👑87👑
Keith sube las escaleras cabizbajo. Allura va en cabeza junto a Shiro. No quiere levantar la vista.
Se siente sucio. Sucioy traicionado.
Allura sabía la hora. ¿Como? Si el papel fue al cuarto de Lance. Y la verdad, se cree que su hermana no entre en su cuarto, a saber que se encuentra allí dentro...
Sólo le quedan dos soluciones: o que entrase por alguna de aquellas o... Shiro. No sabe bien como pero Shiro es otra opción.
Sea como fuese sé han enterado.
Allura abre el despacho y deja pasar a Keith.
-Siéntate por favor. -se sienta en las sillas que hay cara la butaca más grande y agacha su cabeza. Allura suelta el aire en un suspiro y se sienta en la butaca.
Se queda mirándole unos segundos. - Keith... siento esto, pero es la segunda vez. La corte no va a permitir esto, no habiendo demanda de guardas... - Keith asiente. -¿Me puedes decir que hicisteis? - Keith levanta su cabeza. No quiere. No va a traicionar a Lance. No va a descubrir todo. Ni lo más mínimo.
-Fuimos a dar un paseo y... se nos fue la hora, princesa... -dice en voz baja.
-¿La idea de quien fue?... -se para a pensar. Depende de como lo diga quedará de una manera u otra.
-Mía. Vi a su hermano agobiado con el discurso.
-Y le dijiste de dar un paseo por la noche... y por la mañana... -asiente. -¿Estaba agobiado por lo que se viene encima? -asiente. -Es imbécil... -murmura. Si, tal vez, pero nadie comprendería lo guapo que se pone cuando se miran o se abrazan.
-¿Sabías que no podíais realizar esa salida, verdad? -Shiro aparece. Suena frío. Mucho. Y eso no le gusta nada.
Asiente.
-Si. Yo insistí.
-Keith, Lance no puede salir de Palacio. No con el papel de príncipe... -Keith agacha la cabeza.
-Lo se... y lo siento... -Allura peina su pelo.
-No me sirve de nada un lamento a estas alturas, Keith, muy a mi pesar... - el galra levanta su mirada. Tiene miedo. Esta jugando con sus manos bajo la mesa. -¿Se aprovecha de ti?
-¿El... príncipe? -Allura asiente. Y Keith niega. - No, en absoluto.
Allura coge aire y mira a Keith.
-Keith, se que no tienes maldad, pero... es inconcebible que tolere otra cosa así... -mira a Shiro. -Así que Shiro y yo hemos hablado esta mañana y hemos llegado a un acuerdo. -el galra mira a Keith. Keith siente un escalofrío por todo su cuerpo.
Mientras la noticia se dictamina en la otra sala, Lance está sentado en su cama, mirando un punto fijo.
Pasa su mano por su frente y traspasa con sus dedos su cabello.
No sabe que hacer. ¿Por que todo va hacía Keith? ¿Por que el imbécil de Keith se sacrifica por él? Joder, que es su guarda, no su familia... o su pareja...
Lance frunce el ceño al pensar en la mínima posibilidad de pedirle salir.
Es lamentable. ¿Pero que se cree, que por ser príncipe le va a decir que si a todo? Igual ambos sólo... quieren eso... pasar el rato, darse un par de besos y disfrutar.
Pero... es que las marcas lo desmienten. No dicen lo mismo.
Es que a Lance si le gusta Keith. Es que le encanta verle reír, susurrar su nombre, acariciar su piel, abrazarle contra su cuerpo, que le bese su frente, los guiños por la mañana... le encanta. Y quiere seguir así toda una vida.
Y no sabe cuanto va a aguantar así.
Keith baja las escaleras hacia su cuarto.
Shiro le sigue detrás.
Entra en este y se sienta en la cama. Shiro cierra la puerta y se acerca a él.
Está enfrente suya.
Si, da miedo. Está serio, no le brillan los ojos y está de brazos cruzados.
-Deja a Lance en paz. -y otra vez con lo mismo. Keith baja la cabeza. -Ya está bien.
Keith no responde, sólo deja a Shiro dialogar.
-La espada de Marmora es la mejor opción.
-¿Para qué?
-Para que cambies esa actitud, Keith. Eres un guarda. -la última palabra la remarca con fuerza. -Un guarda. Ni eres niñero ni eres criado. Eres un guarda. Fin. -Keith se levanta.
-He estado cumpliendo cada deseo de Lance, como me han pedido desde que llegué. -el galra de la melena frunce el ceño. - No he matado a nadie.
-Por qué eres sólo un crío. -Shiro se gira. -Esta noche te vas. Prepara todo. Y nada de comunicarse. -Shiro sale por la puerta.
Keith sólo puede pasar sus manos por su cabello y cerrar sus ojos.
No quiere irse. No quiere.
¿Otra vez sólo? ¿Otra vez planteándose un sin fin de posibilidades de muertos y vivos? ¿Es necesario tener que estar frente a un cristal enorme, con una visión de las estrellas, para verlas sólo?
Por que no, no quiere eso.
Se levanta y se dirige al armario. Empieza a sacar prendas.
No quiere irse... no ahora...
Lance sigue en su cuarto.
Allura toca la puerta.
-Quien es... -murmura Lance.
-Soy yo. -susurra Allura.
-Ni entres. -Allura rueda sus ojos.
-Vamos Lance.
-No, ni vamos ni nada...
-Oye... -la albina entra.
-Que no entres. -murmura Lance, recostado en su cama, con los brazos cruzados.
-Lance, tenemos que hablar.
-No hay nada de que hablar. Aquí mandais todxs sobre mi guarda y sobre todo, cuando... vaya, el heredero soy yo. - Allura frunce su ceño, parada por ese golpe de realidad.
-Me da igual como te pongas. Keith ha errado por segunda vez. No va a haber una tercera.
-¿Y?
-¿Te da igual?
-No. Es mi guarda, es mi problema y son mis decisiones. Estoy cansado y harto de que sólo sirva para lo que os apetezca. -gruñe el alteano. Mira a Allura.
-¿Me puedes explicar por que te importa tanto Keith? ¡Hasta hace dos días le odiabas!
-¡Porqué he cambiado! -Lance se levanta. -¡Me has dado la brasa con tratarme bien, y ahora que estamos agusto, ¿te viene mal?! ¡Déjame tranquilo, Allura! -el alteano frunce el ceño de nuevo. Allura se levanta y se dirige a la puerta.
-Papá y mamá no verían bien esto.
-¡Papá y mamá no están, déjalo ya! -la albina frunce el ceño y cierra la puerta.
Lance abraza sus piernas y coloca su cabeza en sus rodillas.
Es la una de la tarde y no tiene hambre.
Y la comida pasa sin él.
Keith come más tarde. Ha estado con la maleta... y evitando a Shiro.
No quiere saber nada de él. No al oír esa voz fría, seca y sin sentimiento.
Él no era así.
Antes no.
Estaba a solas en el cuarto.
Lo compartían. Siempre les ha tocado hacerlo.
Shiro siempre llegaba más tarde y normalmente hecho unos arapos. Llegaba con heridas, mala cara y algo pálido.
Corrían rumores de que buscaban a un nuevo campeón, pero no había ninguna explicación. Habían muchos nombres, entre ellos el de Shiro.
Pero Keith no creía eso. Sabía que Shiro jamás se dejaría a algo así.
Era una de esas muchas noches cuando Shiro volvía y encontraba a Keith en los pies de la cama, con lagrimas en las mejillas y la espada de su madre en sus manos.
-Keith... -murmuraba Shiro preocupado. -¿Que pasa, vamos?
-Está muerta. -susurraba. -Es que... está muerta... lo sé... -el galra mayor abraza al más pequeño por los hombros.
-Keith, el espacio es inmenso. Y se que es tan grande como para que tu madre esté escondida en tu búsqueda. -besa su cabeza. -Deja de llorar ¿vale? Te prometo que algún día la encontraremos. En cuanto podamos. Ya verás. - Keith asiente y limpia sus lágrimas. Siente goteo en la tela de sus muslos.
Pero no son lágrimas.
Es la sangre del brazo de Shiro.
Está hecho un desastre. Otra noche más...
Acaba de tomar el postre y mira a su alrededor.
Lxs criadxs están fregando y limpiando los trastos. Keith observa a Allura.
-Princesa...
-¿Si?
-¿Puedo avisar a Lance de bajar a comer? -Allura mira a un lado. Y tras pensar un segundo, mira a Keith.
-Claro. Intenta que baje a comer, por favor.
-Si, princesa. Gracias. -y deja el plato en la pila.
Ha sido en el momento de dejarlo cuando ha cogido una fruta. Un melocotón. Lo más cercano.
Limpia su plato y sube las escaleras en silencio.
Se acerca a la habitación de Lance. Antes mira sus espaldas. Ahora se siente muy muy vigilado...
Toca la puerta.
-Olvídate de mi, Allura.
-Alteza soy yo. -Lance se incorpora como un rayo de la cama.
-Keith, entra. -dice apenado.
El galra entra en silencio.
-Alteza, reclaman su presencia en el salón para que comais. - Lance niega.
-Déjate de tonterías. -el alteano se levanta. -¿Que te han dicho, que ha pasado? -Keith coge aire y suspira.
-No es el momento...
-¡Keith, no me...! -tapa su boca al oírle alzar la voz. Con el ceño fruncido y una mueca asustada y pidiendo discreción, Lance deja de hablar. Asiente y cierra la boca.
-Por favor, bajad a comer. -Lance baja la mirada. Keith acerca sus labios a su oido. -Esta noche. Doce en punto. En el portón. -Lance asiente. Baja la persiana, coge sus mejillas y planta un beso en sus labios.
-No pienso bajar. -susurra.
-Lo imaginé... -y presenta el melocotón delante suya. -Os lo pelo yo. Es para que no paséis hambre. -Lance sonríe enternecido y besa sus labios de nuevo.
No sabe que haría sin él.
Pela el melocotón, se despide de él y se esfuma de nuevo.
Lance tan sólo come el melocotón como puede. Intenta no dejar pruebas del delito. Ni olor ni trozos.
Lo único que quiere Lance es saber que ha pasado con Keith en el despacho.
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