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👑69👑

Si, se levantó a vomitar algún vez más.
No pasa nada, a la orilla de su cama, exactamente en la pared de delante, a unos metritos cortos, está Keith.
Lance le observa con los ojos entrecerrados y cargados.
Tiene un brazo colgando en el borde del colchón, muerto.

-Déjalo... -susurra al verle con el discurso en las manos.

-Lo siento alteza.

-Es una orden. -Keith levanta sus ojos hacía Lance. El mencionado tiene una cara débil. Tiene los ojos cansados, el rostro pálido, ojeras que, sinceramente a su parecer no le empeoran nada, los labios secos y el pelo revuelto. Sabe que tal vez las décimas cortas de fiebre le estén jugando una mala pasada.

-Alteza, esto es una obligación mía. No puede contrarrestarla con otra. Es ilógico. -Lance frunce su ceño.

-Mira... haz lo que quieras. -el moreno suspira y cierra sus ojos. Es que se aburre.
Yo que se, de ser por él se bajaría a la piscina, llamaría a Hunk o a Pidge, practicaría con la espada... pero no. Le toca reposo.
-Oye...

-¿Si, Alteza?

-Cuenta algo.

-Como... algo. ¿Números?... -Lance bufa. Demasiado tonto, de verdad. Como una persona tan boba puede estar en un cuerpo de un tío buenorro y estético. Es que no lo entiende.

-No, algo. No se. Algo de Marmora o... de ti. Me aburro, Keith. -el alteano sigue tumbado de lado. Keith suspira y deja de lado el discurso.

-Bueno... esto... sabe lo de... ¿mi madre? - el alteano frunce el ceño. -No quiero agobiaros con mis problemas...

-No es eso Keith. Algo si recuerdo...

-Pues... -traga saliva y se encoge. Dobla sus rodillas y apoya en estas sus brazos. -Cuando me fui a Marmora, fui con la idea de ver a mi madre o saber algo de ella. Resultó que... que no. Que no era así. -Lance mira a Keith. Está abriéndose a él. Él, su guarda. Y eso, en principio, no está estipulado. No es necesario saber si pasado profundo. Tal vez antecedentes y pasado resumido pero... no la historia de su madre.

-¿Y la viste? -Keith niega. -¿No...? -algo le une a esa mirada triste. Algo le une a esa mirada dorada, ámbar. A esa mirada melancólica. Tal vez la ausencia del amor materno, o del cariño que alguna vez a añorado. O que ambos se sienten solos.

-No. Mi madre está... en algún lado. No pude verla pero se que está viva. -saca de su bolsillo interior un papel. Es el grabado. -Me dieron este dibujo. Es... es de ella. - Lance lo observa a lo lejos.

-Tu espada.

-Si.

-¿Y no crees que han sido los de Marmora, para dejarse de líos? - Lance sigue ahi, entre las sábanas, sintiendo el sueño azotar su cuerpo. Keith mira el grabado y luego su espada. Niega confiado y seguro.

-No. Es muy fiel. Es imposible. Sólo alguien que haya tenido esta espada sabe todo lo que tiene. - Lance sonríe.

-Entonces... está viva.

-Está viva. -Lance sonríe al ver esa mueca feliz en los labios de Keith.

-A ver si algún día me la presentas. -sonríe Lance de forma débil. Y ambos se sonrojan suavemente. Alguno de los dos tiene además brillos celestes en los pómulos. -O sea... conocerla... en plan... normal...

-Si si, claro. No hay otro, Alteza. - el galra sonríe.

-¿Y... que tal en Marmora? - el alteano vuelve a la posición de salida hábilmente.

-Pues... fue raro.

-Dime.

-Pues... a ver... -suspira. -Primero entrenabamos todos los días. Había un tipo alto, Kollivan. Estaba al mando de todo. Habían muchos como yo allí pero no podía reconocerlos con el paso de los días. Cada vez eran disitintos. -Lance sonríe. Le encanta. Es una estupidez pero adora oírle hablar. Le gusta oírle contar sus vivencias. Es como... como oir un héroe, ¿sabéis? Como recién salido de la guerra. Aunque eso realmente si lo era. Era exiliado. - ...y a veces no podía ni respirar. Eran muchas misiones y... -y con el paso de los minutos Lance cae rendido. No por nada. Tiene una nueva tranquila en la cara. Keith sonríe. Coge su mano con cuidado y la sube en el colchón. Con el paso de las horas se le dormirá si sigue colgando, piensa.
Mira el reloj.
Quedan dos horas para cenar. Coge el discurso de nuevo.

Y pasan las dos horas.
Keith ha cogido algo de pan, algo fresco que meter dentro de este y fruta. Ha pedido permiso a Allura a permanecer junto a Lance.

-¿Seguro?

-Si. - Keith asiente.

-Mira que mi hermano a veces es insoportable.

-No se preocupe princesa. Yo me encargo. -la albina sonríe.

-Gracias Keith. Eres muy precavido. Te lo agradezco. -y allí que vuelve. Sube con una bandeja y se mete en el cuarto de Lance. Ni rastro de Shiro.
Se sienta en el suelo y cena en silencio.
No ha intentado despertar a Lance. En las 2 horas que lleva dormido no se ha despertado para vomitar (algo que celebrar) ni se ha quejado en bajito. Simplemente descansa y recoge fuerzas.
Acaba de tomar el trozo de sandía y baja a fregar los cubiertos. Shiro sigue sin aparecer. Todo bien allí abajo, como siempre.

-Gracias por cuidar al príncipe. -murmura el hombre del bigote. -Si enfermas hay un remedio de canela de Altea, hierbas blancas y sangre de abeja azul que cura cualquier mal. - Keith niega.

-Gracias pero yo no enfermo. -el galra sonríe atemorizado por imaginar el sabor del último ingrediente.

Y sube de nuevo. Y al suelo, al lado del balcón, disfrutando la vista de la cenefa de estrellas. Y otra vez el discurso en las manos. Con esta corona invito a bla bla bla. Al final Lance tendrá razón, piensa Keith.
Acaba con los ojos cerrados y la cabeza echada a un lado.

Y la bella durmiente despierta de su letargo, del intenso sueño en el que estaba sumido. Bosteza y gira su cuerpo cara al techo. Rasca sus ojos y frunce su ceño.
Le duele un poco la tripa, pero es por hambre. Claro, no ha cenado.
Mira la hora que se refleja en su reloj colgado de la pared. Son las doce y media de la noche.
No hay jaleo. No hay vajillas. Sólo grillos cantando baladas a la luna.
Gira su cuerpo y se encuentra otro en la pared cercana al balcón. Casi chilla, pero es ver esa melena y saber quien es. Reconocería esa melena en cualquier lado.
Se pone en pie poco a poco, con cuidado de no vomitar hasta sus órganos al incorporarse. No, no ocurre. Está mejor que antes.
Se acerca descalzo hacia Keith, que yace en el suelo.

-Otra vez... -murmura al ver el discurso. Lo coge y lo tira a su cama con cuidado. -Keith. - el alteano susurra en voz baja. Sonríe al verle dormido. -Hey Keith. - nada. - Keith es tarde, levanta de ahí.. -y otra sonrisa boba. Peina con cuidado un mechón que cae por su mejilla y sonríe de forma enternecida. Los ojos de Keith se apretan.

-Alteza... - murmura con la garganta seca.

-Vamos. Levanta de ahí. Es tarde. - Keith abre sus ojos. Joder, si, son preciosos. Tan amarillos, tan inmensos. Es como ver un puto atardecer.

-Alteza, pero vos...

-Estoy bien. Vete a dormir anda. -la tripa de Lance comienza a amenazar en silencio.

-No voy a dejaros así Alteza.

-Vale. - el alteano suspira y se sienta a su lado, pegando al balcón. Keith frunce el ceño.

-¿Que... hacéis?

- Si no te vas, me quedo dormido aquí, sentado. Se lo explicas tú a lxs criadxs. - Keith rueda sus ojos. Suspira y se incorpora poco a poco. Y la amenaza de la tripa de Lance se cumple. Le ruge la tripa como si tuviese una hiena hambrienta allí dentro.

-¿Tenéis... hambre? -Lance suspira.

-Pues un poco. Pero no se si me está permitido bajar a tocar algo. Es tarde. - el galra se pone en pie y estira su mano a Lance. -¿Que haces?

-Yo le cogeré algo de cena. Después de todo soy vuestro guarda y puedo tocar la cocina siempre y cuando no moleste a vuestra persona. -Lance sonríe ante la proposición.

-Vale. Pero... háblame de tú. Puedes hacerlo por las noches. No pasa nada. -el alteano sonríe y camina tras el galra.
Van por las escaleras en silencio. Lance va sujeto a la barandilla. Que no vomite no significa que no se maree un poquito.

Se sienta en una silla y mira el plato que tiene delante.

-Que coño es esto. -frunce el ceño.

-Es... algo que quiero que probeis.

-¿Lo has hecho tú? - Lance levanta sus ojos a Keith.

-Si.

-Vale, vale. Lo has envenenado. - Keith niega riendo. - Si no es eso Es que le has echado un sedante para acabar conmigo. - Keith suspira y se sienta delante de él, al otro lado de la mesa.

-Por favor, probadlo, Alteza. O sea... pruébalo... - Lance clava la cuchara en el tazón. Hay fruta. Todo lo que hay es fruta: melocotón, fresa, manzana, sandía... Es una pura macedonia.
Es la mejor macedonia que ha probado en su vida. Y el odia las macedonias. El alteano mira a Keith.
-¿Y... bien?

-¿¡Que le has echado!? - Keith sisea para que baje el volumen.

-Pues... manzanas, fresas, sandía... lo que he encontrado que quedaba de sobra. Eso y azúcar. Y... bueno, el último melocotón que quedaba. -sonríe y mira el plato. -¿No os... ha gustado?

-Está delicioso Keith. ¿Por que no has enseñado esto antes?

-Por que es algo de mi familia, de cuando... en fin, mi pasado. No lo veía necesario.

-Pues deberías. Está muy bueno. -Keith sonríe.

-Gracias.

-No tanto como yo pero... - el galra ríe en voz baja. Lance levanta sus ojos hacía Keith. Está muy guapo. Está tan guapo sonriendo. Está tan guapo con la luz de la Luna sobre su cara. Está tan guapo con el cabello así... es tan guapo...
Vuelve a su plato con las marcas suavemente iluminadas.

Acaba con el tazón en 5 minutos. Él, que no tomaba fruta ni a tiros.
Keith sube con él las escaleras.

-Gracias por todo Keith. -susurra el alteano.

-No lo agradezcais... o sea... agradezcas... -el alteano sonríe. Están ahí, mirándose.
Y un arrebato estúpido por parte de Lance sale por sus labios.
La cordura que le quedaba de ha hundido en el mar de la perdición. Eso y sus anticuados principios de odiar al enemigo.

-Nadie se había preocupado tanto por mi. - el galra sonríe apenado.

-Alte... Lance. -el alteano le mira a los ojos. -Todos nos preocupamos por vos... ti. Por ti. -el alteano sonrie y desvía su mirada. - Estás... haciéndolo todo bien. -Lance levanta sus ojos del suelo. Esas palabras se le clavan en su cerebro.

-¿De verdad... piensas eso? -Keith asiente sonriendo.

-Estáis peleando duro por la corona. Vais... o sea, vas... vas a ser un gran rey. - el alteano tuerce su sonrisa. Sonríe de forma apenada y mira a Keith.

-Gracias. -sus ojos están brillando. Está a poco de ponerse a llorar. -Yo... o sea.. yo... -su voz se entorpece debido a los hipidos. Keith sisea una vez más para hacerle bajar el volumen. Coge su mano y le conduce a su cuarto, al del alteano.
El alteano se sienta en la cama y limpia sus lágrimas.
-Perdón...

-No os preocupéis.

-Sólo... que nadie me había dicho eso en mucho tiempo...

-Pues... es verdad. -Keith se sienta junto a Lance. Mira sus ojos de nuevo y con cuidado limpia una lágrima de su mentón. Con cuidado y miedo, incluso. -Vais a ser un gran rey. Estoy seguro de que... de que tú... vas a enorgullecer a tus padres. Eres genial, Lance. -y otra vez más lágrimas.

-Gra... gracias... -acaba con su rostro hundido en el hombro de Keith. Después de algunos segundos, se despega de él. Son algunos milisegundos de miradas, de sonrisas bobas, de tranquilidad, paz y sinceridad. De estar desnudos y con la ropa puesta. De estar a flor de piel.
De que Lance coloque una mano en el hombro de Keith y de que el mencionado tuerza su cara hacia el alteano.
Ambas bocas de nuevo se vuelven a rozar. Y de nuevo de forma lenta y dulce.

-Quédate a dormir... - murmura Lance en un susurro desesperado.

-Si, Alteza. - murmura en sus labios el galra.

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