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👑71👑

Le ruge el estómago otra vez.

-Allura. -la princesa corta su conversación con Corán y se voltea a su hermano. -¿Queda algo del desayuno? -la albina sólo puede echarse a reír.

-Pues no. Los bollos de hoy y poco más.

-Asco de bollos... -susurra en voz baja.

-Buenos dias a ti también. -murmura la del pelo largo. Vuelve a remotarm la conversación del hombre del bigote.

Mierda. ¿Y ahora que coño desayuna? El entrar a la cocina lo tiene un poquito prohibido, cosas de Palacio.
Y por las escaleras baja Keith, mirando algo que lleva en las manos. Una hoja. Pero no es una hoja corriente, Lance sabe que ese no es el guión de la conmemoración.

-¡Keith! -el galra levanta su cabeza. Mierda. Otra vez lo tiene ahí, con una sonrisa tonta y avergonzada. Y está tan guapo, es que Lance está tan guapo...

-¿Si, Alteza?

-Quería... pedirte un favor. -Keith frunce su ceño temiendo lo peor. Pero no lo es tanto. -¿Puedes... -y entonces recuerda ese sabor dulce que sus papilas gustativas deleitaron una noche silenciosa. - ...prepararme una macedonia, como la última? -Keith sonríe y asiente.

-Por supuesto. -el galra se mete en la cocina e intercambia palabras con algunxs criadxs. Al rato Keith mira a Lance. -En seguida se la preparo.

-Gracias. -ahora también tiene chef privado. Tal vez es un poco egoísta pero... quiere que se la haga él la macedonia. Ha probado alguna otra y... es que no tiene ni punto de comparación al sabor de la de Keith. Ese dulzor, esas texturas, ese punto jugoso... y son frutas. Son simples frutas.
Al paso de 2 minutos empieza a aburrirse. Bufa y se levanta de la mesa. En la cocina sólo está Keith y unx criadx. Se coloca al lado del galra.

-¿Alteza?

-Me aburro.

-Debéis esperar en la mesa.

-Que no, me aburro. -mira las manos de Keith. El filo del cuchillo que empuja con sus dedos trocea la manzana lentamente. No tiene piel, la manzana digo.
El galra mira de reojo al príncipe, y con una sonrisa suave murmura:

-¿Acaso esto os distrae o os entretiene?

-No, pero mejor que mirar la nada es. -sonríe y suspira. -¿Puedes ponerle más de... de esa que comes tú?

-Melocotón.

-Esa. -Keith asiente.

-Si quedan, si.

-Y te los habrás comido todos tú esta mañana. -el alteano sonríe. Corán pasa por delante de la cocina e intercambian sonrisas.

-Príncipe Lance, debe esperar en el salón.

-Joder... me aburro ahí, Corán.

-Las normas son las normas. En ningún lado afirman que conlleven diversión. -Lance bufa y se aleja al salón de nuevo.
Keith tarda unos cortos minutos. Le planta el bol a Lance delante suya y sonríe.

-Gracias. -murmura Lance de nuevo.

-Alteza, yo debo irme. Tengo cosas que hacer fuera. -Lance frunce su ceño.

-¿No te... quedas un rato? O sea... -joder, se le hace lamentable arrastrarse para pedir que se quede con él un ratito. - ...para hablar un rato o algo... - Keith sonríe.

-Le prometo que me quedaré con vos para eso. Ahora necesito ayudar afuera. Pero lo haré. -Keith sale por la puerta con una sonrisa suave.

-Vale... -susurra Lance. Mira la macedonia. Por dios, es que da hambre con tan sólo ver los colores. Mete otro trozo de melocotón en su boca.

Keith sale de Palacio y busca a Corán. El hombre del bigote sonríe al verle.

-Joven Keith, aquí. -el galra se dirige hacia él. -Mira, está es la faena que tengo hoy para ti. -Keith frunce el ceño ligeramente al ver la lista de tareas.

El alteano, en cambio, ha recibido un escarmiento por parte de su querida hermanita.

-¿Ahora? -la pereza de Lance se muestra ante Allura.

-Si, ahora. Llamas y pides cita. Estamos a menos de dos semanas Lance. Menos de dos semanas. Es irónico que tenga que recordarte yo el tema de la vestimenta... -la morena se asoma por la puerta. -Llamas y luego si quieres quedas con Pidge y Hunk. Hace muy buen día como para estar dentro de Palacio. - Lance gruñe y coge el teléfono.

Ahora está subiendo las escaleras con el cable torcido, es decir, cabreado.
Sube a su cuarto y teclea el número de lxs modistxs.

-Hola, buenos días. Quería pedir cita para que acudiesen a Palacio... si... si, exacto, soy el príncipe Lance. -el moreno sonríe. - ...pues a finales de semana estaría bien. Si, ropa y complementos. Si... vale, muchas gracias. -cuelga y suspira. Se deja caer de espaldas a la cama y mira el techo.
Dos semanas. Quedan dos semanas.
Dos semanas antes de ponerse ante todo el pueblo y recordar que está todo controlado. Que los galra no van a atacar. Que todo está y va a estar bien.
Bufa y pasa sus manos por su cara.
No... es que nada va a estar bien. ¿Con el de príncipe? Imposible. Ya se lo decían. Es un simple crío.

Tendría 10 años por aquel entonces.
En Altea no había guerra. Había paz. De la de verdad. Los galra se relacionaban con los alteanos. Todo estaba bien.
Su padre, Alfor, era buen amigo de Zarkon. Tanto como para pisar campo enemigo.
Y una noche, donde Lance no podía dormir y el salón seguía lleno, unos oídos inocentes llegaron a escuchar algo del salón.

- ...no digo que sea mal plan. Sólo digo que una reina... no entra dentro de las normas reales.

-Lo sabemos. -la reina alteana sonríe tristemente. Su hija, Allura, la primera en nacer, no podía acceder a reinar únicamente por su género: por ser mujer. Y eso era algo que a la reina le escocía desde dentro.

-Nuestro hijo Lance cumplirá ese papel. Es un chico con muchas luces. Y si no que te pregunte Corán, que le roba las galletas cuando se da la vuelta. -todos se echan a reír.

-Si, es un crío muy vivaz. -Honerva sonríe.

-¿Y un pacto? Y si tu hijo y el mío llegan a un acuerdo. Ya sabes, como un turno de corona. -Alfor frunce el ceño. Lance había dejado escuchar hasta oír a su padre de nuevo.

-¿Que ambos gobiernen un terreno? Eso... eso es un caos.

-Mira, si algo sabemos es que tu hijo... en fin... es un crío.

-Zarkon, tiene 10 años. No le pidas peras al olmo.

-Lo se, Alfor. Quiero decir... que no creo que este preparado. - el rey alteano frunce el ceño.

-¿Estas diciendo que mi hijo no será capaz de reinar sólo?

-No, sólo que dos son mejor que uno.

-Te recuerdo que esto es Altea. Nuestro terreno.

-Y te recuerdo que mi hijo también será sucesor.

-Zarkon, no voy a permitir que insinues que mi hijo no está capacitado para ser un rey. -Lance, con sólo 10 años, sintió su primer nudo en la garganta. - Es más, te lo digo ahora. - Alfor golpea la palma de su mano contra la mesa. -Mi hijo reinará cuando yo no pueda, y entonces enseñará a tu hijo como se debe hacer...

-Alfor, por favor... -la alteana frunce el ceño.

-No voy a permitir que me tratas como escoria.

-Es lo que sois. Todos los galras aspirais a eso... al poder. -Zarkon frunce el ceño. Honerva, algo atemorizada, se levanta.

-Zarkon... - el galra mira fijamente a Alfor.

-¿Que buscamos poder, dices? -ríe por lo bajo. -Muy bien. Veremos quien es el que ansía poder. -con unos pasos lentos y un ligero portazo, Zarkon sale de Palacio.
Las últimas palabras que esa noche escucha Lance de su padre son inolvidables.

-No pienso permitir que ni un sólo galra se meta en los asuntos de Altea. Y mucho menos que me diga que debo hacer o que debe hacer mi hijo...

Suspira de forma pesada y se incorpora de nuevo.
No es capaz de gobernar.
Ni con 10 ni con su edad actual.
Habrá pasado tiempo de aquello pero... sigue siendo él. Sigue siendo un simple crío.
Se levanta y abre la puerta. Abajo están esperándole Hunk y Pidge.

-¿Tardas tanto para esto: salir en ropa normal? Un esmoquin o algo, que han pasado lo menos 5 minutos. - Lance rueda los ojos ante el comentario de Pidge.

-Hola a ti también. -Lance suspira y mira a sus compañeros. -¿Piscina?

-Por favor. -responde Hunk.

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