👑59👑
A Keith le encantaría revisar el cuarto de Lance.
No seas mal pensados: revisar el suelo y los rincones en busca del papel. Tiene que estar la nota por algún lado. Él la dejo. Recuerda dejarla en el suelo la noche en la que se fue.
Es que se acuerda.
Tal vez es eso, que la tiraran lxs criadxs...
-Keith. -escucha tras su espalda. Despierta de su ensimismamiento. Gira su cuerpo y se encuentra uno más ancho y alto. Es Shiro.
-Shiro. -el azabache sonríe. Se acerca a él tal vez en busca de un abrazo. El mayor no parece tener las mismas intenciones.
-¿Que haces aquí? Marmora te necesita. -Keith frena en su intento por saludarle. Frunce su ceño ligeramente.
-No me necesitaban. Simplemente me tenían como otro de ellos. Y ni siquiera estaba mi madre. Sólo... sólo se que está viva. -Shiro suspira. -Ellos no sabían que ella...
-¿Preguntaste por ella? -Keith asiente suavemente.
-Si. No tenía más opción. -el mayor tira el aire de nuevo, tal vez algo decepcionado. -Shiro, ¿por qué me mandaste allí? -el mayor mira al azabache de reojo.
-Por que te convenía ir, Keith. No quiero que preguntes más. -el mayor se acerca a su habitación.
-Vale, perdón. -frunce su ceño. -Y... ¿qué tal por aquí? -el mayor frena una vez está en el marco de la puerta.
-Muy bien todo. El príncipe ya está haciendo manitas con Romelle, su pretendienta. -eso le sienta cómo una daga atravesando su cuerpo entero.
-Genial. -murmura. Después de todo, Lance es un príncipe. Un príncipe merece una princesa linda y fina, no un galra limpiaventanas, con miedo a los truenos y una cicatriz en la cara. Obvio que merece la belleza antes que la guerra.
Y el amor. Sobretodo el amor.
-¿Han preguntado sobre donde estuviste? - el galra asiente.
-Si, y... les dije la verdad.
-Perfecto. Voy a ducharme, ahora nos vemos. Me alegro de que hayas vuelto. -revuelve su cabello y entra en la habitación que les pertenece.
De alguna manera siente que no ha hecho lo correcto. Siente que lo ha hecho mal, sea lo que sea.
Siente que no pinta nada allí. Todo va genial sin él. ¿Y si volver a Marmora es la mejor opción?
Tendrá que consultarlo con la almohada...
Es la cena. ¡La cena!
Keith tiene ganas hasta de llorar. No quiere decir que en la espada de Marmora ir hayan alimentado mal, que no es el caso. Pero es incomparable la comida de palacio a la de allí. Por dios, mataría por una de esas sopas, una de esas ensaladas coloridas, aunque fuese por una bolsita de especias.
Y la mejor parte... ¡el maldito postre!
¡Melocotones para él solo! Es lo que más le gusta. Ama la fruta, y si, la ha echado de menos.
Durante la cena nacen preguntas de muchas bocas.
-¿Cuanto has entrenado? Estás... más grande. - murmura Allura sonriendo.
-Todos los días.
-¿Todos? -Lance frunce el ceño. Keith asiente. -Vaya puta mierda.
-Príncipe Lance, el lenguaje. -murmura Corán, quitándole las palabras de la boca a Allura.
-¿Y que tal la comida allí? -cuestiona Allura. Shiro simplemente sonreía y comía en silencio.
-He echado de menos estos platos... - murmura Keith. Allura sonrie enternecida.
-Come todo lo que quieras.
-Gracias princesa pero... no es necesario. -Allura niega.
-Estás en tu casa, lo que quieras Keith. -Keith siente su corazón ablandarse al oír semejante expresión. En tu casa. Se pondría a llorar y todo.
Ciertos ojos patinan del plato a Keith varias veces. Esos ojos, azules como el mismo mar, maldicen en cada ojeada que hace.
Y llega la noche plena.
Keith tiene el pelo recogido en una coleta, con ese estúpido flequillo suelto. Esta mirando el grabado de la espada.
Es perfecto. Es idéntico. Sólo alguien que lo haya tenido delante podría hacer semejante obra. Tal vez si se quedase en Marmora podría obtener más...
Lo guarda en cuanto escucha los pasos de Shiro.
-Descansa Keith, debes estar cansado. - el galra asiente.
-Si. -sonríe y se acomoda en la cama. Shiro apaga la luz y se tumba en su propio colchón.
Y pasan así 10 minutos.
No aguanta más.
Se lo piden las piernas, el cuerpo y la sangre. Incluso los latidos del corazón.
Lo pide todo su cuerpo: tiene que ir a ver las estrellas.
Solo, no importa. Pero ir a verlas. Allí si.
Tal vez ellas le ayuden a tomar alguna decisión...
Romelle acaba de espaldas a Lance, en su cama. El moreno no consigue dormir, para variar.
-Lance, tus pies me hacen cosquillas... -susurra la rubia.
-Perdón... -murmura el alteano. Se gira y abraza las espaldas de la chica, sin intención alguna.
-Sal al balcón, anda... - el rubia de encoge y se acomoda en la almohada.
Lance tarda segundos en levantarse a paso lento y asomarse.
Ahora que podría ver las estrellas va y no tiene valor... o si. Tal vez si.
No, definitivamente no.
Se asoma y mira el cielo. Es precioso, de no ser por el tejado que tapa parte de su vista. Estando en el jardín no le pasaría...
Escucha unos pasos en las escaleras.
Traga saliva y mira a Romelle.
-Rome...
-Ves, yo estaré aquí... -susurra, adormilada.
Lance se pone su calzado de ir por allí y baja en silencio las escaleras.
En el jardín, sentado en ese lugar varias veces compartieron, está Keith, apoyado por sus manos y mirando el cielo.
Es como si le leyera la mente.
Como si les uniesen las estrellas.
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