👑52👑
-Chaval, llevas mala cara. -Kollivan, uno de los que más poder tienen allí dentro, golpea el hombro de Keith de forma amistosa.
-No he dormido nada... -Keith limpia sus ojos.
-¿Estás bien? No llevas ni buena cara no buenas formas. -y para que va a mentir.
-Pues no, la verdad... -Keith no tiene otra que darle la espalda y ir junto sus compañeros.
-Eh eh, ¿qué pasa? -la mata de pelo negro se da la vuelta hacia él. Frunce su ceño y mira hacia el suelo.
-Quiero saber más sobre el paradero de mi madre. -Kollivan chasquea su lengua.
-Ya te hemos dicho lo que podemos decirte. Keith, es...
-Quiero pruebas de vida. -tras un largo rato de silencio, Kollivan deja salir su aliento.
-Está bien. En 24 horas tendremos pruebas de vida de tu madre. Pero no te creas que va a aparecer aqui. - Keith asiente.
-También... -aclara su garganta y levanta su mirada. - ...quería... hablar de otras cosas... -Kollivan se cruza de brazos.
-Tendrá que ser después. Tienes que ir a entrenar. -y Keith no tiene otras que entrenar.
Y así todos los días.
Entrenando, con la espada en la mano y con esos trajes asfixiantes donde no reconoces ni tu propia sombra. Con esas capuchas y esas máscaras violetas del demonio. El calor que pasa no lo sabe nadie.
Y ya son 5 días.
-¿Allura? -Lance recorre el pasillo en busca de su hermana. -¿Allura? Luego di que estoy en plan imbécil... -y ve la puerta del despacho abierta. -Allura que haces... -y no hay nadie. Es raro que el despacho este abierto de par en par. Mira a su alrededor y mira el interior del despacho. Está todo en orden. Ni la silla está fuera de su sitio.
Entonces oye jaleo en el salón. Dos risas de azúcar.
-¿Allura? -el alteano frunce el ceño. Ni que el Palacio tuviese 4 plantas, si tiene la mitad.
-¿Que? -sigue riendo, ahora mandando callar a alguien que sigue riendo por su cuenta.
-¿Que hacía el despacho abierto? -el alteano baja con el folio que lleva desde el principio en la mano.
-¡Yo que se, tu sabrás! -el alteano baja las escaleras y se encuentra a Romelle abrazada a Allura, riendo. -¿Qué quieres? -dice riendo como una boba.
-Era sobre el puto discurso. Pero como nunca estás cuando debes estar...
-Estaba ocupada, sabes.
-Me alegro. Algunos somos responsables. -Allura frunce su ceño.
-¿Me estás llamando irresponsable? -Romelle se despega de Allura y mira a Lance. Sus ojos son igual que un mar embravecido.
-Te estoy llamando, te dejas el despacho abierto y tú jijijaja. -Romelle comienza a notar cosas. Llámale egocéntrica, pero algo comienza a encontrar en esos cambios de humor que el resto ven tan normal o infantiles. -Déjalo, ya me apañaré yo. Esto sería mejor si... da igual... -mientras sube las escaleras ruina cosas.
Ahora Romelle mira a Allura.
-¿Estás bien?
-Si, es normal de él. Está idiota esta semana.
-Oye y... ¿vuestros guardas?
-Shiro está ocupado. Keith se ha ido. Ahora que Lance no tiene con quien meterse se mete con el resto. -la albina mira el portón. -¿Salimos? -la rubia asiente sonriendo.
Entre el tul y algún vestido, ambas manos se cogen.
Es de noche.
Keith está junto a Kollivan.
-Quiero abandonar. -Kollivan frunce el ceño.
-¿Perdón?
-Que quiero... abandonar. Quiero irme. -el galra de melena negra baja su cabeza al suelo. -Este no es mi lugar.
-Pero estas haciendo un trabajo excelente. Estás trabajando mucho y tienes un rendimiento brillante.
-Pero no es mi lugar. Insisto, yo... venía con otra idea.
-Echas de menos tu casa.
-Si... -y en el fondo es así. Realmente Palacio no es su casa. Pero echa de menos tanto Palacio como si propio hogar. Ese hogar que hace tanto que no he que apenas recuerda. Sólo recuerda la arena y el sonido de la madera.
-¿De verdad quieres irte? Tal vez podamos ayudarte a volver. -ese mensaje hace que su rostro de ilumine, pero en cuestión de segundos se apague. Ni siquiera son capaces de ayudarle a verse con su madre, como para que le lleven a su hogar...
-Si. Se que trabajais desde la justicia y la caridad pero... este no es mi sitio. -Kollivan sonríe y acaricia la melena de Keith.
-Propongo un trato. Tu permaneces hasta el fin de esta semana, y yo te doy las pruebas de vida. Dos días a cambio de la eternidad y la seguridad de tu madre viva. -Keith asiente. Que más da un día que dos. -Eso y que duermas. Te quiero rindiendo como lo has hecho hasta ahora. -asiente.
No durmió como los ángeles, pero si descansó.
No como otros.
Y una vez más con la rubia entre sus piernas.
Otra vez más suspiros, jadeos, gemidos y susurros.
Besos, caricias y sonrisas cómplices.
Todo lujuria y deseos rotos en esas sábanas.
-Descansa... -susurra Lance dándole un beso en los labios.
-Igualmente. -susurra Romelle, abrazándose a él.
Y empieza la noche.
Y otra vez la rutina.
Ahora se ahorra el ir al baño. Desperdicia agua y luz.
Ahora prefiere ir directamente al balcón.
Mira el cielo y juega con el mármol de la barandilla del balcón.
Romelle no se priva en abrir sus ojos: no está, efectivamente.
Ya son varias noches de movimientos.
-¿Lance?... -la rubia se sienta en la cama y observa a Lance en el balcón. El alteano se gira con las marcas encendidas.
-Ah, Romelle. Perdona. -y se apagan. De acerca a ella y besa su frente. -Te he debido despertar.
-No... tranquilo... -la rubia sonríe.
-Vamos, es tarde... -el moreno se mete en la cama y apoya su cabeza en la almohada. Abraza su cintura y sonríe suavemente. La rubia se queda mirándole.
-Lance...
-Dime princesa.
-¿Estás bien?... -el moreno siente un nudo en su garganta. Tan fuerte que le duele hasta el estómago.
-Claro. -sonríe y acaricia su rostro con sus dedos. -¿Por?...
-Estos días estás... raro...
-Cansado. Duermo mal... -el moreno habla en voz bajita, con una sonrisa.
-Y... ¿eso?
-La gran fecha se aproxima. -susurra con una sonrisa suave.
-Ya... -sigue mirándole. La rubia es quien ahora acaricia la piel ajena. -¿Sabes algo de Keith? -Lance siente que se le va a acabar el aire si sigue así.
-No. Prefiero no hablar de él... -la rubia asiente.
-Perdona... descansa... -besa su mejilla y cierra sus ojos. Y se propone esperar media hora más, haciéndose la dormida.
Y lo consigue.
Abre un ojo y ve a Lance mirando el techo, pasando sus manos por sus ojos.
-¿Lance?... -el moreno gira su rostro a Romelle.
-Ah... perdona. Es que...
-Lance. -la rubia se incorpora y con un tono suave, meloso y tierno, se pronuncia. -¿Le echas de menos?...
Se establece un silencio violento entre ellos. Romelle teme que Lance se ponga en ese modo estúpido que tiene.
Pero no es así.
Todo lo contrario.
Frunce su ceño. Baja su mirada. Si sonrisa se tuerce y se rompe a cámara lenta.
-Si.
Y una lágrima resbala por su mejilla.
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