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👑42👑

Al fin la tormenta ha amainado. El sol se cuela por cada cristal de los vanos del palacio. Cada rayo de luz se cuela e invade cada una de la habitaciones.
Ya hay jaleo por abajo.
Keith se ha despertado al sentir el petricor chocar contra su nariz. Se remueve y siente el olor a sudor en su almohada. Es irónico, pero a diferencia de otras tormentas o noches desagradables, no ha dormido tan mal como para sudar tanto. En fin, tendrá que cambiar la sábanas. Hablando de dormir, falta el cuerpo que le ha producido calor durante la noche: Shiro.
Se ha sentido en casa al fin, ha sentido que estaba a salvo. O algo así. Ya no sabe diferenciar si el hecho de estar en palacio influye o que, pero la sensación es diferente. No es desagradable, pero podría ser mejor.
Despega su cuerpo de la colcha y rasca sus ojos. Después de unos minutos de silencio puede confirmar que no, que no llueve. Aún así, el olor a tierra mojada le revuelve el estómago de alguna manera.

-¿Shiro? -murmura con los ojos entrecerrados, aún dormidos. No hay respuesta. Recoge su melena y se pone en pie. No, no está en su cama. Probablemente ya esté en marcha, piensa. Se dirige a la ducha. Hay cosas que hacer.

Otros, en cambio, se despiertan tarde, cuando ya no huele a lluvia, sino a caramelo y café.
Lance respira hondo y se deshincha lentamente. Tras bostezar y rascarse los ojos (no lleva antifaz, no hoy), dirige su mirada al cuerpo que tiene a su lado. Está volteado, de espaldas a él. Perfecto, pronuncia en su cabeza.
Lance coloca su nariz en su cuello, dejamos pequeños besos que despiertan lentamente a la chica rubia de ojos irisados.

-Lance... -murmura.

-Buenos días princesa... -dice Romeo entre sonrisas tontas e intentos por conseguir un beso de vuelta. Si, el apodo de princesa es apodo cursi, no por educación.

-Lance déjame... -dice riendo. La rubia gira y se topa con el rostro del de tez oscura. Lance sonríe a la vez que chica su frente con la ajena.

-Sabía que eras guapa... pero no incluso recién levantada...

-¿Eso es un alago?... -Lance pestañea varias veces.

-¿Te... he ofendido? -Romelle cierra sus ojos y se echa a reír en voz baja.

-No. -Lance ahora tiene su cuerpo sobre la de las marcas celestes. Acerca sus labios a los ajenos.

-Entonces nada... -planta su suave beso que ambos alargan lentamente. Lance hace bailar su mano por su cintura. Va a bajar cuando la misma poseedora de él le frena.

-Para. -dice sonriendo. La rubia se levanta y se dirige al baño. -Espérame abajo. En seguida me reúno con todos. -Lance se queda sentado en el borde de la cama.
¿Como se puede ser más imbécil? Ni liarse por la mañana. Nada. Vaya plan, piensa. Igual Pidge siempre a llevado razón...
Como sea, Lance se viste y se prepara. Están todos desayunando, y faltan ellos. Le extraña no haber visto a Keith. Ah Keith... había estado en el baño, que tiene hidrofobia. Bueno no, pero es un gato: le da miedo la lluvia. Tampoco es eso. Lance genera una tormenta de ideas que no consigue ordenar. Cuando se mira al espejo frunce su ceño. Tiene sus ojos clavados en su propio pelo. ¿Y si lo tiñe de verdad?
Se dejaba de bobadas y se arregla.

-Te espero abajo. -dice desde la puerta del baño. Ahora, de ser él, entraría en silencio y se presentaría como el León blanco le trajo al mundo, cogería a su amante por la cintura y le comería la boca, y además le echaría un polvo en la misma ducha que hasta las cloacas y mazmorras les oirian. Pero como no, pues no.

-Vale. -contesta Romelle.
Lance baja las escaleras y se encuentra a Keith junto a Corán, leyendo una especie de papel. Keith levanta sus ojos ambar y hace que el interio de Lance tiemble. A lo tonto ambos comparten más secretos de los que deberían.

-Buenos días Príncipe Lance. -dice el hombre pelirrojo.

-Buenos días Alteza. -murmura Keith, temiendo sobre la noche anterior.

-Hola... -sin dar importancia, mira a su alrededor. -¿Y Allura?

-En su cuarto, príncipe. -Corán revisa el papel por su cuenta.

-¿Y que se cree que...? -y una voz femenina le corta.

-Buenos días. -murmura su hermana, bajando junto a la rubia. Ambas iban arregladas y sonrientes. -Sentimos tardar. -Romelle peina un mechón tras su oreja. Mira a Lance de reojo. Lance igual. ¿Tensión sexual, o es que Lance no se ha tapado las pecas? Por que cuadrarian ambas.

Y es después del desayuno cuando Lance se despide de Romelle.

-Vuelve cuando quieras. -murmura con una sonrisa el moreno de piel.

-Si. Gracias. -sonríe con las mejillas teñidas de un muy suave rosa. Lance acerca su rostro a ella. Romelle no tiene otra: deja un suave y corto beso en sus labios. ¿Qué? Lance no va a forzarle a nada, eso es de gilipollas.
Y Romelle sale por la puerta y sube a su propio móvil.

-¡No cierres! -escucha al fondo, detrás suya. Lance se gira al oír la voz masculina. Con el ceño fruncido se encuentra a Keith, que lleva la misma ropa que la noche del espectáculo y los secretitos nocturnos.

-¿Donde vas? No es carnaval, quedan muchos milenios para eso... -le vacila en su cara. Keith respira hondo. No lo mates, irás al calabozo y encima le creerán a él, piensa el galra.

-Voy a hacer la compra Alteza. Faltan criadxs y me ha pedido Corán que vaya yo. Shiro está ocupado. -el galra intenta seguir su camino.

-Oye eres mi guarda, no el manitas y chapuzas del Palacio. Siempre quitándome las cosas.

-No soy una cosa. -Keith frunce el ceño. Lance rueda sus ojos cansado de tonterías. Él, cansado, de tonterías.

-Si bueno. -chasquea su lengua. Y otra "ideaza" -¿Dónde es?

-En el mercado central, en el del pueblo vecino.

-Pues espera, me visto, me voy contigo. -Keith frunce su ceño al verle irse tan tranquilo hacía la puerta.

-Alteza... no Alteza...

-Ah, llevas razón... -se da la vuelta. -Me tengo que arreglar. -¿Arreglar para ir a comprar?, piensa Keith.

-Alteza no puede ir a...

-Que no me digáis que puedo hacer. Y aún menos tú. -Keith siente eso como una daga envenenada en el pecho. -Espérame ahí. Es una orden.

-Si... Alteza... -dice a mala gana en voz baja.

Lance aparece con su capa y sus vestimentas para "pasar desapercibido" tras 5 minutos.

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