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1: ¿Y tú quien eres?

Sol

Mis ojos visualizan por el espejo el lujoso vestido amarillo que me obligó usar mi madre. Me encantaría decir que me encanta, pero tal vez a una persona a la cual le gusta llamar la atención le quede mejor, yo ya llamo la atención demasiado.

—Sol ¿estás lista? — escucho a mi madre.

—No, aun no— le grito.

La verdad es que estoy más que lista, pero no quiero ir a su subasta. Quiero quedarme en pijama viendo a Jennifer Aniston haciendo de Rachel en Friends, mi serie favorita, y comiendo mac and cheese, pero para mi mamá ese no es su plan perfecto.

—A ver, déjame ayudarte—mi madre entra a la habitación y empieza a acomodar mi pelo detrás de mi oreja.

—¿Es necesario que vaya? —le pregunto.

—Sí, necesito que conquistes a gente con dinero para la causa.

—No quiero ir—le digo mientras acomoda mi vestido.

—Irán Venus y Mercurio, deja de quejarte ¿Quieres?—ruedo los ojos como contestación.

—Estás muy linda.

—Lo sé—me contesta—. Vamos, tenemos que llegar antes que gente no después—al terminar de decir esas palabras nos dirigimos al auto rumbo a la subasta.

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Esto es mucho más aburrido de lo que creí.

Estoy hablando con un señor de no lo sé ¿80? Y me cuenta que tiene un amorío con su enfermera, y yo tengo que simular que me importa así saca dinero de su tarjeta para que done a los niños sin hogar.

—Como sea, ella niega nuestro amor, pero luego caerá rendida a mis pies.

—Estoy segura que sí, señor—le digo amablemente.

—Eres una niña encantadora ¿Cómo te llamas?

—Sol, señor ¿y ustedes?

—Luan, señorita. ¿Es ustedes la hija de la señora que organiza esta maravillosa reunión?

—Así es, señor.

—Que gran servicio de comida tienen, tal vez done algo de dinero para ésta buena causa.

Bingo.

—Ah, y una pregunta más—me dice el anciano—¿hace servicios especiales?

Espera ¿Qué carajo? ¿No le alcanza con una amante?

Estoy a punto de responderle cuando una voz masculina interrumpe.

—Lo siento, señor, pero ella solo hace servicios especiales para chicos especiales como yo.

Ruedo los ojos al escuchar las palabras de Mercurio y me giro a verlo.

—Sí, claro—digo sarcásticamente mirando al chico de pelo castaño claro.

—Oh, es una pena—dice el señor, yo lo miro, extrañada—. Bueno iré por un bocadillo y averiguaré cómo hacer para donar.

—Claro, señor. La mesa de comida está haya al fondo y para donar tiene que entrar a la aplicación Constelaciones Unidas.

—Muchas gracias, señorita—me dice yéndose con la ayuda de alguien.

Me paro de mi asiento y me giro en dirección a Mercurio.

—Así que ahora doy servicios especiales a gente especial como tú.

—Que puedo decir Sol—me dice mientras se mete las manos en los bolsillos y mira para otro lado—, no te pudiste resistir a mis encantos.

Lo golpeo en el hombro y nos reímos.

—¿Cómo va la recaudación? —me pregunta mientras caminamos hasta donde está la comida.

—Bastante bien. Dos señoras les gusto mi cabello, así que decidieron donar.

—Sí, bueno, tu madre te trajo por algo Sol—me dice el castaño—. Todos te adoran.

—No es cierto.

—Claro que lo es. Brillas a donde quieras que vas, querida.

—¿Y tú qué sabes de brillar?

—No sé nada, solo soy tu sombra y el chico al cual le das servicios especiales.

Su comentario me hace reír.

Mercurio es la clase de chico que enamora a todas y no culpo a las chicas que se enamoran de él. El chico es divino.

Es alto y tiene una mandíbula definida y unos ojos color celestes como para quedarte mirándolos por horas. Sin hablar de su cabello castaño ligeramente largo.

¿Por qué yo no caí en sus encantos?

Conozco a Mercurio desde bebé, es casi como un hermano.

—¿Viste a Venus? —le pregunto.

—Sip. Está bailando con esa señora.

Me doy vuelta y veo a Venus bailando con una señora de setenta años. Él se ve incómodo y la señora solo disfruta el baile abrazándolo como si fuera la persona que más ama en el mundo.

—Vaya, y yo que creí que tuve una mala experiencia.

Venus nota nuestra presencia y ve como nos reímos de él. El pelirrojo nos mata con la mirada.

Vemos como quiere separarse de ella, pero ella no lo suelta.

Venus es un chico tierno. Con su pelo naranja despeinado y sus lentes con cinta, ya que la otra vez se le cayeron y unos chicos se lo pisaron.

—Oye, ¿y si creamos una recaudación para que se compre lentes nuevos?—sugiere Mercurio.

—No es mala idea—le respondo.

Vemos como Venus pudo separarse de la señora y se acerca a nosotros.

—¿Se puede saber de qué se ríen tanto? —nos pregunta acomodándose los lentes.

—¿Quién es tu nueva novia?—le responde Mercurio y yo me rio.

—No es mi novia. Yo solo quería ayudarla a caminar, pero me confundió con su esposo.

—¿Quién es tu esposa entonces?—le digo y con Mercurio nos reímos.

—Ya van a ver.

—Ya, tranquilo naranjita. Solo es una broma— le dice Mercurio despeinándolo. 

El chico se peina los cortos mechones de cabello naranja y nos vuelve a mirar.

—¿Cómo van con la recaudación? —pregunta.

—Bien. Convencí a una señora de donar y Sol se levantó a un viejito.

—Ja, vez. No soy el único que anda enamorando a gente anciana.

—Sí, Venus, no eres el único—le respondo, divertida.

De repente la música lenta se convierte en música movida y bailable. 

—Por fin esto es una fiesta—dice Mercurio—¿Qué tal si dejamos de conquistar ancianos y bailamos?

—Por supuesto que, sí—agarro de la muñeca a Venus y lo llevo a la pista de baile.

Y bailamos.

Bailamos mucho.

Hasta que mi mamá interrumpe con un anuncio.

—Muchas, muchas gracias a todos aquellos que donaron—oigo decir a mi mamá—. Todo este dinero irá para aquellos niños que no tienen un techo. También quiero agradecer a mi hija Sol por apoyarme en todo esto. Ven, hija. Sube al escenario.

Hago gestos con las manos para que vean que no es necesario pero mi madre insiste, así que subo al escenario y todos aplauden cuando estoy arriba.

—Si no fuera por mi hija, quien me apoya, yo no estaría aquí. Así que muchas gracias a ti, Sol—me dice y todos los presentes—. Y también a mi esposo que lamentablemente hoy no está con nosotros. Te extraño siempre, mi amor. Ahora sí, que siga fiesta.

Una vez terminado el discurso, me bajo del escenario y camino hacia donde está Venus y Mercurio, cuando siento que alguien se choca contra mí.

Caigo al suelo y siento como todo mi vestido se moja con jugo de naranja.

Genial. Mamá va a matarme.

—Lo siento, señorita Sol—se disculpa una chica del servicio de comida.

—No pasa nada. Solo fue un accidente y...

—Dios mío Sol ¿Qué carajos te pasó? —escucho la voz de mi madre.

—Ah, yo solo me choque con ella. Es todo.

—Dios, tu vestido se arruinó. Tendrás que cambiarte.

—Pero, no tengo otro vestido.

—Por supuesto que tienes. Te traje uno de repuesto, con la torpeza que heredaste de tu padre siempre tengo un vestido de repuesto para ti. Ve a buscarlo al auto.

Yo no soy torpe que dice esta señora.

Como sea, voy al auto a buscar el otro vestido. Este es un poco más simple. Es corto, también es amarillo y tiene algunas flores bordadas. Es más lindo, al menos no es llamativo.

Ponerse el vestido en el auto fue todo un reto, pero lo logré.

Así que salgo del auto y me arreglo el pelo que también es un desastre.

Cuando termino de acomodarme me dirijo a la puerta trasera del lugar de la recaudación.

—Vaya, sí que te ves ridícula.

Escucho a una voz calmada decirme esas palabras, así que giro mi cabeza a la izquierda y veo a la dueña.

Es una chica de pelo azul con tono grisáceo, de piel muy pálida con pecas grises, lleva puesto un top negro acompañado con una campera de jean y unos jeans rotos de color oscuro con un collar apretado al cuello color negro.

Su cabello está por arriba de sus hombros y está un poco despeinado. También tiene un aspecto relajado, como si nada le importara más que terminarse aquel cigarrillo que tiene entre las manos.

Parece alguien interesante. Y su color de cabello es genial, aunque...¿Me acaba de decir ridícula?

Está sentada arriba de un tacho de basura mientras fuma.

—Disculpa ¿y tú quién eres? —le pregunto a la chica.

Ella tarda en responderme. Primero toma una calada de su cigarrillo sin ningún apuro mientras me mira y luego dirige la mirada hacia arriba mientras expulsa el humo.

—Me llamo Luna—hace una pausa—. Y tú eres Sol.

—¿Cómo sabes quién soy?

—¿Quién mierda no sabe quién eres?—me dice mirándome, con una pizca de rabia—. Para donde sea que vayas dejas a todos embobados con tu hermoso cabello y risa de estúpida. 

—Disculpa, ¿pero quién te crees que eres para hablarme así?

Tengo que admitir que esta chica Luna está colmando mi paciencia. ¿Por qué carajos me insulta de esa manera? Ni siquiera nos conocemos. O bueno, ella a mí sí, aparentemente.

—Sé lo que estás pensando. ¿Por qué carajos esta chica me insulta? —dice con una voz serena.

¿Acaso lee mentes?

—Yo solo digo lo que pienso—toma otra calada de su cigarrillo y expulsa el humo—. Pienso que eres una niña mimada que todo lo tiene y que no te importan los demás porque ¿Por qué mierda hacerlo?

Odio la manera en la que me está hablando. Cómo se atreve a opinar de mi si ni siquiera me conoce. ¡Y si me importan los demás! Agh, que estúpida que es.

—Sabes, ya me colmas la paciencia, niña. Que termines tu cigarrillo felizmente—le digo mientras me doy la vuelta para irme.

—Ya lo terminé de hecho—dice, y cuando creo que me dejará en paz dice—: Oye, espero que recauden mucho. Tal vez me den un lindo hogar, mientras no sea un orfanato.

¿La chica esta es pobre?

—Y sí, soy pobre.

Definitivamente lee mentes.

—Como sea que te diviertas en tu fiestecita, Sol. Y no manches más tu vestido con jugo de naranja.

Creo que es la primera vez que es gentil conmigo. 

—Gracias, que tengas una linda noche...¿Luna?

—De hecho, me llamo María.

—Ah. Pues linda noche, María.

Noto como suelta una carcajada, yo la miro, confundida. ¿Acaso hice algo chistoso? Solo le deseé linda noche.

—Sí serás estúpida—niega con la cabeza.

—Veo que volvimos a los insultos.

—Me llamo Luna. Yo...bueno, vamos a la misma escuela, por eso te conozco, pero tú no a mí porque, a diferencia de ti, odio llamar la atención.

—A mí tampoco me gusta demasiado.

—No parece. 

Bueno, no parece ser tan bruja ahora. De hecho, es simpática.

Intento buscar algún otro tema de conversación.

—¿Compartimos alguna otra clase? —le pregunto.

Ella no me responde rápidamente, primero se pasa la mano con la cara como si estuviera harta de la vida. Tal vez lo está.

—No. Soy un año mayor.  

—Oh.

Nos quedamos un rato en silencio. Miro hacia el suelo pensando otra cosa más para preguntarle, pero no se me ocurre ninguna y Luna parece ser de ese tipo de personas que odian hablar.

Cuando levanto la cabeza, la encuentro mirándome detenidamente.

—¿Pasa algo? —le pregunto.

—Estoy intentando entender que mierda ven las personas en ti para amarte tanto.

Y volvimos a los insultos.

—Pues, sí quieres saberlo debería intentar conocerme.

Me mira unos segundos.

—Prefiero quedarme con las ganas. Disfruta de la subasta esa.

—Gracias, Luna—me despido.

Que chica tan rara.

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🍒 Nota de la autora 🍒

Holaa aqui tienen el primer capitulo 💕
Espero que les haya gustado en el proximo conoceremos mas a Luna 🌙

Sol

Luna

El de Luna no es tal cual me la imagino
pero es algo aproximado.

Es difil buscar fotos de chicas con pecas grises jaja.

Dentro de poco tendran mas personajes :)
Hasta el proximo capitulo ☀🌙

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