Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 32

Hola a todos.

Sé que esto es extraño. Que suelo subir contenido de mis diseños, nuevos emprendimientos, diseños de mi amiga, planes a futuro; en fin, todo lo referente a mi trabajo pero poco sobre mi persona. Apostaría mi colección de botas caña alta a que no saben mucho de mí, porque lo he querido así.

Hasta que me hice amiga de gente rara. Ya saben, gente que no puede ir a la esquina en el anonimato y fue un cruce peatonal de un extremo a otro extremo. ¡Ni yo me creía con tanta... ¿buena suerte?! Pero he aprendido a sobrellevarlo, incluso a disfrutarlo un pelín. Me gustan los dichos de mi madre (es una mujer que los adora), uno de ellos recalca «no hay mal que por bien no venga»; seguro lo han oído también.

Verán, en esta oportunidad, una de mis mas grandes amigas está pasando por una situación delicada. Confieso que ella ha llevado adelante esta página en mi ausencia, pero no es posible hacerlo ahora, y les diré porqué. Antes, necesito introducirlos en el tema.

Aquí va.

Una, como mujer, da mucho por sentado en ciertos aspectos. ¿Han conocido, de entre diez mujeres, a todas o mitad de ellas que se preocupen por su siguiente generación? Al menos yo, Presley, nunca. Quizá la generación de mi mamá lo hace, pero es extraño que lo hagan las de hoy día a no ser que se lo inculcaran de jóvenes.

La gran amiga que les mencioné tampoco lo hizo, hasta hace poco en que tuvo la inquietud y deseo de un hijo. Como deberíamos hacer «todos» si pensamos seriamente en tenerlos, fue a hacerse los exámenes pertinentes, y le dieron la agria noticia de que sus posibilidades son escasas. Tal vez, inexistentes.

Se preguntarán qué tiene esto que ver con el diseño, conmigo y mi trabajo. Tiene que ver con este deseo, mío y de Monilley de hacer una próxima colección. No de ropa elegante, ni alta costura para novias, ni casual. Queremos crear una línea para bebés como apoyo a nuestra amiga.

Esto no es venido de la nada. Nos hemos nutrido en el tema y asociado con expertos ya que, como es notorio, no lo somos. Y en un homenaje a aquellas que no suelen decir lo que desean y que no tienen lo necesario para conseguir sus sueños, en conjunto con estos expertos llamados BabyILoveYou, donaremos parte de lo obtenido con este propósito. Más abajo dejaré los enlaces para que se pongan al corriente en profundidad; siento no ser más exhaustiva.

Cuento con que, aun si no les interesa ser de aporte, corran la voz para quienes sí lo estén. Estoy muy contenta y ansiosa por el futuro. Lo visualizo y me lleno de mas alegría y ansiedad jaja.

Les envío muchos besos embarrados de lápiz rojo.

Gracias por el apoyo a todo lo que hacemos.

Firma: Presley.FaldaCorta (Mopresme.TuEstilo)

—¿Lo enviaste?

Clickeé en «enviar» y asentí.

No sabía si es lo más difícil que he hecho, pero se congratula como lo mas difícil estos últimos meses. Monilley y yo hemos tenido que observar desde la lejanía cómo lidia Melina con su frustración, esfuerzo y agotamiento por lograr la meta de tener un hijo. Michael no sabe qué mas hacer. Paula, la psicóloga de mi Fresita le recomendó un buen especialista amigo suyo, pero ella no escucha, no hace el menor caso. Estamos angustiados.

Le estamos colocando mérito y esperanza a esta publicación, porque necesitamos que Melina reaccione, no importa de qué forma. Puede verse como una inspiración, como el que usamos su dolor para lucrar. A mí especialmente me resbalan los efectos que cause mi impulso aunque planeado con anterioridad.

—No voy a verme como una buena amiga —dije consciente de que es así.

—Pero lo eres.

Reí sin pizca de gracia.

—¿Tu habrías hecho lo mismo?

Elias me da la espalda y pasea alrededor de mi taller, mirando los maniquíes, percheros, las carteleras con diseños apretujados con tachuelas; estantes con lápices, cuadernos y chucherías que solemos necesitar repentinamente. Monilley se ha ido a almorzar y soy de las pocas empleadas que siguen laborando. O comiendo cerca.

—Es diferente —repone.

—¿En qué sentido?

—Bueno...—se agacha, realzando así su trasero en sus jeans. Sonrío porque la vista está bastante bien. Recoge una bola de estambre en una cesto—. ¿Qué es esto? ¿no que no sabes tejer?

Ya imaginaba quién se lo dijo.

—Si sé pero no lo hago seguido. Es de Monilley. ¿Bueno...? —lo apuro a que termine su idea.

Lo avienta al aire y me regala de nueva cuenta una gran vista.

—La irracionalidad a veces solo se calma por obligacion. Si fuese un hombre lo habría obligado a calmarse, hasta le pagaba un pasaje a una isla desierta donde su única compañía sea un coco.

—Suena exagerado —asevero.

—Se parece a lo que tú haces.

—Porque ya no podemos más. No voy a permitir que se vaya todo de ella en una lucha sin fin. Que me insulte, que me grite que no me meta en su vida, ¿quién la obligó a meterse en la mía? ¡Nadie! ¡No me disculparé por hacer lo que creo correcto!

Él me enfrentó y casi corrió hasta mí, robándome un beso perpetuo y caluroso. De esos que te dejan medio ida, buscando y obteniendo poco.

—¿Y eso? —pregunté, aun queriendo otro beso. Elias seguía agachado, con toda su cara cubriendo cualquier cosa fuera de mi vista.

—Para que sigas haciendo lo correcto.

—Necesitaré muchos besos entonces... —digo meneando mis cejas. Recibí uno, pequeño—. Vale, ahora suelta la bomba. Te contención no es buena.

Elias toma lugar en el escritorio de Monilley, frente a que me pertenece y juega con un lápiz entre sus dedos, como si moviera vaquetas. Será que cree que no me percato de su actitud de premeditación y trivialidad desde que llegó. Pero en él ciertas cosas son obvias; o lo son para mí.

—Elias, por Dios —le urjo, recelosa.

—Es mi mamá.

Algo extraño se asentó en mi estómago, pero le invité a terminar.

—Y mi papá. Están de visita y se quedan en mi casa. Lo harían en el apartamento de Elíseo pero conoces su condición. —Dimos unos segundos de silencio por respeto a ese lugar poco consentido—. Quieren conocerte. Sé que no hemos hablado de esto con mucha frecuencia y que tal vez no sea lo que quieres porque querer conocer a los padres de tu novio es ir en serio, y si es tan en serio como lo es para mí entonces...

—Elias —lo detengo o el disco no tendrá fin.

Me mira con la boca medio abierta y la cierra a prisa. Sonrío con lo mucho que me está gustando lo que escuché, y como que quiero oírlo otra vez.

—¿Que esto no es en serio? ¿con quién estás saliendo?

Respondió como a los tontos—. Contigo.

—¡Ahí tu ves! En serio vamos hace rato. ¿Por qué no preguntas lo que quieres preguntar?

Sonrió granuja, de modo que sonreí igual para no quedarme atrás.

—¿Vienes a mi casa a conocer a mis padres? Están frenéticos por ti.

—A ver empezando por ahí. —Me puse en pie y rodeé su cuello con mis brazos—. Sí, quiero conocer a tus padres. Sería lo justo; ya conociste a mi mamá y te llama hijo. ¿Eso no te dijo nada?

—Todos pueden decir lo que quieran, me importa lo que tú digas. —Besé su mejilla, y él añade—. Y dijiste que sí, no puedes echarte atrás.

—Que sí —susurré dulcemente—. Te espero. Ahora déjame trabajar.

Nos dimos un último beso y le despedí en mi puerta. En cuanto estuve sola, vino a mí el miedo de haber traspasado una línea de la que sí no puedo echarme atrás, puesto que  no estoy ni estaré arrepentida.

No tardaron en avisarme que hubieron buenas repercusiones a las horas. A las personas, sobretodo mujeres, les parecía que se había tardado alguien en notar que ninguna mujer es igual, y que las necesidades no se miden unas entre otras para calificarlas. Hubo apoyo, como lo contrario. La masa de quienes alientan se mide con los que no. Sin embargo es pronto para concretar.

BabyILoveYou se contactó con Monilley, entusiastas por lo que viene. Como si ya no tuviéramos qué hacer, solicitan que nos reunamos en un futuro próximo. Ambas accedimos y conversábamos respecto a los días venideros, cuando la puerta del taller/oficina se abrió.

Melina, con Michael a sus espaldas, se veía roja y con los ojos desorbitados. Era curiosa su postura, ocupando el espacio que puede con su cuerpo y brazos. No oculté la gracia que me hace.

—Te ves como si acabaras de salir del metro.

—Tú fuiste.

—¿Quien salió del metro? No, no he salido de estas cuatro paredes.

—¡Tu lo hiciste, lo publicaste! —gritó a voz a cuello. Monilley se quiso acercar, pero no la dejó, gruñendo como perro sarnoso—. ¿Me quieren ver más desdichada?

—Claro que no —dijo Mony precipitada. Ahora fui yo quien le gruñó.

—Sí que fui yo, Melina. Y no por las razones que se te acaban de ocurrir, como el que queremos que sufras. Es porque estás enloqueciendo, ya no te ocupas en lo que amas y no poder ayudarte como nos gustaría nos obligó a tomar una decisión que era posible que no te gustara, pero no lo voy a borrar, ¡no te daré gusto, malagradecida! No escribí tu nombre en ningún momento. Lo que deseamos con toda el alma es que pienses en ti, en tu esposo y dejes de aferrarte por capricho. ¡Averigüé, idiota! El estrés es lo peor que puedes cargar si quieres un hijo. ¡Déjalo ser, déjalo estar! ¡Y si no puedes, por favor, acepta nuestra ayuda! Por favor... —reuní fuerza y suspiré—, acepta que si muchos que te aman te dicen que te estás haciendo daño, es porque te aman. Te amamos, Lina.

Se toqueteó el cabello, pasando entre él sus dedos. Miró a Michael ponerse junto a ella, viéndolo muy dolido. A Monilley poco le faltaba por cubrirle, pero para qué. ¿Para qué? Un golpe físico es superable en comparación a esto.

Melina por fin habló.

—No quiero volverlas a ver.

—No estás pensando como es debido —dice Michael por lo bajo. Ella se comunica con su solo rostro, importente, iracunda e irritada; tan adolorida. No hay nada mas por decirnos. Dos se fueron y dos quedamos en el mismo lugar, la misma posición y la misma ignorancia.

Atrapé el antebrazo de mi Fresita y la abracé, largándonos a llorar.

—No, no debería verlos de esta manera.

—Presley, el aspecto no es importante.

—¡Sí que lo es! —rebatí; la obstinación no se iba de mí desde el almuerzo—. Lo es para mí, Elias. ¿Puedes comprenderlo?

—No puedo.

Intentaba plantearme si vale la esfuerzo el que no me pudiese cambiar de atuendo, o de peinado, ¡o el maquillaje!, y ver así a los padres de Elias. Me compenetro con la relevancia de ellos en su vida; de tener a los míos vivos y juntos los haría partícipes de mi alegría, de la constancia en esta relación y en que la aspiro como la última; así es. Pero es de este modo en que debo entenderlo.

Que entre lo triste que fue casi todo este día, no soy un artífice de mis circunstancias cuando éstas están lejanas; que me duele el ser feliz y que Melina no lo sea. Tengo que aprender.

Presioné mi pecho contra la palma. Ahí late mi corazón. Quiero ser más feliz que ayer y quiero que lo sean los que me rodean, pero primero, soy yo.

—Sostén mi bolso.

Elias sonríe y extiende su mano sin dilación. Lo utilizo de perchero por el tiempo que tardo en maquillarme y colocar la mitad de mi cabello en alto, en un chongo flojo, como si fuese casual. Tengo un vestido tipo enterizo azul coral, sandalias tacón corrido de un azul poco más eléctrico y un bolso rojo de dos funciones, bandolero y de agarraderas. Lo colgué en mi hombro y le indiqué a mi novio que estoy lista.

En cuanto dimos un pie en la casa, me vi invadida en abrazos que no me gustan demasiado pero que recibí como agua de Mayo, con necesidad. Elouisa y Marlon Toredo prepararon la cena y alistaron la mesa para nosotros. A la hora, Eliseo se nos unió.

Pero en un momento pequeño en que estábamos en la mesa me excusé y fui a la cocina por agua bien fría.

—¿Me pasas la ensalada?

Le di un visto de reojo dentro de la nevera y tomé el recipiente cubierto por papel envolvente.

—Yo lo llevo.

Eliseo se interpuso en mi camino digno a la mesa y quitó la ensalada de mis manos.

—¿Estás bien Lee?

Volqué todo el cabello que aun tengo suelto sobre mi hombro para decir:

—Sí, aunque podría estar mejor. Es mi lema. —Con curiosidad, estudio su rostro. Tiene buen ver en su piel, se rasuró, le ha crecido el cabello pero sigue con su estilo «me peino poco, me veo bien» y se ve descansado—. ¿Y tú?

—No puedo estar mejor que ahora. Es mi lema.

Me causó la suficiente gracia para reír.

—Tu no tienes lema, pero te lo compro. —Me inclino y parcialmente noto a los tres que quedan en la mesa—. ¿Cómo notas la primera impresión?

—¿Primera impresión? —entrelaza su ceño y suelta un risa ronca—. ¿Estás nerviosa?

—Que pregunta más idiota, ¡claro que lo estoy! Tu hermano me echa muchas rosas y sabes cómo de mal me caen las rosas. Estuve a punto de mandarlo callar ya que no entiende mis sutilezas.

—Pudiste hacerme ojitos y te echaba una mano. ¿Aún te interesa que lo haga?

Golpeé levemente su hombro.

—Siempre.

Le di permiso de darme un abrazo de costado y regresamos a la mesa con la ensalada que no sabía muy bien. Al tener la pregunta del millón rondando en la libertad del ambiente, fui lo más sincera y cordial que pude, afrontando que no me gustó esa ensalada. Y los señores Toredo se rieron, alegres, respondiendo a nuestras caras de circunstancia que quisieron probar qué tan leal soy a mis ideas aunque quiera agradar a otros.

—No se imaginan lo poco que busco agradar —añadí. Y si no quedaba duda, parezco gustarles más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro