongo mis lentes de sol y observo a mi alrededor. 

El club no está tan lleno debido a que la gente que acostumbra venir no lo ha hecho aún.

—¡¿Quien soy?!—el grito de mi hermana mayor hace que los tres nos sobresaltamos. Ivy pone sus manos sobre los ojos de Milo y sonríe.

Milo se ríe, miro a Mia y sonrío al verla sonreír por la escena. Lisa se acerca a mí y me abraza por atras. Le regreso el abrazo y me levanto para acercarles sillas a las 3.

—No lo sé...déjame pensar.—dice Milo.

—Te daré una pista.—sigue mi hermana y no puede evitar que le de un pequeño ataque de risa.—Soy la hermana más linda, inteligente, amable, gentil, divertida...

—¡Oh ya se!—la interrumpe Milo.—¡Eres Isaac!—dice y todos estallan en carcajadas.

—¡Hey!—me quejo, lo que hace que todos vuelvan a reírse.— Bueno de hecho, no sé si sentirme alagado, menos la parte de hermana claro.—digo y Ivy se ríe mirándome.

Aparta sus manos de los ojos de Milo y se pone delante de el con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—¡Oh! Inoa eres tú—dice y Ivy lo golpea completamente ofendida. Milo se ríe y toma sus brazos por parar sus golpes.

—Te odio.—dice y luego se abrazan.

Ivy se separa y se siente junto a mí, toma mi cara y la aprieta a lo que yo me quejo. Me suelta luego de un rato y no voltea a ver a todos.

—Estoy muy feliz que estemos aquí juntos.—dice y todos comenzaron a abuchearle por cursi.—¡Oh vamos! Ustedes piensan igual.—dice y todos reímos.—De hecho pienso que debemos de festejar. Lastimosamente no pudimos estar en el cumpleaños de esta princesa.—dice señalada a Mia, ella le sonríe cerrando sus ojos.— Así que, iremos a una fiesta.

Mi ceño se frunce, mi cuerpo se tensa y mi mirada va hacia los ojos de Ivy, ella me regresa la mirada y me sonríe abiertamente. Dándome a entender que ha pasado 3 años y que durante esos años ha ido a muchas fiestas, nada de que preocuparse.

—¿Fiesta? No se permiten en el club.—dice Lila antes de agradecerle al mesero por traerle un frozen de sandía.

—Bueno, no será aquí.—dice mi hermana y todos la miramos confundidos. Ivy me mira y toma mi mano.—No te lo habíamos dicho aun, por que aún estábamos en los trámites pero compramos una casa de playa.—dice y yo abro los ojos incrédulo.

¿Una casa teniendo un club?

—¿Por qué?—pregunto y mi hermana se ríe.

—Bueno, puede que en uno de mis ataques de ira le haya comentado a mi padre que quería una, así que me la compró.—dice y todos reímos.—En mi defensa pasó algo muy feo y me sentí mal, papá se disculpó y ahora estamos bien. La casa no es solo mía sino que de toda la familia y como aún está en construcción decidimos que hacer una fiesta un poco destructiva no haría daño. Los cuartos ya están listos, estarán cerrados, solo nosotros tendremos las llaves así que podremos ir a dormir ahí. ¿Qué les parece?

Todos nos quedamos en silencio, tratando de procesar todo lo que mi hermana ha comentado, de un momento a otro todos empezamos a celebrar. Lisa salta y abraza a su hermana, Mia se ríe y hace lo mismo con Milo.

Todos están emocionados, las vacaciones han comenzado y no hay nada mejor que una fiesta para celebrarlo.











Aubrey Joy como

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