Capítulo 1
Mi respiración está agitada, mis ojos cerrados y mi cuerpo se mueve con la música.
Si estoy bailando bien o no la verdad es que no me importa nada.
Siento como mis pies chocan con la pista de baile, como la gente al lado de mí se mueve al igual que yo, sus cuerpos me rozan, chocan pero no siento nada. Nada más que una paz interna.
Mis ojos se abre en cámara lenta, la luz me ciega un poco, todo está oscuro excepto por las luces de colores que salen de las esquinas el club nocturno.
Dejo de moverme, me quedo quieto en medio de la pista de baile.
La gente baila alegremente, ni siquiera se dan cuenta qué pasa a su alrededor por que cuales haya sido sus problemas los dejaron afuera del club. Todos entraron aquí dispuestos a olvidar todo y a disfrutar.
Mis ojos se cierran despacio y se abren de la misma forma.
Miro todo borroso, las personas se mueven de manera extraña lo que me hace reír.
No sé qué tanto me he metido al cuerpo pero definitivamente fue demasiado. Demasiado como para no escuchar la música, no realmente al menos, demasiado como para ver a todos moviéndose en cámara lenta, demasiado como para olvidar que es lo que me llevó a este estado. Aunque no siempre hay una razón, de hecho creo que el punto de mi estado es que nunca hay una razón.
Mis pensamientos se dispersan un poco, noto como varias chicas forman y círculo a mi alrededor y yo sonrío mordiendo mi labio.
La pelirroja frente a mí me sonríe coqueta, mueve sus labios pintados de un rojo potente mientras me dice algo que no logro escuchar pero la verdad es que no me importa.
Baja la mira y pasa su mano por todo mi pecho descubierto, ni siquiera me había dado cuenta que mi camisa se ha desabotonado completamente.
Las que supongo son sus amigas empiezan a bailar coquetamente a mi alrededor.
Siento que todo está en cámara lenta, así que cuando giro para mirarlas a todas disfruto la vista. Una de ellas se me pega mucho exponiendo sus pechos.
De un momento a otro se me avienta y empieza a comerse mis labios.
Le devuelvo el beso bruscamente, tomando el control de la situación. Pongo una de mis manos atrás de su cuello manteniéndola quieta para mí mientras que la otra sujeta fuertemente su muy delgada cintura.
La chica es apartada de mí por la pelirroja. La chica la toma del pelo y la jala tan fuerte que casi cae.
Las dos empiezan a pelearse y yo no puedo evitar reír. Mis labios están rojos por la presión de los suyos pero por mucho que me hubiera gustado sentir algo más que el típico deseo no hubo nada. Nada que removiera mi estómago. Nada que me haga sentir diferente.
La gente empieza a observarlas, estoy tan ido que ni siento cuando me sacan del círculo casi que tirándome a la barra que está del otro lado de donde me encontraba.
Apoyo mis brazos en la barra y suspiro tratando de concentrarme. Mis ojos me piden a gritos que los cierre, que los deje descansar pero no puedo quedarme aquí.
Siento una palmadas fuertes en mi espalda, me doy la vuelta y siento un fuerte golpe en mi mejilla que hace que voltear mi rostro.
Me quedo así unos segundos esperando a que llegue la información a mi cerebro. Curiosamente el golpe no me ha dolido ni un poco o porque el chico no pegó nada duro o simplemente por que mi cuerpo en si está dormido por el alcohol. Me río por eso.
No escucho realmente lo que dice, pero si logro notar que está molesto, muy molesto de hecho. Y que me esté riendo en su cara no ayuda.
Mis ojos casi cerrados van hacia la chica que está al lado de él y noto que es la misma que tenía su lengua en mi boca hace unos minutos. Me río al captar lo que está pasando pero eso solo hace que el chico se enoje más.
En cámara lenta veo como el chico vuelve a subir su brazo, con toda la intención de pegarme nuevamente. Pero antes de que puedan hacerlo una gran sirena empieza a asomar. Automáticamente todas las luces se encienden y varios hombres con traje negro, empiezan a gritarles a todos que salgan. Todos empiezan a correr alarmados, nadie entiende que está pasando pero huyen de igual forma.
Me quedo ahí mismo viendo como la chica sale corriendo, trata de tomar la mano del que supongo es su novio pero el pobre chico es agarrado por tres de los hombres en saco.
La chica es obligada a salir del club mientras que el chico intenta quitar el agarre. Empieza a dar de gritos de que lo suelten pero los hombres de negro se quedan inmóviles con el en manos.
—¡¿Pero qué es esto?! ¡Suéltame ahora mismo!—me doy la vuelta y noto que en la barra hay un único shot. Me río ante mi suerte y sin pensarlo siquiera lo tomo antes de empinarmelo.
Limpio el líquido que salió de mi boca antes de voltear a ver al chico.
Noto que ya no hay nadie en el club más que nosotros. El silencio es sepulcral, me le quedo viendo sin ninguna expresión, solo me tomo mi tiempo para verlo. Parpadeo un par de veces.
Dios no tuve que haber bebido tanto.
—¡Suéltenme o se atendrán a las consecuencias!
—¿Señor?—le jefe de los hombres de negro se me acerca para verificar si me encuentro bien.
Muevo mi cabeza un poco para concentrarme antes de asentir, levanto una de mis manos para que se aleje de mí, no necesito ayuda para mantenerme en pie.
Me acerco al chico y tomo su rostro entre mis manos acercando su cara a la mía.
El chico trata de resistirse pero está completamente agarrado, no puede huir.
Me mira con furia pero noto miedo en su mirada. Aunque no pueda leer su mente sé que se arrepiente gravemente de haber hecho enojar a alguien que claramente tiene poder.
—¿Quien te crees que eres?—escupe enojado, dos hombres atrás de mí dan un paso adelante pero yo los detengo con una seña. Los hombres que lo tienen agarrado ponen más fuerza lo que hace que el chico se queje un poco. Miro a uno de ellos seriamente y automáticamente disminuyen su fuerza.
—Soy Milo Ricci.—digo tranquilamente y el chico frente a mí palidece completamente.
Así que me conoce ¿eh? Pero como amo ver la reacción de la gente cuando menciono mi estúpido apellido.
Es una reacción diferente para cada uno, o es sorpresa, incredulidad o la más frecuente cuando me encuentro en este tipo de situaciones: miedo.
Precisamente por lo que la estúpida gente supone de mí por el simple hecho de saber cuál es mi apellido es que evito comentarlo. Es un fastidio.
—Yo...—el chico trata de buscar sus palabras que no lo logra, tartamudea, empieza a sudar y si no les pido a los guardaespaldas que lo suelten estoy seguro de que se desmayara.
—Ven, tomate una copa conmigo.—le digo cuando el chico es soltado bruscamente. Se queda quieto un momento y me doy cuenta que su mirada va a la puerta, está pensando qué tan grande sería la posibilidad de poder huir sin ser detenido por todos los hombres de negro.
Pero es inútil, hay demasiados y él lo sabe.
—Vamos, no te haré daño.—le digo palmeando la silla que está a mi lado.
El chico traga grueso, mira a los hombres que lo sostenían y se acerca a la silla lentamente.
—Yo enserio lo lamento...
—Sientante.—lo interrumpo, el chico se queda paralizado por el tono que usé, así que suspiro y lo miro.—Lo siento, ¿puedes sentarte?—pregunto más amablemente y el chico asiente.—¿La chica era tu novia?
—No, no, no, ella, bueno, no lo sé la verdad apenas empezamos a hablar, pero si la quieres puedo darte su número.—dice rápidamente y yo lo miro serio, cansado.
—No.—el chico asiente y empieza a mover sus manos sobre la barra.—No deberías de frecuentarte con gente así, claramente esa chica no buscaba algo serio.—digo y el chico me mira confundido.—A menos que no quieras algo serio tu tampoco. Pero ¿pegarle a alguien? ¿por un apersona así? Los golpes nunca son la solución, nunca en la vida. No arreglan nada, solo hacen alboroto y arruinan la diversión.
El chico me mira sorprendido, como si realmente no creyera que el hijo del dueño de la empresa de diamantes más grande de Italia no solucione sus problemas o con dinero o con golpes.
Pero no es así, yo no soy así y esa es otra de las razones por el cual evito decir el apellido, atrae a gente interesada, empiezan a juzgarte, a creer que te conocen solo por el estúpido apellido. Soy un chico que busca divertirse, un chico que no puede ser culpado si una chica busca lo mismo. En vez de venir y entregar golpes a lo loco debería de preocuparse más por su infiel novia y no por el chico que ni consciente estaba.
Si la gente se diera cuenta que sus parejas no son tan inocentes como piensan podrían disminuir extremadamente las peleas.
—Lo siento.—se excusa cabizbajo, yo solo suspiro y le hago una seña a mis guardaespaldas para que lo dejen ir.
Lo sujetan bruscamente antes de sacarlo del club.
Me quedo sentado frente al bar tratando de recuperarme. Agarro mi celular pero lo tiro en la mesa cuando veo que ya no tiene batería.
Escucho un ruido en la parte de arriba del club. Sin moverme de mi lugar escucho como dos personas bajan las escaleras. Por el sonido noto que no están muy sobrios ya que se ríen y se tropiezan varias veces.
—¿Qué ha pasado?—pregunta mi amigo al darse cuenta que el club está vacío. Los guardaespaldas se acerca a él y agarran a la chica que está tomando su mano y la hacen salir.—¡Oye! ¡Era mía!—se queja intenta ir por ella pero uno de los hombres de negro se interpone en su camino, mi amigo deja caer sus brazos.—Ni la quería igual.—se resigna y se acerca a mí.—¿En qué momento empezó el protocolo de seguridad?—se ríe palmeando mi espalda antes de sentarse a mi lado.
Se inclina un poco sobre la mesa y toma una de ellas botellas de whisky que está abierta. Le sonríe a la pobre chica que está detrás de la barra y abre la tapadera sin ningún cuidado y le da un largo sorbo a la botella.
—Federico...—le digo suspirando.
—¿Qué?—pregunta y luego se ríe, le da un trago más largo y luego le regresa la botella a la chica guiñándole el ojo.—¿Nos vamos?—pregunta y se para, camina hacia la salida hasta desaparecer del bar.
—Lo siento mucho.—le digo a la chica. Tomo mi billetera y saco todos los billetes sin siquiera contarlos, sabiendo igualmente que son mucho mas de lo que cualquiera pudo haber tomado en una noche, los dejo sobre la barra antes de salir.
Los guardaespaldas me guían hasta la camioneta. Antes de entrar noto que hay poca gente fuera del club, lograron hacer que no hubiera un escándalo, las pocas personas están demasiado ebrias como para recordar algo.
Entro a la camioneta suspirando, me siento al lado de mí, ya dormido amigo, y les pido que lo llevemos a su casa.
Luego de dejarlo finalmente nos dirigimos a mi casa. Durante el trayecto he cargado mi celular. Cuando finalmente enciende noto que tengo varios mensajes.
Mi padre me pregunta que como ha estado mi noche, mi madre me dice que su vuelo saldrá mañana en la mañana así que llegarán a casa hasta en la noche o si algo se retrasa hasta el día siguiente. Mi hermana me pregunta si me tardaré mucho y luego solo tengo mensajes de gente poco importante.
Dejo caer mi celular y froto mi rostro con mis manos. Despeino mi cabello y suspiro mirando la ventana. Las luces de las calles ya no están tan distorsionadas así que supongo que el efecto ya ha bajado considerablemente. Comienzo a abotonar mi camisa y aún que me cuesta logro hacerlo antes de que nos estacionemos frente a la casa.
Abro la puerta sin hacer ruido, levanto mi cabeza y me doy cuenta que la luz del cuarto de Mia está encendida. Miro la hora: 2:30 am y dejo salir aire de mi nariz fuertemente. Le agradezco a los guardaespaldas y les permito ir a acostarse, mi madre al momento de mandar a construir la casa creó una pequeña residencia al lado para las personas del servicio, para que estén cerca de nosotros y no tengan que ir a sus casas todas las noches. En la residencia ya no hay ningún peligro ya que hay guardias casi en casa manzana así que pueden ir a dormir tranquilamente.
Entro a mi casa con las llaves que mandé a pedir a escondidas de mi madre. Siempre es la misma discusión que no tenemos por qué abrir nuestras puertas, qué hay personal para eso.
Ruedo los ojos al recordar sus palabras.
Cierro la puerta principal detrás de mí y rápidamente escribo la contraseña de la alarma para que no empiece a sonar.
Subo las gradas de la oscura casa, camino por el pasillo y abro la primera puerta.
Trato de adaptar mi vista a la oscuridad pero se me es fácil al ver la luz de noche que mi hermanito tiene juntos su cama.
Me río al verlo de cabeza, uno de sus pies está fuera de la cama y tiene la boca abierta. El cuarto de Miles está lleno de peluches, juguetes de superhéroes y muchas pelotas de fútbol. Es adorable. Cierro la puerta con cuidado luego de ver que mi hermano está bien y que parece estar más dormido que nunca.
Sigo caminando hasta llegar al cuarto de mi hermana. Toco la puerta pero al no escuchar respuesta entro.
—¿Mia?—busco con mi mirada a mi hermana, cuando finalmente la veo sonrío un poco.
Mi hermana está dormida en su cama, pero no está acostada, está medio sentada. La luz que tienen encendida es la de su mesa de noche eso y la poca luz que la televisión encendida proporciona a su rosada y blanca habitación.
Mi mirada va hacia el espejo de cuerpo completo que tiene en una esquina, miro mi desarreglado cuerpo y suspiro un poco, trato de peinarme pero se me es imposible, mi pelo café está desperdigado por todos lados.
Me volteo a ver a mi hermana, me acerco a ella y tomo el control remoto que está cerca de ella para apagar la televisión que está frente a ella.
De seguro se ha quedado dormida esperándome. Pero qué tonta es, siempre le digo que no lo haga.
Cuando dejo el control sobre la mesa de noche hago un poco de ruido ya que se me resbala. Cierro los ojos cuando la siento removerse en su cama.
La volteo a ver, Mia abre sus ojos rápidamente, parpadeando por la luz que entra en sus ojos. Parece desubicada por un momento, palmea su cama como buscando algo. Cuando su mirada choca con la mía yo le regalo una pequeña sonrisa incomoda.
—¿Milo?—pregunta restregándose uno de sus ojos con su mano y luego bosteza, se sienta bien en la cama quejándose un poco por la que supongo fue una muy mala posición para dormir.
—No quise despertarte lo siento.
—¿Acabas de llegar?— me pregunta, mi hermanita palmea su cama y yo,sonriendo, me siento frente a ella.
—Más o menos si.—Mia voltea a ver su reloj electrónico.— Has venido temprano esta vez.—me dice y yo río un poco.—¿Ha estado mala la fiesta?
—Estuvo buena.—miento, la verdad que sin contar lo del final no recuerdo ni cómo llegamos a ese club.
—Me alegro, mamá vendrá mañana así que no creo que puedas seguir de fiesta como lo haces ahora.—dice y yo me río.
Tiene razón, cuando mamá esté aquí no podré ni salir al jardín. Suspiro al pensarlo. Noto como Mia bosteza nuevamente.
—Ve a dormir, lamento que te hayas quedado hasta tarde esperándome.
—Sabes que no podría dormir si no tengo la certeza que todos están bien.—sonríe acostándose nuevamente. Sus pestañas se mueven un poco pero sus ojos ya están cerrados.
—Lo sé.—susurro cuando mi hermana ya se ha quedado dormida. Apago la lámpara que tiene encendida y salgo de su cuarto.
Mi mirada se queda fija en las ventanas de las escaleras, donde una noche estrellada se abre paso.
Siento una inquietud en mi pecho, lo he sentido desde ya bastante y es frustrante no saber qué es. Es un vacío que inexplicablemente no se ha podido llenar, ni aunque tome litros y litros de alcohol.
Niego con la cabeza quitándome estos estúpidos pensamientos. Miro la luna una vez más antes de entrar a mi cuarto y caer rendido en mi cama.
🌙🌙🌙🌙🌙
Mi cabeza explotará, estoy seguro de que explotará.
Ayer por la noche olvidé por completo cerrar las cortinas de mí balcón, así que ahora el gran sol entra a mi cuarto impidiendo continuar mi sueño.
Gruño agarrando un almohada y tirándola a la puerta de vidrio del balcón.
Empiezo a golpear la cama con mi puño hasta que me quedo completamente quieto por el tremendo dolor de cabeza.
No soy una persona mañanera y mucho menos con todo lo que pude haberme metido al cuerpo anoche.
Escucho que tocan mi puerta y yo gruño una vez más.
—Ya están aquí.—susurra Mía a través de la puerta y yo me paro automáticamente. Mi mente va a mil por hora, veo mi cuarto y noto que es un desastre, mi camisa está tirada de un lado y mis zapatos no han caído en el closet como estaba tan seguro de que había caído.
—Bajo en un momento.—le devuelvo el susurro y escucho cómo sus pasos se alejan.
Busco mi celular con la mirada, cuando lo encuentro veo que ya son las 9 pasadas.
—No puedo creer que su avión haya aterrizado tan temprano, no cuando me dijo que salia de ahi en la mañana, Dios.—digo para mi mismo.
Corro hasta mi baño y me doy una ducha rápida, me restriego bien para que el alcohol que salió de mis poros se vaya completamente. Me lavo los dientes unas tres veces y me perfumo lo suficiente como para que no sea obvio.
Me pongo un pantalón informal, el típico pantalón para los desayunos del domingo con la familia. Me pongo una camisa de botones celeste y buscando mis lentes de sol salgo de la habitación.
Bajo las gradas medio trotando, al hacerlo veo a mis padres sentados en la mesa del jardín, con un gran desayuno enfrente.
Saludo a las sirvientas y antes de girar hacia el jardín me detienen.
—Espere.—Martín, el ayudante de mi padre y él que maneja prácticamente todo lo que tienen que ver con la casa toma mi brazo y me abotona bien el reloj de cuero que está a punto de caerse.
—Lo siento Martin, no planeaba levantarme tan tarde, no—me retracto.—No planeaba que su vuelo aterrizara antes.
—Se canceló la escala que iban a hacer, vinieron directo a Italia, eso y que su madre cambió los vuelos.—dice y se ríe un poco al verme tan exaltado.—Listo.—miro mi muñeca y luego le regalo una sonrisa.
—Muchas gracias.—empiezo a caminar pero el me detienen nuevamente.
—¿Ya inventó una excusa para...?—Martín se toca su mejilla y hago lo mismo, cuando mis dedos hacen contacto con la piel la aparto por el dolor que me provoca. Maldigo en voz baja.
—No lo recordaba.—digo y el señor frente a mí levanta una ceja, me río nervioso.— Digo...¡Oh vamos! Sabes lo que quier decir... ¿verdad?—Martin niega la cabeza riendo.
—Ayer llegó una de las piezas de arte que su madre compró, cuando vio que una de las sirvientas iba a botar una usted llego a ayudarla, cuando quiso colocarla se le cayó en la cara.—me dice y yo le sonrío, tratando que su historia se quede en mí aun alterado cerebro.
—Gracias.—le sonrío y palmeo su brazo antes de salir corriendo al jardín.
—¡Milo!—grita mi padre y yo no puedo evitar sonreírle de regreso.
Bueno, es momento de fingir que no sigo ebrio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro