Capítulo 1.
-¿Con ganas ya de que sea el último mes de cole? -preguntó el profesor de física.
¿Otro con ese tema?
Todos los de mi clase asintieron con la cabeza y rieron un poco. Está claro que yo no lo hice, ¿verdad?
-Bien, pero hasta que lleguen las vacaciones... ¡vamos a seguir haciendo ejercicios de física! -dijo el profesor, todo entusiasmado.
Fui la primera en sacar el cuaderno y en prepararme para hacer los ejercicios, por lo que me llevé malas caras por parte de mis compañeros.
Creo que todavía no me he presentado y opino que este es un buen momento para hacerlo. Me llamo Adriana, tengo catorce años y adoro todo lo relacionado con el estudio. Mido metro cincuenta y ocho y medio, soy delgada, tengo el pelo marrón largo (poco más allá de los hombros), tengo ojos marrones y calzo una talla 38.
Me he pasado de presentación, ¿no?
Bueno, realmente lo que importa es que soy estudiante.
Gran descripción. Con la mitad me bastaba.
* * *
El día se estaba pasando a toda velocidad, sin apenas darme cuenta ya estábamos en la penúltima hora, en mates.
Y como siempre, teníamos que hacer tres ejercicios en una hora.
Traducción: que tocaba aburrirse.
-Eres una cateta -se metió mi compañero de enfrente conmigo.
-Y tú un imbécil -contraataqué.
Sí, como habéis podido comprobar nos llevamos muy bien.
El tema es que yo lo quería llamar "hipotenusa", por eso del teorema de Pitágoras, pero iba a quedar un poco raro, así que opté por los insultos clásicos.
-No sabes ni sumar -siguió él.
-Cállate un rato -murmuré entre dientes mientras intentaba centrarme en el cuaderno de física.
-Has puesto que 305 más 2891 son más de 4.000.
-¿Acaso es tu problema?
-Tú sabrás lo que haces -dijo él antes de volver a sus cosas. Eso sí, con una sonrisita traviesa en la cara.
Afortunadamente la mascarilla tapó mi cara mientras le sacaba la lengua.
Mi compañero de enfrente es un imbécil. Ya lo había dicho, pero lo repito. ¿Es un genio en matemáticas? Sí, pero eso no quita para que sea imbécil.
Y lo peor es que siempre se mete conmigo porque dice que es muy divertido hacerme enfadar.
¡Yo no le veo la gracia!
Pero bueno, es lo que me ha tocado. Mi querida tutora -nótese la ironía- ha decidido ponerme dos veces seguidas en el grupo con él, así que ya llevo más de cuatro meses soportándolo.
Él también te tiene que aguantar a ti.
Sí, pero menos.
* * *
-Peleáis mucho Leo y tú últimamente -dijo Miriam, una compañera de clase, en el intercambio.
Leo -más conocido como el imbécil- nos miró de reojo y volvió a sus cosas como si nada.
-¿Y? -pregunté.
Ella, por toda respuesta, alzó las cejas.
-Ya sabes lo que dicen, los que se pelean...
-Buf... Parad ya con eso.
¿Qué prefieres? ¿Eso o la cuenta atrás de las vacaciones?
Sinceramente, no lo sé.
Pese a todo, durante la siguiente hora Miriam había estado mirándome fijamente mientras de vez en cuando señalaba al imbécil.
Yo, por mi parte, había preferido estar leyendo en Wattpad mientras los demás hacían sintaxis.
Si fueras más despacio no te pasaría eso.
¿Yo? ¿Y despacio? Incompatible al 100%.
-Dos minutos y suena el timbre -susurró mi compañera de pupitre.
Y ya volvimos a las cuentas atrás.
Tras los dos minutos más largos de mi vida sonó el timbre y todos, literalmente todos, recogimos en tiempo récord y comenzamos a salir a toda velocidad de la clase.
-¡Y no olvidéis hacer los deberes! -gritó la profesora antes de irse.
Si ella supiera que nadie la estaba escuchando...
* * *
Estábamos en la calle, ya a punto de despedirnos, lo que significaba que en menos de media hora podía estar en mi casita haciendo deberes.
Qué ganas.
-Sigo sin entender por qué no te quitas la mascarilla -comenzó Sofía.
-Porque me gusta llevarla -le dije.
Hacía apenas unos días que el ministerio de sanidad había dado luz verde a quitar las mascarillas pero yo, cabezota como era, prefería seguir llevándola.
Más bien diría: antisocial como era.
-Tú sabrás lo que haces -continuó Ana.
-Exacto -¡al fin alguien lo entendía!
Ejem, creo que era ironía, pero vale.
-Veintinueve días y seremos libres -dijo Paula de pronto.
Puse los ojos en blanco y me despedí de mis amigas ya que tenía que coger el autobús si quería llegar pronto a casa.
Mira lo positivo: veintinueve días y ya nadie más llevará cuentas atrás.
No empieces tú también...
N.A.
Si habéis llegado hasta aquí, preparaos, porque os voya pegar una charla...
Lo siento, ¿vale? Es que cuando empiezo un libro me emociono mucho y quiero compartirlo con vosotrxs. (No es obligatorio leerse esto) Si lo hacéis me entenderéis mejor, pero si no tampoco os guardaré demasiado rencor.
Esta es una historia basada en experiencias personales.
Sí, al fin, tras doce libros me animo a hacer algo que realmente haya vivido yo.
Se lo quiero dedicar a mis amigas (las de la cuenta atrás), al imbécil (por ser así de tonto siempre) y a una personita especial que aparecerá más adelante.
La verdad es que me estoy releyendo esto y me da incluso pena que os estéis leyendo esto, así que sin más dilación me despido hasta quién sabe cuando.
No olvidéis VOTAR.
Se os quiere ❤
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