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Lunes, el peor dia de la semana. 7:40am y mis ojeras causaban lastima de lo grande que se lucían. ¿Algo peor? Era el primer dia de clases.

Y el último si dios me ayuda.– Pensé sarcástica.

Estábamos sentados en el comedor desayunando, con el humor chispeante en todos los presentes, y no es que fuéramos demasiados. Mi hermano mellizo, william. Aunque de parecido no teníamos mucho, yo era mas hermosa, claro.

—Traga mas rápido, vamos tarde.— Dijo mientras metía toda la tostada en su boca e iba en busca de su mochila. Solamente le di una mirada y para hacerlo cabronear más, unte mi tostada en cámara lenta. Me reí discretamente cuando se fue exhalando humo, rápidamente me levante de mi lugar y copie su acción.

—Atena, o te mueves o iras caminando.— Gire los ojos, mi hermano es un fastidioso cuando en serio lo intenta. No lo culpo, mi humor también es pésimo por las mañanas. Bueno, también en las tardes y noches pero no tenemos que hablar de eso.

Fui en busca de mi mochila y baje apresurada las escaleras, estaba por abrir la puerta cuando me di cuenta que la mochila me suponía poco peso y rei cuando vi todo el contenido de esta desparramada por todo el suelo. Cuando me levanté sacudí mis rodillas ya que perdí el equilibrio unas pocas muchas veces.

Entre en el auto, me coloque el cinturón, moví todos los espejos del auto para corregir mi labial  –molestar a will– troné mis dedos y esperé a que mi hermano ingresara. Este último murmuró pequeños insultos hacia mi cuando vio mi pequeño desastre pero finalmente emprendimos viaje. En el trayecto puede que haya dejado volar mi imaginación y puesto a pensar lo divertido y bien que me vendría que nuestro instituto se incendiara o que algún pobre diablo organice una revolución.

—¡Atena!— voceo mi hermano, lo mire confundida

—¿Qué necesitas will? Mi atención vale mucho como para dartela gratis.— Alegue mientras me acomodaba en el asiento del auto, me consideraba una persona demasiado inquieta e impulsiva y tal vez un poco distraída, pero todo tenía justificación.
Solamente le prestó la debida atención a mis pensamientos y situaciones que–

Me sobresalte con el golpe de la puerta del conductor, Ah, ya habíamos llegado. Me dije a misma al ver el estacionamiento y mi hermano caminando lejos del auto. Me reí internamente de la situación y baje pacíficamente, probablemente se canso de hablar solo.

El instituto se alzaba en todo su esplendor, sus paredes verdes y degradados carecían de imperfecciones, eran 3 grandes construcciones unidas. La primera era algo así como la recepción, contenía los casilleros, estacionamiento, la enfermería y el lugar de la dirección. El segundo a su izquierda se encontraban las aulas de los más pequeños hasta tercer año, y el tercero a su derecha contenía las aulas de los más grandes. En el medio de todos estos se contraba el campo de deportes. Este instituto era uno de los mas grandes y de los mejores del –apodado por mi– pueblo ya que, Lirias era un pequeño sector de un gran estado que se enfocaba mucho en la agricultura y ciencia.

El Instituto Lirias se caracterizaba por la oportunidad de elegir entre dos modalidades; Biología o Agricultura. Esta ultima era especial porque duraba un año más de lo normal, osea 6 años. Los primeros 3 años tenias una breve introducción, se veia lo más básico de las dos modalidades y a partir del cuarto año debías introducirte a la elegida.

Siempre fui muy amante de biología, pues en esta también entraba anatomía del cuerpo humano y como una fan del deporte en toda su expresión; me encontraba en quinto año de biología, es decir, el ultimo año.

Mientras me dirigía a mi casillero saludo algunos conocidos que tenía –por diferente motivos– Con una sonrisa. Mi número era el 230 y lo detestaba. Muchos me diran que es un poco subrealista detestar un numero, ¡Y estoy de acuerdo! Mi odio iba dirigido a mi querido compañero, yo lo apodaba el 229 pero su nombre era Thomas. El maldito era hermoso, pero jodidamente insoportable. 

Ordene el caos que se habia generado tras tantos meses sin vida util, mi cara se transformo en una mueca de desagrado al momento en que encontre una manzana podrida. ¿Tan solo cuándo comí una?

Con mucho asco recorriendo mi sistema agarre uno de mis pines y abri el casillero de mi compañero, vigilando que no haya nadie, y la escondi en sus perfectamente libros ordenado, sonrei inocentemente mientras lo cerraba con un golpe seco y me encamine al tercer edificio. Como costumbre mire el tablero de "novedades" segun lo habian apodado y habia solo un cartel. Al parecer uno de los ayudantes del entrenador de futbol habia renunciado y buscaban un remplazo inmediato.

No especificaron género. Fue lo primero que se me vino a la mente, habia pasado los dos últimos años rogándole al director que me dejara unir  o tan siquiera crear otro equipo. Estaba decidida a estresar a mi querido Randi a tal punto que no tuviera otra opción que dejarme ocupar ese puesto.

Salí de mis pensamientos nuevamente al ver que estaba sola en el pasillo, pues al parecer ya había tocado la campana para ingresar. Me apresure a correr al tercer edificio mientras empezaba a preparar mi discurso.

...

Entre rapidamente al curso de debate, al ser el ultimo año los directivos estaban enfrascados en hacer que los alumnos empezaran a expresar sus opiniones y hablar enfrente de otras personas, cosa que me venia perfecto porque aparte de que me encanta ganar, siempre tengo razón y los demás están equivocados.

Me escabullí hasta la ultima fila y salude a Jonas, mi compañero de banco. Desde atrás observe mis alrededores, era una clase bastante concurrida, había al menos 30 personas incluyendome.

—Buenos días.— dijo brevemente el profesor al entrar y sentarse en su escritorio. Se dio media vuelta y suspiro resignado mientras pedía silencio. No lo culpo, digamos que las clases de debate no habían salido como esperaban, sobre en el tema del año pasado, que había terminado con condones colgados por todo el lugar y muchos disturbios. 

El profesor estaba acomodando un par de papeles cuando sentí que algo impactaba con mi cabeza y caía al suelo rápidamente. No tenía que darme vuelta para adivinar quien había sido, al parecer a mi querido thomas no le había agradado mi pequeño obsequio.

Gire mi cabeza cual exorcista y ahí estaba el ojos color mierda –otro de mis hermosos apodos– riéndose junto con mi hermano. Dirigo mi mirada hacia abajo y encuentro una naranja a medio comer, la miro con mucho desagrado, esas me causaban ciertas inflamaciones en la cara.

—¡Querido! Si necesitabas mi atención tan desesperadamente tenías que hablarme, no hacen falta estas medidas.— me dirigo hacia Thomas con un tono coqueto. El se asquea y me saca su hermoso dedo del corazón, esquivandome la mirada. Yo me rio y al mismo tiempo alzo la naranja, la arrojo al basurin en un tiro limpio y me acomodo rápidamente en mi lugar pues el profesor se da media vuelta-

Empieza la clase y mi cerebro se apaga, mis neuronas no pueden digerir información tan de madrugada. Sobre todo porque estaba estrictamente concentrada en el discurso que le daría al director, el cual contaba con todos los recursos necesarios para persuadirlo. Obviamente todo iba a ser sumamente profesional y de acuerdo a la edad madura en la cual me encontraba.

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