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Capítulo 5

La tela de mi vestido azul se oscurece cada vez que paso la palma de mis manos sobre ella, limpiando las gotas de sudor que se acumulan en mi piel.
—¿Azul? —Le doy una vaga mirada a Amor antes de responder.
—No disponible para amar de manera correcta —respondo.

—¿Gris?
—Corazón roto... —Esa respuesta provoca que una sensación de presión se cree en mi pecho.
—¿Blanca? —Pero el chico no me da un respiro, no tiene piedad.
—Listo para amar. Y si es rosa, significa que ya ama. Hay muchas tonalidades de rosa, cada una asignada a cada pareja. —Me adelanto a su siguiente interrogante.

—Ve mirando a la gente y me dices de que color son sus auras. Quiero comprobar que no estás confusa. —Me concentro en las personas a nuestro alrededor.
Cerca de nosotros, una chica camina con sus ojos pegados a la pantalla de su teléfono.

A su alrededor, puedo distinguir un halo de luz circular que recorre su cuerpo de pies a cabeza.
—Está enamorada, es rosa.
—Amor asiente una sola vez.
—Así es —me confirma.
Seguimos caminando, no estoy segura de a dónde nos dirigimos pero en mi interior, hay algo que me dice que vamos en la dirección correcta.

Me atraganto con mi propia saliva cuando nos detenemos frente a un instituto.
—Es aquí. —El rubio avanza a través de la multitud de adolescentes que esperan para entrar a su siguiente clase y yo le sigo, no quiero perderme.
—¿Sabes a dónde vamos? —no responde así que voy a suponer que sí lo hace.

Llegamos a una de las clases, nos quedamos tras la puerta de madera y por el ventanal de cristal, observamos su interior.
Un profesor prepara sus cosas para dar inicio a la clase y del otro lado de esta, hay una alumna que ha llegado muy temprano.

—Amor, no. Por favor dime que no...
—Aura azul, Nara. No funcionará. Pero tiene que suceder... Hazlo. —De su bolsillo desliza una pieza dorada y redondeada. En uno de sus extremos, la pieza tiene un pequeño agujero y en el otro, otro agujero más.
—Vamos. —Agarra mi mano para poner la caja sobre ella. Niego.

—¡No voy a hacer esto! Romperás su corazón, Amor. No podemos hacer esto. —No me deja dar un argumento, me arrebata la pieza y la eleva en el aire, dejándola justo frente a su boca. Sopla por uno de los agujeros y por el otro, la pieza expulsa un chorro de aire colorido.

—Vámonos antes de que volvamos a ser visibles, corre.
El rubio y yo corremos a través de los pasillos y salimos por la puerta de atrás poco antes de volver a ser vistos. Su mano está tirando de la mía pero me detengo en mitad de la calle para zafarme de su agarre.
—¡No pienso hacer esto! ¡Solo es una niña y mira lo que has hecho! —grito.

—No ocurrirá, Nara. Tiene el aura azul, nunca sucederá
—intenta explicar pero yo sigo sin entenderlo.
—¿Entonces para qué lo haces? ¿para qué hacer que se enamore de él? —pregunto.

—Porque así es como funciona el amor, Nara. —Una risa se escurre sin pedir permiso por mis labios.
—El amor es una mierda y todo esto, también lo es. El amor solo sirve para que te engañen. —El chico se apoya contra una pared.

—Cállate, Nara. Todo esto es por ti, si no me hubieras despertado, no estaríamos en esta situación.
—Frunzo el ceño.
—¿No te alegras de vivir? ¿de no ser más un ser sin cuerpo físico? —Ahora es él quien se ríe.

—¿Quieres la verdad? No.
No me alegro, Nara. Tú sabes como hacer esto pero yo tengo que aprender, empezar de cero
—susurra.
—¿Hacer el qué?
—Vivir. Tengo que aprender a vivir y me da miedo. Esa es la verdad.

Aunque toda esta situación no puede ser más extraña y desagradable para mí, puedo entender al chico. Amor era un ser que pululaba sin tiempo ni espacio pero desde que yo le desperté, su reloj se puso en marcha y ahora no hay vuelta atrás.

—Tú crees saberlo todo sobre el amor pero el amor es parte de la vida y de la vida no sabes nada, Amor. Así que déjame confesarte algo que nadie nunca se atreve a admitir en voz alta.

»Todos le tenemos miedo a la vida. Pero no dejamos de vivir porque el miedo también es parte de ella. No necesitas un manual de instrucciones, vas a aprender cada vez que respires, cada vez que camines, cada vez que hables.

Pero sobre todo, vas a aprender cada vez que algo te duela.

Misiones restantes: 39.

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