👑61👑
-Lance... -una dulce voz choca cerca de su rostro.
-¿Mmhh...? - el moreno siquiera abre sus ojos.
-Voy a salir fuera un ratito...
-Vale... -su voz es casi inteligible. La rubia besa su mejilla y se aleja a la puerta.
Mira fuera y sale en silencio. Escucha la vajilla del desayuno moverse por ahí abajo, lo más lógico, en la cocina.
Entre en el cuarto que hay enfrente, el de Allura.
-¿No se despierta?... -murmura la albina, frente al tocador.
- Que va. -la rubia sonríe. Se acerca a el y le abraza por detrás.
-Perfecto. -murmura la morena. Ambas sonríen. Allura gira su cara hacia ella y...
La luz del sol choca en sus ojos. El azabache aprieta los mencionados y, acto seguido, los abre. Es de día.
En Palacio.... ¡en Palacio! ¡Desayuno de cinco estrellas, pajaritos cantando, el sonido de las tazas, el olor a pan, el sonido de los árboles y sus hojas... joder, en Palacio!
Sonríe y restriega su cara en la almohada. Aún apestando a sudor, se siente genial.
Se levanta para meterse en el baño, cubrir sus necesidades y ducharse. Sale con el traje de licra y el cabello seco y recogido. Y se encuentra a Shiro de espaldas, arreglándose.
-Buenos días. -murmura el más pequeño de tamaño.
-Ah, buenos días Keith. -el azabache sonríe. -¿Qué tal has dormido? - Keith sonríe.
-Muy bien.
-Vi que ayer estuviste fuera con el príncipe. -y ahí va otra. Trata saliva y suspira.
-Bajé y estuve mirando el cielo. Y a los minutos salió él. Yo ya esta...
-No hace falta que te excuses. Simplemente era recordarte que tu papel no es ser el hombro donde llore nadie, sino de defender. No te equivoques, anda. -alborota su cabello peinado y sale por la puerta. -Vamos a desayunar. Tendrás hambre. -el azabache tira el aire por la nariz.
-Si... -aunque no va a negar que se le ha quitado un poco.
Baja las escaleras y encuentra a Allura junto a Romelle.
-¡Keith! - la albina sonríe y mira al galra. -¿Que tal dormiste?
-Bien, princesa. Muchas gracias. -la albina niega sonriendo.
-No hay nada que agradecer. -dirige la mirada al comedor y después a las escaleras. -Este tío... le da igual todo... -bufa la albina.
-Déjale... - murmura Romelle.
-¿Dejarle? Son las 10 Romelle. No va a despertarse todos los días a esta hora. No cuando dentro de dos semanas tiene la conmemoración. Es lamentable.
-Yo le aviso, id mientras al comedor. -murmura Romelle.
El galra observa a la rubia subir. Es preciosa. Es un ángel venido del cielo. Es un auténtico ángel. Y entiende de sobra el por qué Lance está con ella.
Es una diosa. Su pelo, sus ojos grandes, su sonrisa, su piel de porcelana... todo. Es preciosa.
Ahora lo entiende todo. Y se alegra de que sea ella la privilegiada.
Lance tarda una media hora en bajar, con unas prendas que Keith no había visto hasta la hora.
El galra ya ha acabado el desayuno. Tiene entre sus dedos un trozo de sandía. Bendita fruta.
-No quedan tostadas. -murmura Allura un poco borde.
-Buenos días a ti también. -devuelve Lance en el mismo tono. Keith mira al moreno.
-¿Quiere un poco de fruta? -Lance observa las manos del galra. Sus dedos están clavados en la fruta. Niega lentamente.
-No... tranquilo. No te preocupes. -Allura mira a Keith.
-Eso es tuyo, cómetelo tú. -la rubia se echa a reír enternecida.
Lance vuelve con una taza de café y algún bollo rarito de Altea.
Y sobre esa ropa. Bajo esa ropa lleva el bañador.
Si, ya ha llegado el calor, las brisas suaves, y con ello la piscina lleva limpia y abierta una larga semana.
Mientras las dos princesas toman el sol.
Lance mira el cielo, tumbado en el césped.
Las dos chicas hablan en voz baja.
Él no. Él no tiene de que hablar.
Se incorpora y mira a su alrededor. Keith está en una mesa del jardín, con papeles en la mesa. Se levanta y se propone ir hacia él.
-¿Donde vas? -murmura Allura confundida.
-A hablar con Keith.
-¿Quieres dejarle? Está con el discurso, que me ha pedido la copia de su parte. Que ganas de marearlo...
-Déjale que vaya anda. -murmura la rubia sonriendo. Y Lance le bendice por dentro. Allura rueda sus ojos y vuelve a cerrar sus ojos. Y vuelven a la conversación.
Lance se acerca a él, con la camiseta aún puesta.
-¿Que haces aquí sólo? -murmura el moreno, mirándole con una sonrisa. Está tan mono concentrado, mirando la hoja, con su cabello recogido y el flequillo suelto.
-Repasar el discurso. Hace mucho que no lo leo. -Lance se echa a reír. -¿He dicho algo...?
-No, simplemente se me hace irónico que teniendo una piscina decidas estudiar. -Keith sonríe avergonzado.
-Por que la piscina es para vosotros, Alteza. No tengo permiso para...
-Concedido. -el moreno se sienta y apoya su cara en su mano. -Vamos, eres muy aburrido y responsable. Date un capricho. Una locura.
-¿Una locura como salvarte de la pitonisa? No, gracias Alteza. -Lance abre sus ojos.
-¿Eso era una broma? Pensaba que no tenías sentido del humor. - Keith suspira y levanta sus ojos a los de Lance. Mierda. Son como un rayo. Igual de impactante. -Va, deja eso. -Lance coge su papel y lo pone en su lado.
-Alteza por favor, debo estudiarlo. -el moreno suspira y esconde su cabeza entre sus brazos.
- Joder...
-Lenguaje.
-¡Que dejes de ser tan buenecito! -le devuelve el discurso y se levanta. - Que sepas que puedes ir a la piscina cuando quieras. Aunque dejes pelos de gato. - Keith frunce su ceño ante el último comentario.
-Gracias aunque... no soy un gato.
-Ya ya. - el moreno le dedica una sonrisa tonta y se dirige a la piscina. Keith sonríe de la misma forma cuando se da la vuelta.
Y mira la piscina. Enorme para cinco personas. Igual no es mala idea... no ahora. Ahora no. No con el príncipe. No. Eso no es propio de un guarda.
Y en el césped observa a Lance quitarse la camiseta. Observa su espalda de bronce, sus escapulas marcarse en cada movimiento, sus brazos finos pero atléticos. Y luego se da la vuelta a dejar la ropa apartada. Y ve su pecho, su abdomen, cada abdominal, la marca de los costados del ombligo que dan inicio a las piernas y el pubis...
Cuando se da cuenta el discurso se le ha volado de la mesa debido a la brisa.
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