
👑91👑
No le queda otra.
Es ir él o volver con las manos vacías.
Y lo siente por su amado príncipe, pero piensa ver a su madre.
Ay, su príncipe...
Su príncipe azul. Su príncipe de cabello castaño y espada en mano. Su príncipe de dentadura blanca y bronceado natural. Su príncipe de gusto caro y caprichos incontrolables. Su príncipe de sonrisas dulces y miradas que matan. Su príncipe de educación en la mesa y gemidos en su oído. Su príncipe de abrazos y besos y escapadas nocturnas. Su príncipe de ojos astrales y estrellas.
Su príncipe... como le añora.
Es una tontería de niñato enamorado pero... ahora que se ha declarado le echa más de menos. Quiere saber su opinión. Quiere saber si le gusta o no. Si le tira o no. Si le tira o le expulsa podría quedarse en Marmora para siempre. No quiere volver al imperio galra. No ahora. Ni ahora ni nunca, en realidad.
Se recoge la melena y se pone la armadura del grupo. Coge la máscara que le corresponde y sus armas.
Son las siete de la tarde. Allí el tiempo va totalmente distinto a otras áreas.
Sale de su habitación y busca a Kolivan. El galra le espera en pie, con un papel grande en las manos. Levanta la cabeza y sonríe.
-Keith. Aquí tienes. - le tiende el plano. -Con eso y los aparatos de la mochila te podrás guiar.
-Que... ¿llevo exactamente? - que diga teléfono que diga teléfono, piensa.
-Pues... un walkie-talkie con nuestra cadena y las bases, bebida, alimento, sábanas, algún arma de repuesto... lo necesario.
-Y... ¿un teléfono? -niega. -¿Podría llevar uno? -niega de nuevo.
-Imposible. Para eso llevas el walkie, nos ahorramos problemas e infiltrados. Si se filtran cerramos emisión. Tienes tres cadenas más de la base. - Keith asiente.
-Y... ¿podría conectar con Altea? -Kolivan frunce el ceño.
-No. No es posible. - Keith asiente.
-Si, señor. - el galra golpea el hombro de Keith y sonríe.
-Suerte ahí fuera, vas a hacerlo genial. -los labios de Kolivan se tuercen en una sonrisa que lo dice todo.
Keith asiente y sonríe de vuelta.
¿El lugar? Tierra desconocida. Un lugar llamado Quantum Abyss. Abismo cuántico suena más matemático...
Sabe pilotar. Claro que sabe. Le han enseñado de todo en el imperio. Desde pilotar hasta asesinar sin miedo.
Pero poco le sirvió eso último.
Lo único que querían era un nuevo campeón. ¿Para qué? Vete tú a saber que querían con él. Nunca supieron quien fue él o la afortunadx. Nadie lo supo. Sólo los galra con mayor prestigio y fidelidad.
Sólo de pensar que Shiro estaba en la lista... se le eriza la piel.
Y tras largas horas llega al lugar.
Podria acampar, pero no es momento de jugar a los campamentos.
Saca el plano y observa el punto en el que está. Con el protector de su muñeca se asegura de estar en la zona correcta. Lleva la máscara puesta.
Aún le queda tramo que andar.
Todo el tramo piensa en Lance. En que pensará de él. Es que ahora se siente patético. ¿Qué va a estar haciendo? ¿Llorar por él? Pues obvio que no. Es el príncipe, el ligón de ligones, el del cuerpo de escándalo.
Romelle es buen partido. No se resistiria a semejante dulzura. Probablemente estén viendo las estrellas o lo que sea que tenga el cielo allí en esas horas.
Suelta el aire y se quita la máscara.
Se está asfixiando y agobiando.
En algún momento llega a la base acordada.
Si, es todo en una base.
No cuadra mucho con el mapa pero no tiene otra que meterse en ella.
Se pone la máscara de nuevo, y con la espada de Marmora en la mano, patea la puerta. Está destrozada, tanto que se rompe a cachos sola. Sólo una patada Basta para tirar trozos de ella abajo.
El azabache enciende el sensor lumínico que lleva adherido en la muñeca, y con el mismo alumbra el lugar.
Está oscuro. Es raro. No hay prácticamente nada.
No ve a nada ni a nadie. Una mesa vacía, una pizarra con papeles arrancados y poco más.
Y dos puntos luminosos al fondo de la habitación. Esos dos puntos se acercan a él a la velocidad de la luz. Cuando Keith intenta atacar con la espada, le tienen agarrado de los brazos.
Son galras. Es una emboscada.
Es una trampa.
Bueno, sería una trampa si no hubiese sido un error de base. Por que no es esa base. Pero es que no hay más bases...
El galra mueve sus piernas y brazos como puede.
Acaba con el cuerpo contra el suelo.
Tiene la cabeza chafada por el pie de un galra.
-¡Deja de moverte! -grita uno de ellos. Se acerca a él y le mira a los ojos. A diferencia de Keith, es una simple esclerotica ámbar. Es una galra.
-Soltad ya de una vez... donde está la super arma... -murmura. Hay dos galras detrás observando. Uno de ellos parece estar a punto de saltar al juego. Keith traga saliva y niega.
-Es que yo... no se... - se siente traicionado. Se siente débil y sucio. Siente que le toman el pelo por todos lados. ¿Qué super arma, de que habla, que no le contó Kolivan?
-¡O me lo dices a mi o se lo dices a Ranveig! - Keith niega con el ceño fruncido.
-Yo no... -y la misma galra divisa su espada. Su arma especial. Su sable. Keith baja instantáneamente la mano al mismo.
-Damelo.
-No.
-Damelo. -repite con más autoridad.
-No. -chasquea el dedo. El galra que parecía estar a punto de saltar, salta. Coloca su espada en la frente de Keith. Tiene la cara cubierta por una máscara.
-O la sueltas... o acabaremos contigo. -Keith traga saliva de nuevo. Cierra sus ojos y con la respiracion acelerada y el corazón a punto de salirse por su garganta, saca lentamente la espada de su cinturón. Le tiembla la mano.
Cuando se la tiende, el mismo galra que está con la espada sobre su cabeza, golpea a la galra.
La misma cae de espaldas. Coge la espada de Keith al vuelo y apunta con ambas a los cuatro galras de la sala. Los enemigos, claro, sin contarse a quien apunta y a Keith. Hablando de Keith, sigue en el suelo, ahora con el pie del galra rebelde en su espalda.
-Trugg. -murmura el mencionado. Su voz es grave pero suave. -Se acabó la función.
-¡Pero que estás haciendo!... -los galras apuntan al rebelde y a Keith con sus armas.
Son momentos intensos. Intensas negociaciones con Keith en el suelo temiendo su vida. El rebelde parece tenerlo todo bajo control.
Desde esa perspectiva puede ver si espada.
Parece... no. Es que no.
No lo parece.
Es de Marmora.
La super arma parece hallarse en un planeta totalmente diferente. Y con esa negociación cutre y tramposa, se deshace de ellxs, no sin antes mover la espada contra ellxs y dejar claro quien lleva "ventaja".
El galra se retira de encima de Keith y estira su mano.
-Perdóname. -murmura. El azabache niega. Aún lleva la máscara.
Aprieta el botón y muestra su rostro asustado.
-Soy... Keith. Soy de Marmora y... - el rebelde no dice nada. Sólo pronuncia una palabra.
Reconocería esos ojos y ese rostro hasta en el fin del mundo.
-¿Yorak? -Keith frunce el ceño. Esa palabra le suena de algo. Shiro... no... tal vez.
El grabado.
El boceto de la espada. Mira la suya y luego la del rebelde. Abre su boca y frunce el ceño. Niega temiendo que no sea así.
-¿Mamá?... -el rebelde se desenmascara. La melena violeta y púrpura sale a la luz, y los ojos ámbar también. Tiene una suave sonrisa en los labios.
La mujer entrecierra sus ojos debido a la sonrisa que alza sus pómulos.
-Yorak... Keith... eres tú... - el galra hace un puchero con los labios y frunce el ceño.
-Ma... Mamá... -y sin esperar ni un segundo más, se acerca a ella acelerado. Se lanza a su cuello y lo abraza.
Se queda así un rato. Kroli a acaricia la espalda de su hijo con cuidado, como si fuese a romperse. Besa su cabeza numerosas veces. Huele tan bien... como cuando era pequeñito.
Sigue siendo tan lindo como recuerda. Tiene el pelo tan suave como aquel entonces. Y tiene la misma mirada.
Es igual. Para ella lo es.
-Ya está... -susurra. Keith tiene su rostro escondido en su cuello. Está llorando. Está llorando como nunca antes ha llorado.
Ver a su madre por fin es lo que más ha deseado, a parte de los temas amorosos que le convienen.
Sorbe por la nariz y gimotea en su ropa. Krolia no le ha soltado en ningún momento.
Después de minutos largos terminan en el suelo de aquella base. Keith está bebiendo agua junto a su madre.
-Estaba de infiltrada. Ese tal Ranveig busca cosas que tener a su alcance para mejorar el imperio galra. Han oído hablar de una super arma y la quintaesencia y están como locos... -susurra. -Y me encargo de ver que están haciendo. Pero... he visto tu traje y sabía que eras de los nuestros. -Keith sonríe.
-Realmente venía a verte... pero ha sido un poco desafortunado...
-Tienes valor. -susurra Krolia.
-Mamá... -el azabache se gira hacia ella. -¿Por que... no mandabas cosas a la base? ¿Por que no mandaste algo mejor que... el grabado? -Krolia sonríe suavemente.
-Por que si me pillaban me mataban. Si podían, claro. Pero no podía arriesgarme... creo que fue lo mejor para los dos... -el azabache baja su mirada.
-¿Y... y papá? -Krolia suspira. -¿Cómo... cuándo...?
-Hace mucho de eso Keith...
-Quiero saber donde está papá.
-Papá no está. -Krolia mira a Keith a los ojos. -Llovía mucho, eras muy pequeño y... la madera es demasiado fácil de prender... -el galra palidece inmediatamente. Mira un punto fijo y suspira. Vaya jarra de agua fría...
Krolia sólo recuerda oír a Keith llorar. Eso y el sonido del fuego y la tormenta.
Keith sólo puede pensar en el olor a lluvia.
-Me... me dijeron en el imperio galra que estabais... ambos muertos... -Propia suspira.
-Mienten más qué hablan. Intenté entrar, intente buscarte con todas mis fuerzas... pero son unos sucios mezquinos. Las saben todas... -Keith asiente. -Nunca creas a los galra de allí. No son como nosotros. Les han lavado el cerebro Keith.
-Pero yo... estuve allí...
-Lo se. Y se que estaba Shiro. -asiente. -¿Sigue bien?
-Si... bueno... - el azabache frunce el ceño. -Si.. creo que si.
-Se que fue difícil. Y lo siento. Jamás podré perdonarme el abandonarte...
Era otra situación. Eran otras circunstancias.
Eran momentos donde era mejor ser esclavo que un cadáver.
Eso prefería Krolia para su hijo.
El galra termina contándole que está ocurriendo en su vida.
-Y nos han exiliado allí... y somos guardas.
-¿De Altea? -asiente. - Es raro.
-¿Por qué?
-Bueno... están en guerra.
-Pero estamos exiliados.
-Pero es raro que os manden a Altea. - Keith desvía la mirada. -Ves con cuidado alli, Keith. -y vuelta a la realidad.
-No, si... creo que no volveré. Es que... me han expulsado por disciplina y... me gusta el príncipe.
-¿Que príncipe? El... ¿de Altea?
-Si.
-¿Te gusta? -y Keith asiente. Tiene calor en las mejillas.
Y algo se presenta en ellas.
Algo que parecía haberse presentado antes y nadie le dijo nada.
Sólo cuando piensa en Lance y su corazón se acelera ocurre semejante cosa.
Unas marcas violetas en sus pómulos se encienden suavemente. Y si, se siente extraño.
-Keith...
-¿Que? -con el filo de la espada le enseña sus mejillas. Y no entiende que pasa. Se tapa la cara. Ahora el miedo reina su cabeza.
-No pasa nada...
-Pero... la cicatriz y... y esto... no pueden verlo... no se que es. No se... si Lance lo ve... si Palacio... sabe de esto tal vez...
-No pasa nada. -murmura. -Todo irá bien.
Y tras una conversación fluida sobre lo mucho que has estado sin verse, sobre el sentido del nombre Yorak y lo mucho que han vivido, Keith abraza a su madre.
-Lo estás haciendo bien. No dejes de ser quien eres. Nunca... -susurra Krolia. Se separa y se pone algo más seria. -Pero Keith... yo tengo que irme. -y otra jarra de agua fría.
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