👑53👑
Lance coge aire lentamente.
Está sentado, junto a Romelle, quien se ha encargado de asegurarse de que no hubiese nadie afuera poniendo la oreja.
Se acerca a la cama y se sienta a su lado.
-Yo... lo sabía. -susurra sonriendo. Lance levanta sus ojos a Romelle. -De que suena egocéntrico. No te conozco mucho... lo que hemos estado compartiendo estos días... pero sabía que algo andaba mal. -sonríe y limpia una lágrima de su mejilla con su pulgar.
-Se que... -sorbe y mira sus manos. -Se que estoy comportándome como un gilipollas... -suspira y pasa el perfil de su mano bajo su ojo. -Pero... es que...
-Le echas de menos... -asiente después de unos segundos. -Es normal. No tienes que avergonzarte.
-Pero es que es galra. -Romelle frunce el ceño.
-Bueno... pero es tu guarda, Lance. -la rubia sonríe y coge su mano. -No te escuses tu sólo. No pasa nada. -sonríe se acerca a él con las rodillas. -No te avergüences de eso... -la rubia se acerca a su rostro y en un acto caritativo deja un suave beso.
Lance no le frena.
Tiene un afán de decir algo pero... no lo hace.
No está listo.
-Vale...
-¿Quieres que te traiga algo de la cocina? -Lance niega.
-Podrías... -el alteano rueda sus ojos. Es lamentable tener que pedirlo. Sorbe por su nariz. -Podrías... ¿abrazarme?... -Romelle sonríe enternecida.
-Claro. -la rubia se tumba y espera a que el moreno le imite.
Lance tarda en un ratito en caer rendido a los brazos de Morfeo. Pero no demasiado, por que Romelle le está acariciando el cabello con las uñas.
Sorbe varias veces por la nariz y se acomoda entre la piel de la chica y su prendra de dormir.
Le encantaría preguntarle cosas pero...
No es el momento.
Esa noche no.
Cuando se despierta encuentra un vacío a su lado.
El moreno suspira y gira en la cama.
Le duelen los ojos y le cuesta abrirlos. Ah si, la plorera de la noche anterior...
Que lamentable. Ahora no puede hacerse el loco. Y ahora tampoco puede salir al balcón, genial.
Nadie lo ha dicho, pero Romelle tenía pensado quedarse toda esa semana. Toda la semana restante sin poder respirar tranquilo...
El alteano se mete en el baño a paso lento. Mira sus marcas y pasa sus dedos por ellas. Y de refilón se acuerda de la cicatriz de Keith. Esa prueba de fidelidad... sólo chorradas. Sólo un galra sanguinario sin dolor. Que patético.
Tendría que mentalizarse: no volvería. Jamás lo haría. Se había reído de él numerosas veces. Incluso le había comido los morros. Y le había salvado y todo... que asco.
-¿Lance? -la voz de Romelle suena preocupada.
-¿Si? -el alteano está lavando su cara.
-Estás en el baño ¿no?
-Si.
-Vale, estoy... abajo.
-Vale... -y antes de irse se acerca a la puerta.
-¿Puedo? - Lance responde y Romelle abre la puerta. -¿Estás bien?
-Pues claro. -el moreno sonríe. La rubia le devuelve la sonrisa y cierra la puerta.
En cuanto la cierra, Lance tira el aire que tiene en los pulmones.
Una ducha vendrá bien, piensa.
Una ducha, eso desea Keith.
El traje apesta a sudor. Pero no pueden parar. En plena misión no se puede parar, y aún menos dejar al equipo tirado.
No tiene otra que seguir y seguir... aunque sus pulmones digan basta.
Kollivan le mira con asombro desde algún punto. Ese chico es brillante. Esas tácticas son inimitables. Es tremendo.
Y se arrepiente de haber hecho ese trato.
Quedan pocos días para ese fin de semana.
Allura pasa la tarde junto a Romelle, en su cuarto, peinando su pelo en dos coletas. Romelle ama las dos coletas.
-Y... ¿sabéis algo de Keith? -Allura suspira detrás suya.
-Que va. Shiro tampoco parece saber nada. Además, parece tocado, apenas se presenta por el Palacio, está siempre por el jardín, de aquí a allá.
-Ya veo... -la rubia comienza a jugar con sus uñas. -¿Y sobre el futuro marido que te espera? -Allura se echa a reír.
-No me nombres eso. -sonríe y abre la goma de pelo que tiene entre sus dedos. -Aún no han dicho nada. Ya sabes como va todo esto, antes el príncipe que la princesa bla bla bla...
-Si, que asco... -la rubia sonríe. -Te encantaría un novio ahora eh.
-Cállate, idiota. -la albina sonríe. Acaba de hacer sus coletas. Romelle se gira con una sonrisa en su boca. La albina se levanta a cerrar la puerta
-¿Te da rabia que tenga un pretendiente? -Allura sonríe. Se acerca a la rubia y acaricia sus mejillas con sus dedos.
-¿Debería molestarme?
-Un poco, ¿no? -sus alientos se abrazan entre ellos. Los dedos de Allura han bajado a su mandíbula. Ambas sonríen suavemente.
La distancia es tan corta como el momento.
Y vuelve a ser de noche.
Y de nuevo esas noches de mierda.
Keith vuelve a pasar la noche en ese amplio ventanal, viendo el cielo y esperando al día que queda. Sólo uno. Una noche más. No va a tardar. Pasa su mano por su mejilla y cierra sus ojos. No tardo, susurra en voz baja.
Sabe que el príncipe, tal vez, esté celebrando su ausencia. En fin, es Lance. ¿Es de extrañar que sea feliz sin él?
Claro que no. Tal vez incluso lo entendería.
Lo que no entiende es a Shiro: ¿no pregunta por él? ¿Por que la excusa de su madre? ¿Tal vez sabía que lo sabían? Demasiadas cosas.
En cambio, en otras habitaciones se pasan ratos más entretenidos...
Más o menos.
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