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👑50👑

Han pasado dos días.
Lance está de mal humor.
Lleva días contestando un poco mal y está bastante... intratable.

-Príncipe Lance, su espada se oxidará si la deja en el campo al sol.

-Que le jodan. Total, no saldré de aquí... -y de nuevo, con el cuerpo empapado de sudor y el paso ligero, sube a su ducha.
Cuando sale de ella tiende a mirar sus marcas, las de sus pómulos.
Ahora no entiende por que se encendieron. No entiende el calor de sus pómulos. No lo entiende.
¿Qué le vería esa noche? Es un exagerado. Exagerado y memoria de pez.
Lástima que por las noches, cuando se sienta en el suelo de su balcón, se acuerde de su rostro y sus palabras.

Han pasado días.
Y nadie sabe nada.
Sólo el propio Keith.
Por que ese papelito que Keith dejó ha desaparecido.

-Mi hermano quería uno pero no le dejaban tenerlo... - murmura la pelirroja. Hunk no deja de mirar a Lance. La de gafas rueda sus ojos y mira al alteano.

-Tío cambia la cara. -murmura.

-¿Qué? -el de cabello castaño frunce su ceño.

-Que cambies la cara de amargado. Pones nervioso a cualquiera. - murmura Pidge.

-Es mi cara normal.

-Y una mierda Lance. - murmura Pidge.

-Te digo que si y punto ¿vale? -Hunk alza una ceja. Lance suele ser cretino pero... está llegando al plan imbécil. -Perdón... -bufa.

-Tu verás. Te ganas un guantazo si me vuelves a contestar así. -sentencia Pidge.

-Es que... me siento como en una cárcel ahora mismo. No puedo salir de Palacio y...

-Tampoco podías antes.

-Ya ya. Es sólo que ahora... no se... es más aburrido.

-Lo de Keith, ¿no? -Hunk ladea su cabeza.

-Si.

-Pero si le odiabas.

-Vale que si, pero me distraia. -suspira y rueda sus ojos. Deja caer su espalda al respaldo de la silla. -Es que ahora... me siento vacío...

-¿Y Romelle? Allura ha comentado algo de ella.

-Si, igual venía...

-Pues ya está. Estate con ella y cambia esa cara de mierda. -Lance dedica una mirada de muerte a la pelirroja.
Pero es que tiene razón.
Tal vez no sea mala idea...

Keith en cambio lo tiene más difícil.

- Eh. -el galra se presenta en el cuartel del que más poder tiene. -Ya he acabado.

-Genial, subiremos el nivel y... -Keith niega.
Lleva la semana trabajando, practicando con la espada y cooperando con el equipo. Está harto. Quiere lo prometido por Shiro: su madre.

-No. No, quiero saber de mi madre.

-Tu madre.

-Si.

-No sabemos nada de tu madre Keith. Lo poco que sabemos es confidencial. -el galra joven frunce el ceño.

-Me... me dijeron que no preguntase pero... por favor. -el galra da un paso a los comandantes. -Sólo algo. Lo que sea.
El de mayor prestigio se acerca a Keith.

-Keith... sólo podemos decirte que está bien. -a Keith se le ilumina el rostro. Quiere llorar. Quiere golpear a alguien Y llorar. Está bien. Su madre está bien.

-¿Está... vi... viva?

-Si, pero no podemos decirte su paredero. Es... muy complejo todo Keith.

-Por favor, haré lo que sea por...

-Keith. -el mayor coloca una mano en su hombro. -Creenos, no es tan sencillo.

Ahí empezó su semana de esfuerzo. Ese pequeño regalo, esas palabras de está bien. Eso hizo que en lo más profundo de su ser, naciese un ápice de esperanza.
Pidió por favor que si llegaba viva a ellos, que por favor, contactasen con él.
Estuvo la semana entera entrenando como jamás lo hizo.
Todo con esa frase en su cabeza. Está bien.
La misma expresión del papelito: estaré bien. El mismo papel que el mismo Keith se arrepiente de escribir. Es su guarda por Dios, no es su familia...

Han pasado cuatro días.
Lance ha aprovechado la estancia del Romelle.
Ahora pasa las tardes con ella, en el salon, con las piernas de la rubia sobre las suyas, observando como sus pestañas se enredan entre las superiores y las inferiores mientras sus ojos se clavan en su teléfono.

-¿Prefieres el rosa pastel o el amarillo suave? Por que si yo tengo que... -levanta sus ojos violetas y los clava en Lance.

-Te prefiero a ti. -Romelle rueda sus ojos sonrojada. Sonríe y acurruca su cabeza en su hombro.
Ninguna marca encendida. Sólo una suave risa de Romelle.

-Calla... -murmura.

Lo mejor es la noche.
Si en las tardes caen besos esporádicos, en la noche caen caricias.
Lance tiene sus labios en su cuello.
Sus manos recorren su cintura y las partes más peligrosas de esa chica.
Se pierde en su piel de porcelana, en su olor a vainilla. Aunque ha de admitir que ese olor no le gusta demasiado...
Los brazos de Romelle acaban abrazados a su cuello, buscando sus labios de forma algo desesperada.
Las uñas de Romelle recorren su espalda lenta y tal vez dolorosamente.
Hasta el final. Hasta casi el coxis.
Los dedos de Lance separan cada una de las hebras de su cabello dorado. Se separan. Romelle baja la mirada y Lance sonríe.
Ningún calor en los pómulos. Sólo sonrojos.

Acaban en la misma cama.
Romelle cara a Lance. Lance cara a Romelle.
Ha sido guay y tal pero... ¿por que sigue sintiéndose igual?

¿Por qué necesita ir a ver las estrellas y no un polvo con una diosa de pelo dorado?

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